A Sandra Aguirre
Como en un poema de Salinas, le dijo que existía por ella, que sólo su amor le hacía ser. Por eso, cuando una mañana, al levantarse, observó en el espejo que su cuerpo se volvía translúcido, la supo despertando, o aún dormida, en una cama ajena, comenzando a amar a otro, comenzando a olvidarle, mientras él ingresaba poco a poco, pero irremisiblemente, en el territorio de la no existencia.