Hay miles de puertas que se abren a cada instante a la desgracia. Pequeños errores, matices sutiles en las palabras o los gestos, acciones imperfectas, imperceptiblemente torcidas, pasos mal orientados que, de a poco, pero implacablemente, acaban por situarnos sin remedio justo al borde del abismo. Y de pronto es un la suerte está echada, un ya no hay remedio, un sin posibilidad de remisión.
Cautivador, sin posibilidad de remisión!
Bonita portada, a ver como relata mi escritor favorito la iniquidad!