Suya

4 03 2008

La quería con avaricia y se volvió ambicioso.

Ya no bastaban los momentos de placer que ella le proporcionaba. Quiso, además, su constante deseo.

Ella dejó de hacer el amor con su marido.

Tampoco se dio por satisfecho. Ahora reclamó el monopolio de su amor.

Ella le amó de forma exclusiva.

Pero no bastaba. Deseó, además, todo su afecto, su atención diaria y constante.

Ella se separó, rompió con sus padres, olvidó a sus hijos. Los niños la vieron por última vez cuando salía arrastrando una maleta. No se volvió a mirar ni un solo instante.

A partir de ese día ambicionó su cordura. Comenzó a tratarla de forma cruel y dominante. La vejaba en público, le afeaba cada gesto, cada palabra. Acabó por anularla totalmente.

Ella lo soportó todo con sumisión.

Sin embargo, nunca era suficiente.  De hecho, aquella misma mansedumbre le resultaba repugnante. Decidió explorar las más extremas fronteras de la ignominia. Una noche, regresó a las cuatro de la madrugada con una mujer sórdida y brutal, extraída, con seguridad, de un prostíbulo.

La sacó a empujones del lecho para yacer con aquella sucia e improvisada amante. Justo en el momento del orgasmo, comenzó a sentir su carne abriéndose en las puñaladas que ella, completamente fuera de sí, le asestaba una y otra y otra vez.

Al parecer, murió con una sonrisa en los labios, porque había conseguido también apoderarse de su odio. Ella era, al fin, completamente suya.


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3 responses

17 03 2008
Clara

En el primer aniversario de su trágica muerte (en una relación sadomasoquista con una sórdida prostituta) ella se ha prometido hacerle un último regalo: su indiferencia.

18 03 2008
Alexis Ravelo

Merecida, por lo demás.

10 10 2009
VALK

No sé si es causa de la fiebre o efecto de la misma, pero cuando leía este corto, un escalofrío recorrió mi columna vertebral.
Me explico.
Tengo una amiga a quien su pareja la cela mucho. Según las palabras del marido, ella es la única mujer que aún cargada de imperfecciones, es perfecta.
Hace unos meses, mi amiga, por casualidad, encontró el Blog de un amigo al que llevaba muchos años sin ver ni saber de él, no por voluntad propia, sino para no dar motivos a los celos de su pareja. Lo cierto es, que mi amiga, al encontrar a su antiguo amigo por casualidad en este mundo de Internet, se lo dijo a su marido. Él se volvió feroz, y aunque mi amiga le decía que sólo era un amigo, y que lo que en su momento hubo entre ambos (mi amiga y el compañero Bloguero) no fué nada serio más que un par de ocasiones de divertimento sexual, su pareja no lo toleró, argumentándole, que lo que ella hacía llevaba por nombre, cuernos literarios. La conclusión es que mi amiga, después de mucho empatizar la circunstancia que vivía el Ser que Ama, decidió, con mucho dolor, despedirse de el compañero Bloguero sin darle razón. Ésto le pareció lo correcto, ya que consideró que le estaba faltando el respeto a su marido, y se, y le, prometió, siempre con mucho dolor, que no volvería a entrar en el Blog. Pero mi amiga ha roto su promesa y ha seguido entrando, no tan a menudo como antes, pero lo ha hecho y se culpa por ello. No sabe qué hacer, si pasar esos ratitos leyendo lo que su amigo escribe y disfrutándolos sin ningún tipo de maldad sin decirle nada al marido, o dejar de visitar el Blog de su amigo. Yo le digo que por coherencia hacia ella misma, cumpla su promesa, y sé que ella se siente mal cada vez que entra en la página web, sé que su conciencia la fustiga advirtiéndole que está faltando a su propia palabra, pero al mismo tiempo, pienso, si no estará, con esa conducta, alentando a su marido a un sentimiento aún mayor de posesión. Para él es «suya», por más que ella le dice que no pertenece a nadie más que a sí misma.
Así, que actualmente, mi amiga tiene un terrible dilema. No sabe si seguir visitando la Web de su amigo clandestinamente y de vez en cuando, o cumplir con su promesa. De ambas formas se siente mal.
La pregunta es: ¿estará, la promesa hecha al marido, fomentando su nivel de posesión?, y si es así, ¿puede la posesión, poseernos de tal forma, de que no seamos capaces de reconocerla?.
C´est la vie.

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