La heroína secreta

10 04 2008

Con creciente satisfacción, el general paseó en compañía de sus oficiales por la ciudad recién conquistada, contemplando ruinas y cadáveres mientras sus soldados ultimaban el saqueo. Pensando en las odas que los poetas nacionales compondrían en su honor, no reparó en una humilde flor que, entre cascotes y miembros cercenados, había sobrevivido al fragor de la batalla. Sí la vio, en cambio, un joven teniente, destinado a ser el único poeta inmortal que aquella época convulsa daría a la nación, quien se prometió a sí misma recordarla para escribir la que, al pasar los años, sería su obra más celebrada.


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3 responses

11 04 2008
David Diepa

De como un detalle no significativo se recoge la esencia de algo realmente bello. Sólo una flor, algo que inspira en medio de una barbarie mal llamada vida. Concreción y sueño en unas pocas líneas.

Un abrazo.

12 04 2008
Liberto

Siempre que descubro a un nuevo artista (escritor, pintor, músico, escultor, director de cine….) me ocurre un «suceso de talla» , como suele decir el fetasiano Rafael Arozarena; y todo a mi alrededor, dentro de mí, adquiere un dimesión extraordinaria. Recientemente he descubierto al argentino-venezolano Marcelo Colussi, al canario Juan Jimenez y a un tal Alexis Ravelo.

Me siento un ser afortunado.

Gracias.

Liberto.

12 04 2008
Alexis Ravelo

David: Te voy a contar un secreto de cocinero. Hay un libro de cocina imprescindible que se llama «SEis propuestas para el próximo milenio», de Ítalo Calvino. Sus propuestas son: rapidez, levedad, exactitud, visibilidad, multiplicidad y consistencia. Yo intento llevarlo a rajatabla. Léetelo porque es un libro que ayuda mucho. Propone, entre otras cosas, volver la mirada a objetos pequeños pero especialmente significativos. Gracias por tus opiniones, que siempre son más amables de lo que yo siento que merezco.
Dios santo, Liberto, esto es completamente ruborizante. Intentaré estar a la altura.
No conozco a Colussi. Lo buscaré. Pero Juan Jiménez me parece un poeta impresionante. La verdad es que en las islas, de poetas, no podemos quejarnos. Yo quise ser poeta, pero al ver la altura que hay, me quedé en cuentista.
Un fuerte abrazo y muchísimas gracias.

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