Aparca su coche en el garaje, entre el de su mujer y el de la niña. Sube al segundo piso tras saludar (andan en el recibidor con el novio, planeando detalles de la boda), se muda de ropa y entra en su despachito. Pese a que ha sido un día duro, se siente tranquilo. El reajuste era casi obligatorio. Cada palo que aguante su vela. Él también tiene una familia que mantener. Por un momento, vuelve a pensar en la mirada de Luján. Esa mirada de cemento y sudor, reprobadora y airada. Luján la esgrimió mientras cerraba los puños, pero no se atrevió a hacer nada. Siempre hay un Luján en cada cuadrilla y ninguno de ellos se atreve nunca a hacer nada serio. Saben que no les volvería a contratar nadie en toda la provincia.
Olvida la mirada. Inicia el ordenador. Abre la página de chats donde habitualmente contacta con su sierva. Ella lleva ya un rato ahí, con las pinzas de la ropa atenazando sus pezones. Oye pasos y vuelve la pantalla. Su mujer, desde la puerta, le dice que quiere saber su opinión: los chicos no se ponen de acuerdo en si contratarán una fuente de chocolate negro o de chocolate blanco. “Las dos”, contesta secamente, y vuelve a poner su atención en el ordenador. Ella se marcha por donde vino sin decir ni una sola palabra más. Se conocen bien.
Mientras ordena a su sierva que se levante, siente una extraña sensación de frío, como si alguien se hubiera dejado abierta la ventana que hay a su espalda, la misma que siempre permanece cerrada. Cuando comienza a atar cabos ya es tarde para volverse. La sierva continúa en pie, esperando su siguiente orden.
Magister, magistri.
¡¡¡Menos mal que has vuelto a recuperar el tono !!!
¡Qué sería de mucha gente sin esa segunda vida !!!
¡¡Un saludo, amigo !
Que friki que eres, jodio!!!
Me encanta siempre…bueno siempre no,pero sí bastante a menudo celebrar tus Ceremonias…entrar y salir de tus cuentos y pelearme con ellos!
besos
La imagen del martillo con forma de corazón, dando justo en el clavo de la historia narrada. Esa mirada de cemento y sudor…esa descripción que nos hace ver nítida a la sierva en el ordenador…esa ráfaga de viento vengativa que nos lleva a un final abierto. La imagen del corazón del martillo me hace pensar en un infarto…pero la ventana abierta, podría ser Lujan quien lo asesina…y la sierva en pie esperando…magistral mi querido Alexis
Y como siempre ella lo esperaba a su amo, los domingos por la tarde…
No me quedo con la historia. La ventana abierta, el frío en la espalda. Mi única sospecha es que su mujer siga observándole, pero de la manera como la trata no creo que le importe un pepino que ella sea testigo de sus aficiones. De hecho creo que para ella es más peligroso ser testigo de sus aficiones que para él.
Jajajaja, muuuuy bueno, solo tiene un gravísimo defecto, juegas demasiado con estereotipos. De hecho, primero, le estás dando al despedidor una frialdad y un desapego, que probablemente no siente. Segundo y craso error, los triunfadores y dominantes suelen tener perversiones sumisas, seguramente es él el que estaría con las pinzas en los pezones y una cuerda apretandole los huevos. Si fuera del Opus, machacándose con el silicio. Con lo cual, es más normal que el pobre Luján descargue su frustración con la pobre María, que le espera en casa, después de haberse tomado media botella de ron en el bar. Pero como el cuento es tuyo, lo mismo que tus recién enviudadas menean el flequillo, tus empresarios pueden ser «asín» de hijoputas…
Besos y besas
Que bueno hermano…
Esto es lo fantástico de la literatura y lo asquerosamente sorprendente de la vida… que a veces se confunden.
Bien de «Conciencias Intranquilas» hay por ahí sueltas.
Como si fuera poco con el título, encima en los blogs se tiene la suerte de poner dibujitos y fotos para «explicar» un poco más un texto, y ni con esas.
Con lo «fácil» que es escribir, lo jodido que es vivir, y lo sumamente estúpido que es mantener una opinión.
Por cierto, Luján, amén de un apellido también es nombre de mujer.
Aleeeerxiiiii!!!
Vaya tela.
Otra vez el depredador.
Da igual, ya será igualmente tragado.
Si aquí estamos todos dentro de la misma saca.