Jugarán a encontrarse. Se separarán una mañana y tomarán, cada uno, una dirección para el otro desconocida. Así, en sentidos distintos, recorrerán sus caminos. Procurarán cambiarse nombres, rostros, vestimentas, peinados, apariencias. Mudarán oficios, amistades, aficiones. Harán siempre aquello que el otro nunca sospecharía que hicieran, para evitar la más mínima posibilidad de seguirse los rastros, de husmearse las huellas, de propiciar, ni siquiera inconscientemente, ningún tipo de contacto. Y así, después de mucho tiempo arrastrado en sus soledades, de tantas noches de sexo ahogado y cama fría, un día, acaso un atardecer de noviembre, se encontrarán en una calle solitaria, entre la multitud de un distrito comercial o en la última mesa del último café. Se mirarán fijamente, se sonreirán como si ayer mismo, aproximarán sus rostros para devolverse ese beso que se deberán hará tanto y entonces, sólo entonces, tras estar seguros de que ganarían cualquier partida de cualquier juego en el que se apostaran a ellos mismos, volverán a casa.
Es un cuento expléndido, conciso y completo. Me has dejado muy sorprendida. Te agradezco que me dejases el rastro hasta tu casa. En adelante podré leerte con más calma.
Un saludo literario.
Me gusta, lo del juego y del amor, pero no escribas tan bien, que luego voy con cara de alelada por la calle.
Dulce: Siempre que tengas cuidado al cruzar, no pasa nada.
Ella: Bienvenida a esta casa. Te he agregado a enlaces y te devolveré la visita con frecuencia.
Umm…¡qué interesante!, me gusta.
El amor permanece siempre, sólo hay que saber alimentarlo de la froma adecuada y tener el corazón abierto y limpio de rencores para ese futuro encuentro.
Volveran juntos a casa…
Las dos caras. Dos caras para un hombre y dos para una mujer. Jugando a jugar. Hoy es momento, mañana pasión, al otro compromiso con la luna. Juegos, grandes juegos de fuego que terminan por quemar. Este invierno se nos antoja frío, y será la espera quien le de calor.
La partida más difícil es la de permanecer juntos siempre, felices, sin necesidad de recurrir al reencuentro para llenar el aire de feromonas y aumentar la secreción de serotonina…
Ahí es donde casi todo el mundo pierde, y es por lo que hay que contar veinte, y empezar de nuevo… y así sucesivamente…
Qué estréss!!
Bueno, Alexis, que tengo que estudiar, y estoy todo el día enganchada a tus historias. Al final vas a ser el culpable de que suspenda, jajajaja
En algún sitio leí que: “algunos grandes amores empezaron con desencuentros”…
Bonito el cuento de acuerdo de todo con «Ella»
Saludos y dos besos…
ahhh muy bonita la página «Al principio» y gracias a ti
Bienaventurados los oídos que te escuchan. Ahí sí está tu voz. ¡Bien!
Entrar y leerte es una perdición.. ¿por qué quieres que me empape más de ti?… Tengo miedo de encontrarnos en esa calle, en ese café… porque a lo mejor la próxima vez que nos volvamos a ver, ni uno ni otro podrá irse a casa sin el otro… Y ya sabemos que personas de 2 mundos tan diferentes no deberían haber sido ni tan siquiera amantes…
…por todas esas noches con las que nos encontramos a seres que nunca más volveremos a ver…
…por esa noche de Noviembre que nos conocimos y no podemos olvidar…
¡ay Alexis, qué lindo!
Uno va andando por la vida deshaciendo esquinas, colgando de los muros del recuerdo esos encuentros que, los caprichos del azar, arroja ante nuestros desconcertados pasos, para detener, quizás, ese anhelo de ir hacia ninguna parte, para mostrarnos la belleza de los instantes eternos.
Besos, y visítame alguna vez.
Intento visitarte, Vicky, pero el enlace que me has dejado no funciona. Me envía a un directorio con un montón de anuncios publicitarios.
A ver si puedes enlazar de nuevo. Un beso, guapísima, espero que la vida te esté tratando bien, que llevamos unas cuantas parrandas sin coincidir.
Gracias mi niño, por tus buenos deseos, vamos tirando, pero tirando fuerte. Ahí te dejo de nuevo el enlace, había una alteración en las palabras (cosas de la vista de cerca). Un beso para ti también, grandote, y parrandas tenemos que proponerlas cuanto antes, para vivir y gozar de la amistad y del cariño, que cuando entreguemos la cuchara y el plato, es lo que quedará de nosotros. Hasta muy pronto, ¡qué digo!, hasta dentro de un rato que volveré para tirarme de barriga entre tus letras.
Una historia con final feliz que da mucha ilusion para esos seres que se han separado alguna vez y viven la esperanza de un reencuentro como una interrogacion en la cabeza.
Desafortunadamente, muchas veces no pasa asi.
Hay una cancion de Eduardo Aute que habla sobre un encuentro de dos amantes de la adolescencia en un cafe y se cuenta su vida y descubren lo que han cambiado…
Se titula Las cuatro y diez:
Fue en ese cine, ¿te acuerdas?/en una mañana al este del Edén/James Dean tiraba piedras a una casa blanca/entonces te besé… Hermosa canción.