
Man Ray: Sombras sobre el cuerpo de Lee Miller
Las ropas ya no están. Las pieles se tocan. Las salivas se mezclan. El aroma de los sexos sustituye al olor de los afeites. Esos ojos color caramelo te miran con toda la egoísta lascivia de sus veinticinco años.
De repente, deseas no estar aquí, aunque desees seguir estando; tener ya setenta años o no haber cumplido los dieciocho; hacer desenfrenadamente el amor o que deje de desearte; que este sea el amor de tu vida o que no te importe lo suficiente para recordar su nombre cinco minutos después del orgasmo; establecer un vínculo íntimo o ser una cifra del solipsismo.
De repente, es el suelo desapareciendo bajo tus pies o el suelo más firme que nunca; es el frío más gélido y la canícula más asfixiante; la caricia más áspera y la bofetada más dulce; es la contradicción irresoluble de la más feroz armonía.
De repente, es el ruido ensordecedor y el silencio, aliándose para hallar ese no-eres-tú que es más tú que nadie, como si jamás de nuevo, como si nunca antes.
De repente es levantarte, encender las luces, encender un cigarrillo, enfrentarte a la mirada de sorpresa, de incredulidad, de sospecha de estar siendo objeto de una broma por tu parte, que se torna enojo cuando empiezas a vestirte.
No respondes a sus preguntas. No das explicación alguna. Ni siquiera buscas una excusa reconfortante, porque, en realidad, no te importa lo más mínimo el malestar que puedas causar. Dedicas una última mirada a ese cuerpo joven y disciplinado antes de salir al invierno y la noche, diciéndote que no hay mayor abominación que un espejo situado frente a otro espejo. De repente, la muerte vuelve a estar ahí, pisándote los talones. Pero ahora su amenaza ya no es dolorosa.
La mayoría de las veces, los espejos nos dejan reflejos, de lo que negamos ver.
Qué polvo más triste, amigo. Compadezco al autor del mismo.
De repente dos extraños…De repente la muerte “esa certeza” se nos vuelve amiga, porque junto con la soledad son las únicas compañías que no nos abandonan. Lo demás es maquillaje…encontrarnos ante nosotros mismos, el espejo más abominable.
De repente este texto me ha tocado la fibra, Señor Ravelo ya es literatura…
Por cierto, ¡que bonita le quedó la casa!
Dos besos
No respondes a sus preguntas. No das explicación alguna.
Me gustan éstas frases…
A mi me da pena y miedo.
Elena: autor o autora.
Gracias, Maite. Todavía quedan algunos arreglillos.
Sin duda, mi preferido.
Gracias, Thalía.
Antes de leer «De repente», para irme a la cami, te dejo un par de enlaces, son mis poetas callejeros, a los que adoro, especialmente a Chinato. Bueno, voy a leer, hasta ahorita si te dejo comentario, y si no, hasta más ver. Arrumacos suavecitos.
¡¡¡¡Chacho, chacho, chacho!!!!, el baifo, y tal…….aquí están las páginas, espero que te gusten
……….»es la contradicción de la más feroz armonía»………»como si jamás denuevo, como si nunca antes»…………..¡cuánto me dicen éstas frases!. ¡Hermosas frases, por cierto!…….