Los perros de agosto en la Feria del Libro de Las Palmas

29 04 2009
Portada de Los perros de agosto

Portada de Los perros de agosto

Jorge «el Gordo» Castro ha llegado a la ciudad con su bloc de notas, sus libracos de terror y su adicción al café con leche. Como tiene una habilidad inigualable para meterse en fregados, este desgreñado estudiante de periodismo en prácticas no tardará en enredarse en un lío de intrigas, chantajes y corruptelas que comienza a destaparse a raíz del hallazgo del cadáver de un supuesto indigente en aguas del Puerto de la Luz.

Los perros de agosto se presenta el sábado, 2 de mayo, a las 13:30, en la Carpa Institucional de la Feria del Libro de Las Palmas.

Como Jorge no puede venir (creo que lo han enviado a Matalascabras de Arriba, a cubrir la noticia del nacimiento de un ternero con tres cabezas), haré las veces de autor en la presentación, con la inestimable ayuda de dos presentadores de lujo: Zoraida Rodríguez, quien, además de ser coordinadora del Plan de Fomento de la Lectura, ha trabajado muchos años con el colectivo Andersen, y Aitor Guezuraga,  periodista, guionista de cine y televisión y escritor, padre, para más señas, del detective Hamlet García.

Espero contar con tu presencia, para poder decirle al Gordo que el público se ha interesado por él. Eso le proporcionará algunas dosis de autoestima, cosa de la que, como todos los individuos de su calaña, anda más bien escaso.

Ya sabes: sábado, 2 de mayo, Feria del Libro de Las Palmas, 13.30 horas.

Si no vas, espero que tu ausencia pase inadvertida, porque al Gordo puede darle por investigar tus trapos sucios y publicar lo que averigüe en su blog o en alguno de los periodicuchos digitales en los que suele trabajar. Guerra avisada no deja muertos.





Nuevo tema para Escher

24 04 2009
escher_belvedere

Escher: Belvedere

En un palacio hay una torre en la cual hay una sala donde hay un armario que alberga un cajón en cuyo interior hay una caja. Si abriéramos esa caja, descubriríamos que guarda un palacio, una torre, una sala…





Feria del Libro de Las Palmas (1)

24 04 2009

Ya está ahí, en San Telmo. Este año tiene 22 casetas y ha sufrido algunos cambios en su distribución, pero ha vuelto a su cita anual y el solete la acompaña.

Aunque hay quien ha apelado al tópico de la crisis y echado sus lagrimitas (costumbre canaria donde las haya) lo cierto es que la Feria del Libro es una fiesta luminosa y, como tal, hay que celebrarla.

Así que chicos y grandes, ya saben dónde pueden pasar un buen rato. Hay un 10% de descuento en las compras y muchas actividades que merecen la pena. Por ejemplo, esta tarde, una conferencia de Alicia Llarena (a quien siempre es un gustazo escuchar) sobre Mercedes Pinto. Más ejemplos: mañana por la mañana, la presentación de Mamá, ¿por qué las mujeres son tan complicadas?, de Jovanca Baccari. Y, por la tarde, la visita de José Luis Ibáñez, con su nueva novela, También mueren ángeles en primavera. Después del éxito de la primera (Nadie debería matar en otoño), Ibáñez vuelve con una nueva peripecia de Toni Ferrer, el detective que tiene el mal hábito de jugarse el pellejo en la convulsa Barcelona de los años de la Guerra Civil. Novela negra de ambiente histórico. Novela histórica con olor a novela negra. En cualquier caso, material muy apetecible. 

Seguiremos informando.





Díselo con libros

23 04 2009

Sí, que no me olvido, que es 23 de abril y, por tanto, Día del Libro. Lo que ocurre es que yo, como seguramente tú, frecuento los libros cada día, vivo con ellos y, además, tengo cierta tendencia a olvidar los cumpleaños. De todos modos, como en los cumpleaños más mágicos, siempre hay alguien que tiene el detalle de acordarse de ti y reservarte un libro o una flor para cuando te encuentra. Si eres tú quien se acuerda de alguien, ya sabes que será incluso mejor. Así pues, remedando el viejo anuncio, que aconsejaba aquello de “Dígaselo con flores”, lanzo mi grito al mundo (ese reducido mundo de aquí, que es tuyo y mío):

Díselo con libros

¿No sabes con cuál? A ver si recuerdo algún título, sin repetir recomendaciones de ocasiones anteriores: 84, Charing Cross Road, Moby Dick, El desierto de los tártaros, El amor en los tiempos del cólera, Verano de Juan “el Chino”, Los pájaros de Baden-Baden, Rashômon, La Eneida, La epopeya de Gilgamesh, Fahrenheit 451, Paisajes después de la batalla o G. (Sí, este libro se titula así: G., es de John Berger y una estupenda novela postmoderna que parece bastante olvidada).

Ah, ¿prefieres decírselo con poesía? Cernuda siempre da buenos resultados, pero también puedes probar con Gil de Biedma, Miguel Hernández, Pedro Salinas, Cesare Pavese, Fernando Pessoa, Silvia Plath, Domingo Rivero, Alejandra Pizarnik, Pedro García Cabrera, Pablo Neruda, Pino Betancor o, incluso, si te atreves, volver a la proporcionada belleza de los sonetos de Juana Inés de la Cruz (Sor, para los católicos) o Francisco de Quevedo.

(Por supuesto, también podrías probar a decírselo con un ipod, una Wii, un iphone o cualquier otro artilugio de nombre horrísono. Pero, como supondrás, no sería lo mismo.)

Si te interesan las novedades, mañana comienza la Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria. Parque de San Telmo. A partir de las doce. Parece que este año, ha tocado convenientemente cerca del 23 de abril (ya era hora).

Una última recomendación: he descubierto, por azar o destino, una joyita: Cuentos populares del Rif, de Zoubida Boughaba Maleem, editado por Miraguano Ediciones en la colección Libros de los Malos Tiempos. Se trata de una deliciosa recopilación de cuentos recogidos de labios de seis narradoras orales de la zona de Alhucemas: Fadela Najah, Rahma, Farida Tahrawi, Karima Alganmi, Fatima y Mahjouba.

Presentados con esa elegancia que otorga la sencillez, estos cuentos van acompañados de entrevistas a estas mujeres anónimas que mantienen viva una tradición tan cercana y lejana al mismo tiempo.  

Para amantes del cuento popular, de los cuentacuentos, de la fantasía y, sobre todo, de la belleza.

 

 





Relojero

17 04 2009
Remedios Varo: Relojes

Remedios Varo

 

En un anónimo taller de Brooklyn hay un hombre intentando reparar un reloj. Anciano y minucioso, el relojero se inclina sobre el estropeado mecanismo, ajeno a la importancia de su labor.

Detectado el problema (la fractura de una ruedecilla dentada), el relojero se pregunta ahora cómo solucionarlo, ya que no dispone de repuesto para la pieza, fabricada hace al menos cuarenta años por una empresa que ya no existe. Revuelve sus cajones, buscando algún objeto similar que pueda sustituir a la pieza fracturada, y, finalmente, encuentra algo que podría servir. Es una rueda parecida, perteneciente a una vieja leontina, aunque quizá sea demasiado grande para encajar adecuadamente. Tras mucho meditarlo, decide que no hay salida. Monta la rueda en el mecanismo y da cuerda al reloj. Después de funcionar durante unos segundos, la nueva pieza rompe los dientes del mecanismo central. El reloj se ha parado definitivamente. 

El relojero ignora que justo cuando el reloj comenzó a pararse, una mujer berlinesa de mediana edad empezó a notar un agudo dolor en el pecho. Ignora que el día en que el propietario del reloj detectó su mal funcionamiento, la mujer de Berlín acudió a su médico, que diagnosticó una preocupante afección cardiaca y recomendó una arriesgada operación quirúrgica. Ignora que, en el mismo instante en que el reloj le fue entregado para su reparación, la mujer firmó la hoja de ingreso en el hospital donde sería sometida la cirugía.

Quizá por eso no ve nada de especial en empaquetar las piezas en una bolsa de papel en la que escribe el nombre del propietario y la palabra “Irreparable”, con una mano que empieza a sentir la horrible nada de una apoplejía tan solo unos segundos después, justo en el instante en que un viejo reloj de pulsera cae al suelo en una gélida calle de Helsinki.

 





14 de abril

14 04 2009

Salud y República

Pues ya saben: hoy, 14 de abril, a las 20:30, en la confluencia de las calles Triana y San Pedro, donde se sitúa el Monumento a Juan Negrín. Habrá, como siempre, flores, una bandera y amigos.

iiirepublica

(La foto se la debo a Manolo Benítez, que vaya usted a saber de dónde la sacó)





Imperfecciones 3

9 04 2009

 hansel-y-gretel

Las pruebas, aun circunstanciales, no dejan lugar a dudas. Los restos de la anciana aparecieron carbonizados en el interior de un horno para cocer el pan, situado en la parte trasera de su vivienda, sita, a su vez, en un claro del espeso bosque. Aquélla apareció revuelta, con las ropas de los armarios en desorden y los cajones abiertos, de los cuales faltaban las alhajas de la señora. Interrogados varios testigos (un guarda forestal, dos leñadores, un pato), ha podido establecerse que los sospechosos regresaron a la aldea hacia el atardecer del día de autos, procedentes precisamente de esa zona. Especialmente clarificador resultó el testimonio del pato, que fue utilizado por ellos para cruzar el río. Localizada la vivienda que los menores comparten con su progenitor, efectuado el registro correspondiente y halladas en su poder las joyas de la víctima (con lo cual el robo quedaba establecido como el móvil más plausible),  procedimos a la detención de los sospechosos, así como de su padre, en calidad de posible cómplice o, en todo caso, encubridor del crimen.

Al comienzo de los interrogatorios, estas dos perversiones de la naturaleza disfrazadas de dulces infantes, pretendieron que creyéramos una historia increíble. Decían que, a instancias de su madrastra (recientemente fallecida), su padre los había abandonado a su suerte en el bosque y, atraídos por el aspecto culinario de la vivienda de la anciana (quien, en su ficción psicópata, asume el rol de una bruja antropófaga), fueron capturados por ella. Según ellos, la buena mujer pretendía engordarlos para comérselos. Ya en este punto de sus declaraciones, mi indignación fue tal que procedí a incomunicarlos e inicié interrogatorios por separado, como resultado de lo cual, finalmente, fueron efectuadas las confesiones que figuran en mi informe.

Contrastando las dos versiones, hemos logrado averiguar algunos hechos esclarecedores: que, abandonados, en efecto, los menores a su suerte en el bosque, llegaron a la casa de la víctima, quien, movida por la misericordia, les dio cobijo y alimento, y los cuidó durante varios días hasta que pudiera darse aviso a la autoridad competente, a la sazón el guarda forestal que hace su ronda por el aislado paraje una vez cada quince días; que, viendo que la anciana se hallaba débil e indefensa y que atesoraba piedras preciosas, oro, perlas y demás objetos valiosos, además de cierta cantidad de dinero en metálico, movidos por la codicia, decidieron matarla para despojarla de esas propiedades; que, aprovechando un momento de distracción y vulnerabilidad (cuando la víctima encendía el horno para cocer el pan) la niña, golpeándola a traición, la arrojó al interior del horno y cerró la puerta, con el resultado de la muerte por asfixia y combustión de su benefactora; que, tras desvalijar la vivienda, los asesinos huyeron a esconderse a la casa de su padre, obligando a un pobre pato inocente a que les ayudara a cruzar el río que de ésta los separaba.

Existiendo, pues, claros indicios de allanamiento, robo y asesinato con las agravantes de premeditación y alevosía, tal y como las pruebas, informes periciales, declaraciones y demás diligencias atestiguan, he ordenado el traslado al Juez Instructor, quien, con toda seguridad, hará buen uso de estos datos. En cuanto al padre, continúa siendo interrogado en nuestras dependencias, ya que, además, podría haber incurrido, por sus acciones previas, en delitos contra la infancia y el menor en las personas de los dos pequeños delincuentes.

Como ve, el asunto es sórdido y escabroso. Yo no me había enfrentado a cosa semejante en toda mi carrera como agente de la Ley. Quizá lo peor del caso sea que la ingratitud, la impiedad, el desprecio por las más mínimas normas de conducta, la iniquidad, en fin, en términos absolutos, hayan venido a habitar entre nosotros precisamente en las personas de esos dos pequeños, aparentemente tiernos e inocentes, lo cual viene a probar que la abyección más absoluta puede esconderse incluso en los seres más bellos.





Deconstrucción

2 04 2009

Escher: Relatividad (1953)

Escher: Relatividad (1953)

 

Ahí. Sé que estás ahí. Leyendo cada una de estas palabras. Motivando que hayan sido escritas. Trayéndolas a la existencia con tu sola mirada.

Lees la palabra “ahí” y la palabra “ahí” empieza a ser un lugar que no existía hasta que tú decidiste, con tus ojos, que lo fuera. Y tu ahí es un cuarto de hotel, el salón de tu casa, un estudio, un dormitorio, tu puesto de trabajo o una biblioteca, a horas de avión, a un paseo en barco o a minutos de guagua de donde yo uní tres letras para decir “ahí”.

Y ahí es sencillamente ahí, o no tan sencillamente, porque es el país que habitas, robando instantes que te permitan leer y no ser tanto tu oficio, tus obligaciones, las cosas que han de hacerse porque toca.

Pero si “ahí” es, entonces también hay un aquí. Y ese aquí soy yo rompiéndome la cara contra una página en blanco que va dejando de serlo mientras escucho a Wagner (podría haber sido Tom Waitts, Björk o Bach, pero hoy es Wagner y Parsifal), dejando entibiar el café porque quiero llegar a ti, inexplicable, absurda, desesperadamente. Por tanto, hay un ahí y hay un aquí, y ese aquí soy yo buscándote, intentando tentarte, convencerte, al menos durante unos minutos, unas líneas, unas cuatrocientas palabras, de que somos más que eso que los otros piensan que somos.

Así que vuelvo a escribir, y tú vuelves a leer: Ahí.

Y desaparecen las horas de avión, los ratitos de barco, los minutos de guagua. Tu cuarto de hotel, tu salón, tu dormitorio, tu puesto de trabajo, tu biblioteca ya no están ahí, sino aquí. Ya no estamos separados, sino juntos, y somos hermanos, amantes, compatriotas en ese país de la palabra donde ahí y aquí no existen más que como palabras, como “ahí” y “aquí”, meras excusas para unirnos en el instante, para que mi mano que escribe y tu mirada que lee se fundan en este presente eterno, instaurado por la palabra “ahora”.

Da igual que ahora sea ayer para ti y, para mí, mañana. Yo escribo “ahora” y tú lees ahora.

No hay esperas ni distancias. Quizá yo he muerto ya y quizá aún no has nacido. Pero eso no es más que una ilusión, una impostura en ese otro mundo en el que eres un oficio, unas obligaciones, unas cosas que han de hacerse porque toca. Eso es mentira y ambos lo sabemos. Ambos sabemos que ahora es ahora; que ahora, ahí, es aquí; que ahí y aquí, es ahora.

 








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