
Foto: Thalía Rodríguez
Ya está, ahora sí: Los días de mercurio (La iniquidad II) ha sido presentada en sociedad. Ya existe públicamente.
Ocurrió ayer sábado, 27 de febrero a las 13:00, en Negra y Criminal, la emblemática librería de la calle Sal, en Barcelona. Hubo vino y mejillones al mojo rojo (cortesía de Montse Clavé, la librera, de quien estoy degustando Manual práctico de cocina Negra y criminal), palabras de aliento por parte del librero, Paco Camarasa (quien decidió acompañar la presentación con una proyección de Casablanca, porque decía no disponer de nada más africano, pese a que yo no me parezco a Bogart ni Raúl a la Bergman) y apadrinamiento de lujo por parte del maestro Raúl Argemí. Además, otros amigos (Cristina, Gloria, Ibáñez, Salva, Chiki) contribuyeron a que este escritor afro-canario (según término políticamente correcto acuñado para la ocasión) se sintiera como en casa, o, para ser exactos, mejor que en casa. En el hecho de que se presentara en Negra y Criminal influye una circunstancia: uno de los pasajes del libro se desarrolla justamente allí, en ese edificio que fue, durante la posguerra, vivienda y almacén de un contrabandista, anécdota que conozco gracias a José Luis Ibáñez, quien sabe más que nadie que yo conozca de la historia de esa ciudad única que es Barcelona (por cierto, José Luis anda preparando un nuevo Ferrer. Si no has leído los anteriores deberías ir poniéndote al día).
Así que Los días de mercurio ya está ahí. Esta semana llegará a las librerías de Canarias y, dentro de muy poco, se presentará en otras ciudades, comenzando por Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife.
Por si te has perdido noticias anteriores: es una novela publicada por Anroart Ediciones (esa editorial pequeña, pero valiente), la segunda de la serie que se inició con La noche de piedra, titulada La iniquidad. Se trata de una historia ambientada en una anónima ciudad de provincias durante los años cincuenta. Su protagonista es un camarero de pasado turbio y presente agrio que extorsiona a un jefe local de Falange.
Aprovecho esta entrada para dar las gracias a todos aquellos que hicieron posible esta presentación (con la cual se cumple una de mis íntimas ilusiones): al Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria, que gestionó desinteresadamente la beca que hizo materialmente viable el viaje, a los amigos catalanes que me trataron tan bien como si yo fuera buena gente y a los canarios (Alberto, Rafa, Helba, Thalía) que también estuvieron allí, apoyando, como si yo les mereciera. Hoy domingo, contento, orgulloso (y algo resacado) cuelgo esta entrada con agradecimiento, cariño y algo ya parecido a la nostalgia. También incluyo foto, con Paco y Raúl (y Salva y Casablanca al fondo) durante la presentación.