El libro que te traigo hoy es una triple alegría para mí. En primer lugar porque es de un autor cercano (y hacía tiempo que no hablábamos de los canarios). En segundo porque es de poesía (y hacía tiempo que no hablábamos de poesía) y en tercero porque el libro en sí es una completa delicia. Me estoy refiriendo a El libro de los naufragios, de Dolores Campos-Herrero, editado por Baile del Sol, que se presentó esta misma semana.
Como ya sabrás, antes de su fallecimiento, Dolores Campos-Herrero dejó diversos originales en sus editoriales de confianza para que fueran apareciendo poco a poco posteriormente. Gracias a esas editoriales y al buen hacer de su familia (ejemplar en ese sentido), que ha tratado con sumo respeto estas disposiciones, podemos continuar disfrutando nuevas entregas de esa firma que a mí se me antoja imprescindible para entender el cambio de signo que dio la literatura en Canarias en los últimos treinta años. Es el caso de este libro sobre naufragios marítimos y sentimentales, cuya escritura data del año 2007. Es un libro de poesía, pero no es un libro en absoluto abstracto. Trata un tema muy concreto: el del drama humano que hay detrás de ese fenómeno de la inmigración ilegal, las muertes y supervivencias (anónimas para los mass media) durante las oleadas de pateras y cayucos. Partiendo de la crónica, localizada en precisas coordenadas espacio-temporales, Campos-Herrero conecta a estos nuevos náufragos con los de la tradición literaria que nos es cercana y de ahí pasa a tratar temas universales: el viaje, la educación sentimental, la desesperanza y el dolor, el amor y el erotismo, la muerte… Y así, con una poesía limpia, concisa, sincera, sin alharacas ni adornos innecesarios, nos lleva de la mano desde el drama social más inmediato a los asuntos ontológicos más cruciales.
Eso es, creo, una característica predominante en su obra: su extraordinaria pericia para abordar los temas más importantes de forma perfectamente accesible a cualquier lector, sin que la profundidad se vea menoscabada. Pasa con su literatura como con las mejores: se expresa con claridad y la leemos con fruición, pero nos abre una puerta a lo inexpresable, recordándonos aquello que decía el filósofo Ludwig Wittgenstein al hablar de las fronteras del conocimiento, de la mística: de lo que no se puede hablar, hay que callar. Por eso siempre he pensado que la literatura de Campos-Herrero tiende hacia lo mínimo, se orienta hacia el silencio porque quizá sea el único medio honesto para expresar lo inexpresable.
Así pues: El libro de los naufragios, de Dolores Campos-Herrero, editado por Baile del Sol. Búscalo, léelo. Está garantizada la emoción. Y también está garantizada la reflexión. Pero, sobre todo, está garantizada la belleza.
El libro de los naufragios, de Dolores Campos-Herrero, Tegueste, Baile del Sol, 106 páginas.
Creo que quedan todavía algunos libros de Lola sin editar. Incluso me parece haber oído hablar de una novela. Qué pena que todos estos libros sean póstumos.