Factoría de Ficciones se viste de largo

25 04 2010

lapiz

El próximo martes, 27, a las 19:00, en la Biblioteca Pública del Estado en Las Palmas de Gran Canaria, tendrá lugar la presentación de Taller de cuentos, un libro que recoge una selección de cuentos surgidos durante la primera edición de Factoría de Ficciones, el taller que imparte el abajo (o arriba) firmante en esa misma biblioteca. Editado en Beginbook, de forma no venal y con el apoyo económico de la Dirección General del Libro, Archivos y Bibliotecas del Gobierno de Canarias, el libro pretende ser una pequeña muestra de los resultados de ese taller.
El resumen del contenido es el siguiente: cuarenta autores = cuarenta cuentos = cuarenta estilos completamente distintos (más alguna pequeña sorpresa).
Si deseas conocer de primera mano y antes que nadie cuál es el signo de la narrativa canaria que nos viene, no dejes de asistir a esta cita. Además, piensa que, si ya está bien poner a un canario en tu biblioteca, poner cuarenta es ganarse el cielo.
Te esperamos en la Biblioteca (sí, la de la avenida Marítima), el martes, a las siete de la tarde.





Entrada hacia mañana

22 04 2010

Esto nos ocurre a diario: cada día nos encamina hacia el de mañana (podríamos ponernos minuciosos y decir que cada minuto nos encamina al siguiente), pero la cosa es menos sutil, más tangible, mucho más física. Tan física como eso que se llama «libro» y que mañana celebra su festividad anual.

Ya que todos los años escribo más o menos lo mismo (porque me dedico a la escritura y vivo del libro y se supone que los que nos dedicamos a esto tenemos que escribir algo relacionado con ello), podría remitirte simplemente a las entradas de años anteriores. Pero, después de revisar esa ciénaga que es mi agenda de trabajo en estos días y de sopesar pros, contras, potenciales imprevistos y demás posibles disposiciones murphianas, he decidido hacer un «falso directo» y escribir y colgar hoy esa entrada que debería escribir y colgar mañana.

Tú ya sabes (porque sigues este blog) que yo soy de quienes opinan que el libro es uno de esos objetos que dan gustito (como los juguetes sexuales) y que el motivo para acercarse a ellos debería ser, en principio, la pura fruición (la utilidad, la reflexión, el conocimiento, todas esas cosas que pueden escribirse con mayúsculas, vienen después). Y en estos días (mañana se inaugura, a mediodía, la Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria en San Telmo), los lectores tenemos la oportunidad de hacer en público y junto a (o con) otros, eso que normalmente hacemos en solitario. Así que, ¿por qué masturbarse cuando se puede participar en una orgía?

Mañana, como los caracoles tras la lluvia, los lectores, los editores, los libreros saldremos a la luz (esa luz que esta mañana ya hacía su ensayo general en el parque de San Telmo), mostraremos las antenitas y pasaremos sobre hojas y más hojas.  Hay quien ya ha sacado a sus libros de paseo, como el amigo Asulmarino.  Algunos, incluso, mostraremos algo más que las antenas y llevaremos una camiseta con esta imagen:

po-un-canario

Estas cosas sólo ocurren una vez al año y yo, en tu lugar, no me lo perdería. Si no puede ser, tienes diez días más para hacerlo. Además, no sólo habrá gente, sino (y esto es importante), gente haciendo cosas: talleres, espectáculos teatrales, de títeres, musicales, presentaciones de libros, mesas redondas… Y, además, hay actividades para todos los gustos, tamaños y preferencias. Exactamente igual que ocurre con los libros.

Entre otras cosas, el sábado se celebra el primer Sábado Negro, con actividades desde las once y media de la mañana hasta las ocho de la tarde (figuran detalladas en la entrada inmediatamente precedente). Es la primera vez y puede que no sea la última. No te lo pierdas, para que puedas decir a tus nietos: «Yo estuve ahí».

Además, en días posteriores hay cosas muy interesantes, como la visita de Maribel Lacave, que viene de tan lejos como Chile pero están tan cerca de nosotros como esos lugares Donde sólo media luna.

Así que, como siempre, lo de siempre, pero, como siempre, distinto: Feria del Libro, parque de San Telmo, a partir de mañana, 23 de abril. Tonto el que no vaya.





Sábado Negro en la Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria

20 04 2010

¿Ya te has hecho tu camiseta de la campaña Pon un canario en tu bliblioteca? Vale. Puedes estrenarla, por ejemplo, este sábado, en la Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria (ya sabes, parque de San Telmo, ese que está entre un edificio militar, un hotel y una estación de guaguas, con una ermita en un extremo y un quiosco modernista en el otro).

Este sábado, 24 de abril, se celebra el primer Sábado Negro. Cinco actividades agrupadas temáticamente en torno a la literatura negro-criminal. Para que no te quejes de que no te informo, la detallo a continuación:

A las 12:00, Taller de escritura Corazones Delatores, que pretende acercar a los más jóvenes a la obra de Edgar Allan Poe.

A las 13:30,  presentación de Un rastro de sirena, cuarta novela de José Luis Correa con el detective Ricardo Blanco como protagonista. Editado por Alba Editorial, será presentado por el profesor Oswaldo Guerra.

A las 17:00, en la Carpa Institucional, un plato fuerte: Raúl Argemí será declarado “Enemigo Público 2010”. Los asistentes podrán conocer más de cerca la figura y la obra de este prolífico autor. Este galardón, con forma de simbólica “ficha policial” se otorga al novelista argentino en reconocimiento a su dilatada trayectoria dentro del género. Raúl Argemí (La Plata, 1946), es autor teatral y periodista y, por su activismo político, sufrió diez años de prisión bajo el régimen de la Junta Militar Argentina. Ha publicado, entre otras, las novelas El Gordo, el Francés y el ratón Pérez, Penúltimo nombre de guerra, Patagonia Chu Chu, Siempre la misma música, Los muertos siempre pierden los zapatos y Retrato de familia con muerta. Traducida a diversos idiomas, su obra ha merecido prestigiosos premios internacionales, como el Premio de Novela Luis Berenguer, el Premio Felipe Trigo, el Premio L’H Confidencial y el Premio Dashiell Hammett, galardón que concede la Asociación Internacional de Escritores Policíacos a la mejor novela escrita en castellano.

Raúl Argemí

Raúl Argemí

Tras el encuentro con Raúl Argemí, a las 18:00 y en el Escenario Central,  Letras a Tiros, un concierto leído a cargo del escritor y periodista Carlos Álvarez y la Hard Boiled Jazz Band. Letras a Tiros es un recorrido histórico por el género negro, desde sus inicios en la revista Black Mask hasta su recepción europea durante los años sesenta. Combinados con temas clásicos de jazz, podrán escucharse fragmentos de obras de Dashiell Hammett, Raymond Chandler, Jim Thompson, Chester Himes, Friedrich Dürrenmatt o Manuel Vázquez Montalbán.

A las 19:00 horas en la Carpa Institucional, una mesa redonda en la cual participarán Carlos Álvarez, José Luis Correa y Marisol Llano Azcárate, algunos representantes eminentes de la novela policial escrita en Canarias, junto con Raúl Argemí como invitado de honor. Coordinada por tu seguro servidor y con el título Sospechosos Habituales versará acerca de las especificidades de la novela negra, su recepción y evolución en el ámbito hispano y los motivos de su auge más reciente en las literaturas geográficamente periféricas, como la canaria.





¿Lo hacemos?

15 04 2010

El amigo Daniel Martín Castellano, después de leer una entrada de este blog, titulada Ponga un canario en su biblioteca, ha tenido la siguiente idea: crear esta imagen po-un-canario, colgarla en sus sitios web y hacerse una camiseta con ella. A mí me parece una buena idea y un buen regalo, en esta víspera de la feria del libro. Así que me apunto a colgar esta imagen que ha diseñado Dani y en próximos días me haré una camiseta con ella, para pasearla por la Feria del Libro y demás eventos. Además, le pongo otra norma al juego: haré una para mí y otra para otra persona de mi entorno, a quien la regalaré con la condición de que haga otra para otra persona. La imagen, si quieres hacer lo mismo, puedes tomarla de aquí mismo.

Se me ocurre que no estaría mal que quienes nos dedicamos a esto de emborronar cuartillas y juntar letras paseáramos esta imagen por ahí. Quizá recordaríamos a alguien que la literatura canaria también existe. Así que ya sabes, la campaña no-institucional Pon un canario en tu biblioteca ya ha dado comienzo. No tenemos presupuesto ni objetivos ni temporalización ni infraestructura. Tenemos, eso sí, ganas de reírnos y grandes dosis de socarrona y canarísima mala leche. ¿Te apuntas?





Salud y República contra la amnesia y la anemia

14 04 2010

Hoy, cuando los asesinos, encarceladores y torturadores de quienes las defendieron (y, por supuesto, su memoria, así como el prestigio y las propiedades de sus hijos y nietos) están más a salvo que nunca; hoy, cuando se toman represalias judiciales sobre quien ha querido abrir una rendija a la verdad y a la justicia, utilizando leyes de transición de hace treinta años y poniendo las instituciones del Estado al servicio de la extrema derecha; hoy, cuando las televisiones proyectan tv movies para cantar loas a las familias reales y a los zánganos de la aristocracia (porque, según ellos, son las que despiertan el interés del público, esto es, de la plebe); hoy, cuando continuamos teniendo una democracia amnésica, lo cual es lo más parecido a tener una democracia anémica; hoy, cuando nos llamamos a nosotros mismos «ciudadanos» cuando, técnicamente, no somos más que «súbditos», me hace falta, más que nunca, tener un recuerdo para algo noble, así que este 14 de abril me viene de perlas para gritar, como cada año, pero con más motivos:

¡VIVA LA REPÚBLICA!

iiirepublica

(La foto sigue siendo la que le robé el año pasado a Manuel Benítez, no el cordobés, sino el terorense. Este año tiene una todavía más bonita, pero quizá prefieras verla en su propio blog, recién inaugurado y calentito. Se llama Asulmarino, como suena)





Para finalizar el duelo

10 04 2010

978849372343

Hoy te traigo una novela que es la historia de un secreto. Es Los latidos del tiempo, una novela de Miguel Ángel Sosa Machín, que cuenta cómo Jeremías Ceres, un hombre de un pueblo que se llama Allora, le cuenta en 1937 este secreto a Ezequiel, su nieto, que en ese momento tiene diez años. El abuelo dice al niño que ha visto cómo las brigadas del amanecer asesinaban y sepultaban a un grupo de hombres en un lugar conocido como el barranco de El Burro. El viejo hace partícipe al niño de ese secreto y le hace prometer que no lo contará pero que no lo olvidará,  “porque un día vendrá alguien preguntando por esos desgraciados”. Ezequiel crecerá y se convertirá en hombre guardando esta verdad horrorosa hasta que, siendo ya anciano, escuche por casualidad un programa de radio  en el que están entrevistando a Águeda Castro, hija de un desaparecido en esa misma zona y época. Es entonces cuando Ezequiel Ceres se pone en contacto con esta mujer y cuando, por fin, comienza a investigarse una verdad que se ha mantenido oculta durante casi setenta años.

Se trata, como ves, de una novela sobre la llamada memoria histórica, esa cuenta que tenemos pendiente los españoles en general y los canarios en particular, ya que, como es sabido, en Canarias, la Guerra Civil consistió principalmente, desde las primeras semanas, en pura represión. Y trata sobre la memoria histórica ahora, sobre cómo los familiares de las víctimas prosiguen su búsqueda y se encuentran y trabajan solidariamente con algunos sectores de la sociedad civil que persiguen, sobre todo, esclarecer la verdad.

Me gusta especialmente la estructura de esta novela, que está dividida en cinco secciones centradas en personajes muy diferentes: la primera, que acabo de reseñar, focalizada en torno a Ezequiel Ceres y su familia; la segunda, titulada “Los ojos del miedo”, en la que nos acercamos a Damián Castro, un maestro nacional que será uno de las víctimas, y su familia, viendo cómo asume su mujer esta desaparición y cómo se enfrenta, sola, a una autoridad y una sociedad que, en lugar de auxiliarla, la humillan; otra sección, “La historia de nadie” es sumamente interesante, porque consiste principalmente en las confesiones de una mujer que está casada con uno de los asesinos (aquí nos damos cuenta de que lo horroroso es que estos crímenes no los cometieron monstruos, sino seres humanos como tú y como yo); en la cuarta parte, “La sombra de los muertos”, nos acercamos a esas personas, principalmente mujeres, que encabezan la búsqueda y han ido conformando las asociaciones por la recuperación de Memoria Histórica; por último, “Diario de campo” se centra en el grupo de investigadores (historiadores, arqueólogos, documentalistas) que excavan una de estas fosas comunes de las que últimamente hablamos tanto y que tanto miedo dan a algunos sectores de nuestra sociedad.

Esta estructura proporciona al relato una heterogeneidad de voces que lo convierten en una estupenda novela coral, en la que se nos cuenta una historia interesante, llena de amargura pero también de humanidad y de solidaridad. Los latidos del tiempo habla, también, sobre un fenómeno del que suelen hablar los psicólogos: el final del duelo, ese momento necesario en el cual podemos despedirnos del ser querido y quedar en paz. Además de la reflexión ética y social y del debate en torno a la memoria, van a interesarle al lector, sobre todo, los personajes, porque en Los latidos del tiempo hay personajes emocionantes, como el propio Ezequiel Ceres, Águeda y Sacramento, que lideran la lucha por la apertura de las fosas, o Verónica Alberto, la jefa de equipo de la excavación, que hace lo imposible por no implicarse emocionalmente en el objeto de su investigación.

Creo que Los latidos del tiempo es una novela bella, pero, al margen de la estética, pienso que se trata de un libro necesario, igual que lo es Viaje al centro de la infamia, en el que trataba la represión del colectivo homosexual durante el franquismo; son libros necesarios porque suponen darle una patada en la cara al silencio, un silencio que ha durado demasiado y que es necesario romper de una vez si pretendemos vivir en una democracia sana.

Los latidos del tiempo, de Miguel Ángel Sosa Machín, Cam-PDS, 281 páginas.





Más para la egoteca

10 04 2010

Alexis Ravelo: Los días de mercurio (La iniquidad II), Anroart Ediciones, 185 páginas. ISBN: 978-84-92628-61-2

Alexis Ravelo: Los días de mercurio (La iniquidad II), Anroart Ediciones, 185 páginas. ISBN: 978-84-92628-61-2

Los días de mercurio lleva unas semanas en la calle y ya han aparecido algunas críticas y reseñas, además de una entrevista en .38.

Por si tienes un rato, por si te apetece, por si no tienes nada mejor que hacer o por si quieres saber qué opiniones hay sobre el libro antes de gastarte los cuartos en él, te adjunto enlaces a las entradas de blogs y páginas webs de los artículos o sus versiones digitales. Vaya desde aquí, además, mi agradecimiento a los autores, por tratarme así de bien.

Entrevista firmada por Jokin Ibáñez en .38.

Los días de mercurio según Santiago Gil (también aparecida en Pleamar, de Canarias 7, el miércoles 7 de abril de 2010).

Alexis Ravelo escribe novelas de amor, por Javier Doreste, en Canarias Social.

Los días de mercurio en Across The Universe, por Nisa Arce.





Vergüenza

8 04 2010

Para empezar te pido disculpas, porque sé que cuando pasas por este blog no buscas actualidad política ni incursiones en la polémica pública del día. Por eso, si eres de quienes buscan alguna minificción o la reseña de un libro esta entrada de hoy no está escrita para ti, porque es una de esas raras entradas personales. Pero hay ceremonias que a uno se le imponen desde un lugar que está más allá de las intenciones y la voluntad, desde ese sitio que queda cerca del bolsillo de la camisa donde llevo el tabaco, donde siento cosas como el amor y la repugnancia, el bienestar y el dolor.

Desde ayer, lo que siento en esa zona es, principalmente, vergüenza. Sí. Vergüenza. No hay nada tan vergonzante como la impunidad de los asesinos (sean quienes fueren), como la amnesia oficial impuesta por el miedo (un miedo que, comprendo, dominaba nuestra sociedad hace treinta años, pero me parece inaudito hoy), como el ataque directo a quien ha querido contribuir a que nuestro país haga algo tan sano para un Estado que se llama a sí mismo democrático como poner nombre a quienes pueblan las fosas comunes que salpican nuestra geografía (aunque de eso haga muchos años), como reconocer que tantos miles de desplazados lo fueron injustamente (aunque ya no existan ni los medios de transporte que les movilizaron en esos éxodos), como declarar injusta la prisión, la tortura, la pena de muerte de otros miles (aunque su sufrimiento lleve décadas silenciado), como determinar quiénes fueron los culpables de esas y otras atrocidades (aunque haga mucho que han muerto, calentitos y en sus camas).  No hablemos ya de las expropiaciones forzosas que luego fueron a parar a manos privadas, ni del acoso sistemático y humillante al que fueron sometidas las familias de las víctimas, sobre todo si en algún momento hicieron algún amago de intentar averiguar qué había ocurrido con sus padres, sus hermanos o sus hijos.

(Sí, se me dirá, como decía mi padre, que en los dos bandos se cometieron atrocidades; pero creo que los muertos del “otro bando” descansan en tumbas con nombre, y han sido reivindicados hasta la sociedad, hasta por el Vaticano).

Estos crímenes de los que hablamos son, por cierto, crímenes contra la humanidad. Crímenes, por tanto, que, hasta donde yo alcanzo a entender, no prescriben y pueden ser perseguidos “en todo tiempo”.

Es curioso que esto esté sucediendo en un país que presume de democrático. Que ha luchado con todas sus fuerzas contra el terrorismo. Que apoyó con firmeza la investigación de los crímenes de lesa humanidad cometidos en Chile con Pinochet y en Argentina durante la Junta Militar. Y es todavía más curioso que el castigado por intentar investigar delitos similares en nuestro propio país sea, precisamente, el magistrado que con más energía persiguió esos delitos.

Como habrás notado, no he citado ningún nombre. No he nombrado al juez imputado. Ni al juez que le persigue (sí, pienso que se trata de una persecución). Ni siquiera a quienes iniciaron el acoso con la colaboración de este último. Si no lo hago, lo digo sinceramente, es, sencillamente, por miedo. Porque esos miedos que existían en este país hace treinta años vuelven a imponerse, gracias a un sindicato sospechosamente cercano a un partido conservador y a un partido claramente antidemocrático, heredero directo de quienes “presuntamente” cometieron esos crímenes, pero sobre todo gracias a un juez que colabora activamente con estos herederos de los asesinos, con quienes representan a los que secuestraron cuarenta años de la Historia de este país, amordazándolo mientras lo saqueaban.

Así pues, lo digo una vez más, siento vergüenza. Una vergüenza infinita. Porque el doble rasero vuelve, nuevamente, a imponerse en este país que demuestra su amnesia cobarde, su insanidad absoluta, su diaria instanciación del absurdo.

La próxima entrada tendrá que ver con la literatura. Prometido queda. Hoy no podía ser: la realidad resultaba demasiado repugnante.





Factoría en Corralejo

7 04 2010

CARTEL TALLER DE      CREACIÓN LITERARIA

Si vives en Fuerteventura, podemos compartir algunas horas juntos en la Biblioteca de Corralejo en este taller de escritura intensivo. La inscripción es gratuita, pero las plazas limitadas, así que no te duermas. Ya sabes que guerra avisada…





Sirena

5 04 2010

Me despertó la sirena de un barco. En la oscuridad, distinguí las manecillas fosforescentes del despertador. Eran las dos y media. Evidentemente, el sonido de nave zarpando me lo había traído conmigo desde el sueño. Volví a poner la cabeza sobre la almohada y me dispuse a regresar. Pero entonces, la sirena volvió a oírse. Clara, indudablemente. Fui a la ventana y atisbé al exterior, inútil, absurdamente. Sólo se veía la casa de Lope, mi vecino, ahora vacía porque Lope estaba de viaje. También vi la ladera que surge detrás. Lope y nosotros somos los únicos habitantes del valle. Las otras tres familias que lo habitaban se fueron a la ciudad hace ya bastante tiempo. Aquí suelen oírse lechuzas, conejos moviéndose en la maleza, algún coche pasando por la carretera. Como mucho, el eco de los tiros lejanos de los cazadores, si es de día y la veda está abierta. Pero si hay algo que no se oye jamás por aquí, si hay algo que es imposible escuchar en el valle, es la sirena de un barco. Y, sin embargo, nuevamente se escuchó con toda nitidez, con un bocinazo largo y profundo que rebotó en las peñas de toda la barranquera.

Adela continuaba durmiendo. Salí del dormitorio. Del mueble del salón, saqué el atlas. Busqué mi región y, con unos pocos cálculos, comprobé que el puerto más próximo está a más de ochocientos kilómetros.

Fui a sentarme al porche, que da al patio delantero, allá donde la verja muestra el camino de tierra que lleva a la carretera. Solamente se me ocurrieron dos explicaciones. Una, que algún gracioso estuviera de acampada en el monte y que se hubiera traído una de esas bocinas de aerosol que se llevan a los estadios de fútbol y suenan de modo parecido a la sirena de un barco. Otra, que el atlas se equivocara, que Lope y Adela se equivocaran, que yo me equivocara, que todos hubiéramos vivido absolutamente toda la vida en el error.

Me rasqué la cabeza (no sé por qué me rasco la cabeza cuando no entiendo algo, como si al rascarme removiera las ideas para que estas se presentaran de forma más ordenada) y volví a la cama. Al acostarme, Adela se despertó. Le pedí disculpas y me dijo que no había sido yo, que se había despertado por un sueño. Le pregunté qué había soñado y respondió que había soñado que nos íbamos de viaje.

-Estábamos de crucero por las Islas Griegas –dijo, soñolienta y divertida. Evidentemente, había sido un sueño muy dulce-. El barco zarpaba de una isla a otra. La gente saludaba a los del muelle y tiraba confeti y serpentinas de colores. Y nosotros bebíamos champán y nos bañábamos en la piscina del barco. Tú tenías diez años menos que ahora y estabas delgado y muy moreno. Me desperté por lo fresquita que estaba el agua –concluyó con fruición.

Cuando le pregunté si el barco había hecho sonar la sirena al zarpar, se incorporó y encendió la luz de la mesilla.

-¿Cómo lo sabes? –preguntó.

-Una suposición –mentí-. Si yo tuviera ese sueño, le pondría una buena sirena al barco.

-Pues sí, tenía sirena. Sonó tres veces.

Mientras Adela apagaba la luz y se acurrucaba contra mí, pensé en aquella tercera posibilidad que no había contemplado. Me prometí olvidar todo aquello y no buscar más explicaciones. Sería lo mejor.  Veinte años durmiendo junto a la misma persona dan para mucho, pero hay cosas que no se aclaran por más que uno se rasque y se rasque la cabeza.








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