Sábado Negro en la Feria del libro de Santa Cruz de Tenerife

27 05 2010

Portada de 1280 Almas, uno de los grandes clásicos de la novela criminal

Portada de 1280 Almas, uno de los grandes clásicos de la novela criminal

Si eres amante de la novela policiaca, negra y criminal, tenemos una cita este sábado, en el parque García Sanabria, en el marco de la Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife.

Como ya ocurriera el 24 de abril en la Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria, este sábado 29 de mayo, autores y aficionados al género nos reuniremos a lo largo del día en diversas actividades.

Para calentar motores, a las 11:00, en la carpa de actividades, tendrá lugar el taller de creación Corazones delatores, que nos acercará al cuento literario a través de El corazón delator, de Edgar Allan Poe (si te apuntas a última hora, trae lápiz y papel y una copia del cuento).

A partir de las cinco de la tarde, comienza el grueso de las actividades. Para empezar, la presentación de Un rastro de sirena, la nueva novela de José Luis Correa, cuarta con el detective Ricardo Blanco como protagonista. Pepe estará bien acompañado por su tocayo, José Luis Ibáñez, que es, también, el invitado de honor del Sábado Negro.

Seguidamente, Letras a tiros, un concierto leído con Carlos Álvarez y la Hard Boiled Jazz Band, que consiste en un recorrido por la historia de la novela negra, desde el Hard Boiled a los autores de la Transición Española, pasando por el pólar francés o los tres maestros malditos Thompson, Goodis y Himes, todo ello acompañado por el mejor jazz. El mes pasado, en el Sábado Negro de Las Palmas de Gran Canaria hicieron las delicias del respetable y prometen hacerlo también en esta ocasión, así que no te lo pierdas.

Y después, con el ambiente ya calentito, otro de los platos fuertes: el escritor catalán José Luis Ibáñez, el padre literario del detective Toni Ferrer, cuyas aventuras transcurren en la convulsa Barcelona de la Guerra Civil en las novelas Nadie debería matar en otoño y También mueren ángeles en primavera, será solemne, pública e irrevocablemente declarado ENEMIGO PÚBLICO 2010 de la Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife, por su insistente dedicación al género negro y policial. Aprovecharemos, por supuesto, para someterle a un duro interrogatorio, en el transcurso del cual no le procuraremos asistencia letrada ni repararemos en medio alguno hasta arrancarle una confesión. Así que si no le has leído aún, es buena ocasión para saber de qué pie cojea este conocido reincidente. Y si ya lo has hecho, podrás aprovechar para que firme sus declaraciones. Si aún no tienes tu ejemplar, los edita Espasa.

Para finalizar, indagaremos un poco más en los detalles de este luctuoso suceso que es la novela negra. Una vez identificados, se procederá a una rueda de reconocimiento (por aquí lo llaman mesa redonda) en la que los Sospechosos Habituales desembucharán acerca de los hechos: nos contarán dónde estaban el día de autos, cuál ha sido su intervención en el delito y hasta dónde creen que llegan las ramificaciones de la trama. Los sospechosos detenidos para su interrogatorio serán Carlos Álvarez, Antonio Lozano, José Luis Correa, Javier Hernández y el mencionado y peligrosísimo José Luis Ibáñez. A mí me tocará conducir a buen puerto el interrogatorio, en el cual podrás intervenir tú si te acercas por allí. En las indagaciones previas, hemos comprobado que todos son igualmente sospechosos y que ninguno de ellos disponde de coartada. Te recomiendo acudir con una lámpara cuya bombilla deslumbre y moleste y un puño americano: los sospechosos son duros de roer.

Así pues, ya lo sabes: Sábado Negro, 29 de mayo, parque García Sanabria, Feria del Libro de Santa Cruz de Tenerife.

Es solamente una vez al año. ¿Te lo vas a perder?





Un semana de cretinos

22 05 2010

Hoy es el Día de la Biodiversidad y yo te voy a hablar de cretinos.

No, no voy a hablar de quienes han aprobado el nuevo catálogo de especies des-protegidas, que abre la veda para que constructores y políticos desaprensivos puedan pisotear más de 200 especies, sino de un libro de Roald Dahl. Como sabrás, coincidiendo con esa aprobación, han proyectado en nuestras pantallas de cine Fantástico señor Zorro, basada en un libro de Roald Dahl.

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No es la primera vez que se le adapta. Así, de memoria, recuerdo que hay versiones de cine de James y el melocotón gigante, Matilda y Las Brujas. De Charlie y la fábrica de Chocolate hay dos versiones. Por cierto, para los despistados, en España, Fantastic Mr. Fox se edita con el título de El Superzorro.  Y claro, ahora este Fantástico señor Zorro vuelve a ponerse de moda y creo que es buena oportunidad para que los papás y las mamás (y los tíos y los abuelos) aprovechen para poner en las manos de los más chicos libros de este verdadero genio.

Yo, por mi parte, voy a recomendar un libro que no tiene película (todavía). Es Los Cretinos (The Twits, para los de inglés). Los Cretinos son un matrimonio francamente desagradable. Son egoístas, sucios y crueles. El Señor Cretino se deja crecer una barba enorme para ocultar la maldad de su rostro y nunca se lava la cara. La Señora Cretino es igualmente fea. Cuando joven era guapa, pero se ha ido volviendo muy fea a lo largo de los años, como le ocurre a todas las personas que tienen malos pensamientos. Eso lo sabe todo el mundo: cuando la gente tiene malos pensamientos, se vuelve fea; si sus pensamientos son buenos, aunque no sean especialmente agraciadas, las personas nunca son feas, porque esas buenas ideas les resplandecen en el rostro. La Señora Cretino tiene, además, un ojo de cristal. Este matrimonio de malvados se pasa la vida haciéndose faenas: ella le pone a él su ojo de cristal en la jarra de cerveza; él le mete a ella una rana en la cama; ella le pone a él gusanos en los espaguetis. Además, tienen prisionera a una familia de monos, a los que mortifican continuamente. Y, los martes, matan pajaritos y hacen pastel de pájaro. (Ahora que lo pienso, estos cretinos se parecen bastante a los que han recortado el catálogo de especies protegidas en Canarias). Pero las cosas van a cambiar, porque llega de África el Pájaro Gordinflón, que va a ayudar a los monos y a los pájaros ingleses a librarse de los Cretinos.

Ahí están: Son los Cretinos. Piensan que todo les pertenece y maltratan a los animales

Ahí están: Son los Cretinos. Piensan que todo les pertenece y maltratan a los animales

Dahl era inglés, de ascendencia noruega. Fue petrolero y vivió en África, hasta la Segunda Guerra Mundial, cuando pilotó un caza de combate. Algo que pocos saben y que cuenta en un libro titulado Volando solo son sus peripecias durante la guerra. Por ejemplo, llegó a enfrentarse él solito con su Hawker Hurricane a seis cazabombarderos alemanes. Empezó a escribir en 1942, cuando le destinaron a Washington como agregado militar. No sólo escribió libros para niños. También escribió una serie de cuentos macabros, publicados con el título de Relatos de lo inesperado.

A mí me gusta Dahl porque es divertido, y porque habla de cosas feas en medio de las cuales surge la belleza. Por ejemplo, en ese universo horrible que es la casa de Los Cretinos, surge la belleza en la cooperación entre los monos, los pájaros ingleses y el Pájaro Gordinflón para defenderse de estos dos tiranos.

En muchos de sus libros, los protagonistas son niños muy pobres, húerfanos o desgraciados. Algunas veces, incluso, se encuentran en situaciones de maltrato. Pero todos ellos se enfrentan a los males del mundo utilizando su buena voluntad y sus habilidades personales, además de contar con la ayuda de algún adulto que les apoya y confía en ellos. Pienso en Charlie, en Matilda, en James. En el caso de Los Cretinos, son unos simpáticos animales quienes se defienden este matrimonio caprichosamente malvado.

Alguna vez he escuchado a algún moralista criticar los libros de Dahl porque son crudos o crueles. Lo que ocurre es que trata a los niños con respeto, confía en su inteligencia y en sus capacidades. Y las potencia creando ficciones fantásticas que tienen una enorme semejanza con el mundo real. Hay mucho humor negro y mucha reflexión acerca de la realidad. No hay ñoñerías en los libros de Dahl. No hay hadas con alitas ni ositos amorosos. Ni falta que hace. Se puede hablar sobre la lucha entre el bien y el mal, entre el egoísmo y la generosidad, entre el individualismo y la cooperación con los demás, sin necesidad de escribir cursilerías.

Así que si ya conoces a Dahl y te has perdido este libro, no dejes de buscarlo. Si aún no lo has leído, es una oportunidad estupenda para empezar a leer a este maestro. Luego puedes seguir con Agu trot, ¡Qué asco de bichos! o La maravillosa medicina de Jorge, además de los otros títulos que he mencionado.  Pero, para esta semana, una semana triste para quienes respetamos el medio ambiente y pensamos que nadie debe jugar con lo que no es suyo, Los Cretinos, de Roald Dahl. Alfaguara. 113 paginitas de diversión y de buena literatura que podemos compartir con los más chicos.





Comienzo

20 05 2010

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El horror no es eso que habitaba en las viejas abadías, en los castillos abandonados. Por explorado que haya sido el mundo, por avanzados que estén los adelantos tecnológicos, siempre hay un territorio inexplorado para el posible escalofrío. Eso lo descubrió cuando, en plena madrugada, sonó su teléfono móvil y, al mirar la pantalla, vio que los guarismos que rasgaban la oscuridad del dormitorio formaban su propio número. Al descolgar, sobre un fondo de miles de gritos que formaban un todo continuo, escuchó una voz de hombre que, hubo de reconocer con asombro, era la suya:

-El fin no dolerá. Pero después comenzará la eternidad. Será la eternidad. Y la eternidad es dolor.

Apenas tuvo tiempo de colgar el teléfono.





Cuentos del Rif

15 05 2010

Cuentos del Rif

Ayer se celebró, como cada año, la Maratón de Cuentacuentos en la Plaza de Las Ranas y por eso, en estos días, la isla está llenita de narradores orales, que son esos hombres y mujeres que nos fascinan y nos hacen sentir como niños utilizando el poder de la palabra: Pep Bruno, Pablo Albo, Ana Griot, Bonaí Capote o Antonio López son algunos de ellos. Escuchando a estos hechiceros, yo recordé una joyita que conocí el año pasado. Se trata de un libro titulado Cuentos populares del Rif. Contiene, principalmente, historias contadas por mujeres cuentacuentos. Lo firma Zoubida Boughaba Maleem y supone un serio trabajo de investigación realizado en el año 2002 en la zona de Alhucemas por esta escritora marroquí afincada en España. Resulta que en esa zona concreta, en el Norte de Marruecos, son las mujeres las que mantienen viva la tradición oral. Cuentan cuentos al atardecer, en los hogares, utilizando, además, fórmulas fijas para el comienzo y el final. La fórmula final a mí me parece muy hermosa: “Y después de andar por aquí y por allí, me puse el calzado y se me rompió”.

Lo que ha hecho Zoubida Boughaba ha sido, nada más y nada menos, que un arduo trabajo de campo, buscando a estas contadoras, seleccionando a las más representativas, entrevistándolas, grabándolas y fijando textualmente los relatos que cuentan. En total, se recoge en el libro el trabajo de seis contadoras, pertenecientes a varias generaciones, en un arco de edad que abarca desde los veinte a los sesenta y cuatro años. Creo que es justo citar aquí sus nombres: Fadela Najah, Mahjouba, Rahma, Fatima y Fahrida Tahrawi (que son madre e hija) y Karima Alganmi. Son mujeres esforzadas y sencillas, humildes trabajadoras y, en algún caso, analfabetas, que, al atardecer, narran cuentos que han sido transmitidos oralmente a lo largo de los años de madre a hija, de abuela a nieta. Y así es como está organizado el libro: breves semblanzas biográficas de las seis mujeres cuyos cuentos se recogen, el texto de los cuentos y, posteriormente, una sección de entrevistas a cada una de ellas.

Cosas que me llaman la atención de este libro: el variado y completo acervo de esta zona, que reúne en su repertorio cuentos en los que se alternan los de objeto mágico, los de metamorfosis (hay, por ejemplo, una niña que se convierte en paloma), las fábulas protagonizadas por animales (donde el erizo suele destacar por su sabiduría), los cuentos de enseñanza a través del humor, o los cuentos maravillosos (o de hadas), donde suele aparecer un personaje femenino malvado (en algunos se llama Karima y en otros Nunya) que corresponde al arquetipo de la bruja malvada y suele salir escaldada gracias a la astucia de los protagonistas; la belleza que uno sospecha escondida en la intimidad de esos hogares humildes, en los que las mujeres se reúnen en torno a un té para contar y escuchar estas historias; y, por último, la constatación de que el cuento tradicional no tiene carné de identidad, porque en este libro, con otro nombre y otros personajes, con detalles que adaptan el cuento a las costumbres de la región, hay cuentos que hemos conocido en versiones alemanas, francesas o rusas. Por ejemplo, podemos leer aquí versiones de La Cenicienta o de algún cuento erótico de Afanásiev. Lo que probablemente nunca sabremos es quién inspiró a quién.

Por tanto, un libro para descubrir un universo cultural que parece muy lejano y en realidad está tan cerca; para deleitarnos con historias que nos hacen reír, nos asustan o nos emocionan y para prestar atención a estas mujeres que, humilde y anónimamente, hacen que continúe vivo el cuento. Y, también, por qué no, para contribuir a ello, aprendiendo alguno y contándolos a quienes tengamos cerca, especialmente a los más chicos. Porque, eso que quede claro, el cuento tradicional vive en su transmisión oral; cuando dejamos de contarlo, muere.

Así pues, para esta semana, Cuentos populares del Rif, de Zoubida Boughaba Malleem, en Miraguano Ediciones, 235 páginas. Un libro para leerlo, pero también para contarlo.

Y después de andar por aquí y por allí, me puse el calzado y se me rompió.





Normas de conducta para encuentros casuales

11 05 2010

Es sólo cuestión de ser prudente, de adecuarse a las normas, de utilizar su sentido común.

Basta con no hablar con ese desconocido en la guagua. Con negarse a contestarle cuando él le pregunte cuál es la parada más cercana a la calle adonde usted se dirige. Por supuesto, no muestre su sorpresa y, mucho menos, se ofrezca a avisarle y a acompañarle hasta allí. Una mujer como usted, que aún no se ha acostumbrado a su recién reestrenada soltería es presa fácil para desaprensivos. Así que no continúe entablando conversación con el desconocido, aparentemente inofensivo y de rostro amable. No se interese cuando él le cuente que no es de la ciudad, que ha venido a participar en unas jornadas, a dictar una ponencia, que le sobran unas horas para visitar el museo que hay en esa misma calle a la que usted va. Y, por supuesto, ni se le ocurra decirle que tenía planeado ir precisamente a ese museo, que suele acudir allí, al menos una vez a la semana, desde que se separó. No le cuente que se hace acompañar de algún libro (esta semana es una antología de Miguel Hernández; está ahí mismo, oculta en su bolso, como un cachorro de koala) y que suele sentarse en una de sus salas, a disfrutar del libro y de ese cuadro en el que una mujer está a punto de despertarse. No le proponga acompañarle en la visita, ni se ofrezca a guiarle, por muchos mares caribeños que se escondan en las pupilas del forastero. No permita que las cosas lleguen hasta ahí. De lo contrario, cuando la conversación decaiga, se verá usted obligada a preguntar sobre qué trata su ponencia, a qué se dedica. Y cuando él confiese, con algo de embarazo, que es traductor y que hablará sobre la poesía de Hölderlin y la dificultad de verterla al castellano, se sentirá aun más interesada en ese treintañero que viste de forma tan sencilla como agradable. Corre, incluso, el riesgo, de fijarse en sus manos y de que le gusten. Además, a esas alturas ya se verá obligada a bajar de la guagua con él, a permitir que él la deje pasar con un gesto cortés, pero blandamente modesto, a caminar a su lado hablándole de esa zona de la ciudad, hasta que él se presente y pregunte su nombre. No se ría cuando él introduzca en la charla alguna gracia, algún chiste de buen gusto pero decididamente ingenioso. No lo haga, porque ahí reside otro peligro: en la risa.  Cuando note que a él le gusta su risa (su risa… hace tanto que no oye su propia risa), que le deslumbra el modo en que se le ilumina el rostro al reírse, estará perdida. Sentirá algo muy extraño en su interior y volverá a reír, pero ya sin gracia ni chiste; reirá porque habrá algo que hace que se sienta diferente; otra mujer distinta a la que subió a la guagua hace apenas quince minutos.

Otra cosa que no debería hacer es entrar con el desconocido en el museo. No debería recorrer sus salas, explicándole esos detalles que tan bien conoce, esas anécdotas sobre este y el otro artista. Ni siquiera debería mirarle, pero, si llegara a hacerlo, tendría que evitar esa forma de lanzarle la mirada, tan franca, tan interesada, con los ojos moviéndose tan velozmente mientras muestra los dientes en una sonrisa voraz. Parecerá una tal por cual, se lo aseguro. Y él le perderá el respeto. Se lo perderá, porque todos buscan lo mismo, especialmente cuando andan en una ciudad ajena. Luego vuelven junto a sus mujeres y les dicen que las han echado de menos. Si lo sabrá usted. Cuántas veces ha sentido usted en los besos de su ex marido cuando regresaba de sus viajes los labios de otra mujer, quizá una como usted misma, que se rendía a los encantos de ese encantador desconocido, tan conocido para usted. Este desconocido suyo tendrá a una mujer esperándole que la adivinará a usted como usted adivinaba a las otras y la odiará tan secreta y profundamente como usted a ellas.

Puede que sienta la tentación de, por una vez, ser usted la otra. No ceda a ella. No se deje llevar por ese adagio que afirma que caer en la tentación es la mejor manera de vencerla. Eso son sólo excusas para mentalidades débiles y morales corrompidas. Y, sobre todo, sobre todo, ni se le ocurra permitir el roce de esa mano contra la suya mientras observa ese cuadro de la mujer a punto de despertar. No se engañe con la idea de que ha sido una casualidad. Nada es casualidad. Nunca.

No pase la tarde con él en el museo. No escuche su voz hipnotizante. No se deje interesar más. Ni permita que él se interese. No deje que le pregunte acerca de asuntos que sólo a usted le incumben. Y, mucho menos, dé respuestas a esas preguntas. A ese señor no debería interesarle a qué se dedica, qué libros le gustan, por qué películas siente debilidad. Tampoco le cuente lo de su pasión por la número 10 de Sostakovich, ni su insano gusto por el chocolate. No ceda a su inclinación a abrirse a ese extraño, ni de jugar con la fantasía de tener una aventura con él. No sopese las posibles ventajas de un encuentro amoroso con un desconocido que abandonará la ciudad mañana mismo. No imagine cómo será ser acariciada por esas manos ni se pregunte cómo serán esos ojos en el instante del éxtasis. Y, cuando concluya su visita y se encuentren nuevamente en la calle y él estreche su mano como gesto de despedida, no se le ocurra retenerle y mirarle, incitante, seductora.

Si llega hasta ahí (cosa que no debería hacer), habrá de cargar con ello. Los actos realizados no pueden deshacerse. Sin embargo, será el momento de retirarse. Porque lo que jamás (jamás) debe hacer es preguntarle si tiene planes para cenar, pues entonces deberá enfrentarse al cambio en su mirada, al gesto de comprensión, al momento de apuro del hombre desconocido, que se da cuenta del equívoco y tartamudea una excusa, añadiendo que tendrá que madrugar para tomar su avión y que ha sido una tarde muy agradable y está muy agradecido, mientras retira de entre las suyas una mano en la que brilla una alianza.





Calenturas de los modernos

11 05 2010

Hoy ando caliente. No es que vaya necesitado, sino que voy a hacer algo que me fastidia bastante: recomendar un libro de un amigo. Sí, me fastidia, qué le vamos a hacer.

Aquí, en Canarias (supongo que ocurre lo mismo en todos lados) hay mucha costumbre de que los autores nos rasquemos la espalda con reciprocidad irritantemente minuciosa, como los burritos: yo te rasco a ti y tú me rascas a mí, sean los libros buenos o no. Y así no hay manera de saber si el libro que nos recomiendan es realmente recomendable o si nos lo están recomendando por hacer o por devolver un favor. Yo no juego a ese juego (mis amigos y mis posibles enemigos lo saben bien); no regalo los elogios y normalmente no recomiendo en público libros de mis amigos a no ser que realmente lo merezcan. Y este de hoy lo merece porque es, en mi opinión, no solo un libro necesario sino un libro muy útil que nos acerca de forma amena a unos autores que pertenecen a nuestra tradición cultural y que el gran público no conoce.

Y hecho este aviso para navegantes, el título del libro: La sonrisa de Ciprina, una antología que firma Antonio Becerra Bolaños. Noventa paginitas que nos traen a 18 autores con nombre, más un par anónimos, que escribieron en Canarias entre los siglos XVIII y XIX. Tú me dirás, con toda la ironía que seas capaz de reunir: “Vaya, otra antología… Qué divertido…” Pues sí que lo es, porque Ciprina es el nombre castellanizado de la diosa Afrodita, diosa del amor, la lujuria y la belleza, entre otras cosas, y los poemas reunidos en el libro son todos de temática erótica. Son poemas de María Joaquina de Viera y Clavijo (la hermana de José de Viera y Clavijo), Graciliano Afonso, Mercedes Letona de Corral, Agustina González y Romero, más conocida como La Perejila o Roque Morera, por citar a los más conocidos.

A mí, de esta antología, me llaman la atención varias cosas. Primero, la presencia de mujeres, que habían sido bastante olvidadas en los estudios sobre la literatura canaria de esa época. Segundo, un hecho que es casi un clásico: la abundancia de canónigos y eclesiásticos de toda índole, que son quienes, a mi entender, tienen los versos más subiditos de tono en el libro. Por último, el espíritu festivo y carnavalesco que preside la mayor parte de los textos. En ellos encontrarás formas muy creativas y divertidas de describir el encuentro amoroso o los rituales de galanteo. Como estamos en un blog que a veces visita gente menuda no puedo hacer ninguna cita directa, pero te lo aseguro: en muchos momentos de este libro te sonrojarás, te sorprenderás y soltarás más de una carcajada, porque algunos versos son realmente ingeniosos.

Antonio Becerra, para quien no lo sepa, es filólogo y escritor. Ha publicado algún notable libro de poemas pero se ha hecho más conocido por sus estudios sobre este periodo de la literatura canaria. Hace años ya editó Las bragas de San Grifón, un poema erótico-festivo del Abate Casti traducido por Graciliano Afonso. Fue precisamente la obra de Afonso, el autor más influyente de su época, el tema de su tesis doctoral. Y fue, al parecer, mientras estudiaba sus manuscritos en el Museo Canario, cuando Becerra se fue encontrando poemas y más poemas de diferentes escritores que abordaban la temática del ayuntamiento carnal y se le ocurrió la idea de hacer un estudio sobre el asunto.

Esta antología es, en mi opinión, un pequeño divertimento, un libro para disfrutarlo el fin de semana, a solas o con buena compañía. Pero existe en ella una ganancia secundaria: la de descubrir a algunos autores que forman parte de una tradición que va desde Cairasco de Figueroa hasta nuestros poetas actuales y que por olvido, por ignorancia o, simplemente, porque nadie se preocupó de hablarnos de ellos, son unos completos desconocidos para nosotros. Alguna vez en los últimos tiempos, he escuchado a algún crítico desinformado decir sobre alguna poeta reciente que es la primera que ha abordado la temática del erotismo en Canarias. Eso es una muestra de la utilidad de La sonrisa de Ciprina. No hay más que abrir esta antología para comprobar lo poco que sabemos de lo que escribían nuestras abuelas.

Así que aquí hay poesía, diversión y mucha erudición. Pero el conocimiento viene después. Ya, simplemente, por la poesía, vale la pena.

Ahí queda el envite: La sonrisa de Ciprina. El erotismo en la poesía moderna canaria. Antonio Becerra Bolaños. Anroart Ediciones, 90 páginas. Para leer en compañía o con una sola mano.





Dos nuevos colectivos

4 05 2010

Por diferentes vías me llegan noticias de dos volúmenes colectivos de reciente aparición.

Uno de ellos es Confluencias, que reúne poemas, cuentos y minicuentos de los siete autores pertenecientes al colectivo Nueve Puertas, «personas con edades y profesiones completamente dispares que coinciden en su amor por las letras» y que no se han prodigado mucho hasta ahora fuera de la red. Es interesante abrir esas nueve puertas, que no conducen al Infierno, sino a la escritura de siete autores poco conocidos (por ahora) que pueden proporcionarte más de una sorpresa. El libro ya está en mi poder y, en cuanto pueda, lo leeré para poder reseñarlo. Pero es bueno que sepas que ya existe, aunque yo no haya podido conseguir una imagen de la portada para subirla aquí.

La portada que sí tengo (con su ilustración de Jero Maldonado y todo) es la de Madrid en los poetas canarios, un volumen coordinado por la poeta (y artista y tantas cosas más, porque esta mujer parece recién importada del Renacimiento y no se está quieta, por suerte para nosotros), Berbel. Reúne, nada más y nada menos, que poemas de 55 autores. Aún no he podido conseguir el libro, editado por Puentepalo, pero te adjunto aquí el texto de contraportada, más que nada, para provocar:

Ya lo dijo Pedro García Cabrera —una de las voces importantes de la poesía española del siglo XX—: que el archipiélago canario no son  islas “mordiéndose la cola en un círculo de agua, sino reductos alzados con hambre de universalidad”. De hecho, los momentos más fecundos de su tradición literaria han sido aquellos en los que los escritores insulares han dialogado abiertamente con los movimientos y tendencias que, en cada hora de la historia, representan la modernidad.
Desde ese punto de vista, y desde su condición insular, los 55 poetas reunidos en este volumen no sólo representan a las distintas generaciones y tendencias de la lírica canaria, sino también a la multiplicidad de experiencias que emanan de su contacto con el centro. Punto de referencia para la conversación dialéctica del imaginario insular, Madrid en los poetas canarios es la expresión variada, personal y heterogénea de la relación que los poetas isleños mantienen con la primera etapa del viaje a la universalidad.

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Ahí los tienes: dos nuevos volúmenes colectivos. Este tipo de publicaciones son muy interesantes para tomar el pulso a las literaturas que ya están o las literaturas que nos vienen. Para descubrir firmas que no conocías y apuntarlas y seguirlas en su periplo posterior o en el camino que ya habían andado y te perdiste. Por tanto, si en estos días de resaca tras la Feria del Libro de Las Palmas, te apetece poner un canario (o unos cuantos) en tu biblioteca, ya dispones de dos propuestas más. Dicho queda.





El enigma Orlando

2 05 2010

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Tengo ante mí un libro publicado en Alianza Editorial, con traducción de Borges y escrito por una de las firmas más interesantes del siglo XX: la maestra Virginia Woolf. El libro se titula Orlando, y es una novela publicada originalmente en 1928. Este libro me acompaña desde hace años (acaso diez) y me ha deparado momentos inolvidables. En la relectura más reciente, volvió a decirme cosas nuevas. Por eso creo oportuno referirme a él aquí y ahora.

La acción de Orlando comienza en el siglo XVI, donde conocemos a un joven y hermoso aristócrata británico que responde a ese nombre y sueña con cumplir el prototipo del escritor renacentista: ser soldado y ser poeta. Enseguida se mete en diversas aventuras (algunas de ellas galantes y cortesanas) y, en algún momento, es enviado como embajador a Turquía, donde se verá metido en una revuelta. Y, entonces, es cuando comienzan a ocurrir cosas raras, porque, en ese momento, cuando tiene treinta años y después de haber vivido experiencias muy interesantes, de haber vivido todo lo que hay que vivir, de haber atesorado todos los conocimientos necesarios para ser un hombre mejor, de pronto Orlando se duerme. Se duerme durante siete días con sus noches. Y, cuando se despierta, Orlando accede a un más alto grado de conocimiento, porque ya no es un hombre, sino que se ha convertido en una mujer. Como mujer, tras vivir durante un tiempo con unos nómadas gitanos, vuelve a Inglaterra y, ahora conocida como Lady Orlando se instala en la alta sociedad, frecuentando a todos los genios de su tiempo mientras intenta elaborar su obra literaria. Pero, claro, ¿cuál es su tiempo? Uno diría, por lo que conté más arriba, que su tiempo es el siglo XVI. Pero no. Porque también es el siglo XVII, y la Ilustración, y el siglo XIX, ya que, sencillamente, Orlando, ni ella misma sabe por qué, no envejece y, por tanto, no muere.

Esta novela es una extraña mezcla de novela fantástica, novela histórica, fábula moral, parodia del género biográfico y novela sobre escritores (ya que Orlando conocerá a Swift, a Pope, a Addison), bastante insólita en la obra narrativa de Woolf. Como sabrás, Woolf es una de las grandes innovadoras de la nueva novela, en la que juega constantemente con la forma, con el tiempo, con la inserción de monólogos interiores, etc. Poca experimentación formal hay aquí. Orlando es una novela narrada de forma lineal y sucesiva (como el tiempo, pues su asunto principal es, probablemente ese) en la que el interior del personaje es, en muchas ocasiones, un enigma. Esto es, estamos ante un libro muy diferente de Las Olas, de La señora Dalloway o de Una habitación propia. Pero en este brilla como nunca la prosa magistral de su autora, pasada, además, por el crisol de un vicioso de la sobriedad lingüística, como era Jorge Luis Borges.

Y, para finalizar, un chisme (yo sé que te gustan los chismes): parece ser que esta diferencia con respecto al resto de su obra, tiene que ver con que Virginia Woolf andaba, por esa época, manteniendo relaciones amorosas con Vita Sackville-West, una exótica y atractiva mujer y de la que, al parecer, Virginia estuvo muy enamorada. Si la leyenda es cierta, escribió este libro como un juego de espejos para Vita, y para demostrarle su afecto. Y la leyenda, probablemente, sea cierta, porque el libro está dedicado a ella.

Si es así, yo agradezco profundamente a Vita Sackville-West que sedujera a Virginia Woolf, porque eso produjo un libro mágico, tremendamente consistente y divertido y lleno de momentos deslumbrantes, en el cual encuentro más verdad que en muchos de sus libros denominados “serios”.

Así que ya sabes: si quieres disfrutar de un libro diferente y original: Orlando, de Virginia Woolf.  También hay un largometraje, bastante digno. Pero, primero, el libro. Verás lo que es bueno.

Orlando, de Virginia Woolf, Madrid, Alianza, 225 páginas. Por ejemplo. 





Rollos de primavera

2 05 2010

Entendió por qué los llamaban así en su primera cena con ella, cuando, al abrir en canal su rollito de primavera para rociarlo con salsa agridulce, brotó del interior una mariposa azul. La mariposa se posó un momento junto al plato y se alejó luego revoloteando, mientras por el restaurante se desplegaba el aroma de todos los azahares.





Una semana de abril

1 05 2010

Una semana y tantas cosas que contar, porque ha venido «cargadita» de actividades. Algunas de ellas se anunciaban en su momento aquí y en otros lugares igualmente indeseables, procelosos e incómodos. Si no he podido reseñarlas es, como ya supones, porque yo mismo estaba participando activamente en ellas. Así que voy a intentar dejar memoria de algunas, para que las recuerdes, si pudiste participar, o, en caso de que no asistieras, para que rabies por habértelas perdido y la próxima vez no las dejes pasar.

Lo primero es lo primero, y el sábado pasado, en la Feria del Libro de Las Palmas de Gran Canaria, se celebró el primer Sábado Negro, y los aficionados a la novela criminal llenaron de San Telmo.

Todo comenzó con un taller de escritura denominado Corazones Delatores, en el transcurso del cual alumnos del Colegio Iberia se acercaron a la obra de Edgar Allan Poe e hicieron sus pinitos, escribiendo sus propias historias de asesinos perturbados y crímenes perfectos que al final no lo son tanto.

Taller Corazones Delatores. Foto Rayco Arbelo.

Taller Corazones Delatores. Foto Rayco Arbelo.

Después fue presentado, por parte de Oswaldo Guerra, Un rastro de sirena, de José Luis Correa. Lamentablemente, no dispongo de imágenes, pero hubo una importante asistencia de público. Es lógico: Pepe ha cosechado el fervor de muchos fans con las aventuras de Ricardo Blanco, de las cuales esta novela es la cuarta entrega.

Tras el almuerzo, muchos se perdieron la siesta para encontrarse con el maestro Raúl Argemí, el tigre de Río Negro, que fue declarado Enemigo Público 2010 por las memorables ficciones que ha perpetrado a lo largo de los años. Su ficha policial, realizada por el dibujante e ilustrador Alberto Hernández, le fue entregada por Francisco Sarmiento, en nombre de los libreros de Gran Canaria.

Letras a Tiros, un concierto leído ofrecido por Carlos Álvarez y la Hard Boiled Jazz Band (liderada por el mago de las cuatro cuerdas, Javier Presa) acercó a los espectadores al género negro, haciendo un recorrido por su historia desde los pioneros de la revista Black Mask hasta Vázquez Montalbán, pasando por Thompson, Dürrenmatt, Manchette o David Goodis, al son de la música de otros magos como Ellington, Kurt Weill y Thelonious Monk.

Y esto terminó de caldear el ambiente para Sospechosos Habituales, una mesa redonda en la que participó nuestro invitado de honor, Raúl Argemí, junto con Marisol Llano Azcárate, José Luis Correa y el propio Carlos Álvarez. Nos faltó nuestro querido Antonio Lozano, que estaba en la isla hermana encontrándose con sus lectores.Y a propósito de la isla hermana, el Sábado Negro de la Feria del Libro de Santa Cruz ya tiene fecha: el próximo sábado 29 de mayo. Delinquiremos allí de manera similar, así que si te da rabia habértelo perdido porque vives allá, no te preocupes: te llevamos el Sábado Negro al parque García Sanabria.

Pero esta semana no sólo hubo Sábado Negro. El domingo se presentó Doce campanadas, el segundo libro de Nisa Arce, publicado por La Página Joven. Y el martes, en la Biblioteca Pública del Estado, se presentó un libro no venal (esto es: tendrás que buscarlo en las bibliotecas) titulado Taller de cuentos y que recoge eso mismo: una muestra de los cuentos surgidos a lo largo de la Primera Edición de Factoría de Ficciones, el taller que realizamos periódicamente en esa misma biblioteca. Viéndolo ahora, que ya es mayorcito y come solo, el libro es una excelente muestra de la narrativas que nos vienen (alguna ya ha llegado). Como soy el coordinador no puedo echarle demasiadas flores, pero te aseguro que si le echas un vistazo, te llevarás más de una sorpresa.

Como la que me llevé yo esta semana en Fuerteventura, adonde me trasladé para impartir un taller de cuentos y microrrelatos en la Biblioteca de Corralejo, dentro de su V Semana Literaria. Para empezar, encontré un equipo humano de esos que realizan su trabajo «más allá del estricto cumplimiento del deber» y eso es siempre una alegría cuando hablamos de bibliotecas. Pero, además de eso (y esto es lo mejor), me encontré una veintena de personas esforzadas e interesadísimas en la escritura (algunas de ellas condujeron cien kilómetros para poder asistir), muchas de las cuales escribieron cuentos fascinantes (y quienes asisten al Taller de Literatura Anroart y a Factoría de Ficciones saben bien que no suelo regalar los elogios).

Aparte de todo esto, ha habido muchas otras cosas esta semana: un ameno encuentro, dentro del proyecto Leyendo por Canarias, con los alumnos del CEO Pancho Guerra, de Castillo del Romeral, las representaciones que Entretíteres ha realizado de Cliqueando, una obra que intenta informar a los más peques acerca de las ventajas e inconvenientes de las TIC, y hermosos e improvisados encuentros con autores y lectores en la Feria del Libro de San Telmo. Por ello, me he perdido cosas interesantísimas, como el encuentro con una autora a la que admiro y que siempre me provoca una sonrisa: Maribel Lacave. Más oportunidades habrá, espero.

Por lo pronto, queda día y medio de Feria del Libro. Y sólo ha sido la primera en celebrarse este año en las Islas.

Así que ya lo ves: la semana ha dado para mucho. Por eso es por lo que he tenido tan abandonado este blog. Prometo intentar que no vuelva a suceder, pero, claro, ya se sabe que nunca se sabe.








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