Te traigo una joyita que estaba muy olvidada. Y, como otras que he comentado aquí, la publica Acantilado, que en los últimos años se ha dedicado a rescatar textos del austríaco Stefan Zweig, el yugoslavo Danilo Kis o el grancanario Domingo Rivero, escritores infaltables en cualquier buena biblioteca y que se habían ido quedando descatalogados. Esta vez nos vamos a Rusia con una novela corta de Leonid Andréyev y que lleva por título Los espectros. Que nadie se asuste: no va de fantasmas. Por lo menos, no va sobre fantasmas sobrenaturales sino sobre otros, más verosímiles: los fantasmas del pasado, que atormentan las noches de un grupo de personas que viven en un frenopático. La historia arranca cuando Yégor Pomerántsev, un funcionario, es declarado enajenado mental y es internado en una clínica psiquiátrica privada, un sitio tranquilo en el campo más parecido a un balneario. Allí vamos a encontrar, siguiendo a Pomerántsev, a otros personajes, como Sasha Petrov, un joven que sufre de manía persecutoria; Maria Astafiévna, la enfermera enamorada en secreto del director de la clínica; o este mismo, el doctor Sheviriov, quien, tras hacer un trabajo impecable durante el día, pasa las noches bebiendo en un cabaret.
Con un lenguaje muy sencillo, con una prosa leve y con imágenes muy poderosas, Andréyev nos hace convivir con estos personajes y tomarles cariño, sobre todo a Pomerántsev. En sus locuras, el viejo funcionario es lo más parecido a un niño juguetón, que atrae el afecto de todos los habitantes de la clínica y que exhibe incansablemente su capacidad para encontrar belleza en todo. Por ejemplo, cuando, hacia el final del invierno, se le propone entretenerse en romper el hielo del estanque, se muestra muy contento, porque, según dice, “romper el hielo es ayudar a la primavera”. Los delirios de Pomerántsev son muy hermosos. Dice que, por las noches, viene a buscarlo San Nicolás y que lo lleva volando con él a los hospitales para curar a los niños enfermos.
Te decía que todos estos personajes viven marcados por los fantasmas; pero no se nos explica cuáles son. Ahí está, en mi opinión, la magia de este relato, donde no es tan importante lo que se cuenta como lo que no se cuenta.
La obra de Leonid Andréyev, formada por cuentos, novelas cortas y obras teatrales, oscila entre el realismo y el simbolismo impresionista. En ella se mezclan fantasía y realidad, crueldad y ternura, humor y dramatismo, de forma tan entreverada que es imposible separarlos. Quizá esa fue la fórmula mágica que le convirtió en uno de los autores más célebres de su tiempo, con novelas cortas como Los siete ahorcados, Risa roja o El diario de Satanás.
Andréyev nació en 1871 y estudió Derecho, pero a raíz de la temprana muerte de su padre comenzó a sumirse en los abismos de la pobreza. Sin embargo, en 1900, comienza a publicar en la prensa y se convierte, apadrinado nada menos que por Máximo Gorki, en un autor de éxito. Su primera colección de relatos, aparecida en 1901, vendió, solamente en ese año, 250 000 ejemplares. Ya quisiera más de uno hoy día, ¿verdad?
Como otros escritores de su generación, apoyó decididamente la Revolución Rusa, pero luego, desencantado por el bolchevismo, se autoexilió en Finlandia. Allí, en un pueblecito, moriría en 1919, en la más absoluta miseria, hasta el punto de que para enterrarlo se hizo una colecta entre los vecinos.
Así pues, te propongo este libro emocionante, poético y profundo, que se lee, sin embargo, con facilidad y rapidez, perfecto para hacer una primer cata en la obra de un autor inolvidable: Los espectros, de Leonid Andréyev, en Acantilado, 70 páginas para leer rápido y pensar despacio.
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