He dormido mucho tiempo. Y, mientras dormía, los representantes electos de la comunidad de vecinos se han dejado untar. Yo apenas me di cuenta, dormido como estaba. Me lo ha contado el anciano del ático. O, mejor, no he querido darme cuenta y el anciano del ático me lo ha hecho ver. Ni siquiera ha tocado a mi puerta. Simplemente, deslizó por debajo de ella una nota en la que decía:
¡Despierta! Mira a tu alrededor y mira lo que has permitido que hagan con el lugar en el que vives. Yo, que fui uno de los primeros en llegar a esa comunidad, que luché para que fuera justa, veo ahora cómo tú y los otros jóvenes permiten que una casta de oligarcas electos se alíen con usureros que ni siquiera viven aquí y estafen y roben y engañen a todos los vecinos. Poco a poco, bostezo a bostezo, se han apropiado, mientras ustedes dormían, de lo que no es suyo, de lo que pertenece solamente a ustedes. Despierta y piensa que no puedes dejar en manos de la directiva todas las decisiones. Despierta y toma la parte de poder de decisión que te corresponde y que no consiste simplemente en un voto. Despierta e infórmate e indígnate ante lo que han hecho con esa comunidad en la que habitas y que es tan tuya como de los demás.
Hoy, que es día de elecciones en la comunidad de vecinos, he despertado. Mientras leía la nota, he escuchado el escándalo de voces por toda la escalera. Mis vecinos han recibido y leído la misma nota. Por los rellanos se escuchan canciones, risas, voces de todos los colores: la voz azul del vecino del 2B, la voz verde de la viuda del entresuelo, las voces coloradas de los niños del 4C. De fondo, se escucha la voz violeta del anciano del ático. Es muy viejo ya, quizá no llegue a ver una nueva asamblea de vecinos. Sin embargo, está ahí, repitiendo su mensaje: ¡Despierten! ¡Despierten de una vez!
Me lavo la cara. Observo mi rostro en el espejo del cuarto de baño. Pienso en que el anciano tiene razón y me pregunto qué haré. Me respondo que voy a vestirme, que voy a salir a la escalera, que voy a unirme a mis vecinos. Entonces, justamente al decirme esto, mi rostro rejuvenece.
Ya ha llegado el momento. Es hora de despertar.
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