Que sí, que sí, que últimamente no regalo microrrelatos y solo cuelgo aquí notificaciones, convocatorias, avisos de actos. Pero es que me toca participar activamente en algunos de esos actos y no logro sacar el tiempo suficiente para escribir micros. Porque, a nadie se le escapa, escribir breve requiere mucho tiempo.
Por otro lado, en estas semanas viajo bastante, para encontrarme con lectores. Por ejemplo, el día 11 de junio estaré en la caseta de Maidhisa en la Feria del Libro de Madrid; por más ejemplo, el día 17, en la librería Mistério, de La Laguna. Aparte de otros encuentros (los que tuvieron lugar, por ejemplo, en el IES Vigán, en Fuerteventura) hubo uno especialmente entrañable.
La semana pasada, el día 25 de mayo, me encontré con los integrantes de la ACB. No son los del baloncesto (aunque alguno de ellos me saca un par de palmos), sino la Asociación de Canarios de Bélgica, un grupo de isleños que viven en Bruselas. Bueno, no todos son isleños, no todos viven en la misma Bruselas, pero son cronopios de la diáspora (principalmente elegida; en ocasiones circunstancial, aunque cuántas veces me habré preguntado si somos nosotros lo que elegimos o si somos nosotros los elegidos por los caminos de la vida) que leen a canarios y, en cuanto pueden, no pierden oportunidad de encontrarse allá, tan lejos, pero tan cerca, con algunos de los autores leídos. En otras ocasiones, han mantenido encuentros con Antonio Lozano, con Pablo Martín Carbajal, con Víctor Ramírez. Esta vez les tocó aguantarme a mí.
Conocía de su existencia desde hacía algún tiempo. Sabía que habían leído Tres funerales para Eladio Monroy y aun conocía personalmente a alguno de ellos, de los tiempos en los que por aquí eran individuos asombrosos que decidían marcharse a Rusia o a lugares todavía más peligrosos para la salud de los canarios, esas aves de color vivo y canto inigualable. Lo que no sabía era que Bruselas sería una especie de segundo hogar en los días que pasé allí, gracias al calor de estos compatriotas que nos pasean por el mundo. Que esos amigos (porque amigos son ahora, cuando los pienso) se levantaban cada día leyendo nuestros periódicos, escuchando nuestras emisoras de radio, pendientes de lo que ocurre aquí (tan pendientes que andan perfectamente al corriente e involucrándose en lo que está ocurriendo en nuestras plazas y parques, aportando su granito de arena en la distancia). Que andan dándole mordisquitos al mundo para dejar nuestra marca por dondequiera que pasan. Que estar allí con ellos durante esos días, celebrar luego allá el Día de Canarias (que aquí a veces significa tan poco y allá significa tanto) con un picnic en el que no faltaron el timple, las papas arrugadas y el frangollo, ni una empanada decorada con el Teide y el Roque Nublo, que todas esas cosas tan sencillas y tan buenas me recordarían una vez más que aunque los canarios, en Canarias, estemos siempre preocupados por tonterías, cuando estamos fuera somos expertos en repartir luz. Tengo que agradecer a la gente de la ACB este recordatorio, este motivo de orgullo que supone para mí el hecho de que antes de que partieran a recorrer el mundo, ellos y yo hayamos, leído los mismos libros, escuchado las mismas canciones, contado los mismos chistes, pateado las mismas calles en los mismos barrios. Y sí, Bruselas es una hermosa ciudad. Y es aún más hermosa porque allá también se habla canario.
Graciosa la empanada gallego-canaria con representación puntual de ambos totems.
Quiero dejar constancia del lo bien que me lo pasé escuchando a la «dirty dozen» que no estaban todos pero más de los que estaban – genial la lectura del mensaje de Anelio. Dio una magnífica sensación de lo que precisamente tanto se decía allí, de un grupo de gentes que comparten una afición, que gustan de lo que hacen y que lo hacen con toda la seriedad de lo que son capaces. Yo creo que estan en el buen camino.
Oiga, pues lo mismo le digo, qué gran suerte tenerte por aquí con tu personalidad igualmente luminosa, aunque fueran 4 diítas nada más. Nos dejaste por aquí una tonga de autores y libros que descubrir, recomendaciones de sitios que visitar… También te dejaste unos cuantos amigos con ganas de seguir alegando y parrandiando, ya avisaremos cuando recalemos por allá, para que tengas tiempo de esconderte, jejejeje
No faltaron sino los mejillones. Y por cierto, que Eladio ya volvió a enganchar a unos cuantos más por aquí
Un abrazote!!
Y en Madrid te veo!!!
Alexis, fue un placer tenerte por aquí. En julio vamos a vernos en el Club de Lectura «Leandro Perdomo» para comentar la última novela de la saga de Eladio Monroy. Está gustando mucho y seguro que será un encuentro sabroso. Hasta pronto: aquí tienes tu casa ahora y siempre. Un abrazo.
[…] personal, de este año me quedan algunos buenos recuerdos: unos días en Bruselas junto con esos cronopios de ACB, una visita a los amigos de Mistério en representación de Eladio Monroy (ese jodido ingrato no […]