El dichoso Eladio

17 06 2011

Yo le digo que Geronimo Stilton, Kika Superbruja y hasta el mismísimo Bob Esponja (a quien pienso seguir proponiendo como Presidente del Gobierno) llevan toda la temporada visitando centros comerciales y ferias del libro para encontrarse con los seguidores de sus aventuras.

Pero Eladio Monroy responde que Stilton es un odioso capitalista, que pertenece a la patronal y que al enemigo ni agua. Que Kika Superbruja aún no acaba de convencerle como modelo. Y Bob Esponja, últimamente, es demasiado «popular» para su gusto. Vamos, dice que no son ejemplos, que ya viajó lo suyo cuando andaba en la mercante y que para él todo viaje es largo, aunque sea aquí al lado, a la isla hermana. Por lo tanto, concluye que no, que no se mueve de la calle Murga, que todo eso de presentar los libros le resbala, que me busque la vida.

Así que me toca a mí pasearlo. Amén de la local (a la que tampoco fue, porque había quedado con Gloria) en los últimos tiempos ha habido presentaciones y encuentros sobre Los tipos duros no leen poesía en Arona, Bruselas y Madrid, si mal no recuerdo, por estricto orden cronológico.

Eso sí, salgo ganando. Si Monroy prefiere quedarse en casa, él se lo pierde, porque en cada viaje me encuentro con gente fantástica que me trata estupendamente y que me arropa haciendo subir los termómetros de la amistad muchísimo más de lo que nunca hará él, que es un borde y un melón. Así que él se pierde, por ejemplo, el encuentro que tendremos hoy, a las 20:30 en Las noches de Mistério, una velada de las que organiza la banda de la Librería Mistério, en La Laguna.  Y se pierde, también, el ratito agradable que pasaremos mañana, a partir de las 12:00, en la caseta de ese misma librería en la Feria del Libro de San Cristóbal de La Laguna, en la plaza del Adelantado.

Sé que allá habrá amigos y amigas viejos o nuevos, interesándose por las cosas que le ocurren a este sujeto tan poco interesante, mientras él se queda aquí, jodiendo la marrana y frecuentando a quien no debería frecuentar. Pero, qué se le va a hacer, cada palo que aguante su vela. Después que no me diga eso de que «todo lo bueno se lo pierde». Y, por supuesto, no pienso traerle ni un mísero marcalibros, así que de la botella de vino de Tacoronte que me pidió, que se vaya olvidando…

 








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