Anders Breivik o el miedo

19 04 2012

Hace poco, con alguien a quien quiero, debatí sobre la siguiente cuestión: ¿es Anders Breivik un monstruo?

Creo que al fascismo, como al infierno, no se llega de pronto, que primero hay un caldo que se cuece lentamente. Y una democracia liberal (con su ideal de tolerancia) en cuyo seno predominan actitudes conservadoras carentes de sólidas bases éticas, y una época de gran coerción económica son ingredientes idóneos para la preparación de esa repugnante especialidad.

En un libro de 1987, El uso de las ideas políticas, la politóloga Barbara Goodwin hace un análisis del fascismo, etiquetándolo como una ideología radicalmente conservadora. Por supuesto, subraya que, pese a esa definición, fascismo y conservadurismo no son la misma cosa, pero sostiene que algunos de los supuestos básicos de ambas ideologías son coincidentes y que el conservadurismo, en el seno de sociedades liberales (especialmente las jóvenes) que pasan por unas determinadas condiciones críticas puede dar lugar a una peligrosa radicalización de esos valores básicos. En palabras de Goodwin:

La gran mayoría de los conservadores repudiaría la teoría y la práctica fascista. Pero la experiencia del siglo XX en materia de fascismo puede leerse como una severa y solemne advertencia a los conservadores: la política autoritaria y contraria al igualitarismo contiene, en potencia, la base de una ideología política inhumana, elitista y dictatorial a menos que esté inscrita dentro de una sólida ética religiosa o humanitaria, que afirme el derecho individual a ser tratado con igual respeto[1].

A las personas de bien nos reconforta pensar que los criminales múltiples (solitarios o colectivos) son monstruos desnaturalizados, enfermos mentales, perturbados, individuos carentes de todo instinto humano. Así es fácil conservar la serenidad y la cordura cuando pensamos en gente como Karadzic, Hitler o José Stalin y sus correligionarios. Un ejemplo: hace unos años, Jonathan Littell levantó ampollas con su libro Las benévolas, una novela que cuenta las andanzas de un intelectual perteneciente al partido Nazi durante la Segunda Guerra Mundial. Entre otros, uno de los motivos de la polémica originada por el libro era la inteligencia y erudición de su personaje. Algunos críticos esgrimieron el argumento de que un hombre de formación humanística, inteligente y sensible no podía haber colaborado de buen grado con la maquinaria racista y totalitaria del III Reich. Igualmente, los psiquiatras norteamericanos que examinaron a los acusados en los Juicios de Nüremberg, consignaron en sus cuadernos de trabajo que estos exdirigentes nazis eran monstruosos psicópatas.

A mí me preocupa que situemos a estos individuos entre los asépticos paréntesis de la anormalidad y la patología. Me preocupa que pensemos en los fundamentalistas del racismo y la intolerancia como en tarados, simples “malas yerbas” que crecen espontáneamente en el seno de sociedades justas y democráticas. En el caso de Breivik, por ejemplo, no puede ser casualidad que este individuo tenga cientos de corresponsales (y, por tanto, de presuntos simpatizantes) repartidos por toda Europa.

Cualquiera que navegue un rato en Internet y en las redes sociales sabrá que estas (espejo de, al menos, una parte de la sociedad) están plagadas de individuos que sostienen argumentos y posturas similares a los mantenidos por Breivik. Solo en España, pululan por la red abundantes etnocentristas, homófobos, machistas y totalitarios de toda índole, haciendo ondear sus banderas, sus toros, sus esvásticas o sus yugos y flechas, falseando la historia y negando los descubrimientos de la ciencia (especialmente de la sociología y la antropología), hablando de pureza de raza, de amenazas islámicas o de invasiones bárbaras mientras reivindican a caudillos, dioses y patrias de los cuales, al parecer, son directos confidentes.

Los demás usuarios procuramos ver con indiferencia sus manifestaciones. Todo lo más, en ocasiones, caemos en la trampa de contestar a sus insultos y mantenemos breves y estériles polémicas (breves porque enseguida derivan en el insulto; estériles porque cualquier persona razonable polemiza solo con quien puede llegar a un acuerdo, con quien puede convencerle o dejarse convencer por los puntos de vista ajenos). Pero, en general, los toleramos, porque nos han educado (o hemos aprendido a educarnos) en la tolerancia que ellos niegan a los otros.

Me inquieta mucho pensar que hasta poco antes de cometer sus crímenes, Anders Breivik fue, en versión noruega, uno de estos individuos. Pero me inquieta mucho más preguntarme cuántos Anders Breivik esperan ahí, agazapados, cocinando su menú de intolerancia en el hornillo de la tolerancia que el resto de los ciudadanos encendemos y alimentamos cada día.

Son paradojas de la democracia, supongo. Puedo llegar a aceptar (aunque me cuesta) que toleremos a los intolerantes. Pero no creo que resulte sano para la sociedad maquillar estos comportamientos con simples etiquetas patológicas. Una sociedad que permite que existan individuos como Breivik (y no me refiero a la noruega, sino a la democracia liberal) debería abrir los ojos y reflexionar sobre el hecho de que las actitudes fundamentalistas de “sus tarados” son fruto de una determinada concepción del mundo alimentada en el seno de esa misma sociedad.

No: Anders Breivik no es un monstruo. Eso es lo que más me atemoriza.


[1] El uso de las ideas políticas, de Barbara Goodwin, Barcelona, Península, 1988, p. 202.


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10 responses

19 04 2012
Ángeles Jurado

¿Has leído La excepción, de Christian Jungersen? Me pareció pesada, la verdad, pero tiene muchas reflexiones sobre el mal, sobre lo que somos capaces de hacer a nuestros prójimos, sobre la maldad. Interesante.

19 04 2012
Alexis Ravelo

Pues no lo he leído. Me lo apunto. La literatura sobre el tema es abundante; desgraciadamente, no sin motivo.

19 04 2012
Kepa H.

Parafraseando a Forrest Gump, «monstruo es el que hace monstruosidades». A lo largo de la Historia ha habido individuos capaces de cometer actos que hoy la mayoría de nosotros calificaría sin ningún género de dudas como monstruosos, pero que en su contexto histórico fueron considerados modelos a seguir (Alejandro Magno, Iván el Terrible, Hernán Cortés, o, más recientemente, el mismo Hitler, por poner algunos ejemplos al azar), cuando no sabios. Con esto quiero decir que esa es una calificación subjetiva y, en ese sentido, creo que es perfectamente lógico (y válido) que la mayoría de las personas consideremos un «monstruo» a Breivik, pues ha llevado a cabo actos que consideramos más allá de cualquier límite ético aceptable.

En cuanto a si debe ser considerado un enfermo mental o no, para mí es evidente que este sujeto ha de tener una percepción de la realidad bastante trastornada. Más que nada porque tratándose de una persona, al parecer, con una capacidad intelectual no inferior a la media, debería haber entendido que su estrategia era, no solo demencial, sino de una estupidez supina. En otras palabras, y más allá de lo intrínsecamente perverso de sus objetivos: si de veras quería combatir el multiculturalismo de la sociedad noruega, lo último que tenía que haber hecho era asesinar a casi cien de sus conciudadanos, pues no era difícil anticipar la oleada de rechazo que esos actos terribles iban a generar hacia su persona y sus ideas, no solo en su país, sino en toda Europa.

Es decir: ¿Monstruo? Sí. ¿Enfermo? Probablemente. ¿Estúpido? Sin duda alguna.

19 04 2012
Emilio González Déniz

En agosto pasado, a los pocos día de la masacre de Noruega, escribí esto en mi blog, y lo pongo aquí porque te da la razón en todo. Un abrazo.

«Desde que en los años veinte, Rudolf Hess ayudó a Hitler en la cárcel a escribir su maléfico libro Mein Kampf, muchos han sido los que han tratado de convertirse en guías visionarios de un nuevo orden. Esto siempre viene de la extrema derecha, y nace de ideas excluyentes, donde siempre la religión, la raza y la cultura de quien predica es lo que debe prevalecer a fuego y sangre. Después de la II Guerra Mundial esta ultraderecha se acobardó al quedar en evidencia con el Holocausto, pero poco a poco se ha ido envalentonando y ya es un verdedero peligro. Lo ocurrido en Noruega ha sido ejecutado por una persona, pero si lo tachamos de «loco» a las primeras de cambio estaremos cometiendo un error. No es un loco enajenado e ignorante como los hermanos de Puerto Hurraco, es algo mucho más serio. Se trata de la punta del iceberg de una ideología que lo justifica todo en aras de una Europa blanca, cristiana y ultraliberal en lo económico. Hay doctrinas que se extienden como la pólvora por Internet, y ya los medios tradicionales no sirven para prevenir esta ola terrible. Noruega era un blanco fácil, como en su día lo fue Suecia cuando asesinaron a Olof Palme. Pero ya nadie está a salvo, y lo más triste es que el poder va a usar a esto fanáticos como coartada para restringir libertades. De hecho, ya está ocurriendo en la UE. Los crímenes de Noruega son condenables, pero a la vez son el pitido del comienzo de otro partido, el que van a jugar con nosotros, ya no sólo son los islamistas, ahora también está el enemigo en casa. Y eso nos afectará a todos. Qué pena de siglo XXI.»

19 04 2012
Alexis Ravelo

Gracias por sus opiniones, amigos. Emlio: me había perdido ese artículo. Gracias por traer tu texto por estos pagos. 🙂

20 04 2012
Emilio González Déniz

OYE, YA QUE ESTAMOS, EL ENLACE QUE TIENES CON MI BLOG ES DE UNO ANTIGUO QUE YA NO EXISTE. SI PUEDES, ACTUALIZA A MI BLOG ACTUAL QUE ES

http://www.canarias7.es/blogs/bardinia/

Un abrazote

20 04 2012
Alexis Ravelo

Cambiado. Eso te pasa por pionero. jejejeje.

23 04 2012
Emilio González Déniz

mucho sankiu, que dicen en mi pueblo que son muy dados a los idiomas

13 08 2012
VALK

Yo creo que ningún psicólogo en sus cabales, te dirá sólo que éste impresentable es un monstruo. Tampoco el ser psicópata le exime de culpa. En absoluto. El runrun típico de «es que está loco», ya no sirve ni de excusa ni de estudio. La Naturaleza no es justa, es sabia, y para que tú existas, desgraciadamente tendrá que existir un Breivik. Te dejo estos enlaces por si te interesan: http://www.liderdigital.com/noticias/detalle_noticia.php?id_noticia=95290
http://www.abc.es/20120801/tv/abci-curiosity-investiga-sobre-gusto-201207311646.html
http://es.wikipedia.org/wiki/Experimento_de_Milgram
experimento psicológico realizado por el profesor de Yale Stanley Milgram en la década de los 60.
Lo que no puedo es dejarte el enlace al Documental, pero si sigurs la información de los enlaces, seguro que das con él.
Un abrazo. Nos vemos en las fiestas.

14 08 2012
VALK

Hola. Mira, he buscado en youtube el Documental, pero sólo lo encuentro en inglés, y no puedo hacerte llegar el español. De todas formas te lo dejo aquí por si quieres adentrarte en los subterfugios de la mente humana

Bueno, sigo leyendo a Eduardo Galeano, Patas Arriba. Si no lo has leído te lo recomiendo. Un abrazo.

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