Hoy tenía pensado traerte sexo y violencia explícitos, pero como violencia ya hemos visto bastante esta semana he elegido un libro que tiene poca violencia explícita, aunque eso no lo hace menos desasosegante. Se trata del primero de John Fowles: El coleccionista, publicado inicialmente en 1963 y que, dicen los que saben, inaugura esa variante del suspense que es el psichothriller o el thriller psicológico. Es todo un clásico contemporáneo y acaba de rescatarlo Sexto Piso, en una nueva traducción de Andrés Barba.
El argumento es el siguiente: Freddy Cleg es un muchacho retraído, de condición social humilde, que trabaja como oficinista en una oficina municipal. Es muy solitario y siente un secreto amor (aparentemente platónico pero en realidad enfermizo) por Miranda Grey, una joven estudiante de arte a quien jamás le ha dirigido la palabra. Un día, a Freddy le sonríe la suerte y gana en las quinielas más de 70000 libras, así que deja de trabajar y se va del pueblo. Pero sigue obsesionado con Miranda. Cualquier lector razonable pensará que, con la vida resuelta, este muchacho tendrá más seguridad en sí mismo y quizá pueda dejar atrás sus complejos y acercarse a Miranda. Pero Freddy tiene un problema con la comunicación, con el control de las emociones y, sobre todo, con la empatía. Su solución es construir una vivienda subterránea, amueblarla de la mejor forma posible, meter en ella libros de arte, enseres y un considerable guardarropa y raptar a Miranda. Sus fines no son explícita (o inmediatamente) sexuales. Lo que pretende este infeliz (quien, en un primer momento, inspira más piedad que horror) es que Miranda acabe enamorándose de él.
A partir del rapto, en la supuestamente confortable prisión, se establecerá un duelo dialéctico, emocional y hasta intelectual entre estos dos personajes que se intercambian a cada momento sus papeles de víctima y verdugo y que están condenados a no poder comunicarse, no solo por las circunstancias, sino porque sus visiones del mundo son incompatibles.
Fowles compone la novela de manera muy inteligente. El relato, fluido y sin aspavientos, con un ritmo firme cuyo punto fuerte es la postergación, se nos presenta dividido en cuatro partes, de las cuales tres están contadas por el personaje de Freddy. Pero la segunda, que abarca casi la mitad del texto, es un diario que Miranda escribe en secreto, en el sótano donde Freddy la retiene. Mostrando ambos puntos de vista, fijando el foco de atención en lo que cada uno de ellos considera importante y, sobre todo, en lo que omiten, Fowles crea una atmósfera opresiva y claustrofóbica, manejando muy sabiamente el suspense y haciendo que no podamos dejar de leer a lo largo de esta historia que, en mi opinión, no solo trata sobre el control, las parafilias y la psicopatía, sino también (y no en segundo término) sobre la soledad, la incomunicación y el egoísmo.
John Fowles nació en Essex en 1926 y falleció en 2005, tras pasar 17 años sufriendo los efectos de un apoplejía. En su juventud fue profesor de lenguas en Francia y en Grecia. Pero a partir de 1963, el triunfo de El coleccionista le permitió dedicarse plenamente a la escritura. Además de esta novela, firmó otra muy célebre, también llevada al cine: La mujer del teniente francés. ¿Recuerdas aquella película de Karel Reisz, con guión de Harold Pinter?
En cuanto a la adaptación de El coleccionista, es una de las últimas películas del gran William Wyler, con un joven y perturbador Terence Stamp y una tremendamente expresiva Samantha Eggar. Seguro que la has visto, porque tuvo, como el libro de Fowles, un enorme éxito e, igualmente, fue convertida por el tiempo en un título de culto.
Eso en cuanto a versiones reconocidas, porque, si afinamos un poco, El coleccionista viene a ser la madre de muchísimas historias desasosegantes que nos han contado el teatro, el cine y la literatura. Piensa en Átame, en Palabras encadenadas o en una de las más recientes: Mientras duermes.
Así pues, para esta semana, la propuesta de La buena letra es un libro fundacional y una novela inolvidable: El coleccionista, de John Fowles, recién rescatada en Barcelona por Sexto Piso Editorial, 292 páginas de suspense, inteligencia y sensibilidad.
(Si quieres escuchar el podcast de esta semana y averiguar, además, cómo y por qué desrecomendamos Eva Luna, de Isabel Allende, pincha aquí).