Dejamos de hacer La buena letra una semana y el trabajo se acumula: le dan el premio Nobel de Literatura a Mo Yan y el Planeta a Lorenzo Silva. Sé que hay quien se ha cabreado porque el Nobel no le ha caído a Murakami, a Roth o a Munroe. Pero a mí me alegra mucho que el premio más prestigioso del oficio recaiga en un autor poco conocido aquí, editado por una editorial independiente. A Roth, a Munroe, a Murakami ya los conozco; a Mo Yan no y eso me va a dar la oportunidad de acercarme y leer a un autor nuevo. Ya me ocurrió el año pasado con Tomas Tranströmer (de quien te debo una reseña) y el resultado fue que me llevé una grata sorpresa. De Mo Yan, El Aleph editó El sorgo rojo, que dio pie a la película de Zhang Yimou. Lo demás lo edita Kailas, una editorial, como te dije, pequeña e independiente, que son las que editan a muchos autores interesantes que no conoce el gran público.

En cuanto a la concesión del Premio Planeta a Lorenzo Silva, es algo que también me alegra, porque no solo ha recaído en uno de los nuestros, sino en un tipo agradable, cercano y generoso que, además, no ha ingresado en la literatura por ser presentador de televisión ni famosete habitual, sino por la vía del trabajo duro, constante y riguroso. La marca del meridiano será el séptimo libro (y sexta novela) protagonizado por Bevilacqua y Chamorro, que van por segunda vez a Barcelona. Por cierto, estos dos guardias civiles se han paseado medio país, incluidas Tenerife y la Gomera, en la cuarta novela de la serie: La niebla y la doncella.

Y, como esta es la actualidad, yo me estuve devanando los sesos y pensando a ver qué podía traerte hoy que fuera de un Premio Nobel, novela negra y, a poder ser, que saliera la Guardia Civil. Y créeme que la cosa está complicada, porque, por ejemplo, en Camilo José Cela sale la Benemérita pero nunca escribió novela negra.
Después de mucho pensar, descubrí que siempre hay un rinconcito en el que el azar dejar de serlo. El rincón, en este caso, es una novela de Mario Vargas Llosa, titulada ¿Quién mató a Palomino Molero?, una novela negra escrita en los años ochenta por el Premio Nobel 2010, y protagonizada por Lituma, un guardia civil. Eso sí, no hablo de la Guardia Civil española sino de su homónima peruana, un cuerpo que ya no existe pero que también era denominado calificado de benemérito.

¿Quién mató a Palomino Molero?, de Mario Vargas Llosa, Madrid, Punto de Lectura, 166 páginas.
La historia transcurre en Talara, una localidad del departamento del Piura, al noroeste de Perú, una región semidesértica donde la actividad económica se movía en los años cincuenta en torno a los pozos petrolíferos y donde había bases militares. Vargas Llosa construye la novela a partir del brutal asesinato de un joven avionero, que aparece torturado, empalado y semicapado. (No busques “avionero” en el diccionario porque no viene: el término se refiere a los soldados rasos del ejército del aire peruano). A partir de ahí, Lituma y su jefe, el teniente Silva, con muy poquitos medios y muy poca colaboración por parte del ejército, comenzarán a escarbar en la biografía de la víctima, Palomino Molero, que era un muchacho que, cual Orfeo rural, alelaba a todo el mundo dando serenatas con su guitarra. Lo primero que descubren es que Palomino era de origen humilde, parecía ser muy buena persona y se había metido en el ejército voluntario, aunque estaba exento de hacer la mili por ser hijo de viuda. Como suele ocurrir en este tipo de novelas, el teniente Silva y Lituma pronto se encontrarán con una conspiración de silencio que apunta bastante alto, en este caso, dentro de la jerarquía militar.
Vargas Llosa nos introduce en el centro de la novela con dos capítulos muy breves, después de los cuales ya no podemos dejar de seguirle. Portentoso es su manejo del ritmo y la manera en que lleva la indagación en el léxico hasta las últimas consecuencias, haciendo alta literatura con el habla popular, como hacen los grandes (Rulfo, Fuentes, Onetti), en diálogos rápidos y chispeantes. En ¿Quién mató a Palomino Molero? los acontecimientos se suceden al ritmo al mismo tiempo denso y vertiginoso de una pesadilla, y las imágenes que van salpicando el relato, los juegos con el tiempo y el punto de vista hacen que sea de vital importancia el fuera de plano, aquello que no se cuenta.
Esta no es la única novela en la que aparece Lituma. De hecho, aparecía ya como uno de los personajes importantes de La casa verde, uno de sus primeros grandes éxitos, de 1966. Pero no fue hasta veinte años más tarde, para descansar, según él mismo sugiere, de La guerra del fin del mundo, cuando Vargas volvió a retomar a Lituma, uno de los inconquistables del Piura, personajes de La casa verde que aparecen aquí, igual que otros, como La Chunga, que también les sonará a los seguidores del maestro de Arequipa. Aún escribiría otra novela más, inmediata continuación de esta, Lituma en los Andes, que, por cierto, obtuvo el Premio Planeta en 1993. (Así que ya ves, el círculo se cierra).

Yo estoy contento por todas estas casualidades, porque me han servido de excusa para hablar de Vargas Llosa, de quien todavía no habíamos recomendado nada. Aclaro, para sus fans (sé que son muchos): por supuesto que Vargas Llosa ha escrito novelas seguramente más grandes y mejores: Conversación en la catedral, La tía Julia y el escribidor, Pantaleón y las visitadoras, La casa verde o La guerra del fin del mundo, sin ir más lejos. Yo, en concreto, si tuviera que quedarme con una, me quedaría con su primera y deslumbrante novela, La ciudad y los perros, que, por cierto, la Real Academia de la Lengua ha lanzado este año en una edición conmemorativa de las bodas de oro.
No obstante, ¿Quién mató a Palomino Molero? presenta un par de ventajas. La primera, que se trata de un texto muy breve y asequible, lo cual puede contribuir a hacer una cata en la obra de Vargas a alguna de esas personas (también sé que son muchas) que no lo han leído, por falta de oportunidad o porque, sencillamente, no les caiga bien el personaje. Una segunda ventaja es que en este novela aparecen, en mi opinión, muchas de las constantes que podemos encontrar en su narrativa: los ambientes rurales y prostibularios, la naturaleza desolada como expresión del mundo interior de los personajes, la ironía y el erotismo conviviendo en una prosa firme y consistente como una estatua de mármol. Todo eso está aquí, en esta novela del Premio Nobel 2010, novela negra y novela de guardias civiles: ¿Quién mató a Palomino Molero?, de Mario Vargas Llosa, Madrid, Punto de Lectura, 166 páginas de literatura excelente de esa que no podemos perdernos, porque viene de la mano de un maestro.
(Con la desrecomendación de esta semana intento demostrar dos cosas que no se excluyen mutuamente: que mi salud mental se está viendo seriamente afectada y que hasta los más grandes autores han firmado algún libro, pues el libro que desrecomendamos y destruimos esta semana fue La civilización del espectáculo, firmado, precisamente, por ya sabes quién).
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