A ver si te va a dar por ahí…

28 11 2013

A ver si se te va a ocurrir andar cerca de El Corte Inglés de Mesa y López mañana. A ver si te va a dar por meterte en el edificio donde está la librería (sí, ese, el que era Galerías Preciados) y subir a la séptima planta, donde está Ámbito Cultural. A ver si resulta que lo haces a las siete y media de la tarde y, por los lazos del demonio, te ves en medio del recital de hostias verbales que vamos a dar Emilio González Déniz y yo mismo para presentar esta fechoría reciente mía, La última tumba.

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Te lo digo porque no es que sea un acto precisamente para gente de buen vivir y entra en lo posible que tu reputación se vea seriamente mermada si da la casualidad de que al fin caigas por ahí y alguien te saque una foto y la publique. O de que alguien te vea y lo cuente. Imagínate qué papelón, porque ya sabes cómo es la gente de hablandurria y sabes, también, cómo son los rumores: todos mienten y se corren enseguida. Y a la que te despistes, cuando te vengas a dar cuenta, ya se habrán enterado tu cuñado, tu suegra y puede que hasta tu jefe.

Así que toca abrir el ojo y desparramar la vista: si lo tuyo es la corrección política, las novelas cómodas y los debates en los que se habla de cosas crudas, no te conviene estar mañana, a las siete y media, en Ámbito Cultural de El Corte Inglés. Si no es así, allá nos vemos, por supuesto. Seré el tipo calvo con gafas y risa de hiena.

A ver si nos vemos.

Wipha Mendi, desde Vitoria-Gasteiz, envía esta 'sugerencia de presentación'

Wipha Mendi, desde Vitoria-Gasteiz, envía esta ‘sugerencia de presentación’





Voces al tiempo

25 11 2013

El pasado viernes, en la Casa Museo Pérez Galdós, se presentó un libro importante: Voces al tiempo. Se trata de un volumen colectivo, editado por la Consejería de Política Social del Cabildo Insular de Gran Canaria con la colaboración del Instituto Canario de Igualdad (que se encargan de su distribución) y está escrito por seis personas cuyas madres fueron víctimas de violencia machista, esto es, que, en su infancia, vivieron la violencia muy de cerca y hubieron de abandonar sus hogares.

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Estas seis personas (cinco mujeres y un hombre) se sumaron voluntariamente a un proyecto coordinado por Mónica Pulido y Antonia Alduán que suponía un esfuerzo considerable: asistir, durante las tórridas tardes del pasado verano, a sesiones de trabajo de cuatro horas de duración cada una y enfrentarse a su pasado, para rescatar de él las claves que les permitieran entender algunos de los momentos más dolorosos de sus vidas, y, sobre todo, enfrentarse a su presente sin ira.

Con tesón, animado por la posibilidad de que su experiencia pudiera servir a lo demás, el grupo trabajó sin descanso hasta la redacción final de los seis cuentos que conforman el volumen. Ahora, Voces al tiempo está ahí, con el atractivo diseño de Reglade3, los apéndices analíticos y didácticos de Mónica PulidoMarta Silvera Roig y, sobre todo, los cuentos escritos por Noemí Fernanda Cabali Santana, Iván y María Belén Cabrera Perdomo, Amelie Lozano, Beatriz Morera Miranda y la propia Mónica, quien, como coordinadora, no descansó desde el momento en que surgió la primera idea hasta que todo el proyecto se convirtió en palabra.

Esas personas han hecho una intensa, en ocasiones dolorosa, reflexión sobre el pasado y sobre los mecanismos de la violencia de género, esa anacrónica y más radical prolongación del patriarcado, que lleva al microcosmos familiar todas las manifestaciones de la violencia (la física, pero también la verbal, la psicológica y la estructural), introduciéndola en el hogar, el lugar de la protección y el cariño, el sitio al cual nunca deberíamos temer ir.

Actualmente, nuestros sistemas punitivos permiten que los agresores no queden sin castigo. Asimismo, hemos desarrollado mecanismos comunitarios (acaso precarios, pero decididos) de atención a las víctimas. Sin embargo, el camino de la erradicación de este mal (la más cercana manifestación del Mal, así, en absoluto y con mayúsculas), pasa inevitablemente por la prevención.

A esa tarea pretende sumarse Voces al tiempo, un libro que nace pensado para su lectura y debate en las aulas, para provocar la reflexión entre las personas más jóvenes, pues si alguien puede hacer saltar de una vez el mecanismo, las ruedas dentadas de la violencia patriarcal, esas son ellas: las chicas y los chicos que pronto serán madres y padres y podrían resultar decisivos en el fin de toda esta infamia, que degrada por igual a mujeres y a hombres y a la que va llegando el momento de decir basta.





La II República Española y sus primeros representantes

24 11 2013

El 12 de abril de 1931 se celebran en España unas elecciones municipales que se decantan claramente a favor de las candidaturas republicanas. El 9 de diciembre de ese mismo año es aprobada la Constitución de la II República Española. Entre una y otra fecha tiene lugar un proceso pacífico, pero delicado y complejo, de transición. Este es el periodo al que Jorge A. Liria Rodríguez ha dedicado muchos años de esfuerzo e investigación, los cuales han dado como fruto La II República Española y sus primeros representantes, uno de esos libros que serán de mucha utilidad al lector interesado en la Historia y, sobre todo, a quien desee hacerse de herramientas que le ayuden a comprender nuestro presente.

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Con rigor, sin arbitrariedades interpretativas (al contrario que muchos seudohistoriadores que en los últimos años han llenado escaparates con sus revisionismos interesados sobre este periodo y el inmediatamente posterior), Liria divide su libro en cuatro capítulos. Los dos primeros están dedicados, respectivamente, al proceso de proclamación y a los primeros representantes surgidos de las elecciones de junio, incluyendo un interesante material: las fichas de todos y cada uno de aquellos hombres y mujeres que se convertirían en artífices del proceso constituyente. Los dos últimos dan cuenta de la redacción de la Constitución de diciembre de 1931, incluyendo los textos íntegros de su anteproyecto, los votos particulares al texto de la Comisión Jurídica Asesora y el texto definitivo.

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La aparición de este libro ha supuesto para mí una doble alegría. La primera tiene que ver con lo afectivo; la segunda, con la sed de conocimientos. Y es que este libro está escrito por un buen amigo historiador, que durante años ha aparcado su carrera para dedicarse a difundir las obras de otros desde diversos proyectos editoriales, y es justo que retome su labor investigadora; pero, por otro lado, el volumen representa una fuente de información (y formación) de valor difícilmente calculable y muy necesaria en este mundo donde Vidales, Moas y toda una caterva de opinadores de medio pelo ensucian constantemente la memoria de los justos con sus falacias y sus (por llamarlas de alguna manera) inexactitudes. Saber qué ocurrió realmente en aquellos meses, contra qué régimen constitucional concreto se dirigió el golpe de estado de julio de 1936, por qué y de qué manera salió realmente de España la dinastía borbónica, qué país era antes y cuál después de esa salida son preguntas que libros como este, cuyo único compromiso es con la Historia y con la verdad, ayudan a responder.

Si te interesa la Historia y te encuentras con él, no dudes en acercarte: La II República Española y sus primeros representantes, de Jorge A. Liria Rodríguez, editado en Madrid por Mercurio Editorial, 454 páginas para hacer luz sobre tanta penumbra.





Un camino a través del infierno

22 11 2013

Nuestro hombre en Tenerife, Javier Hernández Velázquez, visita hoy Gran Canaria para presentar su novela más reciente, Un camino a través del infierno.

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Protagoniza el detective Matt Fernández, viejo conocido de sus lectores, quien, en esta ocasión, se internará en las tripas y la trastienda de una campaña electoral buscando a la hija y al asesino de una mujer que ha sido asesinada justo delante de él. La cosa va, pues, de políticos, de corrupción y de cara B del disco del capitalismo, así que está (y seguirá) dando mucho que hablar, porque es lo que toca y, por suerte, continúan surgiendo textos como este, que alimentan y proporcionan argumentos al debate.

Pero no piensen que se trata de un panfleto: la novela de Hernández es rápida, violenta y está llena de humor (negro, eso sí), y el recorrido de Matt por Tenerife y Gran Canaria (sí, esta vez, para variar, un detective canario coge un ferry) es de esos que se hacen en volandas hasta la última página.

Un camino a través del infierno obtuvo una mención especial en el Premio LH Confidencial 2013 y sale ahora editada por M.A.R. Editor.

En la presentación, que tendrá lugar hoy mismo en Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Las Palmas de Gran Canaria, Javier Hernández estará acompañado por el compañero José Luis Correa. Como estos dos señores son el demonio en camiseta, yo, en tu lugar, no me perdería ese acto, que comienza a las 19:30.

 





Resistentes contra el silencio

20 11 2013

Aún no han entrado en los grandes mercados y gozan, por tanto, de la sinceridad y la frescura que sus autores algún día podrían perder. Circulan en ediciones en rústica de tirada corta que puedes conseguir solo en unas pocas librerías o en sus sucesivas presentaciones, a no ser que ya hayas dado el salto tecnológico y puedas adquirirlas en sus versiones digitales. La crítica los ignora y pocos lectores, más allá del ámbito familiar, laboral o amistoso, saben que existen. Pero ellos, nuevos autores, se visibilizan, se atreven a arriesgarse económicamente costeando y difundiendo ediciones dignas de su trabajo en solitario o a través de iniciativas en las que cooperan para difundir sus textos.

En Canarias son legión y sus esfuerzos editoriales recuerdan a las colecciones que durante la posguerra o la transición recogieron las obras de aquellos a quienes ahora mencionamos cuando hay que citar a los maestros. Esta analogía constata que quizá sea un error menospreciar su talento, pensar que, porque aún no han accedido al gran mercado, no tienen nada que decirnos.

Son francotiradores, guerrilleros de la palabra, escritoras y escritores clandestinos, una red de resistentes contra el silencio. Entre todos, forman una especie de suelo, ya regado y fertilizado, en cuyo seno están germinando semillas de raras y hermosas plantas cuyos frutos llegarán más pronto que tarde. Y es que, entre obras mejores o peores, se ve brillar el talento, se encuentran pequeñas perlas que es necesario tener en cuenta, o incluso páginas que muchos escritores profesionales hubieran deseado haber escrito.

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Sobre mi mesa hay, ahora mismo, unos cuantos libros publicados recientemente en mi ciudad en estas condiciones (autoediciones o ediciones realizadas gracias a pequeños esfuerzos colectivos), que, sin agotar la lista, pueden servir de ejemplo de la cantidad y variedad de textos que ofrece esta red de resistentes. Hay, por ejemplo, dos novelas: Chat, de Moisés Morán Vega y Tentar el destino, de Elena Villares Castellano. Ambas plantean argumentos policiales desde distintas perspectivas; si la segunda trata sobre la desaparición en Alemania de una joven y su búsqueda por parte de una abogada penalista, la primera es un violento thriller. Por diferentes caminos, se adentran en lo criminal con clara raíz insular. No todo es novela negra. También hay una breve y bien hilada novela corta de Bruno Rodríguez Romero, La hija del aparcero, sobre una familia conejera que, a principios del Siglo XX, cambia el Lanzarote (empobrecido por el cese del cultivo de la cochinilla) por los tomateros del sur de Gran Canaria.

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Además, hay sobre mi mesa poesía, mucha poesía. De entre tantos libros, mencionaré Hotel Madrid, Poemas, no solo porque es el más reciente, sino porque en él aparecen textos de muchos de las y los poetas que firman los otros. Surgido del Taller de Poesía Espejo de Paciencia, un laboratorio que ha sabido instigar sabiamente Juan Francisco González Díaz, recoge versos de sus 13 componentes, de diferentes edades y tendencias: algunos de ellos atesoran ya premios literarios y forman parte volúmenes colectivos anteriores. Incluso han publicado libros en solitario, como Sara Godoy, que editó en 2010 Lifting de letras con Cam-PDS (un libro de poemas que ahondan en la sencillez de lo cotidiano) o Isabel Santervaz, quien, este mismo año, firmó El bosque de Luisa, un curioso libro infantil publicado en edición bilingüe. De Hotel Madrid, Poemas (si insisto tanto en el subtítulo es porque existe una novela titulada Hotel Madrid, escrita nada menos que por Emilio González Déniz), me gustaría destacar, eso sí, por mera arbitrariedad sentimental, dos voces: las de Máximo González Guardia, de quien he leído algunas prosas que me indican que lo mejor de su obra está por llegar, y Desirée Jiménez Sosa, la más joven del volumen, talentosa todoterreno que muestra como poeta la misma destreza que ya he identificado en sus cuentos.

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En Hotel Madrid, Poemas, también participa Helio Ayala Díaz. Ayala Díaz no solo es poeta: también publicó recientemente Brevedades, un libro de microrrelatos que desde su aparición, hace unos meses, me ha deparado algunos momentos de grata lectura.

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Y hablando de microrrelatos: lo más reciente es Esquivando negruras, de Patricia Rojas de Leunda. Natural de Cali (Colombia), pero canaria de adopción, esta restauradora y conservadora de arte ofrece con este libro, editado por Naka, una segunda entrega de esos textículos que tan bien se le dan. La primera, Entre amorosos desamores, apareció en 2012, como Brevedades, La hija del aparcero y Chat, en NACE, un proyecto editorial autogestionado por un grupo de autores que se ha unido para visibilizarse.

Por supuesto, faltan muchos nombres y títulos en este post (que solo es un post y por eso ha nacido sabiendo que será breve). Esto es solo un pequeño recorrido por lo que hay ahora mismo sobre mi mesa. De hecho, el espectro de escritoras y escritores que ahora mismo están pariendo textos desde la soledad, desde casi el anonimato, obteniendo pequeños premios, dando a la luz humildes ediciones de libros que acaso merecerían el espacio en el escaparate del que disponen algunos autores que de él disfrutan sin merecerlo tanto, enfrentándose al silencio en una batalla que no saben si ganarán, pero que no dan por perdida.

Algunos desistirán. A otros, la fuerza de lo cotidiano y el ruido de fondo acabará por acallarlos. Pero algunas, algunos, acabarán triunfando, no por suerte ni por azar, sino por méritos propios, porque la batalla contra el silencio es también una batalla contra el tiempo y solo él, finalmente, decide quién merecía estar entre los buenos y quién no.

Pero tú, que buscas siempre la buena letra en medio de tanto bullicio, no les quites el ojo de encima: entre ellos, entre los guerrilleros, entre la resistencia, está el futuro y, acaso, el presente.





El ingenio contra el horror: Matadero Cinco

16 11 2013

Un libro singular de un escritor singular, el único tío capaz de introducir en un mismo argumento de forma coherente la Segunda Guerra Mundial, los viajes en el tiempo y los extraterrestres y hacer con ello alta literatura.

[Si quieres escuchar el podcast de La Buena Letra y La Butaca, solo has de hacer clic aquí]

Matadero Cinco, de Kurt Vonnegut, Barcelona, Anagrama, 188 páginas

Matadero Cinco, de Kurt Vonnegut, Barcelona, Anagrama, 188 páginas

El escritor es el norteamericano Kurt Vonnegut y el libro es Matadero Cinco, una novela inclasificable y estupenda, llena de humor negro, de ternura y sabiduría.

El argumento central es la vida de Billy Pilgrim, propietario de una óptica que ha participado en la Segunda Guerra Mundial y, como prisionero de guerra, ha sido testigo y víctima del brutal bombardeo de Dresde, aquella matanza innecesaria en el transcurso de la cual los aliados descargaron sobre la capital sajona 4 000 toneladas de bombas, devastando la ciudad y dejando un saldo de al menos 22 000 muertos.

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Pilgrim sobrevive a esta experiencia, vuelve a casa y continúa su vida. Pero 20 años más tarde, en la noche de la boda de su hija, es abducido y llevado al planeta Tralfamadore, cuyos pequeños habitantes pueden ver en cuatro dimensiones. La cuarta es el tiempo. Los tralfamadorianos viven simultáneamente en el presente, el pasado y el futuro. Y le enseñan a Billy a viajar así en el tiempo a cualquier momento de su vida. Por eso la novela está contada de manera no sucesiva, con saltos hacia delante y hacia atrás, pasando de 1967 a 1944 y de ahí a 1954 y así dale que va y volviendo a mostrar diferentes momentos de la vida de Pilgrim: su vida como prisionero de guerra, el momento en que su hijo va a la guerra de Vietnam o el día de la boda de su hija, en el que nuevamente es abducido por los tralfamadorianos. En la novela aparece también la explicación, más convencional, de la hija de Pilgrim: que toda esta obsesión de su padre por los viajes en el tiempo y los extraterrestres se debe a sus traumas de guerra, reactivados por un accidente en el que ha tenido una fuerte fractura de cráneo.

Pero eso da igual. El caso es que con este argumento disparatado, Kurt Vonnegut construye un prodigioso, divertido, pesimista y tierno retrato del Siglo XX y de la humanidad, en el que hace suculentas reflexiones sobre la pequeñez del hombre frente al cosmos, el consuelo de la religión, la devastación que somos capaces de producir en cuanto nos ponemos a fabricar máquinas de guerra o la implicación que todos, en último término, tenemos en los conflictos bélicos.

Por eso no es de extrañar que, aparecida a finales de los años sesenta, la novela se interpretara como un alegato en contra de la Guerra de Vietnam y que se convirtiera en un éxito absoluto entre la juventud progresista norteamericana.

Pero, leída hoy, continúa teniendo muchísima vigencia. El estilo rápido e ingenioso de Vonnegut, la forma en que alterna lo cómico y lo trágico, las reflexiones inesperadas, las digresiones históricas y las muñecas rusas que introduce en la novela, plagada de personajes curiosos y muy humanos, hacen que sea uno de esos libros que jamás se agotan.

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El de Kurt Vonnegut (1922–2007) es uno de esos casos en los que un gran éxito popular va acompañado de un merecido prestigio crítico. Vonnegut fue un muchacho de Indianápolis, hijo de inmigrantes alemanes, que interrumpió sus estudios para alistarse durante la Segunda Guerra Mundial. Y allí, en la campaña de Europa, fue prisionero de guerra y vivió como las bombas de quienes vestían su propio uniforme caían sobre una hermosa (y a esas alturas de la guerra, indefensa) ciudad. Esto es: Matadero Cinco está inspirado en sus propias experiencias.

Al volver a EEUU, realizó estudios de antropología y trabajó como redactor para una agencia de noticias, al tiempo que comenzaba a publicar sus primeros textos literarios. Matadero Cinco, su cuarta novela, fue la que le consagró como ácido y mordaz crítico de la civilización contemporánea.

Llegó a escribir 14, en las que con mucho sentido del humor y muchísima inteligencia. Vonnegut es uno de esos escritores muy técnicos, cuya técnica no se ve. El lector sigue un texto aparentemente coloquial, escrito como si estuviera improvisado, pero finalmente descubre que la novela estaba planificada hasta la última palabra, con una consistencia a prueba del análisis más meticuloso.

Así que no hay que perdérselo. En su obra hay unas cuantas obras maestras, como Madre Noche, Barbazul o El desayuno de los campeones. Pero esta es una buena forma de empezar a conocer a este maestro absoluto: Matadero Cinco, de Kurt Vonnegut, editado en Barcelona por Anagrama, 188 páginas deliciosamente perfectas.





La ola Camus

7 11 2013

Pese a sus inconvenientes, esto de las TIC no deja de tener sus ventajas. Según el señor Google, hoy es el centenario del nacimiento de Albert Camus.

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Es curioso: ayer mismo le mencioné en un encuentro con lectores y hace solo tres días analizamos en un taller El extranjero, novela que, siempre que puedo, pido a los talleristas que lean. Para mí, Camus es (como Borges, Cortázar, Woolf o Yourcenar) una ola que regresa periódica pero inesperadamente a la orilla de mi biblioteca: de vez en cuando, el lomo de cualquiera de sus libros me salta a los ojos o la memoria y vuelvo a tomarlo, a releerlo, a perseguir una idea, un hilo, una propuesta a través de sus novelas, su teatro y su ensayo. Así, durante días, manoseo sus libros (son ejemplares de bolsillo comprados o robados en diferentes periodos de mi vida, con excepción de una edición en tapa dura de El extranjero, prologada por Vargas Llosa, de aquella Biblioteca de Plata que me hizo conocer El poder y la gloria, El lobo estepario o No soy Stiller).

Al pensar en escribir esto, me pregunté cuándo había empezado mi relación con Camus. Gracias a los ex libris, compruebo que fue en 1988. Así que debo imaginarme a mí mismo en ese año, con 17 años, leyendo con estupor y algo de confusión la historia de Meursault, magra en adjetivos, en tropos y sentimentalismos. No necesito imaginarme, en cambio, leyendo El mito de Sísifo, porque recuerdo perfectamente aquella sensación de estar entendiendo perfectamente qué quería decir Camus en su lúcido ensayo y, sin embargo, estar seguro de que se me escapaba algo imprescindible e inasible. Certeza que, pese a bagajes y años, vuelvo a experimentar cada vez que vuelvo a leer que el suicidio es el único problema filosófico verdaderamente serio. En mis relecturas, esos dos libros (que fueron publicados el mismo año), suelen ir juntos. Pero de El mito de Sísifo suelo salir lanzado hacia El hombre rebelde, que, a su vez, me empuja hacia La peste (para mí monumental) y eso me hace saltar sobre El estado de sitio o El malentendido o Los justos. Finalmente, por mero gusto, acabo llegando siempre a Calígula, a quien Cesonia dice que la felicidad es generosa, que no vive de la destrucción, para escuchar de sus labios: “Entonces hay dos clases de felicidad y yo he elegido la de los asesinos”.

El final de la ola es siempre La caída, la más oscura y atrayente de sus novelas, el último de sus textos en caer en mis manos (para acompañarme, por cierto, en una situación hospitalaria dolorosa en todos los sentidos). No es raro que la idea, el hilo o la propuesta que había comenzado a seguir en cada caso acaben rebotando hasta Malraux, Cioran, Kafka, Levinas, Sartre o Martin Heidegger (no se me pregunte por qué: eso es lo que tienen las ideas cuando rebotan, que nunca se sabe adónde van a ir a parar exactamente), diluyéndose luego o fermentando ahí, en algún lugar de la orilla, aguardando hasta que retorne la ola nuevamente.

La última vez que la ola Camus me llegó a las rodillas, fue por causa de una conversación con un amigo sobre las posibilidades reales que se nos ofrecían de actuar contra esto que nos está pasando a todos, sobre el precio personal de la desobediencia civil. Así que la cosa comenzó por El hombre rebelde, que me llevó a El mito de Sísifo, y dale que va y vuelta a empezar en un desorden de libros de bolsillo de Alianza y de Edhasa, cien veces subrayados y anotados.

En cualquier caso, la magnética personalidad, la fina inteligencia, la sensibilidad de aquel sencillo niño argelino que acabó convirtiéndose en el más lúcido de los escritores franceses de su tiempo, de aquel Nobel cuarentón que la carretera arrebató a la tuberculosis para la muerte y la eternidad, no abandonan jamás a este lector que gusta de los libros que no quieren dar respuestas, sino plantear interrogantes.

Por eso me alegra que míster Google conmemore su centenario, aunque cierto es que, en mi casa, Sísifo deja caer de nuevo su roca cada tres o cuatro meses y entonces celebramos su cumpleaños.





La pluma del arcángel, Ximénez contra la tolerancia

3 11 2013

[Después de un paréntesis forzoso, dictado por algunas agradables obligaciones, vuelve La Buena Letra. Si quieres escuchar el podcast, con entrevista al autor incluida, solo has de hacer clic aquí]

La pluma del arcángel, de Carlos Álvarez. Hora Antes Editorial, 220 páginas

La pluma del arcángel, de Carlos Álvarez. Hora Antes Editorial, 220 páginas

En 2000 Alfaguara editó La pluma del arcángel, de Carlos Álvarez, una novela que había obtenido el Premio Benito Pérez Armas. Aquella edición se agotó pronto y esta historia ambientada en la Gran Canaria de 1520 ha permanecido descatalogada hasta este mismo mes, cuando Hora Antes ha vuelto a publicarla. Ocasión feliz, pues se trata, en mi opinión, de una de las mejores novelas históricas escritas en Canarias en las últimas décadas.

El asunto: a la isla de Canaria llega un nuevo inquisidor, Fernán Ximénez, un tipo austero, ambicioso, intransigente y amargado. Y esa llegada va a desordenar todos los muebles en la incipiente, heterodoxa y próspera sociedad isleña, en la que conviven en armonía cristianos nuevos y viejos, amancebados y prostitutas, aventureros y librepensadores, lejos de la alargada mano del Santo Oficio, en lo que es parte de la primera colonia española en ultramar.

A ese mundo diferente y tolerante, ese experimento social en el que conviven tantas culturas y formas de vivir, llega Ximénez con sus ínfulas y su intolerancia, para amargarle la vida a todo Dios: a Martín Toscano, judío converso que había venido a Canarias precisamente huyendo de Ximénez (que también es mala pata); a la vieja Farfana, hechicera, alcahueta y prostituta a sus horas; al teniente Múxica, mujeriego y valiente; o al mismísimo Diego de Herrera, el gobernador civil, con quien, desde el comienzo, el inquisidor entablará una la discordia que estallará necesariamente en un enfrentamiento entre la justicia civil y la eclesiástica.

Este conflicto es la espina dorsal de esta novela que, aunque breve, es populosa en personaje, tramas y subtramas, en historias dentro de historias, que entran con naturalidad en ella: cuentos de piratas; engaños tramados por alcahuetas y sirvientes (en divertidísimos guiños a la novela picaresca);  historias de tesoros ocultos y apariciones del Diablo, de aventuras bélicas pero también de faldas, y muchos pasajes erótico-festivos, en los que no se salvan ni las cabras. Y, sobre todo, hay personajes, de todas las procedencias y clases sociales (aparte de los mencionados, están el pescador Antón Carreño, el pregonero Nemesio Quiroga, Alonso de las Hijas y el mismísimo Cairasco de Figueroa, a través de cuya mirada se hace la luz sobre muchos de los aparentes misterios que se suceden en la novela). Todo eso la convierte en un prisma en el cual vemos los muchos colores de una sociedad de una riqueza inabarcable, que se abre a la modernidad, amenazada por el oscurantismo y la intolerancia medievales que se ciernen sobre ella y que Ximénez personifica.

Una novela histórica es aquella que, como quiso Walter Scott, indaga en el pasado sobre preguntas que afectan al presente, en una ficción verosímil en la que, junto a personajes históricos, aparecen otros surgidos de la imaginación del autor. No puede ser nunca (como sucede con cierta frecuencia) una colección de datos eruditos ni una sucesión de diálogos que se tornan artificiosos e increíbles porque intentan demostrar el esfuerzo que ha hecho su autor al documentarse (la documentación en una novela es como los efectos especiales en el cine: si está bien hecha, no se nota).  La novela histórica en y sobre Canarias ha conocido muy pocos títulos de interés, pues muy pocos han sido los autores que la han cultivado con acierto. Carlos Álvarez es uno de ellos. Conoce muy bien el oficio y sabe contar historias sin que los datos eruditos, la excesiva información estorbe el estilo, los diálogos o, en fin, las sucesión de estaciones del nudo, que son las cosas que hacen que un lector de novelas disfrute de la literatura.

A La pluma del arcángel le seguiría (años después) La Señora, Beatriz de Bobadilla, Señora de Gomera y Fierro, de la que ya se habló aquí, otro título estupendo para entender de dónde venimos y, acaso, adónde vamos. Ambos libros se leen muy bien juntos, aunque la anécdota y el periodo que abarca la segunda sean más amplios.

Carlos Álvarez es muy conocido también por sus libros criminales (Negra hora menos y Si le digo le engaño) y sus trabajos cinematográficos (fue guionista de Mararía y de Ciudadano Negrín, codirigiendo esta última), y aunque leonés, siempre ha estado muy vinculado a la vida cultural de las Islas. De hecho, él mismo bromea con el hecho de que «habla godo, pero escribe en canario».

En cualquier caso, La pluma del arcángel es una excusa estupenda para iniciarse en su obra o proseguir frecuentándola, porque es uno de esos libros que nos gustan: para leer rápido y pensar despacio.








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