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Te traigo esta semana la historia de George y Lennie, dos braceros que, en plena Gran Depresión vagan por la América rural, trabajando como jornaleros y persiguiendo el sueño de reunir lo suficiente para comprar una pequeña granja y retirarse del mundo. George, aunque inculto, es un hombre inteligente y con sentido común, que sabe cuidarse a sí mismo y cuidar también de su amigo Lennie, un gigantón que sueña con tener conejos para poder acariciarlos siempre que quiera. El cuerpo de Lennie es enorme y fuerte, pero su mente es muy débil, necesita que le protejan de lo que sus manos pueden hacer cuando desea expresar su ternura.
Así arranca De ratones y hombres, una novela publicada por John Steinbeck en 1937 y que pasó rápidamente al teatro y, de ahí, al cine. Tiene dos versiones cinematográficas: una de 1939, dirigida por Lewis Milestone y otra de 1993, firmada e interpretada por Gary Sinise.
En la novela, George y Lennie van huyendo de otra granja donde han tenido problemas por esa manía de Lennie de acariciar cosas suaves. Porque se le ha antojado acariciar la falda de una chica y, como en ese momento, la chica la llevaba puesta, lo han acusado de violación. Así que George le ha aleccionado para que se esté callado y se porte bien y no acaricie a ningún animalillo. Digamos que una caricia de Lennie es peligrosa: en su dulce inocencia, no se da cuenta de que sus manazas asesinan a los ratoncillos que adopta y acaricia incesantemente.
Así las cosas, van a llegar a una granja donde se encontrarán con otros desheredados, como Slim, el viejo Candy (quien se sumará a ese sueño de irse a vivir a una pequeña finca) y, desgraciadamente, Curley, el cruel hijo del patrón, quien, junto con su mujer, hará que se desencadene la tragedia.
Con una eficiencia no exenta de lirismo, y utilizando con sencillez los recursos del buen novelista (los objetos mágicos, los símbolos, las simetrías), Steinbeck va colocando todo en su sitio desde la primera página, construyendo impecablemente un edificio narrativo perfecto, sólido y consistente, adobado por unos diálogos magistrales en los que, con palabras sencillas, se nos sugieren asuntos muy complejos.
De ratones y hombres es una novela sobre la soledad, las desigualdades y la injusticia, pero también sobre la solidaridad y la amistad y el ansia de amor y aceptación que sienten todos los seres humanos. Sus personajes, incluso los más crueles, inspiran una cierta lástima, porque representan la cara B de una sociedad que no protege a sus miembros más débiles, quienes están abocados al dolor y a la desesperanza.
John Steinbeck, junto con Faulkner, Erskine Caldwell y Carson McCullers es uno de los grandes de la novela norteamericana y ya algún oyente nos había preguntado por las redes cuándo nos ocuparíamos de él.
Nació en 1863, en Salinas, California, hijo de un contable y una maestra. Nunca se graduó, y se dedicó a viajar por los Estados Unidos, trabajando como periodista free lance, como obrero en la construcción del Madison Square Garden y como guía turístico en el Lago Tahoe.
Pero, por suerte para nosotros, combinó todo esto con la literatura. Su primera novela, La copa dorada, sobre el Pirata Morgan, fue un fracaso. Luego escribiría otras obras, como A un Dios desconocido, pero el éxito le vendría precisamente con De ratones y hombres, que en 1937 tuvo una acogida realmente apoteósica y, como decía, fue inmediatamente adaptada al teatro y al cine con muchísimo éxito.
Ese sería solo el comienzo de su carrera. Seguirían unas cuantas obras maestras, como Las uvas de la ira, una novela en la que cuenta las andanzas de la familia Joad, un clan de aparceros que recorre la América Profunda enfrentándose a la pobreza y la injusticia, La perla, otra novela corta, ambientada en una aldea de pescadores mexicana, o Al Este del Edén, la más ambiciosa y compleja de sus obras y, por cierto, la preferida de Steinbeck. Estoy seguro de que si has leído esas novelas estás recordando obras que no te dejaron en absoluto indiferente cuando las leíste.
Y es que Steinbeck es de esos narradores que consiguen hacerse inolvidables. Es de los que buscan al ser humano, y lo encuentran, en el fondo de sus historias de perdedores, de desclasados y excluidos del discurso, de oprimidos por un sistema que solo les tiene en cuenta para aprovecharse de su buena fe y de su fuerza de trabajo.
Y, para introducirse en esta obra singular e imprescindible, se me ocurre que no hay nada mejor que esta novela que te traigo hoy, De ratones y hombres, donde se dan cita la crueldad y la ternura.