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Tú ya sabes que en Ceremonias en general y en La Buena Letra en particular no hace falta que sea 8 de marzo para que se hable de escritoras, porque suelo reseñar indistintamente a autoras y autores, según van cayendo y sus libros me llegan a las manos. Pero, aprovechando la fecha, la uso como excusa para hablar de una escritora grande y sorprendente, que quizá no mencionamos demasiado porque escribía cuento literario y en este país de bestias la narrativa breve, sencillamente, no goza de gran popularidad entre los lectores. No obstante, tú, que eres persona de buen gusto, sabrás apreciar lo que te traigo: una selección de Relatos breves, de Katherine Mansfield, con selección y estudio preliminar de Juani Guerra.

Relatos breves, de Katherine Mansfield, Madrid, Cátedra, 330 páginas
Mansfield nació en Nueva Zelanda en 1888 y murió a los 34 años. Comenzó a publicar a los 19 años, se vinculó al grupo de Bloomsbury. Fue amiga de D. H. Lawrence y la autora a quien nada menos que Virginia Woolf envidió. Como Rimbaud, como Capote, Carson McCullers o Mishima, fue uno de esos raros casos en los que la juventud no mella la calidad de la obra. Pero como fue una mujer bella y murió joven, como dejó a un viudo editor y a gente que la adoraba, el estudio crítico de sus textos fue sustituido por la vindicación de su figura. Para resumirlo: el personaje se ha antepuesto a la obra (quizá también le ha ocurrido esto mismo a los propios Mishima y Rimbaud).
Pero todo esto es anecdótico. Lo que hay que hacer es leer sus cuentos, que son inmensos en su brevedad, de una levedad solo aparente y una ejecución impecable.
Influida por Anton Chéjov, Mansfield compone sus historias como pequeñas ráfagas de realidad, en las que en torno a anécdotas cotidianas muy pequeñas, recrea el universo entero de unos personajes. Se dirá que esto es lo que hace cualquier buen cuentista. Y es cierto. Solo que ella fue, probablemente, la primera que lo hizo en inglés. Cuentos como “Garden Party”, “El alma moderna”, “El extraño” o (uno de mis preferidos) “La mosca” son hoy de referencia para cualquiera que se interese en cómo se cuentan los grandes temas desde lo más breve y, aparentemente, leve.
Rápida, inteligente, sensible, hábil constructora de personajes, su destreza para la sugerencia, para decir las cosas sin decirlas solo podemos encontrarla, probablemente, en su maestro, Chéjov.
Desgraciadamente, en nuestro país no ha sido suficientemente divulgada, acaso precisamente porque donde brilla es en el cuento y en España no es un género que se valore demasiado. Pero como yo sé que tú sí sabrás apreciarla, aquí va la recomendación: Relatos breves, de Katherine Mansfield.
Gracias por recordarnos la extraordinaria originalidad de Katherine Mansfield y su forma sencilla pero eficaz de contar sus historias. Todo un símbolo para las mujeres , les guste escribir o no… pero que seguro que les encantará leer sus relatos.
Gracias a ti, amiga, por tu comentario. Mansfield siempre me pareció muy grande.