[Te debía La Buena Letra de la semana pasada. Aquí está, con podcast incluido]
El año pasado participé en la presentación de un libro con portada irreverente y espíritu de fanzine. Se titulaba Papiromanía y, teóricamente, era un primer libro en común de autores casi noveles que ya habían hecho sus pinitos desde sus blogs, la prensa o, incluso, se habían atrevido a publicar algún volumen de ensayos bastante valiente. Pero aquello no se quedó allí, porque el boca a boca fue funcionando y porque, además, qué diablos, el libro no solo estaba bien escrito, sino que tenía desparpajo, inteligencia y originalidad. Los cuatro golfos que lo firmaban eran Juan José Rodríguez Barrera, Antonio Lino Rivero Chaparro, Ricardo Pérez García y Rubén Benítez Florido. A ellos se une ahora una guerrillera de la palabra llamada Elízabeth Hernández Alvarado. Juntos son como los cinco dedos de una mano. Y esa mano podría hacernos caricias, pero también se cierra en un puño para dar golpear el bajo vientre de la realidad con este Proesías que aparece ahora, publicado por Mercurio Editorial.
Como Papiromanías, Proesías es un libro almanaque que hubiera sido del gusto de Cortázar, Queneau, Girondo o Djuna Barnes. Ácido, irónico, inteligente, melancólico a ratos, brillante siempre, alterna cuentos, microrrelatos, poemas y hasta meras viñetas que simulan anuncios, convocando el asombro, la sonrisa, la franca carcajada, la inquietud y, sobre todo, el guiño cómplice a multitud de referentes literarios. En él hay fantasmas ligones, muñequitos de Papa Noel que han sido olvidados en las fachadas, curas de pueblo que parecen haberse vuelto locos, visitas al Puerto Astillero de Onetti o tipos que prefieren escribir sus propios libros porque no tienen dinero para comprar los de otros.
Conozco desde personalmente a sus cinco autores. A algunos desde hace mucho. A otros, por su participación, hace algunos años, en el Laboratorio Creativo Anroart. Me consta que su coalición en estos libros no es circunstancial; que es el fruto de una clínica creativa que alimentan con conciliábulos semanales desde hace ya bastante; que además que un grupo creativo (que lo son en sentido estricto), los papirómanos son una familia. Esa familia nos permite, volumen a volumen, formar parte de ella durante algunas páginas, disfrutar de ese espectáculo original y novedoso que son sus textos. Una oportunidad que yo, en tu lugar, no me perdería. Proesías, editado por Mercurio Editorial, 168 páginas de esas que nos gustan: para leer rápido y pensar despacio.
Es una enormísima responsabilidad lucir tal aval en la solapa. Espero, esperamos los papirómanos, no defraudar esta laudatoria. Ahora me quito la corbata y digo: ¡gracias, eres grande tío!
Gracias, Alexis, por tus comentarios. Mucho aprendimos contigo en aquellas horas de taller que recuerdo con nostalgia.
¡Gracias por estar siempre ahí, codo con codo, y por encima de todo, por los ánimos que da tu ejemplo para seguir escribiendo!