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La semana pasada se presentó en Las Palmas Palabrota poeta, de Federico J. Silva. Alguna vez ya hemos hablado aquí de Federico J. Silva, uno de los mejores autores de una de las mejores generaciones de poetas que ha conocido la literatura insular. Francotirador inteligente, irónico y lúdico, mas tierno al fin, nos trae ahora su último experimento: un libro de tautogramas escritos mediante una técnica combinatoria.
Te explico el palabro: un tautograma es un poema o verso formado por palabras que comienzan por la misma letra. Las técnicas combinatorias (tan características de las Vanguardias y de la literatura potencial) consisten en establecer juegos lingüísticos con reglas más o menos fijas a partir de las cuales el autor se propone hacer literatura, sometiéndose a esas reglas y extrayendo la estética oculta que hay tras las palabras.
En este caso, Federico J. Silva eligió al azar una serie de listas de palabras y, a partir de ellas (y a lo largo de diez años), fue componiendo poemas tautogramáticos (en general, de tema amoroso) desvelando o creando sentidos nuevos para viejas palabras o construyendo neologismos a partir de palabras que parecían gastadas. Digamos que es un juego. Pero un juego practicado con los elementos con los que los seres humanos nos jugamos la forma del mundo. Puede que no haya ningún juego tan serio.
Aun tomándose algunas licencias (introducción de artículos, conectores, etc.), el resultado es como una cachetada de aire fresco para un lector que agradece la acidez, la inteligencia y el espíritu lúdico que preside los 34 poemas que componen el libro y que tiene momentos estupendos, como estas estrofas del primer poema:
Te apostrofo en mi aun apócrifa, ay, adversidad:
adverbia mía, antagonista mía, adversidad adversativa.
Adviérteme aulaga asterisca, audaz seda,
acerca de mi afección y afanes,
que, adyacido, te advoco.
Sin ardites, sin argucias,
absorto amén de abstruso y abyecto,
abalorios afuera y ajorcas,
anónimo, andrajoso anhelo
te acucio acezante
alucinaria augusta.
Aquí en tu ardentía me abismo, abdicado de mí te abordo,
me apocopo, te acato, me acabas asaz,
me aglutinas, me artefactas, ah, el acabose.
Parece fácil, ¿verdad? Pues intenta hacerlo tú.
Por páginas así me parece que este, que huele (y muy bien) a Oliverio Girondo, a Guillaume Apollinaire y a Raymond Queneau, es uno de esos libros perfectos para iniciar el verano. Poesía de la buena y recién salida del horno: Palabrota poeta, de Federico J. Silva, publicada en Madrid por Ediciones Vitruvio, 56 páginas para pasárselo estupendamente jugando con la palabra, esto es, jugando con el mundo.
[…] nada de la magia de ese día y en el que le mostré, con orgullo de canario, un libro de poemas de Federico J. Silva, cuyos juegos supo entender. Recuerdo también mi primera Semana Negra de Gijón (la del año […]