Cronopios como estos y una guagua ardiendo

14 07 2014
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Con Shuba, que es de los míos. Foto: Marta Menéndez

Es muy difícil contar cómo es un viaje en montaña rusa cuando acabas de bajarte de la atracción. Pero, como prometí, intentaré dar algunas pinceladas que ayuden a entender lo afortunado y agradecido que me siento al volver a casa tras la Semana Negra de Gijón, con Dashiell Hammett bajo el brazo, además. Y sí, eso lo sabrás, me ha ocurrido algo realmente fantástico: La estrategia del pequinés obtuvo el Premio Dashiell Hammett.

A Gijón íbamos con unas cuantas alegrías apuntadas de antemano: la entrega del 33,33% del Premio Novelpol (los otros dos tercios iban para Rosa Ribas y Sabine Hoffman por su exquisita Don de lenguas), el hecho de que nada menos que el gran Paco Camarasa fuera a presentar La última tumba, el encuentro con Fernando López, a quien yo acompañaría en su presentación de Odisea del cangrejo.

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Con el gran Camarasa. Foto: Leer sin prisa

Pero el miércoles pasado, cuando salía hacia Gando, recibí el mazazo del fallecimiento de Josep Forment, uno de los que apostaron por La estrategia del pequinés y por su pobre autor cuando ni uno ni otro apenas existían. Ha sido agridulce pisar los mismos sitios por los que pisé con él hace un año hablando de libros y literatura, de edición y del futuro de la palabra en el mundo ancho y ajeno. Pero he tenido la suerte de encontrarme con buenos amigos que también le conocieron y celebrar su paso por nuestras vidas.

No puedo pormenorizar y se me escaparán muchos, pero cito de memoria algunos momentos realmente mágicos de este año:

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Foto: Leer sin prisa

Las Casas Ahorcadas paseando su alegría conquense por Gijón, con Sergio Vera a la cabeza; el equipo Arretxe-Abasolo proveyendo buen vino; Leersinprisa y Juan Carlos Galindo mostrando sus cuadernos impolutos; José Ramón Gómez Cabezas entregando el novelpol a la una de la madrugada; los gratísimos momentos con Rosa Ribas y con sus padres, que me han hecho entender de dónde le viene esa magia que tiene a su alrededor; Javier Manzano desplegando su generosidad atenta en cada mesa; Martin, Daniel y Laura poniendo ojos a aquello que los demás no sabemos ver; las peleas con Rubén por llegar antes a pagar; Carmen Moreno, sobreviviente de la asfixia, dedicándome sus libros; el descubrimiento de Gabriela Cabezón Cámara, de Mercedes Rosende, de Horacio Convertini, de Charly, de Martin Roberts, de Lilit, de Milo; la maratoniana sesión de tango con la barra argentina (Carlos Salem, Marcelo Luján, Gabriela Cabezón Cámara, Horacio Convertini, José Muñoz, Fernando López, Iñaki y no sé cuántos cronopios más), con quienes cantamos todos los tangos menos dos, que no se han escrito; los comentarios sobre las peripecias del Botas con Paco Gómez Escribano; la aparición estelar y fulgurante de Félix G. Modroño, con su reciente Ateneo de Sevilla; los ratitos con Kari y Nacho Cabana, tras sus pantagruélicos festines asturianos; las charletas con Galindo sobre ese mago oscuro llamado Jim Thompson; las mujeres mineras, que no dan un paso atrás ni para coger impulso; los cigarros putilla y la sonrisa santa del gran Víctor del Árbol; un momento en que unos saxos tocaron el Himno de Riego para Juan Madrid; un cómic sobre el asesino de Green River obsequiado por Cruce de Cables; Thalía Rodríguez siendo llamada chiquitina por todos esos amigos que lo quieren a uno, comenzando por Laura Muñoz; Tony, Iñaki y yo, viendo aterrorizados cómo una gaviota atracaba a un señor que comía churros; el cariño y el buen hacer de la organización del festival, desde el primero al último: Pablo, Marta, Lorena, José Luis, Ángel, Javier, Luis; todas las cosas lindas que cronopios como estos puedan llegar a darle a uno y más. Y una guagua ardiendo.

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Con Rosa Ribas, recibiendo el 33,33 por ciento del Novelpol. Foto: Martin Roberts

Y ahora uno vuelve a casa y se encuentra con todo ese cariño (y con el que le esperaba aquí) que no sabe ya cómo va a ser capaz de agradecer, sino prometiendo que intentará hacerlo mejor la próxima vez.

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Ahora toca volver a la realidad, pero habrá una pequeña celebración de este premio, aprovechando un acto que estaba previsto desde bastante antes: el próximo viernes 18 de julio, en la Librería Nogal, a las 19:00, haremos una pequeña lectura íntima de algunos fragmentos de La estrategia del pequinés. Llevaba el título de El ladrido del pequinés cuando la anunciamos hace ya un mes. Sigue llevando el mismo, aunque hay que incluir un subtítulo: el perro chico sigue ladrando.


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3 responses

14 07 2014
Paula Nogales (@paula_canarias)

Ya cansino darte la enhorabuena 😉 pero qué bien escribes las crónicas, Alersi.
Lo de la gaviota asesina (huy, gaviota que atraca, tachán, tacháaann), y la guagua on fire tiene su punto entre onírico y gamberro.
Abrazos siempre.

14 07 2014
Riforfo Rex

Está bien eso de quemar la guagua en la que viajaban los escritores de novela negra. ¿Cómo se lo van a montar el año que viene? ¿Cometiendo un asesinato en directo? Saludos al perrito.

14 07 2014
Miguel

Enhorabuena

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