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Sí, soy un impresentable, porque he tenido este blog (y La Buena Letra) muy abandonados durante algunas semanas. Pero, para compensar, te traigo una novelaza de esas que todo el mundo cree conocer pero muy pocos han leído, y que, encima, aunque escrita a principios de los años cincuenta, me parece de una vigencia absoluta y la firma un autor interesantísimo al que vale la pena acercarse.
Te hablo de Espartaco, la novela que Howard Fast escribió en 1951 y que dio pie a una película histórica en todos los sentidos, porque no solo es ese su género, sino que cuando Kirk Douglas se empeñó en que en la película de Kubrick figuraran en los títulos de crédito los nombres de Howard Fast y del guionista, Dalton Trumbo, estaba rompiendo oficialmente con el macartismo y con la lista negra.
Ambos (Trumbo y Fast) llevaban años sin poder firmar con su propio nombre nada en Estados Unidos. El primero, de quien hablamos hace unas cuantas semanas, había figurado entre los Diez de Hollywood. El segundo, se había negado a dar los nombres de quienes contribuyeron a auxiliar a los huérfanos republicanos durante la Guerra Civil Española, y por ello lo enviaron a la cárcel y sus libros, principalmente Ciudadano Tom Paine (una novela histórica sobre la vida de Thomas Paine), fueron prohibidos en EEUU por orden de J. Edgar Hoover. Y allí, a la sombra, Fast, un judío norteamericano de ascendencia anglo–ucraniana, comenzó a interesarse por la historia del gladiador tracio que comandó la rebelión de esclavos que marcó el fin de la República romana. Pero, claro, cuando acabó el libro, ninguna editorial quería publicárselo, porque estaba en la lista negra. Así que hizo lo que ningún autor debe hacer: se lo editó él mismo. Y tuvo suerte: se vendieron 40 000 ejemplares en tapa dura y varios millones más en los años que siguieron. La novela fue traducida a 56 lenguas antes de que diez años después Kirk Douglas decidiera adaptarla al cine.
¿Por qué ese éxito de Espartaco? Uno puede decir que porque se trata de una historia épica, que habla sobre la libertad y sobre héroes peplum, lo cual siempre da momentos entretenidos de domingo por la tarde. Pero, cuando uno lee Espartaco se da cuenta de que el éxito se debe, sencillamente, a que Howard Fast es un escritor formidable.
Para empezar, la forma de composición de la novela es exquisita: la historia comienza cuando ya los esclavos han sido vencidos y sus cadáveres se exponen, crucificados, a lo largo de la Vía Apia. Esa vía la recorren varios jóvenes romanos que se dirigen a Padua y que, en un alto en el camino, se encontrarán con Graco, Cicerón y Craso, tres figuras históricas contrapuestas cuyas vidas han dado un vuelco tras la rebelión de Espartaco. A través de sus recuerdos, de aquellos que han visto o les han contado, de cómo se desarrollan las relaciones entre ellos, va a haber no solo un acercamiento hacia esta figura legendaria del esclavo tracio que logró poner en jaque a Roma, sino un viaje hacia la psicología del dominador, del privilegiado, de aquel que vive sin conciencia de maldad en un sistema cosificador e inhumano.
Es, también, una novela sobre los periodos de cambio de paradigma económico y, por tanto, de cambio de modelo social; esos cambios, como se dice en la novela, que no vemos venir porque se producen tan lentamente que son casi imperceptibles. Y es, por supuesto, una novela sobre la libertad y la justicia, sobre cómo un modelo económico que privilegia a una minoría puede sostenerla sobre la cosificación y la explotación de muchos otros, al mismo tiempo que se crea una enorme masa social que consiente al estar dominada por la miseria moral.
Así pues, Fast construye una novela compleja, inteligente, que trata sobre la humanidad como fenómeno colectivo pero también se acerca al fenómeno humano individual, a su interioridad, hablando de sus pasiones y posibles virtudes, mostrándonos lo peor pero también lo mejor que puede haber en nosotros mismos. Con un hábil manejo de la intriga narrativa, nos lleva a través de pasajes bellísimos y nos hace pensar mucho mientras recorremos este singular periodo histórico.
A Fast lo estamos redescubriendo en España ahora. Parte de la culpa, la tiene editorial Navona, que está publicando las novelas policiacas que firmó en su momento con el seudónimo de E. V. Cunningham. La primera es Sylvia, que publicaron el año pasado. La segunda, Sally, más reciente. Tanto una como otra son también verdaderas sorpresas, porque, igual que Espartaco trasciende el género histórico o la simple novela de aventuras, estos dos títulos son mucho más que novelas negras al uso.
Así pues, Howard Fast es un nombre del que yo compraría todo lo que viniera impreso. Y se puede empezar por sus novelas policiacas o por sus novelas históricas, pero no hay que perdérselo. Yo, en estos días, quizá porque la política lo invade todo y en este libro he descubierto respuestas a algunas preguntas que me hago cuando veo cómo algunos y algunas se intentan aferrar al poder, recomendaría, para empezar, Espartaco, publicada en Barcelona por Edhasa, 499 páginas de perfecta literatura.