Nos vamos a Schamann

28 11 2012

Me nacieron y criaron en los bloques del Patronato Francisco Franco en Escaleritas, y no salí de ese barrio hasta los veintitantos años. Luego viví algún tiempo en Don Pío Coronado, compartiendo piso con mi hermano de letras y vinos, Antonio Becerra. Así que mi infancia y juventud están llenas de Cine Sol, Cine Plaza y Cine Apolo, de pollos asados en la calle Zaragoza, de Vídeo Club Apavi (¿se escribía así?), de galgos y de piscina 29 de abril. De hecho (lo confieso), la primera vez que envié flores fue a una niña de mi clase, que vivía en la calle Sor Simona y que no me hizo jamás maldito el caso porque yo era un gordito fondón que llevaba el pelo de cualquier manera y apestaba a colonia Brumel (mejor cuanto más cerca y en las distancias cortas es donde un hombre se la juega, inútil si la chica no te deja ni acercarte), rechazo sin el cual acaso no me dedicara hoy a lo que me dedico ni sabría amar como es debido a quien hoy amo.

Quizá por todo eso en algunos de mis textos aparecen el barrio de Schamann y el de Escaleritas. Por eso en Los tipos duros no leen poesía Eladio Monroy se hace seguir por la plaza de Don Benito y en La estrategia del pequinés (que aún no ha salido) uno de los personajes centrales vive y tiene negocio en la mismísima calle Pedro Infinito. Y quizá también por eso y porque voy a estar en compañía de buenos amigos a quienes, además, admiro, será un placer estar el viernes en este evento, que es el número 6 entre otros muchos.

Si eres un chamanero o chamanera de pro, o si, simplemente, te apetece pasar un buen rato entre libros y charletas, allá nos vemos.