Otro adelanto de Morir despacio

15 11 2012

Morir despacio ya tiene presentadores y lugar de presentación. Como aún quedan cosas por confirmar, me callo nombres y lugares por el momento. Pero te doy la fecha de la puesta de largo: 5 de diciembre de 2012. Hemos pensado en esa fecha para que puedas llevarte algo para leer durante el puente.

Para que te vayas entreteniendo, te dejo el inicio de un capítulo, titulado:

Portada diseñada por Montecruz, por supuesto.

Banderas de Soria

El apartamento de Ito estaba situado en el piso octavo de un edificio que miraba, de un lado, a la avenida Marítima y el mar y, del otro, a la plaza del Fuero Real de Gran Canaria, más conocida como plaza de la Fuente Luminosa. Como la vivienda hacía esquina, desde las ventanas de su salón se podía disfrutar de ambas vistas: o el mar, ahora azul claro y tranquilo, con el Muelle Exterior paralelo al horizonte, en medio de las plataformas y los grandes mercantes atracados o fondeados en la bahía; o la plaza, en cuyo extremo ondeaba la Bandera de Soria, una gigantesca enseña de Gran Canaria que el político de ese nombre había alzado allí cuando presidía el Cabildo y que había motivado chistes en todo el territorio nacional (la mayor parte provocados por sus exageradas dimensiones, sus costes rayanos en lo absurdo y su absoluta inutilidad).

Cuando Ito le hizo pasar al salón mientras él, todavía en albornoz, iba al dormitorio para cambiarse, Monroy se quedó mirando aquel horror azul y amarillo, que siempre había visto solo desde abajo. El anfitrión, a su regreso, lo encontró aún así, apoyado en la ventana.

—A esta altura, parece una gilipollez todavía más enorme, ¿verdad? –dijo Diego Suárez, adivinando los pensamientos del recién llegado–. Un monumento al patrioterismo barato; como si tuviéramos complejo por tenerla pequeña.

—No hay mejor manera de describirlo.





Más cara que un zapato

31 03 2012

No tengo nada en contra del P2P. En el fondo, es como si compraras un producto cultural y luego lo regalaras a un amigo, por pura generosidad, por puro afán de difusión. Lo que me saca de mis casillas son las páginas que se lucran vendiendo lo que no es suyo y que, encima, llaman al robo «libertad de expresión». Por ejemplo (y es solo un ejemplo, pero hay muchas más), esta página  cargada de publicidad ofrece la descarga de un libro que yo escribí con mucho esfuerzo (mientras por las noches me ganaba la vida poniendo copas hasta la madrugada) y que un pequeño editor, con no menos dificultades (si crees que ser editor es un chollo, intenta ser editor en Canarias), logró poner en el mercado. Por supuesto, ni remunera al editor ni a mí. Esto equivale directamente a una sodomía no consentida. No obstante, los responsables de la página en cuestión no se limitan a eso, sino que, encima, nos echan el aliento en la espalda potenciando esta campaña. A esto el propio Eladio Monroy lo llamaría «tener más cara que un zapato».

(Por cierto, lo que ofrecen para descargar es el texto de la primera edición, no tan cuidada como la segunda. Aunque, se me ocurre, quien haga la cutrada de realizar esa descarga, seguro que no será demasiado exigente).

Tú, evidentemente, eres libre de hacer lo que quieras, pero has de saber que la serie de Eladio Monroy no ha sido digitalizada por Anroart Ediciones, la editorial que posee actualmente los derechos sobre estas obras, que Tres funerales para Eladio Monroy, Sólo los muertos y Los tipos duros no leen poesía han sido digitalizadas y puestas en circulación sin permiso y que cuando te las descargas, supuestamente «de forma gratuita» (que tampoco), estás contribuyendo al lucro de otros que no son aquellos que trabajaron para crearlas.

Yo no soy Lucía Etxebarría. Para empezar, no tengo ni agente literario ni el aparato mediático y comercial que ella tiene a su alrededor. Y, además, no opino igual que ella. Que un usuario comparta contenidos con otro no me molesta. Por ende, voy a seguir escribiendo y publicando, porque sé que todo el monte no es orégano y que, en el fondo, quienes hacen estas cosas y quienes son cómplices de ellas (a sabiendas de lo que hacen) son muy pocos; sé que la mayoría de los consumidores de productos culturales no es realmente consciente de lo que hace al descargar desde este tipo de páginas.

Pero sí que reclamo, al menos, mi derecho a hacer saber que me han robado (igual que le han robado al editor, al maquetador, al ilustrador del libro) y que ahora alguien vende (porque sí, porque no es que lo difunda desinteresadamente, sino que se lucra a su costa) el producto de mi esfuerzo sin ofrecerme remuneración ni compensación alguna. Y reclamo mi derecho a dejar claro que esto no es asunto de libertad de expresión, sino de supervivencia de un escritor pequeñito (que, además, lleva años regalando textos en este blog en el que no has visto jamás el logo de un solo patrocinador) y de la pequeña editorial con la que trabaja.

Curiosamente, en estos días, estudiábamos el editor y yo la forma de ofrecer la Serie Eladio Monroy a un precio módico en formato epub, ofreciendo, además, como contenido extra, algunos cuentos que tienen a Eladio Monroy como protagonista; sin embargo, por motivos evidentes, ya no sabemos si valdrá la pena.

Ahora tú, consumidor de contenidos culturales, con esta información, verás lo que haces.





Amial Cedrón ya está en el país

22 06 2010

Portada española de Las fauces de Amial

Portada española de Las fauces de Amial

Ayer, en Ámbito Cultural de El Corte Inglés de Las Palmas de Gran Canaria, un buen grupo de amigos y amigas se reunió para darle la bienvenida a la edición española de Las Fauces de Amial (Las Palmas de Gran Canaria, Anroart Ediciones, junio de 2010). Les dio igual «La Roja» y que fuera lunes. Estuvieron allí escuchando a Bruno Pérez y a Eva Marrero, que hablaron de este libro y lo defendieron como si fuera suyo. Además de eso, hubo intervenciones del respetable pero, sobre todo, hubo… ¡CHOCOLATE!

Ahora en serio: muchas gracias a quienes pudieron acercarse por allí. También a quienes colaboraron en la organización de esta presentación y a quienes dieron la cara por este libro tan diferente a todo el resto de mi trabajo.

A Las fauces de Amial sólo le queda que te acerques por la librería, te hagas con tu ejemplar y des tu opinión sobre este libro de espantos y pasteles.





Agonías insulares

5 06 2010

unamuno2

Voy a comenzar confesando, ahora que estamos en la más estricta intimidad, uno de mis vicios: Miguel de Unamuno.

No sé si les ocurrirá igual a sus otros admiradores, pero yo me enganché a Unamuno por sus novelas. La tía Tula, Abel Sánchez, La novela de don Sandalio, jugador de ajedrez, y las más conocidas, San Manuel Bueno, mártir y Niebla fueron algunos de mis libros de adolescencia. De ahí, es fácil llegar a Del sentimiento trágico de la vida o En torno al casticismo, o acabar dando con De Fuerteventura a París, para conocer al Unamuno poeta.

¿A qué viene todo esto? Pues a que hace poco se han celebrado en Gran Canaria unas jornadas en torno a Unamuno y a que, en el marco de esas jornadas se presentó un libro que se titula Las agonías insulares de Miguel de Unamuno, que es, ni más ni menos, una edición anotada de sus textos sobre Canarias. La edición está al cuidado de Bruno Pérez Alemán, un filólogo y poeta bastante joven que, debe de ser, en Canarias, una de las personas que más sabe sobre este imprescindible filósofo y escritor vasco.

¿Qué nos encontramos en Las agonías insulares de Miguel de Unamuno? En primer lugar (tras unas “Palabras liminares” de ese maestro que es, para toda mi generación, Eugenio Padorno), un esclarecedor estudio acerca de la relación de Unamuno con Canarias. Como es bien sabido, Unamuno conoció un exilio de unos meses en Fuerteventura en 1924. No tan conocido es el hecho de que ya hubiera estado en 1910 en Gran Canaria, recorriendo sus municipios, interviniendo en actos públicos donde pronunció tres conferencias y trabando amistad, entre otros, con Alonso Quesada, de quien prologaría El lino de los sueños.  Este estudio lo firma Bruno Pérez y viene a ser, creo, un resumen, asequible para el lector medio, de sus trabajos sobre don Miguel. Y después nos encontramos de todo: artículos, poemas, cartas, entrevistas, discursos, reflexiones. Absolutamente hasta la última palabra que el rector de Salamanca escribió en Canarias o sobre Canarias. Hay, incluso, un apéndice que incorpora dos textos inéditos, uno de ellos un diario que Unamuno ocultó por si le registraban mientras estaba confinado. No me negarás que la cosa tiene morbo…

Yo acabo de terminar de leer este libro y todavía estoy fascinado. No sólo porque brilla, como siempre, la inteligencia de Unamuno, su forma de jugar con las palabras (recuerda su “venceréis, pero no convenceréis”), su ironía y su pesimismo lúcido, sino porque en su forma de hablar a la sociedad insular de aquella época, vemos que esta se hallaba aquejada de algunos males que no parecen estar tan lejanos: el aislamiento, el riesgo de empobrecimiento espiritual si sólo nos preocupamos por el comercio y el turismo, la pérdida de tiempo en cuestiones localistas, como el pleito insular y los puertos francos (muy polémicas en 1910), mientras se pierden de vista los verdaderos problemas de la política, como la defensa a ultranza de la legalidad, el equilibrio y la justicia social.

Para botón, una muestra, así que reproduzco un pequeño fragmento en el que Unamuno se refiere a las quejas derivadas de polémicas relacionadas con el pleito insular y los puertos francos (si piensas que ya no se habla de estas cosas, que hemos progresado mucho, deberías echar un vistazo a los editoriales de la prensa insular):

Desde que llegué aquí (…), estoy oyendo hablar del problema local. Perdonad que un forastero un poco rudo, os diga que yo no he visto hasta ahora en ese problema sino querellas domésticas, luchas por distinciones, algo de vanidad colectiva, escapes del “aplatanamiento” y rencillas kabileñas. No dudo de la justicia de una porción de reclamaciones; pero muchas veces, en vez de acusar a la lentitud burocrática, no estaría de más mirar si no es peor la lentitud del propio espíritu. He oído quejarse de que hay hijos ilustres de esta tierra que se van y no vuelven. Yo comprendo, porque cuando voy a la mía, me apena ver las rencillas domésticas a que viven entregados.

También os quejáis de la política. Pero, ¿es que puede llamarse política a dar vueltas y más vueltas a una cosa y buscar en la Península abogados a quienes dais como honorarios un acta? Eso no es política. Nunca se ha llamado químico a un buhonero de drogas.

No reduzcáis vuestros ideales a la pequeñez de estas Islas; henchidlos con la grandeza del mar, que es el que debe brisar vuestros ensueños.

“Discurso de los juegos florales”, pronunciado en el Teatro Pérez Galdós el 25-VI-1910.

Para forofos de Miguel de Unamuno, para amantes de la buena literatura y para aficionados a la Historia. Pero, también, para todo aquel que quiera averiguar cómo veía este observador implacable a la sociedad canaria de entonces, que no era demasiado distinta a la nuestra. Quizá, viéndolos con sus ojos, entendamos mejor algunos de esos problemas de los que hablamos todos los días.

Las agonías insulares de Miguel de Unamuno, edición de Bruno Pérez Alemán, en Anroart Ediciones. 435 páginas para disfrutarlas, pero también para pensarlas.








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