El hombre que me regaló África

11 02 2019

Ocurrió en la BCNegra de 2010 o 2011. O acaso en una edición anterior. Allí estábamos, en el cóctel de bienvenida, José Luis Correa y yo con José Luis Ibáñez, que iba a presentarnos al día siguiente. Escritores ultraperiféricos, disfrutábamos del hecho de poder codearnos con autores de prestigio internacional. Correa tenía más experiencia pero para mí era la primera vez. De pronto, vimos a Petros Márkaris e hicimos lo que habría hecho cualquier otro fan: corrimos hacia él y le pedimos sacarnos una foto. Accedió enseguida, con esa amable seriedad tan suya. Cuando ya finalizaba el asalto, le contamos en mal inglés que nosotros éramos escritores canarios, esperando tener que explicar a continuación dónde estaban las Canarias. Pero Márkaris, inmediatamente, preguntó de qué isla y cuando le respondimos que de Gran Canaria, su cara se iluminó y nos dijo que, por favor, no olvidáramos darle recuerdos suyos a Antonio Lozano. Nosotros, que pensábamos que un escritor griego no tendría ni idea de qué eran las Islas Canarias ni de dónde quedaban, desconocíamos que hacía ya años él había estado en Agüimes, invitado por Antonio Lozano. Creo que esa anécdota muestra alguna de las cualidades de Antonio: ponía sitios en el mapa, conectaba personas y lugares que quizá se habrían ignorado mutuamente de no ser por él.

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Había nacido en Tánger, pero fue en Agüimes donde decidió quedarse. Y eso fue un regalo para Agüimes, para Gran Canaria, para Canarias en su conjunto y puede que hasta para todo el país, porque supo hacer de ese municipio punto de conexión y encuentro entre Europa, América y África mediante dos eventos anuales imprescindibles.

Cuando conocí a Antonio Lozano (debió de ser en 2006) yo ya conocía su fama de concejal, activista y gestor cultural en el municipio de Agüimes, como hombre inteligente y bueno. Y el hombre era igual a su fama. Desde entonces, Antonio ha sido para mí lo que, supongo, para todos: una sonrisa constante, una generosa hospitalidad, una inteligencia que te ayuda a replantearte esas que tú creías verdades y que no eran más que creencias.

El oficio nos hizo compartir muchas mesas de conferencias y un buen puñado de aviones. A veces solos, a veces con otros compañeros, como Correa. Pero siempre gozando, al menos por mi parte, de la compañía de un buen amigo que había visto mucho mundo y, lo que es más importante, lo había mirado bien y sabía acercarte a realidades ajenas a la tuya, desde convicciones firmes pero con un espíritu de tolerancia del que raras veces he sido testigo.

Su obra literaria también es así. Desde su inicio, con Harraga (cuyo protagonista era un joven marroquí que se veía involucrado con las mafias de la inmigración ilegal) hasta su título más reciente, una novela sobre Nelson Mandela especialmente dedicada a los jóvenes, no ha cesado de hacernos reflexionar sobre realidades que sentimos ajenas cuando en realidad las tenemos tan cerca. De ello dan cuenta Donde mueren los ríos, El caso Sankara, Un largo sueño en Tánger o la también juvenil Me llamo Suleiman, tan importante que dio pie a una exitosa adaptación teatral y hoy se estudia en las aulas para centrar el debate en torno a la tolerancia y el diálogo intercultural. Mención aparte merecen sus novelas policiacas, protagonizadas por el detective José García Gago y ambientadas en Gran Canaria: Preludio para una muerte y La sombra del Minotauro.

Pero, aparte de su obra literaria, aparte de su gestión cultural, para mí Antonio es el hombre que me regaló África, que me enseñó que (como dice Ángeles Jurado), África no es un país y me descubrió su amplia y variada riqueza cultural. Desde cosas tan tontas como su receta para el cuscús a las literaturas de Moussa Konaté, Ken Bugul o Yasmina Khadra, que él me mencionó antes de que aquí lo conociera casi nadie. Todo eso, toda esa apertura en la mirada, habré de agradecérselo siempre.

Como suele decirse cuando muere un buen escritor (como yo mismo he dicho) nos quedan sus libros. Pero para mí (para sus amigos) no es suficiente. Voy a echar mucho de menos a Antonio. Que nos llamemos de vez en cuando, que nos critiquemos mutuamente los textos, que nos recomendemos libros, que quedemos a cada momento para un cuscús o un codillo que al final solo podíamos compartir una, acaso dos veces al año, que ocupemos los asientos de emergencia del Binter para sentarnos frente a frente o buscar hueco en una feria del libro o un festival para ir a comer solos y hablar sobre lo humano y lo divino. Y sé que lo voy a añorar todavía más en estos tiempos de griteríos y frentismos, de dogmatismos irreductibles y empobrecimiento del discurso, en los que tanto necesitamos a personas como él, que sabía hacernos mirar hacia las cosas importantes, que sabía hacernos volver a creer que otro mundo es posible.





Despertar en Tánger

7 06 2015

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Tánger. La ciudad franca, multicultural y colorista, que atrajo a Jane y Paul Bowles, a Burroughs, a Tenesse Williams, a Visconti o a Jean Genet. Ciudad, también, donde nació Antonio Lozano, un escritor que aquí queremos mucho, y donde se sitúa su novela más reciente: Un largo sueño en Tánger.

Un largo sueño en Tánger, de Antonio Lozano, Almuzara, 172 páginas.

Un largo sueño en Tánger, de Antonio Lozano, Almuzara, 172 páginas.

«Era el gran Tánger, nuestro Tánger. Eso es, cuando Tánger aún era nuestro, antes de que nos lo quitaran. Porque nos lo quitaron, nos fueron echando poco a poco hasta que quedamos cuatro gatos, un puñado de tangerinos de toda la vida. Unos cuantos españoles, franceses, italianos, ingleses y pare usted de contar». Esta es la nostalgia que recorre parte de Un largo sueño en Tánger, y la que siente, en principio, su protagonista, Isabel, una española de edad madura que ha vivido toda su vida en la ciudad y a quien nos encontramos, al inicio de la novela, en estado de coma, tras un accidente en taxi.

A través de las visitas que recibe y, sobre todo, en el tiempo sin tiempo de sus recuerdos, Isabel va a ir entendiendo que ese Tánger que ella añora no solo ya no existe, sino que acaso no existió nunca, sino que era un constructo, una imagen ideal que los europeos, europeos como ella, se habían hecho de una ciudad y de un país cuya realidad ignoraban mientras se reunían en el Yacht Club, el Club de Golf, el salón de té Porte y demás sitios elegantes donde se disfrutan los últimos frutos del colonialismo. Más o menos como le ocurre a ella en su vida personal: casada con un hombre que había sido un auténtico galán, con tres hijos ya criados que viven fuera, tiene que ir aceptando que nunca ha sido más que una prisionera de un hombre tiránico y maltratador y que su matrimonio, más que una felicidad, era una imposición. Que, empujada por los hábitos del patriarcado (sobre todo, los que ella misma ha permitido en su vida), se ha entregado durante toda su vida a la infelicidad.

Todo eso lo va descubriendo conforme avanza la novela a través de los diálogos de quienes van visitándola en el hospital: su hija Cristina, que trabaja con Médicos del Mundo; su hijo Alberto, cuya homosexualidad su padre nunca ha aceptado y Jimo, la viuda del taxista con quien tuvo el accidente. Y, todo esto, bajo la vigilancia de Amina, la criada marroquí de toda la vida a quien solo ahora, en su duermevela, Isabel aprende a entender.

Poco a poco, suceso a suceso, vamos entendiendo que el largo sueño de Isabel no es el que está teniendo en su estado de coma, sino, más bien, el que ha vivido durante toda su vida, sin ser consciente de su etnocentrismo y de cómo es esclava de las estructuras de clase. Paradójicamente, solo va a despertar de ese sueño cuando tiene el accidente y cae en coma.

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Antonio Lozano sabe muy bien de lo que habla cuando habla de Tánger porque, como digo, fue allí donde nació, aunque por suerte para nosotros hace ya años que se vino a vivir a Agüimes. Antes de comenzar a publicar, ya había hecho cosas importantes por nosotros, como crear el Festival de Teatro Tres Continentes o el Festival de Narración Oral Cuenta con Agüimes. Ha transitado literariamente por casi todos los territorios de lo negro y policial, casi siempre con una interesante visión africanista. Su primera novela, Harraga (2002) trata sobre las mafias de la inmigración, tema que también tocaría, junto con otros, en Donde mueren los ríos. Es autor también de un thriller político en torno al golpe en Burkina Fasso, El caso Sankara, y de una novela basada en un testimonio real sobre el régimen de Sadam Hussein y la Primera Guerra de Irak: Las cenizas de Bagdad. También tiene una serie de hard boiled clásico, protagonizada por el detective grancanario José García Gago, que tiene, hasta ahora, dos entregas: Preludio para una muerte y La sombra del Minotauro. Y el año pasado publicó una interesante novela juvenil, Me llamo Suleimán, acerca del viaje de un chico subsahariano hasta llegar a Canarias.

Así pues, Lozano ha ido construyendo una obra amplia y diversa, muy jalonada siempre por sus preocupaciones sociales. Preocupaciones que están también aquí, en Un largo sueño en Tánger, pero esta vez con una perspectiva más intimista y, sobre todo, con un claro interés por el universo femenino, ya que, como él mismo dice, son las mujeres las grandes protagonistas de esta historia: Isabel, Amina, Jimo, Cristina acaban, inevitablemente, convirtiéndose en las compañeras del lector en este viaje a Tánger que es, al mismo tiempo, un viaje hacia la tolerancia.





Libros para un verano

26 07 2014

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A petición popular, para el último espacio de La Buena Letra de esta temporada, traigo unas cuantas recomendaciones que den para todo el verano. Algunos son libros que hallarás en las mesas de novedades; otros salen con editoriales independientes y habrás de pedirlos en tu librería de confianza, pero te valdrá la pena la espera. Todos son recientes, todos son rica fruta del país y te prometo que no hay entre ellos ninguna comercialada.

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Foto: Verónica Iglesias

Pero primero vamos con el título del que queríamos hablar la semana pasada y que la rabiosa actualidad me impidió reseñar:

 Yonqui - Paco Gómez Escribano

 Yonqui, de Paco Gómez Escribano, Erein, 299 páginas.

En Canillejas, en 1978, el Botas no tiene muchas salidas: a su padre se le reventó el hígado en el bar del barrio; su hermano mayor murió de hepatitis; su hermana huyó de casa y su madre es alcohólica. Así las cosas, no es raro que el pibe ande todo el día metiéndose por las napias o la vena lo primero que encuentra, robando coches para atracar gasolineras o sacando la navaja a la primera de cambio. Con rapidez, con eficiencia, limitando su léxico al argot del personaje, Paco Gómez Escribano pinta un retrato acre y brutal de los barrios periféricos de Madrid durante la transición. Al Botas lo vamos a acompañar en su periplo por el infierno, desde su adolescencia hasta los veintipocos. Estaremos con él en sus palos y trapicheos, pero también en sus diferentes intentos por rehabilitarse y llevar una vida mejor. Y en su encuentro con Lola, otra chiquilla que no se resigna a ser una excluida. Yonqui es una novela sobre navajeros. También una Bildungsroman. Una historia de miseria y violencia con un vocabulario limitado al de su protagonista, lo cual la hermana con La naranja mecánica. Por último, es también el retrato de una época y, como ganancia secundaria para los nostálgicos, un repaso a la historia del rock español, pues el encuentro del Botas con la música supondrá una epifanía y en sus ensayos y tocadas se irá encontrando con Burning, Gabinete Caligari, Parálisis Pemanente o Antonio Vega. Por supuesto, los amantes de la acción y de las persecuciones no se van a sentir defraudados. Pero eso puede tenerlo cualquier novela. Tan buena literatura, hecha con palabras de la calle, no. Así pues, para empezar las vacaciones, sexo, drogas y rockanrrol con Yonqui, de Paco Gómez Escribano, publicada en Donosti por Erein, 299 páginas de alto voltaje.

 El gran frío - Rosa Ribas - Sabine Hofmann

 El gran frío, de Rosa Ribas y Sabine Hofmann, Siruela, 312 páginas.

Una novela esperada: la segunda aventura de la periodista Ana Martí, protagonista de la estupenda Don de lenguas, que fue de lo mejor del 2013. Como la anterior es novela negra y como la anterior está ambientada en España en los años cincuenta. Pero esta vez la historia ya no transcurre en Barcelona, sino que a Ana la envían a un pueblito de Aragón para cubrir una noticia sensacionalista: la supuesta aparición de los estigmas de la Pasión en el cuerpo de una niña. Y allí va a descubrir un secreto que tiene que ver con un viejo crimen olvidado. Una historia negra en la España más profunda y oscura. Ribas y Hofmann crean personajes casi de carne y hueso, los introducen en una estructura firme que luego exponen con una prosa limpia y eficaz. Pero no solo eso, sino que sus retratos de época están perfectamente ambientados, con una ambientación que no nos da la lata intentando mostrar lo mucho que se han documentado (defecto frecuente en este tipo de novelas), con una mirada lúcida y sincera a la época y la sociedad que describen. Para amantes de la novela negra, de las novelas que hacen retrato de aquella sociedad y, en general, para pasárselo pipa durante tres o cuatro días, porque no te durará más.

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Edad de oro, de Fernando Fernández Rodríguez, Uno Editorial, 448 páginas.

Otra sobre historia contemporánea, pero esta vez una ópera prima y en una editorial pequeña. Fernández Rodríguez se estrena con una novela que trata un filón que solo en los últimos años hemos comenzando a explorar en nuestra narrativa: el de las Vanguardias Históricas en Canarias y el impacto del 18 de julio en las vidas de aquellos artistas. Edad de oro es un viaje desde la actualidad hasta la II República y la posguerra, siguiendo a quienes sirvieron de modelos a Néstor de la Torre para su Poema de la Tierra. Una digna primera novela y una buena oportunidad para acercarse a dos fenómenos sorprendentes: la Escuela Luján Pérez y la facción surrealista de Tenerife.

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Cioran, Manual de Antiayuda, de Alberto Domínguez, Alrevés Editorial, 265 páginas.

Con lúcida mala baba, el joven filósofo catalán Alberto Domínguez ha escrito un suculento ensayo sobre la obra de E. M. Cioran, planteado como una crítica frontal y devastadora a esos libros de autoayuda que suele devorar Fortunata. Una verdadera agresión al buenismo correctista new age y lobotomizado. Para entendernos: es el libro que regalarías a todos esos amigos y amigas que te envían postales con puestas de sol, bebés o cachorritos y mensajes positivistas rotulados con fuentes cursivas y problemas de sintaxis. Y también una amena manera de recordar a Cioran, ese francotirador del pensamiento. Una ganancia secundaria: que sientas ganas de leer o releer Breviario de podredumbre, La tentación de existir o En las cimas de la desesperación. Para lectores de Cioran, por supuesto, pero también para los que están hartos de que los traten como a tontos.

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Aquellos años del boom, de Xavi Ayén, publicado por RBA, 876 páginas.

Se está convirtiendo, quizá, en un fenómeno editorial. Y no es para menos: este extenso volumen cuenta la génesis y desarrollo del boom latinoamericano, huyendo de la hagiografía y del peloteo, y buceando en las vidas y obras de los autores que lo conformaron. Ayén, redactor de Cultura de La Vanguardia, examina, además, los rumores y leyendas sobre sus biografías, buscando la verdad que hay tras ellas. Por eso desvela alguna mentirijilla promocional, algún embuste del marketing. Y, por supuesto, no se olvida de analizar muy bien la figura de la todopoderosa Carmen Balcells, que fue al boom lo que George Martin a los Beatles: aquella que tomó aquellos diamantes en bruto y los engarzó en un collar fastuoso. Para amantes de la literatura hispanoamericana y, sobre todo, para quien quiera contextualizar más allá de querellas y estrategias de márketing, la génesis de algunas de las más grandes obras del Siglo XX.

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Me llamo Suleimán, de Antonio Lozano, Anaya, 197 páginas.

No nos olvidamos de los jóvenes. Para ellos ha aparecido hace poco historia social, dura e interesante, firmada por el compañero y sin embargo amigo Antonio Lozano. Cuenta en primera persona la historia de un joven inmigrante ilegal maliense, su largo viaje desde su pueblo natal hasta Gran Canaria, un periplo en el que hay mafias, necesidades y peligros, traiciones y lealtades, cayucos y centros de internamiento. Una novela muy recomendable no solo porque está estupendamente escrita (de Antonio Lozano siempre nos llegan cosas buenas), sino porque nos acerca a una realidad que tenemos justo delante y que algunos no sabemos ver con claridad.

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Principito debe morir, de Carmen Moreno, Lapsus Calami, 178 páginas.

Y me dejo para el final una esta absoluta sorpresa: una novela de ciencia ficción planteada como una exégesis del clásico de Saint Exúpery. A partir de lo que podría ser una precuela de El Principito, Moreno hace una cosa divertida, ácida, conmovedora y curiosamente coherente, plagada de guiños a la cultura pop y de sátira sociopolítica. Este es para forofos de El principito, para amantes del buen Sci Fi y, en general, para los buscadores de prodigios imaginativos (digamos que si las últimas novelas que has leído te parecen más de lo mismo, deberías dar una oportunidad a este libro fresco y lleno de sorpresas: es muy posible que te reconcilie con la ficción).

Foto: Verónica Iglesias

Foto: Verónica Iglesias

Aquí acaba la lista. Por supuesto, me han caído en las manos otros muchos libros interesantes en lo últimos tiempos (me dejo atrás, por ejemplo, Sylvia, de Howard Fast, publicado por Navona y del cual te prometo reseña), pero no todo cabe en una sección ni en una entrada (esta, de hecho, ya se ha hecho larga hace un par de pantallas). En cualquier caso, aunque no tengamos La Buena Letra en el aire hasta septiembre, Fortunata y yo seguiremos hurgando en las estanterías y trayéndote títulos a Ceremonias, para que los leas a solas o, mucho mejor, los compartas con los tuyos, porque ya sabes: la familia que lee unida…





Descuartizadores del Sur de Tenerife

14 05 2012

Ya lo sabes porque te lo hemos ido contando, entre algunos medios de comunicación (los poquitos que se preocupan de estas cosas), Eduardo García Rojas y yo mismo, aquí, en este blog que es el tuyo: la semana pasada tuvieron lugar las jornadas de NNegra de Arona que, un año más, reunieron en el Centro Cultural de Los Cristianos a algunos autores, editores, libreros, críticos y lectores para hablar sobre esos libros que te erizan la piel, te quitan el sueño y no puedes soltar hasta la última página. Otros años han estado en el evento Ernesto Gil, Luis León Barreto, Eugenio Fuentes, Juan Madrid, Lorenzo Silva, Raúl Argemí, Mariano Gambín o el cappo di capi, el inefable Paco Camarasa. Los conferenciantes cambian. Lo que no cambia es que la instigadora, la que está detrás de esta reunión anual de sospechosos habituales, es Mercedes Chinea, esa Bonny Parker de las Medianías del Sur de Tenerife que, aunque parece que no rompe un plato, se empeña edición a edición (más allá del estricto cumplimiento del deber)  en que este foro se celebre y todo salga como tiene que salir. Este año hubo una estupenda charla del propio García Rojas sobre Jaime Mir, las presentaciones de los libros más recientes de Javier Hernández, Antonio Lozano y José Luis Correa, un conferencia de Miguel Ángel Rábade (que no solo es uno de los conspiradores de Mistério, sino también profesor de clásicas en la ULL) y una charla del arriba firmante. Todos estos actos movían a la reflexión sobre si existe realmente una novela negra canaria. Así que, además de estos actos, hubo, sobre todo, debate. Debate encendido y de cierta altura, en el que todos los participantes, en algún momento, llegamos a cuestionarnos nuestros propios planteamientos previos y acabamos enriqueciéndolos con los ajenos, que es para lo que sirven los debates.

Pero, aparte de todo eso, hubo una actividad previa y paralela de la que estoy muy orgulloso: los chicos y chicas de cuatro centros del municipio, descuartizaron a Antonio Lozano.

Harraga es un término derivado del verbo con el que se describe la acción de prender fuego a algo. Con harraga se designa a «los que queman», aquellos emigrantes ilegales que queman sus documentos de identidad antes de embarcar en el Norte de África hacia España, embarcándose en dramáticas travesías en las que se juegan la vida buscando un paraíso que no es tal y enriquciendo a las mafias que, sin ningún tipo de escrúpulo les envían a la esclavitud, la clandestinidad o la muerte. Harraga es, también, el título de la primera novela de Antonio Lozano, ahora editada nuevamente por Editorial Zech, en la que se cuenta la historia de Jalid, un joven tangerino que, buscando una vida fácil en España acaba inmerso en el proceloso mundo de las mafias que trafican con personas entre ambos continentes.

Y fue ese, precisamente (como otros años lo fue El corazón delator de Poe o La niebla y la doncella de Lorenzo Silva) el título elegido para los talleres que, cada año, y paralelamente a NNegra de Arona, se celebran en los IES del municipio.

Este año, desde la primera semana de mayo hasta el viernes 11, con chicas y chicos de los IES Ichasagua, Las Galletas, Los Cristianos y Guaza (y con la complicidad de Mercedes Chinea y de Yaiza Arteaga, del área de Juventud, quien, además, hizo estas fotos que aporto como prueba), leímos Harraga, la desmenuzamos y la utilizamos para reflexionar sobre algunas técnicas y recursos característicos de la novela contemporánea: el tratamiento del tiempo, el juego con los puntos de vista, la construcción del personaje, la descripción de ambientes, los diálogos y el monólogo. Y, a partir de ahí, el alumnado escribió sus propias creaciones (algunas realmente sorprendentes), a partir de las cuales podría volver a iniciarse una reflexión sobre los temas que Lozano aborda en su estupenda novela: la corrupción, la solidaridad, el discurso de los desheredados, el etnocentrismo, el viaje al infierno, la soledad del héroe, el amor y la esperanza.

Antonio Lozano con sus descuartizadores

Algunos de esos textos fueron leídos ante Antonio Lozano en un último encuentro, común, que se celebró en la mañana de ese viernes 11 y en cuyo transcurso tuvieron la oportunidad de descuartizarlo a golpe de preguntas (muchas de ellas bastante más inteligentes y agudas que las que en ocasiones hacen los medios).

Los creadores que finalmente leyeron sus textos (y algún espontáneo).

A mí, que en esto solo me toca la tarea de provocarles, me colma de orgullo observar los resultados del duro trabajo que estos chicos y chicas realizaron durante esas dos semanas, con buen humor, respeto hacia los demás, involucración en la tarea de equipo y una responsabilidad y un espíritu solidario que para sí quisiera más de un ministro. Así pues, aprovecho esta entrada, simplemente, para agradecer a esos estudiantes su esfuerzo y su simpatía, pero, sobre todo, el hecho de que, una vez me hayan demostrado que el otro no es solo el infierno, sino también el paraíso.





Novela negra africana en Crímenes Ejemplares 2012

10 04 2012

Acaba esta semana Crímenes Ejemplares 2012, el ciclo de conferencias que comenzó el 8 de marzo y en el que, cada jueves, algunos sospechosos habituales de dedicarnos al género hemos intentado acercarte a diferentes aspectos de la novela negra.

Esta semana, para poner un broche de lujo a la actividad, tendrá lugar el encuentro inicialmente previsto para el 29 de marzo pasado y que arroja luz sobre un fenómeno geográficamente cercano y, sin embargo, muy poco conocido en nuestro ámbito: la novela negra africana.

Tú conoces autores de novela negra griegos, italianos, alemanes, suecos (sobre todo suecos) y, sin embargo, ¿a cuántos escritores senegaleses, argelinos o marroquíes podrías mencionar? Y, sin embargo, África no es una excepción en el hecho de que la novela negra, convertida en la novela social de nuestro tiempo, haya conquistado el mundo. De hecho, allí la novela negra nace directamente como crónica política crítica, aunque hay que diferenciar entre dos caminos: el del Magreb y el del África Negra, los cuales, no obstante, nos ayudan a entender igualmente la realidad social y política del continente.

El escritor que nos ilustrará sobre la novela negra africana es, precisamente, quien mejor conoce el fenómeno entre nosotros: nada menos que Antonio Lozano, siempre atento a la cultura de estos países que tenemos tan cerca y de los cuales, en realidad, sabemos tan poco.

Antonio Lozano nació en Tánger en 1956. Licenciado en Traducción e Interpretación, reside en Agüimes (Gran Canaria), municipio del que fue concejal de Cultura entre 1987 y 2003. Es director del Festival del Sur-Encuentro Teatral Tres Continentes y del Festival Internacional de Narración Oral «Cuenta con Agüimes». Su primera novela, Harraga (Zoela, 2002), fue elogiada por escritores como Manuel Vázquez Montalbán, Dulce Chacón y Fernando Marías. Ganadora del I Premio Novelpol a la mejor novela negra publicada en España, obtuvo una mención especial del Jurado del Premio Memorial Silverio Cañada 2003 a la mejor primera novela negra, convocado por la Semana Negra de Gijón. Su novela El caso Sankara (Almuzara, 2006), fue ganadora del I Premio Internacional de Novela Negra Ciudad de Carmona. También ha publicado Preludio para una muerte (Ediciones B, 2006), Donde mueren los ríos, fue finalista del I Premio Brigada 21 y Las cenizas de Bagdad (Premio Benito Pérez Armas, 2006). Su novela más reciente es La sombra del minotauro (Editorial Almuzara).

Lozano (ya lo sabrás si has tenido la suerte de escucharle o leerle) es una persona culta e inteligente pero muy cercana, que sabe transmitir sus muchos conocimientos con una sencillez que ya quisieran otros oradores que se dan más pisto y tienen la cabeza peor amueblada. Así pues, no solo el tema resulta interesante y poco tratado entre nosotros, sino que, además, vale la pena acercarse ya, simplemente, por pasar un rato escuchando hablar a este autor que nos ha llevado a través de sus libros  a lugares como Bagdad, Burkina Fasso o el norte de Marruecos, en estupendas ficciones hermanas de la realidad.

Así pues, cierre de lujo para los Crímenes Ejemplares de este año: Antonio Lozano, Novela Negra Africana, este jueves 12 de abril, a las 19:30 en la Sala de Actos Manuel Padorno de la Biblioteca Pública del Estado en Las Palmas (sí, la de la Avenida Marítima, junto a la Estación de Guaguas). Entrada libre. Aforo limitado.





Crímenes Ejemplares 2012 y el 29M

27 03 2012

Ya se sabe que los escritores trabajamos poco. Pero también es bien sabido que, al menos algunos de nosotros, tenemos ideas e intentamos que nuestras acciones sean congruentes con ellas. Por eso, cuando una de esas raras ocasiones en que nos toca trabajar, coincide con una de esas raras ocasiones en que la sociedad se moviliza por algo que cree justo (o, lo que viene a ser lo mismo, contra algo que cree injusto), no perdemos la oportunidad de adherirnos a la movilización.

Como sabrás, este jueves, 29 de marzo, dentro de Crímenes Ejemplares 2012, estaba prevista la intervención de Antonio Lozano, con una conferencia titulada Novela negra africana. Pero este acto coincide con la llamada a la huelga general como protesta contra las medidas adoptadas por el Gobierno en materia laboral. Y, tanto el conferenciante, Antonio Lozano, como el coordinador del ciclo, yo mismo, hemos decidido sumarnos a las movilizaciones, por la sencilla razón de que estamos de acuerdo con esa reivindicación y de que tenemos derecho a hacerlo (por cierto, nadie nos ha puesto traba alguna para ejercer ese derecho; si tu caso es el contrario, puedes hacerlo constar pinchando aquí). Así pues, el acto de Crímenes Ejemplares previsto para esta semana queda aplazado hasta la semana siguiente a Semana Santa, esto hasta, hasta el jueves 12 de abril, a la misma hora y en el mismo sitio.

Además, aprovecho la ocasión para informarte de que este ciclo de conferencias se prolongará una semana más, hasta el 19 de abril, día en el que finalizará con un fin de fiesta especial, del cual te daré detalles en breve.

Por ahora, me limito a recordarte lo siguiente: Este jueves no hay Crímenes Ejemplares. La convocatoria se aplaza hasta el 12 de abril, porque quienes organizamos el ciclo nos sumamos a los trabajadores y trabajadoras que dicen

NO A LA REFORMA LABORAL





Crímenes Ejemplares 2012

28 02 2012

Sí, leemos novela negra, hablamos sobre novela negra, asistimos a encuentros de novela negra, participamos en clubes de novela negra e, incluso, algunos, nos arriesgamos a escribir novela negra.

Pero el fenómeno tiene ya su historia y, además, es amplio, diverso. Abarca prácticamente todas las latitudes e, incluso en su centro de ebullición, hay algunos aspectos que se nos escapan.

Si no sabes quién es el comisario Bernal, si Márkaris te suena solo a jugador de fútbol, si crees que Yasmina Khadra es una modelo exótica y que Thompson es únicamente una marca de metralletas, puede que te apetezca pasar un buen rato y, de paso, rellenar algunas lagunas asistiendo al ciclo que estamos preparando:

Las conferencias del ciclo Crímenes Ejemplares 2012 tendrán lugar en la Sala Manuel Padorno de la Biblioteca Pública de Las Palmas (sí, es, la de la avenida Marítima, junto a la Estación de Guaguas), los jueves 8, 15, 22 y 29 de marzo, siempre a las 19:30.

Los ponentes somos cuatro sospechosos habituales, cada uno con sus filias y sus fobias y con diferentes pasiones y áreas de interés, pero todos con las mismas ganas de pasarlo bien charlando contigo sobre los libros que nos gustan.

El programa es el siguiente:

8 de marzo: De aquellas transiciones estos lodos. Canarias en la novela negra de la Transición. Por Carlos Álvarez.

15 de marzo: Trópico de Cáncer VS. Trópico de Capricornio. Novela negra europea. Por José Luis Correa.

22 de marzo: Malditos bastardos. Algunos chicos malos del noir. Por Alexis Ravelo

29 de marzo: Novela negra africana. Por Antonio Lozano.

Además de las conferencias, los martes de cine de la Biblioteca también se teñirán de negro  y puede que a lo largo de esos días demos alguna sorpresa.

La entrada es, por supuesto, gratuita, pero el aforo es limitado.

Así que ya sabes: Crímenes Ejemplares 2012. Los jueves 8 al 29 de marzo en la Biblioteca Pública del Estado en Las Palmas. 19:30. Avisado queda el personal. Y guerra avisada…





La sombra del minotauro

3 10 2011

Este jueves 6, a las 19:30 se presenta en Ámbito Cultural de El Corte Inglés en Las Palmas de Gran Canaria La sombra del Minotauro, la obra más reciente de Antonio Lozano.

La sombra del minotauro, de Antonio Lozano, Editorial Almuzara, 241 páginas.

Es una novela esperada desde 2006, cuando apareció Preludio para una muerte, la primera protagonizada por José García Gago, un detective que ha logrado dejar atrás sus orígenes de clase alta y se mueve por ahí en el taxi de su amigo Martín o en un Renault 5 del año del gofio. Si en aquella primera novela García Gago viajaba a un municipio sin nombre de Medianías para investigar un viejo crimen olvidado por casi todos, esta transcurre en una ciudad perfectamente reconocible: Las Palmas de Gran Canaria, donde el detective transita entre los salones de la oligarquía local y los antros prostibularios de la zona portuaria.

A José García Gago lo contratan los hijos de un pez gordo de la industria cárnica para averiguar quién es la joven dominicana por la que el octogenario anda perdiendo la cabeza. Poco después, la chica en cuestión aparece violada y estrangulada, así que su investigación vendrá a confluir con la del inspector Márquez, un policía escéptico que intenta resistirse a un alcoholismo que le va ganando la batalla. Por supuesto, a partir de ese planteamiento las cosas van a complicarse con manos negras, organizaciones criminales, falsos culpables y falsos inocentes, conformando un laberinto en el que García Gago, un Teseo sin vocación, deberá internarse para acabar con la Bestia.

La sombra del minotauro se presenta como una buena historia de género y su lectura no traiciona las expectativas, porque hay en ella todo aquello que buscamos los amantes de la novela negra: buenos giros y cliffhangers bien colocados; persecuciones, seguimientos, engaños, conspiraciones y violencia; una ficción verosímil como imagen especular de lo cotidiano; un inteligente manejo de la intriga novelesca, que hace que la novela se lea prácticamente de un tirón; personajes ricos y ambiguos, llenos de claroscuros y sumidos en la duda constante, porque en un mundo del que Dios ha dejado de ocuparse no hay forma de saber exactamente cuál es la forma correcta de actuar.

Claro está, Lozano no es ningún principiante. Desde Harraga, que obtuvo el Premio Novelpol, no ha parado de cosechar un éxito tras otro y de llevarse premios y elogios merecidos con novelas que transitan por distintos aunque cercanos territorios del género, pero siempre con una clara preocupación por los más desfavorecidos: desde Donde mueren los ríos, en la que utiliza las voces de varios inmigrantes para construir una historia coral sobre marginación y redes de explotación sexual, hasta El caso Sankara, un thriller político en torno al magnicidio perpetrado en Burkina Faso en 1987, cuando no solo se acabó con Thomas Sankara, sino con una clara vía de progreso para esa nación y, quién sabe, si para todo su entorno geográfico. Su novela más reciente, Las cenizas de Bagdad, está construida a partir de las vivencias reales de un militante de izquierdas iraquí y narra las últimas décadas de ese país que hemos arrasado entre todos.

En este sentido, La sombra del minotauro no es una excepción. Por un lado, explora la conducta habitual de las clases privilegiadas insulares, ese mestizaje entre oligarquía caciquil venida a menos y nuevorriquismo inculto y soberbio, muchos de cuyos miembros continúan ocupando cuotas de poder en el Archipiélago. Por el otro, reflexiona acerca de las modernas formas de explotación sexual, el uso de la carne humana e inmigrante (mayoritariamente femenina) como objeto y mercancía, una realidad que una sociedad que presume de promover la igualdad continúa soslayando mediante el silencio interesado o el comentario frívolo.  Y, de alguna manera, el lector acaba intuyendo que todos los fuegos son el fuego, que los poderosos y sus víctimas son los mismos en todos lados y que ambos asuntos se presentan como dos caras locales de una moneda global, pues, como se dice en algún momento de la novela, “las mismas leyes que gobiernan los negocios legales sirven para los que no lo son”.

Antonio Lozano





Prueba superada

2 06 2010

No he dicho esta boca es mía en estos días porque aún me estaba recuperando del Sábado Negro. Pero, por si no fuiste y te lo preguntas, todo salió como estaba previsto. Los sospechosos habituales se sometieron a un breve pero intenso interrogatorio, el Enemigo Público Número 1 confesó cómo había planeado y ejecutado sus fechorías, el delincuente más reciente declaró ante el tribunal y los aspirantes a malhechores hicieron sus primeros pinitos. Hubo, incluso, música en el patio, con la Hard Boiled Jazz Band. Y el público asistente siguió con interés todos estos hechos, participando activamente en algunos de ellos.

Aporto fotografías, cortesía de Javier Hernández.

De derecha a izquierda: Correa, Ibáñez, Hernández, Ravelo, Lozano y Martín Carbajal. Falta Carlos Álvarez, que, probablemente, estuviera haciendo la foto antes de salir corriendo con la cámara.

De derecha a izquierda: Correa, Ibáñez, Hernández, Ravelo, Lozano y Martín Carbajal. Falta Carlos Álvarez, que, probablemente, estuviera haciendo la foto antes de salir corriendo con la cámara.

Francisco Lemus, en representación de la Autoridad Competente, entregando a José Luis Ibáñez su ficha policial de Enemigo Público Número 1 (Con diseño e ilustración de Alberto Hdez)

Francisco Lemus, en representación de la Autoridad Competente, entregando a José Luis Ibáñez su ficha policial de Enemigo Público Número 1 (Con diseño e ilustración de Alberto Hdez)

Fue una jornada feliz y divertida, la del sábado. Con el parque García Sanabria nimbado de sol. Con rostros sonrientes de gente honesta que jugó, en el inicio de ese fin de semana, a ser de esos que se saltan la ley. Luego bastaron unas horas para comprobar que no es así, para iniciar la semana comprobando que, en estos días, los criminales, como tantas otras veces, llevan uniforme israelí o dan órdenes a quienes lo visten.





Los 7 Magníficos

3 06 2009
Los 7 Magníficos

Los 7 Magníficos

Así ha bautizado Loly León a esta foto. Corresponde a la visita a la destilería de Arehucas («un ron cojonudo», según Eladio Monroy), durante el encuentro de novela negra que nos convocó a unos cuantos en el Festival de Primavera Flor de Mundo, en la ciudad de Arucas. De izquierda a derecha, Dulce González, Raúl Argemí, José Luis Correa, Rafael Méndez, José Luis Ibáñez, Elsa Plaza, lo que quedaba de mí, Domingo Villar y Francisco Sarmiento. Por desgracia, los 7 magníficos eran seis, porque aún no se había incorporado Antonio Lozano y, claro, sin nuestro Charles Bronson y con un Yul Brinner barrigón y desentrenado, los 7 magníficos pierden mucho.








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