La última buena letra

12 07 2015

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Cierra La Buena Letra por vacaciones (unas vacaciones que quizá sean permanentes) y toca hacer un especial para dejarte una buena lista de lecturas con las que ocupar esas largas tardes de verano. Así que hoy, en lugar de hacer una reseña extensa de un solo libro, hacemos un rápido repaso a una lista de libros que te den, por lo menos, hasta septiembre.

He buscado cosas para casi todos los gustos, orientaciones y grupos de edad. Con varias novedades. Y alguna joyita que es ya un clásico. Muchos de los títulos son de editoriales independientes. Pero tú ya sabes que tras el mostrador están tu librera o tu librero, para traerte en pocos días cualquier libro que te interese.

Ya sabe: para críos 

El tapiz redondo, de Sara Godoy, Las Palmas, Cam-PDS, 75 páginas

El tapiz redondo, de Sara Godoy, Las Palmas, Cam-PDS, 75 páginas

Para empezar, un infantil: El tapiz redondo, de Sara Godoy. Libro infantil y libro canario, editado por Cam-PDS. Un cuento pensado, creo, para que lo lea el piberío a partir de ocho años, pero que se puede leer también a los más chiquititos. En el tapiz redondo se reúnen las criaturas del bosque cuando tienen algún problema: la reina de las brujas, la de las hadas, el rey de los magos, el jefe de los gnomos, el ave del paraíso, la orquídea y el colibrí celebran allí sus consejos cuando tienen algún tipo de bronca entre ellos. Es redondo (fíjate qué democrático), para que quede claro que ninguno de ellos manda más que el otro. Y allí, en el tapiz, se van a tener que reunir de urgencia cuando el bosque se vea amenazado por seres humanos que quieren destruirlo. Para urbanizar, claro. Así que el libro viene a ser una historia divertida, pero también educativa en valores, que trata sobre amistad, solidaridad y ecología.

Un cómic sin superhéroes 

Cena con amigos, de Rodolfo Santullo y Marcos Vergara, Puerto de Santa María, Cazador de Ratas, 81 páginas

Cena con amigos, de Rodolfo Santullo y Marcos Vergara, Puerto de Santa María, Cazador de Ratas, 81 páginas

Cena con amigos, de Rodolfo Santullo y Marcos Vergara. Editado en España por Cazador de Ratas, pero de factura uruguaya, es un cómic breve y autoconclusivo, de onda realista pero con muy mala leche, porque hurga en la relación del típico grupo de treintañeros y treintañeras que se conocen de toda la vida pero que en realidad no se conocen tanto. Hay traiciones, falsas apariencias, alguna muerte y giros interesantes que no voy a desvelar para no destriparlos, pero que están muy bien colocados. El guionista, Rodolfo Santullo, es también un interesante novelista, de quien se publicará en España, espero, Matufia, una novela sobre fútbol que me gustó hasta a mí, que detesto ese deporte. Y Marcos Vergara hace un equipo perfecto con él. Así que, Cena con amigos, un cómic con mucha mala baba.

Ladrillos, secretos y mala suerte

Malas artes, de Albert Gassull, Valencia, Mandor, 252 páginas

Malas artes, de Albert Gassull, Valencia, Mandor, 252 páginas

Mala baba destila también la tercera recomendación: Malas artes, la primera novela de Albert Gassull, quien se estrena narrativamente clavándose una novelaza de esas que funcionan desde la primera página y que nos lleva hasta la última movidos por la intriga. La cosa gira también en torno a las falsas apariencias: Miquel, el protagonista, es un arquitecto que se ha metido en un lío de mentiras para tener la casa de sus sueños: junto con un socio, han organizado una promoción de viviendas de lujo en el Empurdá, pero no se ha vendido ninguna salvo la suya. Lo que pasa es que Raquel, su mujer, que encima se ha acostumbrado a la buena vida, todavía no sabe que Miquel está arruinado. Y todo se va a complicar cuando, tras estrenar la casa, asistan a una fiesta de fin de año en casa del socio de Miquel. Y hasta ahí puedo leer, porque ahí, en la cuarta o quinta página, empiezan los problemas. Una intriga bien llevada y, sobre todo, muy bien escrita, que habla sobre los orígenes de esa crisis que parece que se acabó ya, pero solo para cuatro o cinco.

Ética y política más allá del discurso oficial

Democracia, justicia y derechos humanos, de Pedro S. Limiñana, Almería, Círculo Rojo, 153 páginas

Democracia, justicia y derechos humanos, de Pedro S. Limiñana, Almería, Círculo Rojo, 153 páginas

Para quienes no solo quieran evadirse, sino ejercitar un poco las meninges: Democracia, justicia y derechos humanos, subtitulado Ensayos de filosofía libertaria y firmado por Pedro Sánchez Limiñana. Vale la pena acercarse a estos cinco ensayos breves en torno a un tema que nos toca a todos y pensar sobre la ética y la política más allá de las tertulias políticas de turno. Así, cuando nos toque volver a votar en otoño, igual lo hacemos un poco menos engañados. Sánchez Limiñana elabora su discurso a partir de Ernst Tugendhat, el filósofo alemán alemán discípulo de Martin Heidegger, sobre cuya filosofía moral escribió su tesis doctoral. No nos vamos a engañar: Tugendhat es interesante, pero duro de leer. Sin embargo, Sánchez Limiñana tiene una amplia experiencia periodística y se explica muy bien, lo cual nos permite establecer un diálogo muy fecundo con la obra del alemán.

Los límites del cuerpo y de la corrección

Zonas húmedas, de Charlotte Roche, Barcelona, Anagrama, 206 páginas

Zonas húmedas, de Charlotte Roche, Barcelona, Anagrama, 206 páginas

Una advertencia: este es no apto para estómagos sensibles ni para amantes del correctismo. Dicho lo cual, vale la pena leerlo, porque se trata de una novela divertidísima y con más enjundia de lo que parece. Zonas húmedas, de Charlotte Roche es la historia de Helen, una chiquilla de 18 años que está en la clínica recuperándose de una fisura anal que ha requerido de intervención quirúrgica. Sexualmente activa desde los quince, y con unas ideas bastante especiales acerca de la higiene, el sexo y su propio cuerpo (cuyos límites explora incansablemente), Helen es, en cambio, bastante ingenua con respecto a las relaciones. De hecho, espera que su postoperatorio vuelva a reunir a sus padres divorciados desde hace años. Mientras tanto, ahí, en su cama de hospital, con sus partes traseras hechas un cristo, esta especie de Ignatius J. Reilly libidinosa irá recordando (y contándonos) sus peculiares experiencias y hábitos sexuales. Exagerada, divertida, aguda y muy provocadora, la novela resultó muy exitosa, aunque también polémica, cuando apareció en 2009. Pero cumple su función: divertir, incomodar y hacernos pensar, escatologías de por medio, acerca de los muchos miedos y las pocas libertades que conviven en nosotros, los que vivimos en la sociedad de los transgénicos y el SIDA.

Y una joya

 El arpa de hierba, de Truman Capote, Barcelona, Anagrama, 187 páginas


El arpa de hierba, de Truman Capote, Barcelona, Anagrama, 187 páginas

Y, por último, el clasicazo. El arpa de hierba, del gigantesco Truman Capote. Una novela muy tierna que trata sobre eso de lo que habla también en otros textos, como Otras voces, otros ámbitos o algunos de los cuentos de Desayuno en Tiffany’s: el paso de la infancia a la edad adulta, el descubrimiento de los hechos esenciales a través del trato con los demás. En esta ocasión, cuenta la historia de Verena y Dolly, dos hermanas solteronas que viven acompañadas de Collin Fenwick, adolescente huérfano, familiar lejano, a quien han recogido (trasunto del propio Capote y que será narrador y coprotagonista) y Catherine, una vieja criada negra. La acción arranca cuando las dos hermanas discuten y Dolly decide fugarse con Catherine y el chico, yéndose a vivir a una cabaña construida en un árbol. Lo cual va a revolucionar a toda la pequeña población sureña en la que viven y les hará tomar contacto con una cuadrilla de personajes tan marginados como ellos: el jubilado juez Cool, el alocado Riley Henderson y la hermana Ida, una evangelista muy peculiar que recorre la región con sus quince hijos. Como el primer libro que recomendamos hoy, es una historia de amistad y de solidaridad. Aparte de ser perfecto para un fin de semana al sol, con sus hilarantes situaciones y su abundante poesía, es de esos libros que nos ha gustado siempre recomendar en La Buena Letra: para leer rápido y pensar despacio. Por eso creo que es justo que nos acordemos de él para cerrar la temporada y, por el momento, la sección. Y, además, qué carajo, es uno de los libros preferidos de Fortunata.

Con Agustín Padrón. La foto la hizo el inefable Franciso Melo 'Junior'.

Con Agustín Padrón. La foto la hizo el inefable Franciso Melo ‘Junior’.

Hasta aquí, el especial de verano. Y hasta aquí, La Buena Letra. Fortunata y yo cerramos el quiosco, al menos de momento. Y, sinceramente, no sabemos si volveremos a abrirlo, porque la vida es corta y los trabajos son muchos.

Han sido cinco temporadas llevándote libros a casa a través de las ondas. En los últimos años, en la media hora final del Hoy por Hoy de los viernes, antes de La Butaca, con Francisco Melo Junior. en Cadena Ser Las Palmas. Antes, los sábados, en el A Vivir. Trabajando a las órdenes, sucesivamente, de Patricia Bosquet, Eva Marrero, Verónica Iglesias, Miguel Moreno Guedes y Agustín Padrón. Y siempre buscando un acercamiento poco solemne (como debe ser) a la lectura, homenajeando clásicos, descubriendo libros y editoriales independientes, nuevas voces y voces olvidadas. O destruyendo, en vivo, aquellos libros sobrevalorados, facturados en cadena o producto del marketing que invaden el espacio destinado a la literatura, introduciendo ruido en el canal. Libros que, finalmente, eran devorados por Fortunata, esa cabra galdosiana que sabe leer con criterio y que ahora es libre.

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En Bardinia, entre bastardos

18 06 2015

[Motivos laborales me han impedido colgar antes La Buena Letra de la semana pasada. Hoy, jueves, a punto de que llegue la de esta semana, lo hago. Y, como siempre, ya sabes: si quieres escuchar el podcast, solo has de hacer clic aquí]

En Canarias están pasando cosas muy buenas. En la anterior edición de La Buena Letra hablábamos de Un largo sueño en Tánger, de Antonio Lozano; la semana próxima se presenta la primera novela de uno de nuestros mejores poetas y, mientras tanto, Santiago Gil ha publicado Villa Melpómene (un libro sobre Camilo Saint-Saëns que huele estupendamente). Pero el pasado viernes, en la sección, hablamos de algo que se me había quedado atrás porque andaba de viaje cuando salió y que es un verdadero acontecimiento: el rescate que ha hecho Cam-PDS de una novela fundamental que andaba descatalogada desde hacía muchos años: la fantástica, la monumental, Bastardos de Bardinia, de Emilio González Déniz.

Bastardos de Bardinia, de Emilio González Déniz, Las Palmas, Cam-PDS, 2015

Bastardos de Bardinia, de Emilio González Déniz, Las Palmas, Cam-PDS, 2015

Escrita entre 1984 y 1986, publicada en su momento en Fundamentos (en esta edición que tenemos por aquí), Bastardos de Bardinia comienza diciendo:

«En la vega de Canales, el que no es hijo póstumo viene a ser hijo de puta. La regla, casi universal en todo el pueblo, aumenta su rigor en la familia de los Cruzados. De ellos, pocos padres legales coincidieron con el genético; aquellos que es escapan de la norma es claro que no fueron los más destellantes. No vivieron sus días, los pasaron. En cambio, los otros, los de probada malignidad, extrajeron vida hasta el sufrimiento».

Así que sí, la novela transcurre en la vega de Canales, población de latifundio platanero cercana a San Juan de Tirma, en la isla de Bardinia, una de las siete del archipiélago de las Islas Bardinias. Lugares que son trasuntos, por supuesto, de sitios muy familiares para nosotros. Y allí, en la vega de Canales, se va a seguir la vida de unos individuos muy singulares. Sobre todo de uno: Arcadio Rivero, el Cura Macho, hijo del finado Crispín Rivero y de Isabel Cruz, mujer que es el centro de la vida social y espiritual de la aldea agreste, brutal y concupiscente en la que transcurre principalmente la novela.

Don Arcadio, cura párroco de San Pedro de Canales no es un cura al uso: grande como un ropero y duro como una roca, ha sido enviado por el obispado para meter en vereda a todo el pueblo. Y lo hará por las buenas o por las malas, porque es capaz de convencer a los feligreses díscolos a tiros de escopeta. Sobre todo a la brutal familia de los Colingos, encabezados por Vicente Peligro. A partir de ese arranque, la novela, estructurada a través de analepsis y con diversas digresiones, nos lleva a la juventud y los amoríos de Arcadio Rivero, seminarista gamberro que tiene que huir a Cuba cuando es sorprendido en una cama que no es la suya y que allí hará carrera como contrabandista y proxeneta, llegando a relacionarse con la mafia estadounidense durante la Ley Seca y regresando a la Isla investido como sacerdote solo para salvar el pellejo.

Edición en Fundamentos, 1991

Edición en Fundamentos, 1991

Y, siguiendo su biografía, se nos cuentan también la vida y los amoríos de su parentela más cercana, no menos aventurera y lujuriosa.

Emilio González Déniz construye una novela que fluye como un río y va arrastrando en sus meandros triángulos amorosos, situaciones violentas, exposiciones de la desigualdad social y elementos mágicos y realistas combinados con un erotismo brutal que marca el signo de unas vidas perdidas en medio del océano, en historias imbricadas como en una tela de araña que crece desde antes de la novela y más allá de la última página.

Bastardos de Bardinia marca un punto de inflexión en la obra del propio González Déniz. Pero, sobre todo, constituye una de esas novelas que no hay que perderse, porque son de lo mejor que se ha escrito en los últimos cincuenta años en Canarias y porque, además, nos ayudan a entender quiénes somos, de dónde venimos o, incluso, adónde vamos. Todo esto, mientras disfrutamos de una prosa original y de unas historias que no nos dejan reposar ni un instante.

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Emilio González Déniz pertenece a lo que él mismo bautizó como la Generación del Silencio: aquellos autores y autoras (Dolores Campos-Herrero, Antolín Dávila) que comenzaron a publicar en los años ochenta y de los que, en ese momento, la crítica no se ocupó como había hecho años antes con la generación de los setenta. Es autor de una buena docena de novelas, entre las que destacan Tiritaña, Bolero para una mujer, La mitad de un Credo, Hotel Madrid o El rey perdido. Uno de sus libros recientes, Tríptico de fuego, recoge tres ígneas novelas cortas y me consta que lo mejor de su narrativa está por llegar en una novela que lleva años construyendo y que ojalá veamos pronto en los anaqueles. Además ha sido muy activo en prensa y ha escrito libros para niños. Pero creo que si hay algo realmente esencial en su obra es esta novela, que Cam-PDS ha incluido en una colección de Clásicos Canarios Contemporáneos junto a obras de Luis León Barreto, José Luis Correa o Francisco J. Quevedo. Personalmente, pienso, junto a Nos dejaron el muerto, de Víctor Ramírez, o Alguien cabalga sobre su seno, de Antolín Dávila, es un título imprescindible si uno quiere tener un acercamiento a la mejor narrativa hecha en Canarias en las últimas décadas del Siglo XX.





Resistentes contra el silencio

20 11 2013

Aún no han entrado en los grandes mercados y gozan, por tanto, de la sinceridad y la frescura que sus autores algún día podrían perder. Circulan en ediciones en rústica de tirada corta que puedes conseguir solo en unas pocas librerías o en sus sucesivas presentaciones, a no ser que ya hayas dado el salto tecnológico y puedas adquirirlas en sus versiones digitales. La crítica los ignora y pocos lectores, más allá del ámbito familiar, laboral o amistoso, saben que existen. Pero ellos, nuevos autores, se visibilizan, se atreven a arriesgarse económicamente costeando y difundiendo ediciones dignas de su trabajo en solitario o a través de iniciativas en las que cooperan para difundir sus textos.

En Canarias son legión y sus esfuerzos editoriales recuerdan a las colecciones que durante la posguerra o la transición recogieron las obras de aquellos a quienes ahora mencionamos cuando hay que citar a los maestros. Esta analogía constata que quizá sea un error menospreciar su talento, pensar que, porque aún no han accedido al gran mercado, no tienen nada que decirnos.

Son francotiradores, guerrilleros de la palabra, escritoras y escritores clandestinos, una red de resistentes contra el silencio. Entre todos, forman una especie de suelo, ya regado y fertilizado, en cuyo seno están germinando semillas de raras y hermosas plantas cuyos frutos llegarán más pronto que tarde. Y es que, entre obras mejores o peores, se ve brillar el talento, se encuentran pequeñas perlas que es necesario tener en cuenta, o incluso páginas que muchos escritores profesionales hubieran deseado haber escrito.

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Sobre mi mesa hay, ahora mismo, unos cuantos libros publicados recientemente en mi ciudad en estas condiciones (autoediciones o ediciones realizadas gracias a pequeños esfuerzos colectivos), que, sin agotar la lista, pueden servir de ejemplo de la cantidad y variedad de textos que ofrece esta red de resistentes. Hay, por ejemplo, dos novelas: Chat, de Moisés Morán Vega y Tentar el destino, de Elena Villares Castellano. Ambas plantean argumentos policiales desde distintas perspectivas; si la segunda trata sobre la desaparición en Alemania de una joven y su búsqueda por parte de una abogada penalista, la primera es un violento thriller. Por diferentes caminos, se adentran en lo criminal con clara raíz insular. No todo es novela negra. También hay una breve y bien hilada novela corta de Bruno Rodríguez Romero, La hija del aparcero, sobre una familia conejera que, a principios del Siglo XX, cambia el Lanzarote (empobrecido por el cese del cultivo de la cochinilla) por los tomateros del sur de Gran Canaria.

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Además, hay sobre mi mesa poesía, mucha poesía. De entre tantos libros, mencionaré Hotel Madrid, Poemas, no solo porque es el más reciente, sino porque en él aparecen textos de muchos de las y los poetas que firman los otros. Surgido del Taller de Poesía Espejo de Paciencia, un laboratorio que ha sabido instigar sabiamente Juan Francisco González Díaz, recoge versos de sus 13 componentes, de diferentes edades y tendencias: algunos de ellos atesoran ya premios literarios y forman parte volúmenes colectivos anteriores. Incluso han publicado libros en solitario, como Sara Godoy, que editó en 2010 Lifting de letras con Cam-PDS (un libro de poemas que ahondan en la sencillez de lo cotidiano) o Isabel Santervaz, quien, este mismo año, firmó El bosque de Luisa, un curioso libro infantil publicado en edición bilingüe. De Hotel Madrid, Poemas (si insisto tanto en el subtítulo es porque existe una novela titulada Hotel Madrid, escrita nada menos que por Emilio González Déniz), me gustaría destacar, eso sí, por mera arbitrariedad sentimental, dos voces: las de Máximo González Guardia, de quien he leído algunas prosas que me indican que lo mejor de su obra está por llegar, y Desirée Jiménez Sosa, la más joven del volumen, talentosa todoterreno que muestra como poeta la misma destreza que ya he identificado en sus cuentos.

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En Hotel Madrid, Poemas, también participa Helio Ayala Díaz. Ayala Díaz no solo es poeta: también publicó recientemente Brevedades, un libro de microrrelatos que desde su aparición, hace unos meses, me ha deparado algunos momentos de grata lectura.

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Y hablando de microrrelatos: lo más reciente es Esquivando negruras, de Patricia Rojas de Leunda. Natural de Cali (Colombia), pero canaria de adopción, esta restauradora y conservadora de arte ofrece con este libro, editado por Naka, una segunda entrega de esos textículos que tan bien se le dan. La primera, Entre amorosos desamores, apareció en 2012, como Brevedades, La hija del aparcero y Chat, en NACE, un proyecto editorial autogestionado por un grupo de autores que se ha unido para visibilizarse.

Por supuesto, faltan muchos nombres y títulos en este post (que solo es un post y por eso ha nacido sabiendo que será breve). Esto es solo un pequeño recorrido por lo que hay ahora mismo sobre mi mesa. De hecho, el espectro de escritoras y escritores que ahora mismo están pariendo textos desde la soledad, desde casi el anonimato, obteniendo pequeños premios, dando a la luz humildes ediciones de libros que acaso merecerían el espacio en el escaparate del que disponen algunos autores que de él disfrutan sin merecerlo tanto, enfrentándose al silencio en una batalla que no saben si ganarán, pero que no dan por perdida.

Algunos desistirán. A otros, la fuerza de lo cotidiano y el ruido de fondo acabará por acallarlos. Pero algunas, algunos, acabarán triunfando, no por suerte ni por azar, sino por méritos propios, porque la batalla contra el silencio es también una batalla contra el tiempo y solo él, finalmente, decide quién merecía estar entre los buenos y quién no.

Pero tú, que buscas siempre la buena letra en medio de tanto bullicio, no les quites el ojo de encima: entre ellos, entre los guerrilleros, entre la resistencia, está el futuro y, acaso, el presente.





Vientos de sal

5 07 2013
Tarjetón de la presentación de Vientos de sal, que tuvo lugar ayer en el Museo Poeta Domingo Rivero

Tarjetón de la presentación de Vientos de sal, que tuvo lugar ayer en el Museo Poeta Domingo Rivero

Cam–PDS publica Vientos de sal, primer libro de relatos Araceli Cardero. El libro fue presentado ayer en el Museo Poeta Domingo Rivero. Pero, antes de atreverse en solitario, Cardero ha participado previamente en muchos volúmenes colectivos y atesora ya cierta experiencia literaria. Por eso este libro no es un primer libro cualquiera, sino un volumen formado por textos maduros (y madurados en el tiempo y el trabajo), agrupados atendiendo a cierta unidad formal y dignos, no solo de lectura, sino de relectura.

En general, se trata de cuentos que huelen a salitre y tierra, relatos en los que se combinan la Historia, la memoria chica, el erotismo y la violencia. Muchos de ellos están protagonizados por gentes que ejercen oficios tradicionales: salineros, pescadores, azucareros o tabaqueros. Hay mucho de antropología, de etnología en esas páginas que nos trasladan a la época de la cochinilla, de las lámparas de petróleo, de la emigración ilegal y los caciques.

Con ese material, muchos autores se hubieran limitado al mero retrato costumbrista, intentando convocar a la nostalgia de patria chica del lector. Cardero es bastante más inteligente y mira mucho más alto: crea conflictos y personajes que trascienden la anécdota, hermanándose con Víctor Ramírez y, por tanto, con Juan Rulfo, mirando a lo universal a partir de esa memoria local. Y todo ello a través de un sabio manejo de la intriga narrativa. La mayor parte de estos cuentos arrancan con muchísima fuerza, anunciándonos tramas llenas de giros y avisándonos de que nada es lo que parece: ni en el cuento en cuestión, ni en la literatura en general ni, por supuesto, en el mundo.

A través de una toponimia fantástica, se mueve entre la violencia y la ternura por ese territorio de la posguerra en Canarias, marcado por la represión, el silencio, el machismo y la traición: las rencillas de la Guerra Civil, la privación y el aislamiento marcan muchos de sus argumentos. Pero hay dos temas que aparecen con mucha más frecuencia: el semen y la sangre. Muchas de los conflictos, surgen a partir de la pasión erótica y comienzan o acaban en violencia.

Nada hay en estos cuentos de aquel conservadurismo paternalista, que intenta hacer humor partiendo de la supuestamente cándida ignorancia de las clases populares, de aquella idealización del machismo y el clasismo que late en gran parte de lo que ha sobrevivido del costumbrismo. Aquí asistimos a la depauperización salinera de una mujer que eligió al hombre equivocado, al insulto que una adolescente lanza sobre un cadáver que la marea ha devuelto, a la pelea a puñetazo limpio de dos hombres en la cubierta de un barco que se dirige ilegalmente a Venezuela.

Hay muchos personajes, muchos argumentos y, sobre todo, muchos temas en este libro en el que se habla de pasiones humanas. Como los grandes, Araceli Cardero se ocupa de los grandes temas a través de las pequeñas historias que les suceden a personas casi anónimas. Y consigue que convivan en él la injusticia, la represión y el incesto, pero también la lealtad, el erotismo y la esperanza.

Cuando aparece un libro de estas características, una opera prima, se suele decir que los mejores libros del autor todavía están por venir. Y sí, es probable que así sea y que Cardero dé a luz dentro de poco con otros libros, incluso puede que con alguna novela que esté ahí, en germen, latiendo en alguno de estos cuentos. Pero este es ya un libro al que uno puede acercarse sin miedo de encontrarse con errores de primerizos, porque la autora será primeriza, pero no es nada ingenua: hábilmente, yo diría que incluso de manera muy astuta, nos lleva en sus ficciones desde la primera palabra hasta la última, haciéndonos sufrir y gozar, y luego, cuando el cuento ha acabado, nos deja pensando, reflexionando sobre él y sin poder borrarnos de la mente algunas de las imágenes que ha grabado en ella.








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