Gallina que canta, gallina que pone

21 04 2013

Es domingo por la noche y mi pareja no está. Así que me voy a poner un poco autobiográfico. No demasiado. Diez minutitos. No más. Lo prometo.

Imagen original de Fernando Montecruz.

Imagen original de Fernando Montecruz*.

Nací en 1971 en el barrio de Escaleritas (en la zona más humilde, la de los bloques del Patronato Francisco Franco) de Las Palmas de Gran Canaria. Soy el menor de los tres hijos de Josefa Betancor Santana y José Ravelo del Rosario, una modista y un recepcionista de hostal (él antes había sido cambista de novelas, escribiente y hasta marinero). Ya sabes, aquellas familias que tenían una Biblia y una enciclopedia Acta 2000 comprada a plazos, esas familias de bocadillo de aceite y azúcar y cine de barrio cuando se podía.

Cuando acabé la Educación General Básica yo quería estudiar periodismo (había visto Lou Grant). Pero en mi ciudad no había universidad aún y mi familia nunca hubiera podido pagarme una carrera. Así que mis padres me sentaron en el recibidor y me dijeron que no podía estudiar BUP y COU, que sería mejor que estudiara FP, construcciones metálicas. Si me convertía en un buen soldador, mi padre quizá podría conseguirme un trabajo en los muelles, como calderero. Yo también había visto Calderero, sastre, soldado, espía, así que lo intenté. Igual me reclutaba el Foreign Office. Pero los reclutadores no aparecieron, mi torpeza alimentó mi desinterés y poco tiempo más tarde ya estaba trabajando en bares, poniendo copas y metiendo dinero en una casa que abandoné antes de cumplir los 18. Lo único que me llevé siempre de una casa a otra en las muchas mudanzas que siguieron fueron mis libros, comprados de segunda mano o robados. Eso y el cariño de mis amigos, porque unos y otros eran lo único que me sacaba espiritualmente de la miseria material que me rodeaba.

Durante años, procuré darme una formación mientras ponía copas (no voy a mentir: también me bebí algunas, mezcladas con otras sustancias igualmente deleznables). Hice mi bachillerato, oposité (aprobé alguna oposición, pero jamás conseguí plaza) y asistía a talleres siempre que podía. Finalmente, accedí a hacer la carrera de Filosofía Pura en la UNED. No la acabé, por diversos motivos entre los que se incluyen los económicos, pero me encantaba.

Al mismo tiempo (para mi desgracia) iba aprendiendo que más vale decir lo que tienes que decir aunque eso suponga que vas a morirte de hambre; que a los poderosos no se les repeta, se les vigila; que no valía la pena dedicarte a este oficio si tenías que ir por ahí lamiendo culos y mendigando subvenciones, y agarrándote pataletas si no te las daban, que era lo que se estilaba en épocas pasadas. En los últimos 15 años en la hostelería, conocí a muchos escritores mayores que yo que fueron muy benévolos y generosos conmigo. Muchos de ellos me ayudaron: me permitían participar en las revistas que ponían en marcha, me animaban a continuar, o se ofrecían a presentar mis primeros pinitos literarios. Carlos Álvarez, Dolores Campos-Herrero (ella, hoy fallecida, una vez me llamó francotirador, y ese ha sido el elogio más lindo que nadie me haya hecho), Emilio González Déniz, Antolín Dávila, Eugenio Padorno o Alicia Llarena (Alicia no es mucho mayor que yo, pero ya gozaba de prestigio), se cuentan entre otros muchos.

Al fin, tuve suerte: gracias a la intermediación de Antonio Becerra (que me ha enseñado las mejores cosas que he aprendido) un día publiqué una novela con una pequeña editorial que empezaba. No teníamos (ni el editor ni yo) dinero para promociones, ni hubo gran impacto en los medios de comunicación ni contábamos con apoyo institucional. Sin embargo, la novela se vendió bien y empezó a tener buenas críticas. El público la respaldó y, sin que nosotros lo supiéramos, los profesores de enseñanza media comenzaron a recomendarla como lectura a alumnos a quienes además les gustaba. No había trampa ni cartón, no había apoyo institucional, sino una comunicación inmediata entre texto y lectores. Si hay algo de lo que esté orgulloso es precisamente de eso.

A partir de entonces, seguí publicando libros. Unos con mayor éxito que otros. Pero uno nunca ha de quejarse: hay que tener humildad para aceptar los fracasos. Igual que hay que tener humildad cuando algún gestor no cuenta contigo para un evento: a veces es cuestión de medios materiales; otras se trata, simplemente, de que no das la talla (y hay que aceptarlo). Hubo, por ejemplo, algún encuentro de novela negra al cual no fui invitado. Hubo, también, campañas institucionales en las que se usaba dinero público para traducir a autores canarios a otros idiomas. Nunca me quejé, porque quizá alguien hubiera podido decirme (acaso no sin razón) que mis obras no estaban a la altura.

En cualquier caso, a partir de que dejé la hostelería para dedicarme a la escritura, muchas veces las instituciones me hicieron encargos. No muchos, pero sí interesantes: talleres literarios, actividades de animación a la lectura, etc. Cosas en mi opinión útiles a la ciudadanía. Jamás en mi vida pedí una subvención o una beca «para desarrollar mi obra» o solicité que alguien publicara mis obras con dinero público. Siempre he pensado que ese uso del dinero público para el lucimiento personal es muy poco serio y mucho menos ético.

Tampoco tuve nunca que dejar de decir lo que pensaba en política para que una determinada institución me hiciera un determinado encargo. Nunca fui vocero de partido alguno ni mentí sobre mis convicciones para que me dieran trabajo.  Y, si sigues este blog, sabrás cuáles son esas convicciones políticas. Eso supuso que algunas instituciones no me llamaran para trabajar, pero que, cuando alguna solicitaba mis servicios para aportar un texto a un volumen, impartir un taller o diseñar una actividad de dinamización lectora, era porque realmente pensaba que era una persona competente para esos fines y, en cualquier caso, sabía que llamaba a una persona independiente que no se callaba ni debajo del agua. Y en esto incluyo a la izquierda, a la derecha, al nacionalismo, a los Rosacruces y a la Santa Inquisición.

Hace un par de semanas, Cristian Jorge Millares, de la Librería del Cabildo Insular de Gran Canaria, se puso en contacto conmigo para invitarme a una firma colectiva de libros el 23 de abril. Me consta que el año pasado, en ocasión similar, intentó contar conmigo, pero no le fue posible porque yo no entraba en el programa. Eso no me molesta. De hecho, esos días son días de locos para mí, como para la mayoría de mis compañeros. Estar activo, trabajando y creando tiene esos inconvenientes que, por otro lado, aparejan el agradable contacto directo con los lectores, esas personas que deciden emplear su tiempo en escuchar lo que dices. Este año, en concreto, tengo un taller, una entrevista radiofónica y otra firma de libros en otra librería. Pero acepté gustoso la invitación, porque Librería del Cabildo solo tenemos una y porque, qué carajo, hay invitados compañeros a los que hace mucho que no veo.

Sin embargo, hoy me sorprendo al leer este texto de Luis León Barreto. Precisamente de Luis León Barreto. Al parecer, está molesto porque no ha sido invitado a firmar. Habla de sectas, de elegidos, de cainismo y de no sé qué problema que tuvo con Luz Caballero. Personalmente, creo que Luis se equivoca.

Es más, este exabrupto suyo (y otros recientes) me recuerdan a aquellas malicias infantiles, cuando a alguien se le escapaba un gas en la fila y, para ahuyentar sospechas, procedía a quejarse del mal olor. En esos casos, el resto de la clase ponía en evidencia su argucia  con un sencillo y eficaz estribillo: «Gallina que canta, gallina que pone». Porque la verdad es que entre mis compañeros de generación y entre otros autores mayores (los antes mencionados y muchos otros más) no observo esas luchas cainitas, muy características, eso sí, de la época en que él estaba en la cima.

De hecho, observo todo lo contrario: un trato cordial y bastante generoso. Nos alegramos de los éxitos ajenos e incluso, si podemos, contribuimos a ellos. Apoyamos, siempre que podemos, a los que van empezando y respetamos muchísimo el trabajo de los demás. Por mi parte, desde estas y otras tribunas, hablo siempre que puedo de libros canarios y hablo bien de ellos si se lo merecen. Si no se lo merecen, prefiero siempre guardar un discreto silencio, porque no me gusta mentir a mis lectores, pero también sé (me atrevería a decir que lo sé mejor que nadie) lo difícil que es abrirse camino en la vida disparando letras.

No obstante, como ya le he comentado al interesado en su propio blog, creo que la polémica tiene fácil solución. Ya que el problema es un problema de espacio físico, cedo muy gustosamente mi turno a Luis León Barreto. Es el turno de 17:30 a 18:30. En la Librería del Cabildo. Así yo dispondré de una hora libre en ese día tan ajetreado para repasar mis clases o incluso tomarme un café con algún amigo y Luis disfrutará de ese puesto que, al parecer, él se merece.

Se me han acabado los diez minutos de autobiografía. Para cotilleos, ya ha habido de sobra. Ahora leeré un rato antes de dormir. Hoy me apetece algo canario. Algo de Santiago Gil, de Ángeles Jurado, de Pepe Correa, de Antolín Dávila, de Paula Nogales, de Carlos Álvarez, de Antonio Lozano, de González Déniz, de Leandro Pinto, de González Ascanio, de Víctor Ramírez… No lo sé, hay tanto y tan bueno donde elegir.

* La imagen que ilustra este post es del gran Fernando Montecruz, quien me la regaló hace unas semanas y me autorizó a utilizarla si yo lo creía oportuno y se daba una oportunidad conveniente. Sí, fue un regalo. Para que luego hablemos de cainismo entre creadores canarios.




Alicia, Charlie, Bastián, Fany

3 02 2011

He descubierto que en los libros infantiles que considero dignos de recuerdo todos los niños protagonistas son Alicia, Charlie Bucket o Bastián Baltasar Bux, esto es, niños y niñas que me caen bien, que son diferentes (igual que cada persona lo es) pero son conscientes de esa diferencia; que tienen curiosidad por el mundo y no temen al conocimiento, lo cual les lleva a emprender viajes memorables, ya sea a países fabulosos, a lugares tan enigmáticos como una fábrica de chocolate en la que no entra nadie (nunca) o al laberinto de universos de la imaginación existentes en un libro (y que en el fondo no son más que un viaje hacia el interior de la propia identidad). Esos tres viajes (el de Alicia, el de Charlie, el de Bastián) son el mismo.

Esta reflexión, que acaso permanecía en germen ahí, en algún lugar del inconsciente, se ha materializado tras la lectura de Fany y los seres impares, de Dolores Campos-Herrero. En esta novela breve hay algunas de esas cosas que considero memorables en un texto destinado al público más joven: hay una niña que sabemos diferente por su inclinación a la lectura; hay una vieja biblioteca y un libro misterioso; hay seres fabulosos, procedentes de un paralelo mundo mítico, que se contrapone a un mundo real y cotidiano, minuciosamente recreado, al cual complementa y, de alguna manera, explica; hay mansiones encantadas e historias de misterio; hay personajes que se sueñan mutuamente y, sobre todo, hay un viaje, emprendido por el personaje, hacia la edad adulta. Un viaje que la hará más culta, menos ingenua, más lógica, aunque, acaso, menos sabia.

Igual que en sus otros textos infantiles y juveniles (Azalea, Rosaura y los autómatas, El viaje de Almamayé), Campos-Herrero trata a su público con respeto, ejerciendo su particular narrativa de la sugerencia, que prefiere, antes que explicar, mostrar los hechos y permitir que el lector comprenda, sin adoctrinamientos ni actitudes pasivas, los detalles últimos del argumento. E, igual que suele hacer en sus relatos para adultos, hace nacer la ficción a partir de excepciones a la realidad (jugando con lo absurdo, con lo onírico, con lo sobrenatural) que, lejos de negarla, provocan preguntas acerca de los mecanismos de su verdadera naturaleza.

Este libro pertenece al conjunto de títulos, probablemente amplio, que su autora dejó preparados en sus últimos meses, mientras luchaba contra la enfermedad y contra el tiempo para llevar al papel todo lo que deseaba contar antes de que aquellos la vencieran. Sabía, muy probablemente, que para quien es capaz de escribir libros como este, la muerte no existe.

Tremendamente plástico, con una prosa elegantemente leve y una estructura aparentemente caótica pero realmente precisa, con mensajes positivos y guiños a la tradición (pero también a la cultura Pop) perfectamente insertos en el conjunto, Fany y los seres impares se lee, como todos los libros de Campos-Herrero, de un tirón, aunque luego se piensa despacio, se recuerda (en conjunto o en sus detalles) y esa memoria provoca, tras la primera digestión, ganas de repetir la lectura, pero más despacio, paladeándolo.

Publica Anroart, en la colección Laurisilva, para lectores a partir de 9 años. Son 88 páginas de buena literatura que vale la pena leer a medias con tus peques. Porque, no me canso de repetirlo, la familia que lee unida permanece unida.





El tamaño no es importante

19 10 2010

El tamaño no es importante. Eso volvió a quedar claro ayer, en el IV Memorial Dolores Campos-Herrero, Jam Session de Microrrelatos, en el Matasombras de la sala Cuasquías, de Las Palmas de Gran Canaria.

Con los libros de Dolores Campos-Herrero como fondo, más de cuarenta textos de una treintena bien despachada de autores fueron leídos a lo largo de una sesión en la que firmas experimentadas, autores emergentes y jóvenes que debutaban (eran alumnas y alumnos del IES Alonso Quesada y dieron más de una sorpresa) fueron leídos a lo largo de una sesión improvisada que dejó muy buen sabor de boca al respetable.

La novedad este año era el modelo de «lectura por poderes», esto es, la lectura de textos de autores y autoras que no se encontraban en la sala, pero que pidieron que sus micros fueran leídos en este acto dedicado al microrrelato y a quien fue su principal precursora en las Islas.

En el IV Memorial Dolores Campos-Herrero se escucharon microrrelatos de: Dolores Campos-Herrero (leídos por su hermana Marisol), Juan Carlos de Sancho, Cristina R. Court, Manolo Muñoz, César Socorro Meza, Berbel, Antolín Dávila, Míchel Jorge Millares, Ariadna Reyes Hernández, Moisés Morán Vega, Patricia Rojas de Leunda, Inma Espino, Aquiles García, Guillermo Rubén, Santiago Gil, Teca Barreiro, Eduardo González Ascanio, Patricia Yánez (leídos por Saskia del Toro), Guadalupe Alemán, Ana Criado (leídos por Míchel Jorge Millares), Carlos Álvarez, Puri Santana, Cesáreo Pérez Navarro, Sara Godoy, Menchu Pérez Reyes, Nayra Pérez (leídos por Tiffany Guerra Machado), María José Vidal Prado, Esther Fernández Guerra, Pepe Olivares, Carlos de la Fe (leídos por Carlos Álvarez), Dairén Mendoza, Javier Hernández Velázquez (leídos por Antonio Becerra),  Tony R. Murphy,  Leonardo Segovia García (leídos por Aixa María Ruano García), Maite Figueira, Antonio Becerra y quien firma este blog, que, además, leyó el texto enviado desde Valdivia, en Chile, por el amigo Pablo González Cuesta.

Espero no haberme dejado atrás ningún nombre. La sesión se movía rápidamente. Si he olvidado mencionarte, no dudes en hacérmelo saber.

En nombre de Antonio Becerra y en el mío propio (esto es, en nombre de Matasombras), quiero dar las gracias a todos aquellos que participaron (o que, queriendo hacerlo, no pudieron por motivos de fuerza mayor) y al  abundante público que aportó su granito de arena con su mera presencia. También a Toñín Barrera y al personal de Cuasquías (por demostrar una vez más que siempre se puede contar con ellos para hacer cultura de guerrilla), a los medios informativos que se hicieron eco de esta convocatoria y a Thalía Rodríguez, que hizo registro sonoro y fotográfico del acto.

Pero, muy especialmente, a la familia de Dolores Campos-Herrero (su hermano Quique, sus hermanas Asun, Marisol y Chus) por apoyarnos en la tarea de organizar cada año este evento efímero, informal y pigmeo que une a jóvenes y no tan jóvenes en torno a dos hechos cruciales en la literatura insular de los últimos años: la minificción y Dolores Campos-Herrero.





IV Memorial Dolores Campos-Herrero. Jam Session de Microrrelatos

14 10 2010

El próximo lunes, 18 de octubre, a las 20:30, en la sala Cuasquías (calle San Pedro, 2, en Las Palmas de Gran Canaria), Matasombras convoca el IV Memorial Dolores Campos-Herrero, Jam Session de microrrelatos.

Se trata de un acto público efímero y ameno, espontáneo y poco solemne en el que, anualmente, decenas de autores y autoras de todas las edades y estilos, tanto noveles como experimentados, se reúnen para una lectura de minificciones, con orden improvisado, para celebrar, a un mismo tiempo, el cuento pigmeo y la memoria de Dolores Campos-Herrero, destacada escritora fallecida el 20 de octubre de 2007.

Dolores Campos-Herrero, además de como periodista y escritora, se distinguió por su decidido apoyo a los nuevos autores. Por eso, uno de los objetivos principales de este Memorial es el descubrimiento de nuevas voces, de microrrelatistas emergentes que vengan a sumarse a quienes ya atesoran cierta experiencia en el campo de la minificción.

Como cada año por estas fechas, una veintena de autores han confirmado ya su participación, pero esta edición presenta, además, la novedad de que diversos microrrelatistas que se hallan en otras latitudes han enviado ya sus microrrelatos para participar «por poderes» en el Memorial.

Por supuesto, te invitamos a que asistas al acto (la entrada es libre, pero el aforo limitado). Y no solamente eso: también te invitamos, si eres microrrelatista, a participar con tus propias creaciones. Ni siquiera es necesario que avises previamente: preséntate allí con tus textos y apúntate a los turnos de lectura. En caso de que no residas en Las Palmas de Gran Canaria, o de que tu asistencia física no sea posible, puedes ponerte en contacto conmigo, a través de este blog.

El Memorial Dolores Campos-Herrero pretende ser un acto de lectura improvisada y poco solemne, pero eso no quiere decir que deseemos un acto desorganizado y poco ameno, así que, basadas en la experiencia de ediciones anteriores, las convenciones que se adoptarán este año serán las siguientes:

1. Entenderemos por microrrelato una obra de ficción en prosa, de temática libre, con argumento independiente y autosuficiente, que utilizará el mínimo posible de palabras (a los efectos de esta convocatoria se aceptarán textos con un máximo de 400 palabras, pero se ruega a los autores que prefieran los textos más breves a los más extensos).

2. La participación será individual. Esto es: no se admitirá la asistencia en nombre de instituciones, agrupaciones, asociaciones, colegios o cualquier otro ente de naturaleza colectiva. Cada participante asistirá a la jam session como persona individual y de este modo defenderá su texto.

3. No se admitirán preámbulos a los microrrelatos (cada texto deberá explicarse por sí mismo), discursos o cualquier otro tipo de intervención que no sea la lectura de microrrelatos, excepción hecha de la presentación y la despedida del acto y las intervenciones de los moderadores, en caso de que sean necesarias. Tampoco serán admitidas lecturas de textos de otros autores diferentes a las personas que los leen, salvo en el caso de permiso expreso del autor de aquéllos para su lectura en la convocatoria.

4. El acto comenzará y finalizará con la lectura de microrrelatos de Dolores Campos-Herrero, por parte de sus familiares, o de aquella persona o personas que estos designen.

5. Cada turno de intervención constará de un solo microrrelato, pero no existe un número máximo de turnos de intervención. Una vez realizada una primera ronda de lecturas, cada autor o autora podrá volver a intervenir cuantas veces le parezca oportuno hasta la finalización del acto.

6. Se entiende que por el hecho de participar en la convocatoria, los autores y autoras acatan tácitamente estas convenciones.

Las únicas cosas serias del evento, serán esas seis convenciones. Por lo demás, esperamos contar, como otros años, contigo y con tus textos.

Por si necesitas más información, (quizá lees este blog desde otras latitudes):

Dolores Campos-Herrero nació en Tenerife, pasó su infancia y adolescencia en Lanzarote y vivió la mayor parte de su vida adulta en Gran Canaria, por lo cual vindicar  su obra es una buena forma de celebrar al conjunto de las letras canarias. Aunque poco antes ya había editado su primer libro (Daiquiri y otros cuentos), pertenece al grupo de autores y autoras que comenzaron a darse a conocer en los años ochenta del pasado siglo, mediante la colección Nuevas Escrituras Canarias y que serían denominados, posteriormente, como la Generación del Silencio. Fue guionista de televisión y dramaturga, periodista y blogger, activista cultural y formadora de nuevos talentos en talleres literarios. A través de una quincena de títulos literarios, cultivó la poesía, la literatura infantil y el relato breve, campo en el que destacó por su constante diálogo con los clásicos en una obra no obstante innovadora y abierta a nuevos caminos. De hecho, fue una de las primeras firmas en las Islas que apostaron firmemente por la minificción (o, como ella la denominó, la brevería), con títulos como Santos y pecadores, Eva, el Paraíso y otros territorios, Ficciones mínimas y Finales felices. Además de otros títulos narrativos (Basora, Veranos mortales), destacan en su obra los títulos destinados al público más joven (Azalea, Rosaura y los autómatas, El viaje de Almamayé), los volúmenes de poesía (Noticias del paraíso, Siete lunas, El libro de los naufragios, Chanel número cinco), junto a Fieras y ángeles, libro en el que cuento y ensayo literario confluyen en la excusa formal de un bestiario, o Breverías, que recoge las entradas de su blog, del mismo nombre, en archipielagonoticias.com.

Su obra combina nuevas lecturas de temas tradicionales (como el de las brujas, tomadas como metáfora de la independencia femenina con respecto al patriarcado, o Adán y Eva en el Paraíso, homenajeando a Mark Twain) con visiones estéticas inéditas dedicadas a objetos cotidianos. En su universo narrativo conviven una gran diversidad de referentes, que abarcan desde los clásicos grecolatinos hasta los iconos de la cultura popular contemporánea, con vocación cosmopolita y un fino sentido del humor que oscila entre lo naïf y lo irónico.

Desde el mismo día de su creación, Dolores Campos-Herrero colaboró con el espacio Matasombras, participando activamente en sus actividades, principalmente en las jam sessions de microrrelatos que se celebraban periódicamente en dicho foro.

Por ello, desde el año de su fallecimiento (ocurrido el 20 de octubre de 2007), se celebra anualmente este Memorial Dolores Campos-Herrero, jam session de microrrelatos que pretende homenajear a quien fuera impulsora decidida de esta particular forma narrativa.

Recuerda: Matasombras en Cuasquías (San Pedro, 2), lunes 18 de octubre de 2010 a las 20:30, IV Memorial Dolores Campos-Herrero, Jam Session de Microrrelatos.

Te esperamos.





Manual para supervivientes de naufragios

12 02 2010

Campos-Herrero

El libro que te traigo hoy es una triple alegría para mí. En primer lugar porque es de un autor cercano (y hacía tiempo que no hablábamos de los canarios). En segundo porque es de poesía (y hacía tiempo que no hablábamos de poesía) y en tercero porque el libro en sí es una completa delicia. Me estoy refiriendo a El libro de los naufragios, de Dolores Campos-Herrero, editado por Baile del Sol, que se presentó esta misma semana.

Como ya sabrás, antes de su fallecimiento, Dolores Campos-Herrero dejó diversos originales en sus editoriales de confianza para que fueran apareciendo poco a poco posteriormente. Gracias a esas editoriales y al buen hacer de su familia (ejemplar en ese sentido), que ha tratado con sumo respeto estas disposiciones, podemos continuar disfrutando nuevas entregas de esa firma que a mí se me antoja imprescindible para entender el cambio de signo que dio la literatura en Canarias en los últimos treinta años. Es el caso de este libro sobre naufragios marítimos y sentimentales, cuya escritura data del año 2007. Es un libro de poesía, pero no es un libro en absoluto abstracto. Trata un tema muy concreto: el del drama humano que hay detrás de ese fenómeno de la inmigración ilegal, las muertes y supervivencias (anónimas para los mass media) durante las oleadas de pateras y cayucos. Partiendo de la crónica, localizada en precisas coordenadas espacio-temporales, Campos-Herrero conecta a estos nuevos náufragos con los de la tradición literaria que nos es cercana y de ahí pasa a tratar temas universales: el viaje, la educación sentimental, la desesperanza y el dolor, el amor y el erotismo, la muerte… Y así, con una poesía limpia, concisa, sincera, sin alharacas ni adornos innecesarios, nos lleva de la mano desde el drama social más inmediato a los asuntos ontológicos más cruciales.

Eso es, creo, una característica predominante en su obra: su extraordinaria pericia para abordar los temas más importantes de forma perfectamente accesible a cualquier lector, sin que la profundidad se vea menoscabada. Pasa con su literatura como con las mejores: se expresa con claridad y la leemos con fruición, pero nos abre una puerta a lo inexpresable, recordándonos aquello que decía el filósofo Ludwig Wittgenstein al hablar de las fronteras del conocimiento, de la mística: de lo que no se puede hablar, hay que callar. Por eso siempre he pensado que la literatura de Campos-Herrero tiende hacia lo mínimo, se orienta hacia el silencio porque quizá sea el único medio honesto para expresar lo inexpresable.

Así pues: El libro de los naufragios, de Dolores Campos-Herrero, editado por Baile del Sol. Búscalo, léelo. Está garantizada la emoción. Y también está garantizada la reflexión. Pero, sobre todo, está garantizada la belleza.

El libro de los naufragios, de Dolores Campos-Herrero, Tegueste, Baile del Sol, 106 páginas.





La fiesta del microrrelato: III Memorial Dolores Campos-Herrero en el Matasombras de Cuasquías

15 10 2009

dolores

Varias generaciones de narradores se darán cita en la sala Cuasquías para celebrar, como cada año por estas fechas, una lectura improvisada de microrrelatos. El III Memorial Dolores Campos-Herrero, llamado así en honor de la desaparecida escritora y periodista, está organizado por Matasombras y tendrá lugar el próximo lunes 19 de octubre, a las 20:30 horas en el emblemático local de la calle San Pedro, número 2, con entrada libre.

En esta ocasión, además de la lectura de textos de esta singular autora, por parte de Marisol y Chus Campos-Herrero, está prevista la intervención de los escritores Eduardo González Ascanio, Antolín Dávila, Ángeles Jurado, Nayra Pérez, Santiago Gil, Juan Carlos de Sancho, Puri Santana, Antonio Vega, Judith Bosch Molina, Sara Godoy, Manuel Estupiñán Verona, Michel Jorge Millares y Fernando Adrian Mitolo, junto a los organizadores del evento, Antonio Becerra y Alexis Ravelo.

Sin embargo, la convocatoria de esta jam session de microrrelatos tiene carácter abierto, ya que los organizadores invitan a todos aquellos autores que así lo deseen a intervenir sin aviso previo leyendo minicuentos de su propia creación,  siempre que se ajusten a las características de esta peculiar forma estética: textos narrativos en prosa con singularidad temática, que tiendan a la máxima concisión. En este caso, la organización establece como convención que la extensión de los textos será inferior a las quinientas palabras.

Dolores Campos-Herrero, fallecida el 20 de octubre de 2007, cultivó, entre otros, el género narrativo, especialmente, en su vertiente de la minificción, de la cual fue pionera en el ámbito insular, formando, además, a nuevos autores a través de sus talleres y colaborando con todas aquellas actividades que contribuyeran a popularizarlo.








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