Olvidado M. A. West

10 01 2013

Es posible que solo en librerías de segunda mano y ocasión sea posible conseguir en España un ejemplar de El viento y la sangre, de M. A. West (nada que ver con el Morris West de Las sandalias del pescador). Se trata, al parecer, de su segunda, publicada en 1951, después del relativo éxito cosechado ese mismo año por Sentimental Journey, aún inédita en España.

Wind And Blood, de M. A. West

Wind And Blood, de M. A. West

Como aquella, y como las otras diez que West firmaría entre ese año y 1980, Wind and Blood es una novela corta, rápida y violenta.

La acción arranca en Marksonville, adonde Danny Morton llega con un revólver, una botella de bourbon y un maletín que contiene 20 000 dólares, para intentar reconquistar a su antiguo amor, Lorna Moore, que ha dejado la prostitución y vive una vida honorable en ese pueblecito de Dakota del Sur, cercano a Rapid City. En pocos capítulos averiguamos que el dinero es el rescate por el secuestro de la hija de Nigel Donaldson, hombre de negocios de Chicago y testaferro de Conrado Bonazzo, quien ha encargado la resolución del secuestro a Rudy Bambridge, su hombre de confianza. Bambridge se enfrentará a un asunto mucho más enrevesado de lo que a primera vista parece.

Aparentemente, una novela de gánsteres más. En realidad, una novela estupenda que, muy probablemente, se adelantó a su época en muchos aspectos: el tratamiento de los personajes, la tendencia al crudo realismo que, sin embargo, no traiciona a los estereotipos del género, la violencia crudelísima de algunos de sus pasajes (la novela, como otras del mismo autor, fue tachada de inmoral e incluso, absurdamente, de pornográfica), pero, sobre todo, el discurso implícito acerca de las pasiones humanas, hacen que, aún sin salirse de los cánones establecidos por el mercado de su tiempo, El viento y la sangre presente una vigencia de la cual carecen muchas de sus coetáneas y resulta ser una prueba evidente de que la novela negra es algo más que novela sobre crímenes, sino un tipo de relato que habita en ese territorio gris donde nos preguntamos una y otra vez por cuáles son los límites de la moral en un mundo donde el hombre está solo porque Dios no existe. Con una narración elíptica, veloz, por lo general, aunque dilatando la intriga de forma morosa, West lleva con pulso firme al lector desde la primera página hasta la última, en esta historia en la que prostitutas, matones del tres al cuarto, violadores, discapacitados psíquicos, grandes jefes, cocineros de pasado oscuro y extorsionadores de todo calibre nos muestran sus facetas más violentas o más tiernas, sin que jamás se sepa con seguridad cuál de ellas será la que surja en cada momento.

El caso extremo de este tratamiento de los personajes es Rudy Bambridge, quien ya había protagonizado Sentimental Journey y que aparecería aún en tres títulos más. Bambridge, más astuto que inteligente, más frío que temerario, es el prototipo de héroe calculador e individualista, capaz de sorprendentes gestos de generosidad, pero también de los actos de más extrema violencia, incluida la tortura. Veterano de guerra, leal servidor de Bonazzo, pero de una independencia a prueba de lealtades, este «solucionador de problemas» que parece lejanamente inspirado en el Ned Beaumont de La llave de cristal cuenta entre sus recursos con una extensa agenda de contactos, unas envidiables dotes interpretativas, una serenidad infinita y una gran habilidad para pelear sucio. Para aquellos casos en que estas virtudes no bastan, lleva siempre al alcance de la mano un Colt M1911.

De Martin Aloysius West se sabe en realidad bien poco, salvo que nació en Cincinnati en 1923, que comenzó a publicar en 1951 y que su última obra, Scissors, data de 1980. Se ha especulado con la posibilidad de que tras ese seudónimo se escondiese algún autor «serio» que escribiera esas novelas de manera alimenticia o de que fuese un hombre tímido, al estilo de B. Traven. En todo caso, Étienne Brehier escribió sobre West: «tiene la frialdad de McCoy, la crueldad de Thompson, la inteligencia de MacDonald y el pesimismo de Cain».  Y Harold Diamond Scofield le dedica algunos pasajes muy elogiosos en su libro Dark Writers, destacando, entre sus novelas, esta. Dice el ensayista canadiense que sumergirse en sus páginas es «hacer un viaje a la violencia y la degradación moral, pero también a la cara B del disco del Capitalismo, en la que se halla grabada la cantinela de los perdedores, las víctimas anónimas del sueño americano».

Otras opiniones (según señala el propio Scofield) no fueron tan favorables. En su momento, muchos críticos le consideraron un escritor de segunda o tercera fila, uno de tantos autores pulp que no lograron brillar con la misma fuerza que los grandes iconos del género. Del argumento de Sentimental Journey se dijo que plagiaba el de Cosecha roja. De casi todas sus novelas, que sentía una morbosa tendencia a la violencia gratuita.

Hoy casi nadie le recuerda. Injustamente, ha ido a parar a ese limbo donde Goodis o Manchette habitaron durante años. Y ahí está ahora: esperando el rescate.








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