En su momento, apareció en papel el volumen Taller de cuentos, un libro en el que recogíamos el trabajo de los participantes en el primer Factoría de Ficciones en la Biblioteca Pública del Estado (cuando las aguas vuelvan a sus cauces presupuestarios, seguramente será posible hacer algo similar con los talleristas de las siguientes ediciones); también, hace algún tiempo, publicamos digitalmente un curioso trabajo: Las voces de Lázaro, una relectura del clásico anónimo escrita colectivamente por la primera promoción del Laboratorio Creativo Anroart. Aunque este foro cesó en su actividad el curso pasado (por el momento) sus integrantes continúan trabajando y algunas talleristas de la segunda promoción andan aún enfrascadas en un proyecto ambicioso: la escritura de una novela que mantiene el título de Los rostros de Miranda. Mientras, hemos podido maquetar y publicar digitalmente (por el mismo medio empleado para difundir Las voces de Lázaro), Entre la calima, un volumen colectivo escrito por los integrantes del Taller de Introducción a la Narrativa de aquel Laboratorio.
Entre la calima utiliza como pretexto narrativo ese periódico y notable fenómeno tan característico del ámbito geográfico que habitamos. Con ese leit motiv, seis autores de edades, formación y estilos muy distintos han hablado de paisaje, pero, sobre todo, de seres humanos, ofreciendo, a través de sus ficciones, seis miradas distintas y peculiares a una misma realidad. El resultado final combina el humor, la intriga, el erotismo, la reflexión y la sorpresa, en cuentos que surgen del asombro frente al mundo, de la fascinación ante lo cotidiano.
Si quieres leer este libro breve pero intenso, solo has de hacer clic aquí. Algunos de sus autores ya han publicado textos e, incluso, recibido algún premio. Otros han sido hasta hoy escritores y escritoras clandestinos. Pero todos y cada uno se me antojan voces interesantes, frescas y significativamente competentes, acaso mucho más que algunas firmas de las que pueblan los escaparates de las librerías.
Personalmente, me siento muy orgulloso de todos y cada uno de ellos, de su trabajo humilde, serio y constante a lo largo de los meses en los que trabajamos juntos y, sobre todo, me siento muy honrado por haber tenido la oportunidad de convivir con ellos en ese espacio lleno de análisis, debates y literatura.