Nuevos libros, nuevos talleres

17 01 2013

Como el nuevo año se me presenta cargado de nuevas actividades, creo que tú, que visitas este blog, mereces ser la primera persona en enterarte.

Esta misma semana se abre la inscripción para Cómo contar una historia, el primer módulo del Taller de creación literaria Museo Poeta Domingo Rivero. Desde que supe de la existencia de esa casa dedicada a preservar y prolongar la memoria de este poeta secreto, he deseado participar en las actividades que desarrolla. Ahora, gracias a un acuerdo alcanzado con su director, José Rivero, podemos presentar esta primera iniciativa: un taller de narrativa estable articulado en diferentes módulos.

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Este módulo supondrá un primer acercamiento a la disciplina, mostrando herramientas útiles en la construcción de un relato. El programa es el siguiente:

1.     Puntos de partida: el extrañamiento y la magia de lo cotidiano: la ficción en germen.

2.     Líneas de fuerza del relato. Objetos, estribillo, postergación. Comienzos y desenlaces.

3.     Diálogos y monólogos. Construcción y estilos.

4.     La palabra exacta. Escrituras mínimas.

El taller dará comienzo el 31 de enero y las sesiones se celebrarán los martes y jueves, de 19:00 a 20:00 horas.

La inscripción tendrá lugar en el propio Museo Poeta Domingo Rivero (c/ Torres, 10, 1º. Teléfono: 928 370221), los días 17, 22, 24 y 29 de enero, de 18:00 a 19:30 horas.

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Los interesados pueden ampliar la información o aclarar cualquier duda enviando un correo electrónico a alexisravelo@gmail.com.

Por otro lado, continúan en Unibelia, ese mágico centro de estudios, los talleres de narrativa. Además del taller que se celebra actualmente, dedicado a la narrativa en general, comenzamos en febrero con los talleres específicos que ya habíamos anunciado.

Y lo hacemos con una de las tendencias más populares (y populosas) dentro de la narrativa contemporánea: la novela negra. Es un taller monográfico destinado a interesados en el género, tanto desde el punto de vista crítico como desde el creativo, y el programa previsto es este:

  • El historial del sospechoso. Asesinando a Agatha: Novela negra versus novela de misterio. Algunos títulos imprescindibles.
  • La invención y la trama. Inspiración: crónica negra, tratados de ética, politología, el barrio. El argumento: el conflicto como columna vertebral. Estructura y composición. Tiempo y espacio de la ficción. Manejo del tiempo y los puntos de vista. Los recursos de la intriga.
  • Quién es quién y cómo dice qué. Personajes circulares / Personajes lineales. Estereotipos. Diseño de personajes: importancia de la intrahistoria. Qué mostrar y qué no. Diálogos.
  • Es un trabajo duro, pero alguien tiene que hacerlo. Descripción de ambientes y personajes. Cómo convertir un borrador en una novela: las sucesivas etapas del proceso narrativo.

Quien desee matricularse u obtener más información puede dirigirse a info@unibelia.es o llamar al teléfono 928 270538.

Y mientras, Morir despacio, la cuarta de Eladio Monroy sigue viajando de las librerías a tu biblioteca y, de ahí, a las redes, donde se le mima bastante. Pero en febrero aparecerán dos libros muy distintos y a los que tengo mucho cariño por diferentes motivos.

El primero es un infantil, Las pruebas de Maguncia, que sale a principios de mes, editado por  Anaya en su colección El Volcán, ilustrado por Eugenia Ávalos.

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Es una atípica historia de hadas, porque las hadas de este libro no tienen alitas ni van por ahí esparciendo polvos picapica. A estas puedes encontrártelas cualquier día por la calle, en la guagua o en el supermercado. El hada protagonista, en concreto, circula a toda velocidad con una vieja Vespa, trabajando como hada prima segunda (algo así como una becaria de las hadas madrinas) intentando solucionar diversos casos realmente complicados.

El segundo es un libro del que estoy muy orgulloso (sí, orgulloso):

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La estrategia del pequinés es la primera novela que publico con Alrevés, una editorial catalana galardonada recientemente en Leemisterio por su colección de novela negra y que cuenta en su catálogo con firmas como las de Víctor del Árbol, Susana Hernández, Carlos Quílez, Gonzalo Garrido o nada menos que Andreu Martín.

Es una historia de violencia sobre narcotráfico, blanqueo de capitales y atracos, pero, sobre todo, es una novela sobre seres humanos que se han quedado solos en un mundo del que Dios ha decidido tomarse unas largas vacaciones. Un cuento canalla sobre prostitutas, camellos, sicarios, polis corruptos, blanqueadores y algo más del que dentro de poco podré darte más detalles (y hasta puede que algún fragmento).

Así pues, se presenta un febrero movidito. Por eso he querido avisártelo a ti, que lees este blog, antes que nadie, para que luego puedas decir: «Sí, yo ya lo sabía». Esa es una de las pocas cosas que puedo hacer para agradecerte que te pases por aquí a celebrar conmigo estas ceremonias.





Morir despacio se vende rápido

2 01 2013

Una confesión personal: los libros siempre son mejores en tu cabeza que cuando los has escrito. Desde que comienzan a gestarse, desde que una buena idea, o varias malas ideas, plantan en tu mente la semilla de eso que acabará siendo un libro, uno sostiene variadas y cambiantes relaciones de amor-odio con el texto. Hacia el final, en esas semanas de correcciones de las últimas versiones, ya maquetadas, predomina el odio, la decepción, las dudas acerca de que el fruto de tanto tiempo de trabajo haya merecido la pena, las preguntas sobre si estás haciendo eso que te proponías hacer cuando eras un pibe y deseabas dedicarte a escribir y sobre si lo estabas haciendo correctamente. Finalmente, cuando el editor te hace llegar los primeros ejemplares, acabas resignándote a que la suerte ya está echada, a que ya nada tiene remedio, a que lo único que te queda por hacer es defender con amor de padre abnegado eso que has hecho, mientras esperas a las reacciones de críticos y lectores, a quienes, secretamente, prometes aquello que prometió Borges al exiguo número de compradores de su primer libro de poemas: hacerlo mejor la próxima vez.

Y cuando estas reacciones llegan, es el contacto con el otro lo que te salva del infierno de las dudas, lo que mejora tu autoestima y te dice que eras tú, como siempre, quien se equivocaba; que, aunque todo es mejorable y no se es monedita de oro, el libro no puede ser tan malo si la gente lo adquiere y lo lee y lo disfruta y lo recomienda.

Eso me ha ocurrido absolutamente con todas las novelas que he publicado: han sido los lectores quienes han reivindicado los posibles valores de mis historias ante mis ojos de padre insatisfecho y exigente.

Morir despacio no ha sido una excepción.

Portada de Fernando 'Montecruz'

Portada de Fernando ‘Montecruz’

El libro, que tenía que haber salido en noviembre para competir con otros títulos durante la campaña navideña, no se presentó hasta el día 5 de diciembre, en la víspera del puente de la Constitución, en el Museo Domingo Rivero, donde los asistentes al acto agotaron las primeras existencias.

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Y por esas cosas de los trámites y el calendario de días hábiles o inhábiles, no entró en distribución en Canarias hasta la semana siguiente. Esto es: comenzó a venderse en librerías el día 12. Lo que nadie (ni el impresor ni los libreros ni el editor ni yo mismo) esperaba era que esa primera impresión del libro se agotara en la mayoría de las librerías de Gran Canaria una semana más tarde, el día 19. Ahora mismo está a punto de llegar a las librerías de esta isla una segunda impresión, que se distribuirá este viernes 5 de diciembre, aunque en muchas librerías ya hay listas de reserva (si eres de quienes lo estaban buscando, ya sabes que puedes reservar tu ejemplar a tu librero o librera de confianza). Y justamente esta semana llegará también a las librerías de la Península. Ya se sabe: por eso de las diferencias horarias, en Canarias siempre vamos un paso por delante. En el Continente no ha llegado al distribuidor (Maidhisa) hasta esta semana. Mercurio no es uno de esos grandes sellos que pueden poner en el mercado decenas de miles de ejemplares para abarrotar escaparates y mesas de novedades y ocultar al resto de los títulos. Amén de grandes libreros, si estás por allá, puedes conseguir Morir despacio en libreros especializados en el género (Negra y Criminal en Barcelona; Estudio en Escarlata en Madrid) o hacer lo propio: solicitarlo en tu librería.

Desde su aparición –mediante las redes sociales o el correo electrónico o este blog o incluso a través de SMS enviados desde números desconocidos–, me llegan amables opiniones acerca del libro, reacciones favorables, noticias de que Papá Noel se lo ha dejado a alguien en el calcetín o de que a los Reyes Magos les ha gustado y piensan meterlo en el saco de Baltasar. Librerías como Sueños de Papel, Canaima o La isla lo recomiendan y algunos portales, sitios webs, periódicos digitales y blogs (como los de Juan García Luján, Leandro Pinto o Gabriel Barameda) dan su beneplácito al texto e incluso muestran su simpatía por el arriba firmante, quien en realidad es tan antipático (sobre todo cuando está en copas). También compruebo que el argumento de Morir despacio provoca debates y reflexiones más importantes que la novela, cosa que me llena de alegría, porque ese es uno de los propósitos más o menos ocultos de las novelas: ir más allá de la ficción, donde está la realidad.

No siempre me resulta posible agradecer individualmente o a tiempo todas esas atenciones, así que aprovecho la oportunidad para hacerlo: gracias a quienes están leyendo o han leído o piensan leer Morir despacio, por mostrarme las virtudes (si es que las tiene) de ese vástago benjamín mío y enseñarme que hay que querer a las cosas que uno hace, aunque solo sea porque se hicieron con buena voluntad o, como en este caso, con una rabia contra la realidad que esconde (muy secretamente, como si eso fuera motivo de vergüenza) una pizca de esperanza, de fe en que la realidad puede ser mejor si nos juntamos y le arreamos un buen par de patadas y la echamos abajo y volvemos a crearla.





En estos días tontos de diciembre

19 12 2012

Llegan esos días tontos de diciembre: las calles se llenan de gente, los chicos y chicas están a punto de salir de vacaciones pero aún nimban las guaguas con sus desarreglos hormonales y sus voces alzadas (siempre he sostenido la secreta creencia de que al entrar en la adolescencia nos volvemos sordos y tendemos irremediablemente al grito) y los restaurantes comienzan a explotar en un incesante festival de cenas y almuerzos de empresa.

En uno de estos días tontos (y por aquello de que en ellos el consumo se disparaba o, al menos, solía hacerlo) he mantenido una pequeña polémica (informal y bienhumorada), con un señor que decía preferir comprar siempre en grandes superficies, por eficiencia, disponibilidad de productos y por la (en mi opinión, aparente) comodidad del autoservicio.

Yo, aunque acudo a esos lugares si no me queda más remedio, sigo chapado a la antigua y prefiero, si puedo elegir, acudir al pequeño y mediano comercio, donde sé que mi dinero se va a quedar en mi país y conozco el nombre de quien me atiende, una persona que, por lo general, sabe algo de primera mano acerca del producto que vende. Especialmente cuando se trata de libros. Borges no imaginaba el mundo sin libros. Yo no lo imagino, además, sin libreros. Porque una librería (ya he escrito sobre ello alguna vez) es mucho más que un sitio donde se venden libros y en ellas ocurren cosas fascinantes, a veces por azar, a veces porque el propio librero las propicia. Como, por ejemplo, en el caso de la Librería Sueños de Papel, a la que dediqué una entrada en una truncada serie sobre mis libreros favoritos.

Portada de Fernando 'Montecruz'

Portada de Fernando ‘Montecruz’

Justamente esta semana, en ese día tonto que será el viernes 21 (ese día en el que la mitad de los tarados de este planeta correrán a encerrarse en sus refugios, para salir de allí al día siguiente con cara de idiota y preguntándose cuánto han gastado en construirlo), a las 19:00, habrá en Sueños de Papel un encuentro sobre Morir despacio. El maestro de ceremonias será, en esta ocasión, Leandro Pinto, uno de esos tipos que no solo han leído Faulkner y a Sterne, sino que, además, los han entendido. Pinto es autor de dos novelas. No he leído la segunda (Remanso de paz) pero de Orlando Brown, la primera, opino que ya querrían muchos autores de los llamados «consagrados» que el estilo de su décima novela hubiera sido la mitad de consistente que el que Pinto muestra en esa opera prima.

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Si te apetece y andas por la zona de Siete Palmas, si te perdiste la presentación de Morir despacio o te apetece repetir, o, sencillamente, si quieres venir a pasar un buen rato con Leandro Pinto y conmigo en la casa de Rayco Cruz, la cita es esa: viernes 21 de diciembre, a las 19:00 horas en Sueños de Papel (avenida Pintor Felo Monzón, 32).

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Hoy también es un día tonto, de esos en los que se puede hacer algo más que ir de compras o de cena de empresa. De hecho, esta misma tarde, a las 19:30, se inaugura una exposición de Chiqui García. Si sigues este blog, te sonará su trabajo. Es suya, por ejemplo, esta foto:

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Imagínatela en grande

La de hoy es buena oportunidad para acercarte a su trabajo, pues Chiqui ha tenido la idea de fotografiar a unos cuantos de los autores que estamos escribiendo actualmente en Gran Canaria. Me consta que han sido muchos meses de trabajo, de contactar con nosotros, visitarnos, fotografiarnos y, sobre todo, aguantarnos (ya se sabe que nuestros egos son tan grandes que no dejan espacio ni para colocar un silencio). Además, y como la exposición tiene lugar en la Biblioteca Pública del Estado en Las Palmas (sí, esa que no tiene presupuesto para compra de libros este año), los organizadores han pensado que era una buena oportunidad para que los retratados nos reuniéramos y conversáramos sobre el actual estado de salud de la literatura en Canarias.

Acaso estas dos convocatorias lo curen a uno de tanto consumo y tanta agitación, haciendo que estos días sean un poco menos tontos.





Presentación de Morir despacio, la cuarta de Eladio Monroy

29 11 2012

Miércoles, 5 de diciembre de 2012. 20:00. Museo Domingo Rivero (calle Torres, 10,1º. Las Palmas de Gran Canaria). Presentación oficial, estreno absoluto, puesta de largo y parto de

Portada de Fernando ‘Montecruz’

Como ya sabrás, porque sigues este blog (y porque has leído el título de la entrada, qué diablos), esta es la cuarta novela protagonizada por Eladio Monroy. En la anterior entrega, Los tipos duros no leen poesía, dejamos a Monroy convaleciente física y judicialmente, prometiéndose a sí mismo y a los que tiene alrededor portarse bien, dejarse de chanchullos y hacer la vida de jubilado que un tipo de su edad y talla debería hacer.

La acción de Morir despacio arranca cuando Ernesto Barroso saca a Monroy de su retiro al pedirle que investigue acerca de las circunstancias del suicidio de su hijo Víctor, informático free lance que hacía trabajos para un periódico digital. El exmarinero no tardará en descubrir que la muerte del joven no está tan clara como afirma la explicación oficial y que no es la única víctima vinculada a una trama de corrupción que casi toda la ciudad conoce pero nadie denuncia.

Grupos de seguridad que se reconvierten en empresas de servicios de comedores escolares para obtener subcontratas compradas directamente a políticos sin escrúpulos y  propietarios de medios de comunicación que venden su silencio al mejor postor conviven en esta novela con líderes de sindicatos minoritarios y periodistas que aún creen en la ética. En un contexto de asalto al Estado del Bienestar por parte de los poderes económicos, Eladio Monroy se topará de frente con una realidad ante la cual habrá de preguntarse si realmente vale la pena tomar partido.

Javier Doreste Zamora es hijo de Ventura Doreste (un poeta y editor realmente legendario para nosotros), lleva toda su vida andando entre libros y, de hecho, trabaja para un gran grupo editorial. Además de eso (y de ser uno de los críticos más feroces que conozco), es un militante notable de Canarias por la Izquierda. Juan Manuel Brito Díaz es historiador e investigador social (en esta época en que nos hacen tanta falta los historiadores y los investigadores sociales) y desarrolla una actividad incesante desde Acción en Red Canarias, aparte de ser un orador estupendo y una persona de esas a las que apetece escuchar, porque siempre nos enseña algo. Ellos serán quienes me acompañen el próximo miércoles para hablar de esta nueva entrega y de los temas que aparecen en ella. Nos hemos planteado la presentación como un acto en el que podamos encontrarnos y debatir no solo sobre novela negra, sino sobre lo que nos está pasando, y en el que tú, si asistes, puedas también intervenir.

Así pues, ya sabes: nos vemos en el Museo Domingo Rivero para la presentación de Morir despacio, la cuarta de Eladio Monroy, el miércoles que viene, a las ocho de la tarde.  Y, como es víspera de fiesta, supongo (o me temo) que el acto se prolongará hasta que ya hallamos entrado en el día de la Inmaculada Concepción. Cuéntaselo a tus amigos. Y a tus enemigos. A tu cuñado. A tu suegra. Habrá literatura y debate. Chascarrillos y lenguaje malsonante. Como debe ser.

[Si no conoces las novelas anteriores, me adelanto a tu pregunta: no, no es necesario haber leído las otras tres historias para leer esta. Las historias de esta serie son autoconclusivas. Puedes, perfectamente, comenzar por el final y luego, si te apetece, echar un vistazo retrospectivo].





Otro adelanto de Morir despacio

15 11 2012

Morir despacio ya tiene presentadores y lugar de presentación. Como aún quedan cosas por confirmar, me callo nombres y lugares por el momento. Pero te doy la fecha de la puesta de largo: 5 de diciembre de 2012. Hemos pensado en esa fecha para que puedas llevarte algo para leer durante el puente.

Para que te vayas entreteniendo, te dejo el inicio de un capítulo, titulado:

Portada diseñada por Montecruz, por supuesto.

Banderas de Soria

El apartamento de Ito estaba situado en el piso octavo de un edificio que miraba, de un lado, a la avenida Marítima y el mar y, del otro, a la plaza del Fuero Real de Gran Canaria, más conocida como plaza de la Fuente Luminosa. Como la vivienda hacía esquina, desde las ventanas de su salón se podía disfrutar de ambas vistas: o el mar, ahora azul claro y tranquilo, con el Muelle Exterior paralelo al horizonte, en medio de las plataformas y los grandes mercantes atracados o fondeados en la bahía; o la plaza, en cuyo extremo ondeaba la Bandera de Soria, una gigantesca enseña de Gran Canaria que el político de ese nombre había alzado allí cuando presidía el Cabildo y que había motivado chistes en todo el territorio nacional (la mayor parte provocados por sus exageradas dimensiones, sus costes rayanos en lo absurdo y su absoluta inutilidad).

Cuando Ito le hizo pasar al salón mientras él, todavía en albornoz, iba al dormitorio para cambiarse, Monroy se quedó mirando aquel horror azul y amarillo, que siempre había visto solo desde abajo. El anfitrión, a su regreso, lo encontró aún así, apoyado en la ventana.

—A esta altura, parece una gilipollez todavía más enorme, ¿verdad? –dijo Diego Suárez, adivinando los pensamientos del recién llegado–. Un monumento al patrioterismo barato; como si tuviéramos complejo por tenerla pequeña.

—No hay mejor manera de describirlo.








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