El pasado jueves tuvo lugar el octavo y último acto del ciclo Música y Relatos. Durante ocho semanas, conseguimos que la literatura y la música fueran un juego, un juego que hemos jugado todos: escritores, actores, músicos y, sobre todo, el público asistente, receptor último pero también origen inicial de estas actividades. En esas ocho semanas recordamos las novelas y canciones de Boris Vian, repasamos las obras de Bertolt Brecht y Kurt Weill, hablamos de novela negra y jazz, recordamos a poetas canarios de todos los tiempos y jugamos con los textos breves de Julio Cortázar y Augusto Monterroso mientras escuchábamos a Satie y a Piazzolla; también reunimos a más de una veintena de creadores de ficciones mínimas en una sesión improvisada y viajamos por la música y la literatura mexicanas. En total, ocho actos llenos de humor, amor, emociones y reflexión. En total, un centenar de personas (entre músicos, locutores, actores, escritores y técnicos, además del personal de San Martín Centro de Cultura Contemporánea) y la presencia, la lealtad constante, la simpatía y el afecto infaltables del público, siempre ahí, cómplice y amable, haciéndolo posible.
Así que en nombre de Miguel Ramírez y en el mío propio, quiero dar las gracias a todos aquellos que con su trabajo y su colaboración han conseguido que este primer ciclo llegara a buen puerto.
Ojalá la vida nos vuelva a unir en otros patios (o en el mismo), en torno a otros libros (o los mismos) pero siempre con la misma curiosidad compartida ante las cosas intangibles del mundo.