Cómo se hizo

24 09 2020

Ayer llegó a las librerías Un tío con una bolsa en la cabeza. Editada por Siruela (que siempre mima a mis criaturas como si fueran suyas), ya está en manos de un puñado de lectores, esos incondicionales que siempre están ahí, apoyando y empujando. Presumo de ellos aquí.

Sobre el argumento de la novela poco puedo contar que no explique ya el título. Soy de los que opinan que los textos de ficción han de ser autosuficientes. Pero el libro acaba de salir y me ha parecido oportuno ocupar este ratito tuyo y mío para hablarte sobre su concepción y escritura.

Como sé que te gustan las novelerías y te interesará lo que ocurre en la cocina, aprovecho que estamos entre amigos para ofrecerte un relato de cómo surgió y fue escrito, lo que correspondería a una especie de making of, un «Cómo se hizo», en román paladino, de la novela, si la novela fuese una película y yo pudiese añadir un extra a su edición en deuvedé, con la ventaja de que no tendrás que oír a ningún actor haciéndoles la pelota a sus compañeros o al director.

Otros van retransmitiendo su labor de escritura casi en directo en las redes sociales, o llevan paralelamente un diario que luego publican, con lo cual producen dos libros al mismo tiempo. No son malas opciones. Yo prefiero practicar la misericordia y limitarme a escribir esta posterior entrada de blog, sobre todo porque mientras estoy escribiendo la novela solo puedo estar escribiendo la novela, de igual forma que no podría correr el Tour de Francia y retransmitirlo al mismo tiempo. A propósito de esto, guárdame un secreto: yo creo que a los escritores nos gusta contar cómo escribimos para que parezca que esto de escribir es un trabajo duro, que lo pasamos muy mal y que no somos unos vagos redomados, que es lo que en realidad somos.

Lo que no sé exactamente es por qué escribo esta entrada. Para ser sincero, supongo que porque esta vez no haré grandes viajes ni demasiados actos públicos para promocionar el libro. También puede que lo haya hecho porque soy un egocéntrico y hablar de mí mismo es buen incentivo para sacudirme el polvo digital y retomar este sitio que tengo abandonado desde hace ya tanto (prometo que las próximas entradas no hablarán de mí, sino de otros). O acaso sea solo que la novela ya está ahí, arrojada al mundo y yo ando ordenando papeles y guardando borradores. Aunque a lo mejor mi decisión es menos decisión de lo que yo creo y ocurre, simplemente, que tengo un hueco libre, que el tercer café del día me ha salido convincentemente fuerte, que anoche llovió.

Cómo se hizo

Comencé a escribir Un tío con una bolsa en la cabeza (que aún no se titulaba así) el 2 de febrero de 2018, mientras escuchaba una conferencia particularmente aburrida. No obstante, casi sin percatarme de ello, llevaba meses pensándola. Las novelas (al menos las mías) no surgen de pronto y de la nada. Uno va pensando en diferentes asuntos que lo preocupan hasta que surge la anécdota adecuada que sirve de excusa para abordarlos. No haré la nómina de las ideas a las que había estado dando vueltas: eso sería destripar la novela. Además, ya he dicho que soy un vago. Sea como fuere, desde otoño de 2017 daba vueltas a algunos temas que no sabía cómo abordar.

Y, de pronto, en enero de 2018, di con una nota de sucesos: una concejala de un municipio turístico había sido atracada en su casa y los ladrones, en su huida, habían olvidado quitarle de la cabeza la bolsa que le habían puesto para que no los reconociera. La pobre señora logró salvarse porque su móvil disponía de una aplicación de reconocimiento de voz y eso le permitió pedir ayuda.

Al pensar en el percance sufrido por esta mujer (que, por suerte, puede contarlo), surgió la idea de este ejercicio de estilo: establecer como tiempo de ficción el que alguien puede pasar en esa situación sin asfixiarse y hacer que la novela transcurriese en la cabeza del personaje. Eso me posibilitaba jugar con la percepción psicológica del tiempo y organizar un argumento policial en el que la víctima es el investigador, las pesquisas no son itinerantes, la muerte aún no se ha producido y la policía no intervendrá. Me daba, además, la excusa perfecta para hablar de diversos asuntos y, por otro lado, me permitía experimentar con técnicas que hasta el momento solo había utilizado de forma ocasional.

La idea estaba ahí. Ya tenía una propuesta, aunque me faltaba cerrar bien el argumento. Como no me gusta trabajar en vano (insisto: soy un vago), jamás comienzo a escribir hasta no disponer de un final. En esta ocasión, me hice un preciso mapa del argumento, los personajes y la cronología. Está todo aquí, ordenadito, contado en este pulcro esquema:

La primera versión fue escrita a mano, en ese cuaderno y alguno más, a lo largo de las semanas siguientes, en diferentes lugares de las Islas, la Península y Francia a los que viajaba por trabajo o para asistir a encuentros y mientras acababa de escribir La ceguera del cangrejo. De hecho, el tiempo invertido en ese primer borrador retrasó considerablemente la escritura de aquella otra novela (por esa época, por cierto, aburría a todos los amigos con los que me emborrachaba contándoles lo que estaba escribiendo, cómo lo hacía y las ventajas e inconvenientes a los que me enfrentaba. Milagrosamente, he conservado a algunos de estos amigos). En cualquier caso, trabajando en aviones, hoteles y terrazas de bares, logré tener la primera versión de la cual surgieron las siguientes, a las que me dediqué ya en casa. Estas fueron cambiando (espero que para mejor) gracias a un procedimiento que uno no siempre puede permitirse: la lectura en voz alta. La oralidad siempre se me antoja importante, pero esta vez era fundamental: leía, grababa, escuchaba y corregía el texto.

Hacia enero de 2019 logré tener un texto más o menos definitivo (no hay nada definitivo en un texto hasta que no se ha publicado), que dejé reposar unos meses hasta el momento de preparar la edición.

Esta última es siempre mi parte favorita del trabajo, esa que desconocen quienes piensan que pueden prescindir de los editores, aunque es la que termina de convertir un texto en un libro. Esa época de la revisión del original, de la corrección de pruebas (en este caso, con Estrella García Giráldez), siempre me resulta fascinante: es cuando se establecen grandes (y para mí, enriquecedores) debates sobre lenguaje y estilo, cuando salen a la luz las costuras del texto, cuando entiendes que siempre puede ser mejor. Con Un tío con una bolsa en la cabeza el proceso ocurrió en los meses en los que ya había comenzado a ocurrir lo impensable o, al menos, lo imprevisible. Hacia el final, una mañana me desperté alarmado por la siguiente idea: habíamos establecido una larga correspondencia acerca de una novela claustrofóbica cuyo leit motiv es la asfixia al mismo tiempo que a nuestro alrededor el mundo iba quedando marcado precisamente por la disnea y el enclaustramiento.

Y ahora esa novela está ahí, puesto de largo, en la librería, en tu bolso o en tu mesilla de noche, y poco más puedo hacer que contarte esto, porque, pese a la lluvia de anoche, ha vuelto el calor en este otoño extraño del año más extraño y yo pienso que, por mal que vaya la cosa, soy un tipo con suerte: soy un vago, pero puedo seguir escribiendo lo que me dé la gana sin que nadie venga a mi casa a enfundarme la cabeza en una bolsa. Al menos por ahora.





Cierra Negra y Criminal

1 09 2015
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Con Paco Camarasa y José Luis Ibáñez Ridao. No quiero engañarme, pero juraría que veo en primer plano el perfil de Jokin Ibáñez y, al fondo, se atisba el ala del sombrero de William C. Gordon

La primera vez que presenté un libro fuera de Canarias fue en la librería Negra y Criminal, que Montse Clavé y Paco Camarasa han regentado en la calle de La Sal en Barceloneta (Barcelona) desde 2002. Allí he tenido siempre mi casa y allí conocí o acrecenté mi amistad con muchos de los que hoy soy grandes amigos. José Luis Ibáñez, Gloria Blanco, Andreu Martín, Raúl Argemí, Rosa Ribas, Carlos Zanón, Cristina Fallarás, Empar Fernández, Leo Coyote, José Andrés Espelt, Jokin Ibáñez, Anna María Villalonga, Lorenzo Silva, Carlos Quílez (son muchos más, escribo de memoria). Y allí compartí vino y mejillones (y ron y queso canario, si se terciaba) no solo con muchísimos lectores sino con gente de la que yo era lector (como de algunos de los anteriores): Jaume Ribera, Anne Perry, Petros Márkaris, William C. Gordon (nos veo a ambos compartiendo una botella de vodka que él había traído para la firma). Allí me sacó fotos Anna Portnoy. Allí ambienté un pasaje de una de mis novelas (pero muchos años antes, cuando Paco y Montse aún no habían nacido) y a ellos, a Montse y a Paco, los incluí en la dedicatoria de mi última novela. Allí conocí a Ella Sher (que hoy es mi agente) y me consta que Paco Camarasa tuvo mucho que ver en que Alrevés (Gregori Dolz, Josep Forment, Ilya Pérdigo) apostaran por adoptar la estrategia del pequinés.

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He tenido la suerte de curarme de las resacas con los caldos de Montse (a los que nunca faltó su poquito de apio), de discutir horas y horas con el corso Maurizio Pisu y de que Paco acabara echándome diciendo que yo ya era el último, que tenía que cerrar, que me fuera a seguir la juerga a otra parte.

Ahora sí que me tengo que buscar otro sitio para hacer amigos o codearme con los autores que admiro, otro sitio donde beber vino, conocer a mis lectores o hacer lectores nuevos, porque a partir del 3 de octubre, Negra y Criminal cierra sus puertas. Y me gustaría ser el último al que Paco corriera también esta vez de la librería. Pero no va a poder ser, así que, hazme el favor: si estás por allá, ve y dales la lata y píllate un último libro y diles que se les quiere y se les necesita, como yo lo haría de estar en tu lugar.

En este enlace están aquellos autores que pasaron por Negra y Criminal a lo largo de 13 años. Solo faltas tú. Hasta el día 3 de octubre, si estás en Barcelona, tienes tiempo de pasar por allí y demostrar que los lectores no somos tan desagradecidos. Por lo que fue. Por lo que siempre será: la casa de todos los canallas buenos, de todos los rufianes lindos.





Un brindis por Josep Forment

9 07 2015

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Nos tratamos poco tiempo (apenas un año y medio), pero me influyó mucho. Como los grandes personajes del teatro, apareció en mi vida después de anunciarse a través de la admiración que provocaba en los demás (Gori, Ilya, Roger, Claudia, Angels), y cuando lo hizo superó con creces las expectativas que los comentarios sobre él habían despertado.

En persona, al principio, me pareció una especie de Woody Allen catalán. No por su físico ni por su forma de vestir, sino por su inteligencia. Y no el Allen de los escándalos y las frivolidades, sino el que yo adoraba en los años noventa, el de los aforismos mordaces y la mirada a la cultura desde los márgenes del discurso. Culto, irónico, sutil, pero capaz de vestirse de inocencia para mirar con curiosidad a las personas más allá de los prejuicios (eso que solo hacen los sabios), se convirtió para mí en un referente. Recuerdo agradables charlas en torno a la mesa de Gori Dolz; largas conversaciones telefónicas que tenían como excusa los textos sobre los que trabajábamos pero acababan derivando en debates sobre las contradicciones entre el mundo editorial y el mundo de la literatura (tú ya sabes que no son el mismo; nosotros lo sabíamos también y eso nos preocupaba); un Sant Jordi en el que él estaba abrumado por el éxito de su edición de los textos de Pepe Rubianes, pero aun así se aseguró de que no me perdiera nada de la magia de ese día y en el que le mostré, con orgullo de canario, un libro de poemas de Federico J. Silva, cuyos juegos supo entender. Recuerdo también mi primera Semana Negra de Gijón (la del año 2013), que vivimos juntos, y los no menos largos debates sobre ese mismo tema, su idea de poner las cosas claras acerca de esa escisión entre precio y valor de la obra, mi empeño en que escribiera un ensayo sobre ello. Y después recuerdo también sus traducciones de Rimbaud (tradujo toda la obra de Arthur Rimbaud, en formatos muy originales) y sus libros sobre él, que los lectores inteligentes buscarán y que yo no tuve tiempo de decirle que me parecían un antes y un después en el conocimiento en castellano de este poeta que, según él señaló, era también un filósofo. La última vez que hablamos fue, si no recuerdo mal, el sábado 5 de julio de 2014. Esa conversación fue crucial para mí: discutimos cosas que ni a él ni a mí nos gustaban del libro que yo estaba terminando; también cosas que a ambos nos parecían filones a explotar. Por último, le pregunté si iría ese año a la Semana Negra, si repetiríamos nuestros paseos y nuestras charletas. Me dijo que ese año no acudiría, que ya habría otras ocasiones, que volveríamos a vernos, que volveríamos a hablar. Eso jamás ocurrió. El día 9 de julio, cuando yo hacía las maletas para ir a Asturias, Roger Clanchet me llamó para darme la noticia increíble de que había fallecido repentinamente.

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Pocas personas a las que haya tratado tan poco tiempo han dejado tanta huella en mí. Así que comprendo perfectamente la huella que Josep Forment (autor, editor, pensador) ha dejado en quienes le trataron más estrechamente y durante mucho más tiempo. Y mi dolor chico de amigo es incapaz de hacerse una idea de la amplitud del dolor grande que dejó en su familia.

Hoy, a la siete y media de la tarde, hora peninsular, algunas de esas personas se reunirán en la librería Negra y Criminal de Barcelona (ese foco de activismo cultural que Montse Clavé y Paco Camarasa mantienen encendido en Barceloneta) para recordarle y brindar por él. Por lo que fue. Y por lo que es, eso que sigue vivo en sus libros (los que escribió y los que editó, haciéndolos posible y, sin duda, haciéndolos mejor de lo que podrían haber sido) y, sobre todo, eso que sigue vivo en la memoria de quienes le conocimos y le quisimos, que viene a ser lo mismo, porque no se me ocurre que alguien pueda haberle conocido sin quererle.

Desde este cachito de África, este autor calvo también brinda por ti, Josep Forment, con infinito agradecimiento por haberte conocido, aunque fuera por tan poco tiempo.





Aviso por si paso cerca de tu casa

18 04 2015

Llega el Día (la semana o las semanas) del Libro y toca hacer las maletas y viajar a diferentes lugares para celebrar la existencia de esos objetos mágicos que dan gustito, esas máquinas del tiempo que conectan a los lectores con el pasado y a los escritores con el futuro. Durante un par de semanas no vamos a hacer La Buena Letra, al menos en radio. Yo seguiré (si las infraestructuras telemáticas lo permiten) haciéndola aquí.

Hago esta entrada para advertirlo (no vaya a ser que luego digas que no doy palo al agua) y, de paso, para avisarte de dónde voy a estar y lo que voy a hacer, por si estoy y lo hago cerca de tu casa y te apetece pasar a hacerme una visita y que nos veamos el hocico.

Por lo pronto, este lunes 20 andaré en La Palma (esa isla a la que uno siempre quiere volver), en la Biblioteca Municipal de Los Llanos de Aridane, en una presentación-debate de Las flores no sangran. El acto comienza a las 20:00 y es de esos en los que el público interviene, así que puedes aprovechar para preguntar, hacer observaciones o ponerme a parir, que para algo eres la clientela.

Las flores no sangran, Alrevés editorial, 336 páginas

Las flores no sangran, Alrevés editorial, 336 páginas

El jueves 23 de abril, más flores y más libros, porque la cita es, cómo no, en Barcelona, para celebrar Sant Jordi. Estaré por la mañana en el puesto de Alrevés en Las Ramblas y por la tarde en la Librería Negra y Criminal, en la calle de La Sal, en Barceloneta.

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Y el viernes 24, me muevo a Cuenca, para participar en el III Encuentro Las Casas Ahorcadas, esa golfada que comisaría cada año el peligrosísimo Sergio Vera. El plantel de autores que acudirá este año es, como el del anterior, estupendo. Y sospecho que lo vamos a pasar estupendamente, porque además Cuenca es una de esas ciudades civilizadas en las que los bares disponen de Ron Arehucas.

La semana siguiente estaré en Los Cristianos, impartiendo talleres en los institutos del municipio, como preparación para el encuentro que tendrá lugar entre el 13 y el 15 de mayo, la Octava Edición de las Jornadas NNegra de Arona.

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El 8 de mayo, con José Luis Correa, estaré en la Université de Fribourg-SUISSE  (La Gruyére, Suiza) participando en el Seminario de Literatura Policial que allí se organiza cada año, y participando en un coloquio con los alumnos de Máster.

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Y la semana siguiente, retorno a Los Cristianos, para participar (ahora sí de cara al público), en las Octavas Jornadas Nnegra de Arona. Este año quedan aún presencias por confirmar, pero ya es seguro que estaremos con José Luis Correa, Marcelo Luján, Rosa Ribas y el crítico y periodista Eduardo García Rojas. Y se está cociendo alguna sorpresa, así que no te me despistes si vives en Tenerife y pon gasofa en el coche o consulta los horarios de TITSA, que Eduardo Pepe y yo ya estamos un poco más vistos, pero Rosa Ribas y Marcelo Luján no vienen todos los días (de hecho, ha habido una titánica lucha con sus agendas para que pudieran venir a Canarias).

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Luego llega el fin de semana, pero tampoco descansamos, porque el 16 de mayo, viajo (esta vez con Rosa Ribas) a Valencia, para asistir al Tercer Festival Valencia Negra. No solo supone el reencuentro con un montón de amigos, sino que encima Las flores no sangran está entre las novelas nominadas para el Premio a Mejor Novela en Castellano, junto con otras que me encantan, como Subsuelo y Mistralia. Si quieres votar (por cualquiera de ellas u otra) solo has de hacer clic aquí.

Así que ya ves, agenda completa durante unos cuantos días. Y mucho viaje y mucha maleta, pero también, vaticino, muchas sonrisas y gratos encuentros. Mientras tanto, siempre que pueda, iré dejando miguitas de pan aquí, en esta que es tu casa, donde espero que continúes entrando y dejando tu huella.





Las flores no sangran en Barcelona

2 02 2015

No he podido contarlo antes, porque ando estos días haciendo de infiltrado elemental. Pero aquí, en casa de Gregori Dolz y Ángels Salvatella (anfitriones y amigos) invado la mesa del comedor y la conexión wi-fi para contarlo rápidamente: ya está, ocurrió: Las flores no sangran está en la calle y fue presentada oficialmente. Ocurrió, cómo no, en Barcelona, en la Librería Negra y Criminal, este sábado, entre la mesa redonda y la firma de ejemplares de ese día (y entre vino, mejillones y ron canario). Y como uno siempre tiene mucha buena suerte, el libro pudo presentarlo José Luis Ibáñez Ridao, el padre del Detective Ferrer, entre numerosos amigos, bajo la atenta mirada de Paco Camarasa, alias «el Comisario», alias el «Cappo di Cappi», y con Josep Forment (por quien se brindó) presente en cada línea que se escribió o se dijo.

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En casa, en Las Palmas de Gran Canaria, la presentación tendrá lugar el jueves, 12 de febrero, en la Librería del Cabildo (calle Cano con Travieso), a las siete de la tarde. Y también correrá el vino, por supuesto.

Las flores no sangran, Alrevés editorial, 336 páginas

Las flores no sangran, Alrevés editorial, 336 páginas





BCNegra 2014. Crónica íntima

10 02 2014

Lo sé: soy un absoluto impresentable. He dejado abandonado este blog durante muchos días. Te debo varias entradas, entre otras, una que quiero que sea muy especial, sobre Bouvard y Pécuchet y el Estupidario de Flaubert. Para esta aparente desidia, para esta pereza también aparente, solo tengo una excusa: es que estaba trabajando. En los últimos tiempos, Ceremonias es para mí más un descanso que una obligación y entre talleres, lecturas, charlas y la escritura de una novela en la que trabajo desde el año pasado, he tenido poco tiempo para dedicártelo a ti, que siempre te pasas por este rinconcito para ver si hay algo nuevo.

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Pero no quiero que se enfríe esto tan lindo que me traigo de BCNegra 2014, donde, junto con el compañero José Luis Correa, he pasado unos días con otros sesenta autores entre editores, libreros y, sobre todo lectores. Llevábamos bajo el brazo nuestros últimos libros: El verano que miró Chabela y La última tumba. Íbamos, como en otras ocasiones, a la mesa Islas Negras, en la que hablamos sobre novela negra canaria. En otras ocasiones, la moderaba el padre del detective Ferrer, nuestro querido José Luis Ibáñez a quien hemos declarado canario de adopción. Esta vez no pudo ser y tomó el testigo Cristina Manresa i Llop, comisaria (creo que la primer mujer comisaria) de los mossos d’esquadra. A mí (ya sabes que, como Hitchcock, tengo fobia a los uniformes policiales), me intimidaba un poco, pero Cristina no solo resultó ser una lectora estupenda y una hábil interrogadora (eso va con su oficio, supongo), sino una persona muy cálida, por lo cual Correa y yo hemos decidido comenzar los trámites para adoptarla también.

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De esta BCNegra me traigo, como suele ocurrirme cuando voy, momentos muy hermosos. De entrada, el encuentro con viejos amigos que siempre están ahí para aguantarlo a uno y darle calorcito en esos febreros tan fríos de allá. Pero también la oportunidad de apreciar en carne y hueso a personas que ya apreciaba en la distancia, como Leo Coyote, Guillermo Orsi, David C. Hall, Carlos Zanón, Willy Uribe, Luis García Jambrina y, sobre todo, la gran Rosa Ribas, a quien llevo tres años persiguiendo de festival en festival. Y echar buenos ratos y largas parrafadas con ellos y ellas, con unos y otros (los nuevos y los viejos amigos), en tertulias adorablemente interminables.

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Momentos especiales hubo muchos. Estar comiendo con Andreu Martín a un lado, Luis Gutiérrez Maluenda al otro, frente a José Luis Ibáñez, Gloria Blanco, Claudio Cerdán y Pepe Correa (aprovechando que este último estaba afónico para darle caña); el almuerzo de bienvenida con Ella y Amaiur; las charlas sobre literatura con Atram Sin Prisa y Rubén (ir a festivales sin ellos ya no sería lo mismo), Juan Carlos Galindo (que sabe más que el que más sabe sobre esto), Esther Herranz (que también ama Rayuela), Ana María Villalonga y el comando valenciano, con quienes debatimos a altas temperatura etílicas sobre géneros literarios y género sociológico; los ratitos fugaces pero fecundos con la familia de Alrevés, a quienes robé el primer ejemplar de Después de despedirme, la antología de inéditos de Pepe Rubianes que ha editado Josep Forment, y de quienes recibí tres regalos muy especiales: libros de Mario Bellatin, cuya literatura Claudia Calva tuvo el detalle de recordar que yo amo; el recibimiento de Paco Camarasa, Montse Clavé y el resto de las personas que se rompen la crisma cada año para que BCNegra salga adelante; el barullo tumultuoso de la firma del sábado ante Negra y Criminal, en el que de pronto aparecen canarios, hijos o suegros de canarios, o canarios de espíritu, que alguna vez pasaron por las Islas y se dejaron en ellas un cachito de corazón; la simpatía de Mariano Sánchez Soler y de Anik Lapointe y de Dsdmona y de Jokin Ibáñez y José Andrés Espelt y de Rosa y de Rosa María y de Aramys Romero y de Anna Portnoy y de Esther Hernández Martín y de Ricard y de tantas y tantas otras personas que ahora no caben en una entrada o de quienes olvidé anotar nombres y apellidos, pero cuyas imágenes están ahí, tras esta cabeza cansada y feliz.

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La primera vez que fui a BCNegra fue hace seis años. Iba para allá con ilusión y miedo, un casi debutante que viaja adonde se reúnen los buenos, amedrentado y expectante. Ahora (lo comprobé este año), cuando voy a Barcelona, a ese encuentro de la reflexión y la palabra, lo hago sabiendo que voy a casa.

Y cada vez que voy me traigo momentos y recuerdos como esos, los que no pesan en la maleta y que puedes llevarte ya siempre contigo, de viaje en viaje, de mudanza en mudanza. Pero no todo es intangible: también hay otras cosas con las que tienes que regatear el peso cuando te facturan el equipaje. En este caso, mi botín bibliográfico de BCNegra 2014 es este:

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Hasta aquí esta crónica más sentimental que intelectual, más cansada que lúcida, más resacada que beoda. En breve, ese post flaubertiano que te debo. Hoy tocaba dar las gracias por las plegarias atendidas.

[Como esta vez no llevé cámara, las fotos que ilustran esta entrada han sido robadas descaradamente de las redes sociales a personas amigas: Marta de Leer Sin Prisa, Montse y Ana Rosa Durán Albareda, con cuya generosidad cuento]





El pequinés, de paseo por la Península

2 05 2013

Este fin de semana, si estás en Barcelona, nos vemos en Negra y Criminal (Sal, 5), esa aldea resistente regentada por Montse Clavé y Paco Camarasa. La cita es el sábado 4 de mayo, a las 13:00. ¿Asunto? Presentación de La estrategia del pequinés. Edita Alrevés. Y presenta, nada más y nada menos, que el maestro Andreu Martín, que no solo ha tenido la generosidad de leerme (esto para un tipo como yo ya es un regalo) sino que además se ha prestado a apadrinar a la criatura.

La estrategia del pequinés, Barcelona, Alrevés, 312 páginas.

La estrategia del pequinés, Barcelona, Alrevés, 312 páginas.

Y la semana próxima le toca el turno a Madrid. Allí estaré acompañado por otra persona generosa que también sabe mucho de esto de los libros de semen y sangre, Paco Gómez Escribano. Será en Estudio en Escarlata, (Guzmán el Bueno, 46), el martes 7, a las 19:00.

Confieso que estoy muy nervioso e ilusionado por estar allá, volver a ver a los viejos amigos y conocer a otros nuevos que ya me regalan su afecto a través de las redes y hasta por vía telefónica. Y, por supuesto, también a ti, si estás en alguna de esas dos ciudades y te apetece que pasemos un ratito juntos. Entre libros. Como debe ser.





Anticrónica (tardía, subjetiva y pequeñita) de BCNegra 2012

13 02 2012

Paco Camarasa, Montse Clavé y el equipo de Negra y Criminal han obrado nuevamente el milagro. Y ahora, cuando ya los cronistas oficiales (y oficiosos) han hecho su crónica en los grandes medios; ahora que despierta este lunes en el que ya han hecho la autopsia del cadáver de Whitney Houston, mientras la sociedad griega espera a que le hagan la suya; ahora que el frío continúa atizando mientras Garzón continúa condenado y los líderes autoritarios siguen llamando demagogos a los demócratas, este escritor pequeñito se sienta al ordenador para contar sus alegrías de los días pasados en Barcelona en ese festival por donde se ha paseado tanto talento, tanta calidez y tanta reflexión sobre el mundo que tenemos y el mundo que nos queda.

Como sabrás, a BCNegra íbamos este año el compañero José Luis Correa (que estrena libro: Nuestra Señora de la Luna, del cual te debo una reseña) y el arriba firmante, para participar en la mesa Islas Negras, coordinada por el padre de Toni Ferrer, el gran José Luis Ibáñez (que es del Vallés, pero que va mutando poco a poco en canario, según los cronistas). Así que durante una hora, el público que se congregó en La Capella recordó que por aquí abajo no solo hay sol, playa y volcanes pachorrudos, sino literatura y lazos que nos unen. Por supuesto, no solo se habló de nuestros libros, sino también de los de Antonio Lozano, Carlos Álvarez y Javier Hernández; e, incluso, hicimos algo de arqueología, recordando a nuestros modenistas (Quesada, Rivero, Torón, Morales).

Pero BCNegra, para este escritor pequeñito, no es solo las mesas en las que participa, sino el encuentro o el reencuentro con gente a la que quiere y admira. Durante esas jornadas, Barcelona se llena de cronopios de todos los tamaños y colores. Por eso BCNegra es dar con Raúl Argemí y Cristina Fallarás (que, siguen leyendo y, lo mejor de todo, escribiendo), con leyendas como Carlos Salem y talentazos como Carlos Zanón y Lorenzo Silva, maestros de la talla de Andreu Martín y compañeros a quienes uno lee casi todo el año y casi nunca puede ver en persona, como Diego Ameixeiras y Javier Abasolo.

Cristina Fallarás

BCNegra también es el encuentro con el entusiasmo y el cariño de Jokin Ibáñez y José Andrés Espelt y las charlas en las que descubres la cantidad de libros que aún no has leído, de películas que no has visto, de autores que aún no conoces.

Con Raúl Argemí y Diego Ameixeiras

Y la curiosidad, la simpatía de los lectores (como Ricard, como Marta, como Ester, como Jabi, como tantos otros y otras) que están indefectiblemente ahí leyendo y debatiendo sobre nuestro trabajo, justificando con su interés esta tarea nuestra de ablandar cada día el ladrillo a golpe de palabra.

José Andrés Espelt y Jokin Ibáñez

Y, por supuesto, también es la oportunidad de ver en persona a sus ídolos. Este año la estrella indiscutible fue Petros Márkaris, Premio Pepe Carvalho de esta edición, que paseó su humanidad y su sonrisa por Barcelona, permitiendo con paciencia infinita que sus admiradores lo asaltáramos como fans enloquecidas para agradecerle su obra y sacarnos fotos con él.

Con Correa e Ibáñez, asaltando a Petros Márkaris

De este año concreto, me llevo algunos recuerdos indelebles: las conversaciones en la cocina y la trastienda de Negra y Criminal (mientras hacía proselitismo del ron Aldea entre ollas de mejillones y botellas de vino), la cordialidad de Rosa Xabé, el encuentro (fugaz y dulce) con Anna Buill, la amabilidad de Montse Clavé y Paco Camarasa y, sobre todo, la hospitalidad y el afecto de Gloria Blanco y José Luis Ibáñez, que no solo hacen siempre que me sienta en familia sino que además ponen claridad en un mundo que a veces es confuso.

Ahora, en este lunes frío de febrero en el que Whitney Houston empieza ya a pudrirse y los fachas llaman demagogos a quienes se niegan a callarse, también recuerdo dos momentos de la semana pasada. El primero es público y conocido: Paco Camarasa leyendo la lista de los miembros del TS antes de cada una de las mesas del viernes, con el mismo tono y probablemente la misma intención con que hace más de cien años, Émile Zola gritó su célebre J’accuse!, haciéndonos sentir que tenía razón al leerla, que quienes han participado en esta fantochada dictada por los poderes fácticos no merecen participar en ningún foro democrático, que Garzón está siendo víctima del entramado de poder y corruptelas que quienes participamos en BCNegra denunciamos incesantemente con nuestro trabajo. El segundo, personal: ir en un tren leyendo Con el agua al cuello, de Petros Márkaris (concretamente un pasaje en el que Kostas Jaritos habla con unos jubilados que se manifiestan y se siente solidario con ellos) y elevar los ojos y leer en la portada del periódico que lee mi vecino de enfrente que el Parlamento Griego está a punto de dar un paso más en ese asalto a lo público que son las reformas impuestas a Grecia.

Hoy, 13 de febrero de 2012, este escritor pequeñito se ha levantado leyendo que finalmente esas medidas han sido aprobadas, que Garzón continúa condenado y Grecia arde. Y no puede evitar sentirse aún más pequeño y pensar en ese escritor grande que es Márkaris (cuyas obras están tan llenas de verdad) y preguntarse cuánto tardará en arder su propio país.





Los días de mercurio se puso de largo

28 02 2010

Foto: Thalía Rodríguez

Foto: Thalía Rodríguez

Ya está, ahora sí: Los días de mercurio (La iniquidad II) ha sido presentada en sociedad. Ya existe públicamente.

Ocurrió ayer sábado, 27 de febrero a las 13:00, en Negra y Criminal, la emblemática librería de la calle Sal, en Barcelona. Hubo vino y mejillones al mojo rojo (cortesía de Montse Clavé, la librera, de quien estoy degustando Manual práctico de cocina Negra y criminal), palabras de aliento por parte del librero, Paco Camarasa (quien decidió acompañar la presentación con una proyección de Casablanca, porque decía no disponer de nada más africano, pese a que yo no me parezco a Bogart ni Raúl a la Bergman) y apadrinamiento de lujo por parte del maestro Raúl Argemí. Además, otros amigos (Cristina, Gloria, Ibáñez, Salva, Chiki) contribuyeron a que este escritor afro-canario (según término políticamente correcto acuñado para la ocasión) se sintiera como en casa, o, para ser exactos, mejor que en casa. En el hecho de que se presentara en Negra y Criminal influye una circunstancia: uno de los pasajes del libro se desarrolla justamente allí, en ese edificio que fue, durante la posguerra, vivienda y almacén de un contrabandista, anécdota que conozco gracias a José Luis Ibáñez, quien sabe más que nadie que yo conozca de la historia de esa ciudad única que es Barcelona (por cierto, José Luis anda preparando un nuevo Ferrer. Si no has leído los anteriores deberías ir poniéndote al día).

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Así que Los días de mercurio ya está ahí. Esta semana llegará a las librerías de Canarias y, dentro de muy poco, se presentará en otras ciudades, comenzando por Las Palmas de Gran Canaria y Santa Cruz de Tenerife.

Por si te has perdido noticias anteriores: es una novela publicada por Anroart Ediciones (esa editorial pequeña, pero valiente), la segunda de la serie que se inició con La noche de piedra, titulada La iniquidad. Se trata de una historia ambientada en una anónima ciudad de provincias durante los años cincuenta.  Su protagonista es un camarero de pasado turbio y presente agrio que extorsiona a un jefe local de Falange.

Aprovecho esta entrada para dar las gracias a todos aquellos que hicieron posible esta presentación (con la cual se cumple una de mis íntimas ilusiones): al Gabinete Literario de Las Palmas de Gran Canaria, que gestionó desinteresadamente la beca que hizo materialmente viable el viaje, a los amigos catalanes que me trataron tan bien como si yo fuera buena gente y a los canarios (Alberto, Rafa, Helba, Thalía) que también estuvieron allí, apoyando, como si yo les mereciera.  Hoy domingo, contento, orgulloso (y algo resacado) cuelgo esta entrada con agradecimiento, cariño y algo ya parecido a la nostalgia. También incluyo foto, con Paco y Raúl (y Salva y Casablanca al fondo) durante la presentación.





Comienza la cuenta atrás: Los días de mercurio (La iniquidad II), el próximo sábado en Negra y Criminal

20 02 2010

portada dias de mercurio 1

Soy un tipo con suerte. El próximo sábado, 27 de febrero, a las 13:00, se presenta Los días de mercurio (La iniquidad II) en un lugar emblemático para la novela negra en España: la librería Negra y Criminal, de Barcelona. Está en la calle de la Sal, número 5, muy cerca del mercado de la Barceloneta y, si visitas esa ciudad mágica no deberías dejar de acercarte a este rincón. Por supuesto, si lo haces el próximo sábado, a mediodía, mejor que mejor.

Pero no soy un tipo con suerte solamente por eso, sino porque, además, Los días de mercurio tiene un padrino de lujo: Raúl Argemí, fascinante escritor argentino afincado en España, de quien no deberías perderte libros como Retrato de familia con muerta y Penúltimo nombre de guerra.

Así que ya queda menos para que Los días de mercurio llegue a las librerías. Espero que, al menos, le eches un vistazo a las tapas, para ver si te interesa. Puedo adelantarte que es una historia de violencia en plena posguerra española. En ella hay chantajes, crímenes, sexo y mentiras, jefes de Falange homosexuales, maquis renegados y mujeres insaciables.

Si estás en Barcelona por esas fechas, estás invitado al festejo (suele haber vino y mejillones). Si no, Los días de mercurio te espera, dentro de muy pocos días, en tu librería. Puedes ir pidiéndola a tus libreros. Ellos te avisarán.








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