La peligrosa curiosidad del futbolista asesino

2 03 2012

Ya sabes que el próximo jueves comienza Crímenes Ejemplares 2012. Para ir calentando el ambiente, voy a aprovechar una feliz coincidencia, porque acaba de reaparecer en el mercado un libro que ya causó conmoción entre la crítica cuando se publicó hace más de una década. Esta vez va en serio: es una historia de semen y sangre, firmada por el palmero Nicolás Melini y que lleva por título El futbolista asesino, una novela de 1995 ya publicada por La Caja Literaria (2000) e Idea (2006), pero que continúa resultando atractiva, como prueba esta nueva edición, por parte de Casa de Cartón, un joven y prometedor sello.

El futbolista asesino, de Nicolás Melini. Madrid. Casa de Cartón. 112 páginas.

El futbolista asesino es una novela corta, brutal y desasosegante en la que vamos a seguir en primera persona los pasos de Falo, un futbolista de tercera regional que bajo una fachada de chico guapo, deportista y encantador, alberga a un psicópata depresivo, sarcástico y autodestructivo, en quien predomina eso que Burton llamó la bilis negra, que caracteriza a los individuos melancólicos. Nuestro futbolista es capaz de los crímenes más execrables y, dicho sea de paso, absurdos. Siguiendo su propio relato de los acontecimientos, le acompañaremos en la espiral de violencia que desatará en el fin de semana en el que va a celebrarse su último partido: su viernes por la tarde, y la novela, comienzan con el asesinato de un taxista, justo antes de ir a casa para reunirse con Silvia, su chica, e ir con ella a un concierto de rock. A partir de ahí, el lector ya sabe que este individuo a quien aún no conoce bien es capaz de cualquier cosa y gran parte de la intriga de la historia va a residir en saber por qué se comporta de esa manera cínica y brutal y, sobre todo, quién será su próxima víctima.

Cuando se habla de psicópatas, suele aludirse a la circunstancia de que estos individuos son incapaces de sentir empatía. No con tanta frecuencia se reseña algo que los especialistas señalan como otro rasgo frecuente: la exacerbada, enfermiza curiosidad por el cuerpo humano. El móvil de Felo será, en primer término, la curiosidad por saber qué ocurrirá, por ejemplo, al golpear un quiste sebáceo, al arrancar un pezón de un mordisco, al clavar una botella rota en un paladar. En su absoluto egocentrismo, en su infantil indagación, las víctimas de esta gloria del fútbol local se convierten en meros objetos de experimentación, en medios para satisfacer ese ansia de saber qué ocurre cuándo uno se adentra en el cuerpo de otro, como si esta intromisión en la carne ajena le consolara de su alteridad esencial, de su aislamiento espiritual con respecto de quienes le rodean.

Decía Roland Barthés que hay dos tipos de textos: los textos de placer, elegantes y sobrios, que se insertan perfectamente en el canon cultural y reflejan el orden, y los textos de gozo, que nos provocan y nos epatan, reproduciendo el caos y haciendo que se replantee nuestra relación con el mundo en el que vivimos, con la cultura y con el propio lenguaje. En este sentido, El futbolista asesino es, indudablemente, un texto de gozo, escrito con rapidez y con una frialdad que hace que los hechos, extremadamente crudos, de la trama nos resulten aún más impactantes. Nos sucede con esta novela como con las buenas películas de terror: no queremos seguir mirando, pero no podemos dejar de mirar.

Algunos de sus críticos (que a estas alturas son bastantes) la han comparado con El extranjero, de Albert Camus, quizá llevados por la idea, en mi opinión un poco simple, de que Meursault, el protagonista de aquella novela, es un psicópata. A mí el estilo de Melini me recuerda más a Bret Easton Ellis, a Peter Handke, a novelas como American Pshyco o El miedo del portero al penalty (curiosamente también protagonizada por un futbolista venido a menos), en las que se anota la inquietante idea de que en un mundo deshumanizado y alienante, la violencia irracional y la psicopatía como su ejemplo extremo, no son una excepción, sino casi una consecuencia natural, aunque la sociedad etiquete ambos fenómenos como anomalías para establecer una barrera psicológica y poder negar lo evidente.

Así pues, para esta semana, una novela dura, rápida e interesante, con mucho sexo y violencia pero también con algunos motivos para reflexionar: El futbolista asesino, de Nicolás Melini, editada en Madrid por Casa de Cartón, 112 páginas no aptas para lectores burgueses ni amantes del correctismo político.


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2 responses

2 03 2012
Paula Nogales

Que sepas que te leo.

2 03 2012
Alexis Ravelo

Ah, eras tú… 🙂

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