Libros para un verano

26 07 2014

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A petición popular, para el último espacio de La Buena Letra de esta temporada, traigo unas cuantas recomendaciones que den para todo el verano. Algunos son libros que hallarás en las mesas de novedades; otros salen con editoriales independientes y habrás de pedirlos en tu librería de confianza, pero te valdrá la pena la espera. Todos son recientes, todos son rica fruta del país y te prometo que no hay entre ellos ninguna comercialada.

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Foto: Verónica Iglesias

Pero primero vamos con el título del que queríamos hablar la semana pasada y que la rabiosa actualidad me impidió reseñar:

 Yonqui - Paco Gómez Escribano

 Yonqui, de Paco Gómez Escribano, Erein, 299 páginas.

En Canillejas, en 1978, el Botas no tiene muchas salidas: a su padre se le reventó el hígado en el bar del barrio; su hermano mayor murió de hepatitis; su hermana huyó de casa y su madre es alcohólica. Así las cosas, no es raro que el pibe ande todo el día metiéndose por las napias o la vena lo primero que encuentra, robando coches para atracar gasolineras o sacando la navaja a la primera de cambio. Con rapidez, con eficiencia, limitando su léxico al argot del personaje, Paco Gómez Escribano pinta un retrato acre y brutal de los barrios periféricos de Madrid durante la transición. Al Botas lo vamos a acompañar en su periplo por el infierno, desde su adolescencia hasta los veintipocos. Estaremos con él en sus palos y trapicheos, pero también en sus diferentes intentos por rehabilitarse y llevar una vida mejor. Y en su encuentro con Lola, otra chiquilla que no se resigna a ser una excluida. Yonqui es una novela sobre navajeros. También una Bildungsroman. Una historia de miseria y violencia con un vocabulario limitado al de su protagonista, lo cual la hermana con La naranja mecánica. Por último, es también el retrato de una época y, como ganancia secundaria para los nostálgicos, un repaso a la historia del rock español, pues el encuentro del Botas con la música supondrá una epifanía y en sus ensayos y tocadas se irá encontrando con Burning, Gabinete Caligari, Parálisis Pemanente o Antonio Vega. Por supuesto, los amantes de la acción y de las persecuciones no se van a sentir defraudados. Pero eso puede tenerlo cualquier novela. Tan buena literatura, hecha con palabras de la calle, no. Así pues, para empezar las vacaciones, sexo, drogas y rockanrrol con Yonqui, de Paco Gómez Escribano, publicada en Donosti por Erein, 299 páginas de alto voltaje.

 El gran frío - Rosa Ribas - Sabine Hofmann

 El gran frío, de Rosa Ribas y Sabine Hofmann, Siruela, 312 páginas.

Una novela esperada: la segunda aventura de la periodista Ana Martí, protagonista de la estupenda Don de lenguas, que fue de lo mejor del 2013. Como la anterior es novela negra y como la anterior está ambientada en España en los años cincuenta. Pero esta vez la historia ya no transcurre en Barcelona, sino que a Ana la envían a un pueblito de Aragón para cubrir una noticia sensacionalista: la supuesta aparición de los estigmas de la Pasión en el cuerpo de una niña. Y allí va a descubrir un secreto que tiene que ver con un viejo crimen olvidado. Una historia negra en la España más profunda y oscura. Ribas y Hofmann crean personajes casi de carne y hueso, los introducen en una estructura firme que luego exponen con una prosa limpia y eficaz. Pero no solo eso, sino que sus retratos de época están perfectamente ambientados, con una ambientación que no nos da la lata intentando mostrar lo mucho que se han documentado (defecto frecuente en este tipo de novelas), con una mirada lúcida y sincera a la época y la sociedad que describen. Para amantes de la novela negra, de las novelas que hacen retrato de aquella sociedad y, en general, para pasárselo pipa durante tres o cuatro días, porque no te durará más.

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Edad de oro, de Fernando Fernández Rodríguez, Uno Editorial, 448 páginas.

Otra sobre historia contemporánea, pero esta vez una ópera prima y en una editorial pequeña. Fernández Rodríguez se estrena con una novela que trata un filón que solo en los últimos años hemos comenzando a explorar en nuestra narrativa: el de las Vanguardias Históricas en Canarias y el impacto del 18 de julio en las vidas de aquellos artistas. Edad de oro es un viaje desde la actualidad hasta la II República y la posguerra, siguiendo a quienes sirvieron de modelos a Néstor de la Torre para su Poema de la Tierra. Una digna primera novela y una buena oportunidad para acercarse a dos fenómenos sorprendentes: la Escuela Luján Pérez y la facción surrealista de Tenerife.

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Cioran, Manual de Antiayuda, de Alberto Domínguez, Alrevés Editorial, 265 páginas.

Con lúcida mala baba, el joven filósofo catalán Alberto Domínguez ha escrito un suculento ensayo sobre la obra de E. M. Cioran, planteado como una crítica frontal y devastadora a esos libros de autoayuda que suele devorar Fortunata. Una verdadera agresión al buenismo correctista new age y lobotomizado. Para entendernos: es el libro que regalarías a todos esos amigos y amigas que te envían postales con puestas de sol, bebés o cachorritos y mensajes positivistas rotulados con fuentes cursivas y problemas de sintaxis. Y también una amena manera de recordar a Cioran, ese francotirador del pensamiento. Una ganancia secundaria: que sientas ganas de leer o releer Breviario de podredumbre, La tentación de existir o En las cimas de la desesperación. Para lectores de Cioran, por supuesto, pero también para los que están hartos de que los traten como a tontos.

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Aquellos años del boom, de Xavi Ayén, publicado por RBA, 876 páginas.

Se está convirtiendo, quizá, en un fenómeno editorial. Y no es para menos: este extenso volumen cuenta la génesis y desarrollo del boom latinoamericano, huyendo de la hagiografía y del peloteo, y buceando en las vidas y obras de los autores que lo conformaron. Ayén, redactor de Cultura de La Vanguardia, examina, además, los rumores y leyendas sobre sus biografías, buscando la verdad que hay tras ellas. Por eso desvela alguna mentirijilla promocional, algún embuste del marketing. Y, por supuesto, no se olvida de analizar muy bien la figura de la todopoderosa Carmen Balcells, que fue al boom lo que George Martin a los Beatles: aquella que tomó aquellos diamantes en bruto y los engarzó en un collar fastuoso. Para amantes de la literatura hispanoamericana y, sobre todo, para quien quiera contextualizar más allá de querellas y estrategias de márketing, la génesis de algunas de las más grandes obras del Siglo XX.

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Me llamo Suleimán, de Antonio Lozano, Anaya, 197 páginas.

No nos olvidamos de los jóvenes. Para ellos ha aparecido hace poco historia social, dura e interesante, firmada por el compañero y sin embargo amigo Antonio Lozano. Cuenta en primera persona la historia de un joven inmigrante ilegal maliense, su largo viaje desde su pueblo natal hasta Gran Canaria, un periplo en el que hay mafias, necesidades y peligros, traiciones y lealtades, cayucos y centros de internamiento. Una novela muy recomendable no solo porque está estupendamente escrita (de Antonio Lozano siempre nos llegan cosas buenas), sino porque nos acerca a una realidad que tenemos justo delante y que algunos no sabemos ver con claridad.

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Principito debe morir, de Carmen Moreno, Lapsus Calami, 178 páginas.

Y me dejo para el final una esta absoluta sorpresa: una novela de ciencia ficción planteada como una exégesis del clásico de Saint Exúpery. A partir de lo que podría ser una precuela de El Principito, Moreno hace una cosa divertida, ácida, conmovedora y curiosamente coherente, plagada de guiños a la cultura pop y de sátira sociopolítica. Este es para forofos de El principito, para amantes del buen Sci Fi y, en general, para los buscadores de prodigios imaginativos (digamos que si las últimas novelas que has leído te parecen más de lo mismo, deberías dar una oportunidad a este libro fresco y lleno de sorpresas: es muy posible que te reconcilie con la ficción).

Foto: Verónica Iglesias

Foto: Verónica Iglesias

Aquí acaba la lista. Por supuesto, me han caído en las manos otros muchos libros interesantes en lo últimos tiempos (me dejo atrás, por ejemplo, Sylvia, de Howard Fast, publicado por Navona y del cual te prometo reseña), pero no todo cabe en una sección ni en una entrada (esta, de hecho, ya se ha hecho larga hace un par de pantallas). En cualquier caso, aunque no tengamos La Buena Letra en el aire hasta septiembre, Fortunata y yo seguiremos hurgando en las estanterías y trayéndote títulos a Ceremonias, para que los leas a solas o, mucho mejor, los compartas con los tuyos, porque ya sabes: la familia que lee unida…





Cronopios como estos y una guagua ardiendo

14 07 2014
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Con Shuba, que es de los míos. Foto: Marta Menéndez

Es muy difícil contar cómo es un viaje en montaña rusa cuando acabas de bajarte de la atracción. Pero, como prometí, intentaré dar algunas pinceladas que ayuden a entender lo afortunado y agradecido que me siento al volver a casa tras la Semana Negra de Gijón, con Dashiell Hammett bajo el brazo, además. Y sí, eso lo sabrás, me ha ocurrido algo realmente fantástico: La estrategia del pequinés obtuvo el Premio Dashiell Hammett.

A Gijón íbamos con unas cuantas alegrías apuntadas de antemano: la entrega del 33,33% del Premio Novelpol (los otros dos tercios iban para Rosa Ribas y Sabine Hoffman por su exquisita Don de lenguas), el hecho de que nada menos que el gran Paco Camarasa fuera a presentar La última tumba, el encuentro con Fernando López, a quien yo acompañaría en su presentación de Odisea del cangrejo.

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Con el gran Camarasa. Foto: Leer sin prisa

Pero el miércoles pasado, cuando salía hacia Gando, recibí el mazazo del fallecimiento de Josep Forment, uno de los que apostaron por La estrategia del pequinés y por su pobre autor cuando ni uno ni otro apenas existían. Ha sido agridulce pisar los mismos sitios por los que pisé con él hace un año hablando de libros y literatura, de edición y del futuro de la palabra en el mundo ancho y ajeno. Pero he tenido la suerte de encontrarme con buenos amigos que también le conocieron y celebrar su paso por nuestras vidas.

No puedo pormenorizar y se me escaparán muchos, pero cito de memoria algunos momentos realmente mágicos de este año:

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Foto: Leer sin prisa

Las Casas Ahorcadas paseando su alegría conquense por Gijón, con Sergio Vera a la cabeza; el equipo Arretxe-Abasolo proveyendo buen vino; Leersinprisa y Juan Carlos Galindo mostrando sus cuadernos impolutos; José Ramón Gómez Cabezas entregando el novelpol a la una de la madrugada; los gratísimos momentos con Rosa Ribas y con sus padres, que me han hecho entender de dónde le viene esa magia que tiene a su alrededor; Javier Manzano desplegando su generosidad atenta en cada mesa; Martin, Daniel y Laura poniendo ojos a aquello que los demás no sabemos ver; las peleas con Rubén por llegar antes a pagar; Carmen Moreno, sobreviviente de la asfixia, dedicándome sus libros; el descubrimiento de Gabriela Cabezón Cámara, de Mercedes Rosende, de Horacio Convertini, de Charly, de Martin Roberts, de Lilit, de Milo; la maratoniana sesión de tango con la barra argentina (Carlos Salem, Marcelo Luján, Gabriela Cabezón Cámara, Horacio Convertini, José Muñoz, Fernando López, Iñaki y no sé cuántos cronopios más), con quienes cantamos todos los tangos menos dos, que no se han escrito; los comentarios sobre las peripecias del Botas con Paco Gómez Escribano; la aparición estelar y fulgurante de Félix G. Modroño, con su reciente Ateneo de Sevilla; los ratitos con Kari y Nacho Cabana, tras sus pantagruélicos festines asturianos; las charletas con Galindo sobre ese mago oscuro llamado Jim Thompson; las mujeres mineras, que no dan un paso atrás ni para coger impulso; los cigarros putilla y la sonrisa santa del gran Víctor del Árbol; un momento en que unos saxos tocaron el Himno de Riego para Juan Madrid; un cómic sobre el asesino de Green River obsequiado por Cruce de Cables; Thalía Rodríguez siendo llamada chiquitina por todos esos amigos que lo quieren a uno, comenzando por Laura Muñoz; Tony, Iñaki y yo, viendo aterrorizados cómo una gaviota atracaba a un señor que comía churros; el cariño y el buen hacer de la organización del festival, desde el primero al último: Pablo, Marta, Lorena, José Luis, Ángel, Javier, Luis; todas las cosas lindas que cronopios como estos puedan llegar a darle a uno y más. Y una guagua ardiendo.

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Con Rosa Ribas, recibiendo el 33,33 por ciento del Novelpol. Foto: Martin Roberts

Y ahora uno vuelve a casa y se encuentra con todo ese cariño (y con el que le esperaba aquí) que no sabe ya cómo va a ser capaz de agradecer, sino prometiendo que intentará hacerlo mejor la próxima vez.

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Ahora toca volver a la realidad, pero habrá una pequeña celebración de este premio, aprovechando un acto que estaba previsto desde bastante antes: el próximo viernes 18 de julio, en la Librería Nogal, a las 19:00, haremos una pequeña lectura íntima de algunos fragmentos de La estrategia del pequinés. Llevaba el título de El ladrido del pequinés cuando la anunciamos hace ya un mes. Sigue llevando el mismo, aunque hay que incluir un subtítulo: el perro chico sigue ladrando.





Gijón, una hora antes

7 07 2014

Desde el pasado viernes hasta el próximo domingo se está celebrando ya la Semana Negra de Gijón 2014, la única semana que dura nueve días.  Tú ya sabes lo que es la Semana Negra: una fiesta de la palabra, un continuo ir y venir, correr de un acto a otro porque no llegas a la charla, la presentación, la mesa redonda o la actuación musical que no quieres perderte, un encontrarse y reencontrarse con escritores, lectores, críticos, periodistas, editores y demás gente de mal vivir que celebran, una vez al año ese encuentro calidoscópico que se realiza puntualmente cada verano gracias a unos anfitriones de lujo.

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Y este año, como el anterior, hay presencia canaria. No solo está por allá el poeta y cantautor Diego Ojeda, sino que hoy y mañana presentan libros dos tipos peligrosos que, si andas cerca, no deberías perderte. Esta misma tarde, a las 18:30,  José Luis Correa presenta El verano que murió Chavela.

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Y ya está preparado: míralo en la foto, ante la carpa, bebiéndose el último Drambuie que dejó el año pasado en la botella  en el bar del Hotel Don Manuel.

Y mañana, a las 20:15, Javier Hernández Velázquez hace lo propio con Un camino a través del infierno, la novela en la que Matt Fernández viene a tocar los humildes a Gran Canaria.

Además, por si no fuera bastante con la proverbial peligrosidad de estos dos sospechosos habituales, se hacen presentar por dos fuera de serie del asunto negrocriminal: Carlos Salem y Paco Gómez Escribano, respectivamente, harán de padrinos en sentido estricto.

Yo, por desgracia, no voy a coincidir con ellos, porque llego más tarde. Me toca estar el jueves y el viernes, para vivir unos cuantos momentos felices. El jueves, la entrega del Premio Novelpol, del que me toca un 33,33 por ciento, ya que las novelas premiadas este año por esos locos maravillosos son la estupenda Don de lenguas, de Rosa Ribas y Sabine Hoffman y La estrategia del pequinés. Y, esa misma tarde, se presentará allá La última tumba. Pero lo mejor es que la presentación correrá a cargo del cappo di capi en Barcelona, hombre de respeto y ron añejo: nada menos que don Paco Camarasa.

Y el viernes por la tarde me junto con otro de los buenos, el argentino Fernando López, a quien acompañaré para presentar su reciente y fantástica Odisea del cangrejo, un novela tensa, densa y devorable, de esas que te hacen creer en que el oficio no se agota.

Aparte de eso, La estrategia del pequinés anda (y muy bien acompañada) entre los finalistas al Dashiell Hammett, y uno debería andar  por allí tenso como escolar en reválida. Pero, al fin y al cabo, es una historia sobre perdedores, así que a lo que me voy a dedicar es a pasármelo pipa, porque no solo voy a ver al cariñoso equipo de Gijón, sino que, me consta, ya están allí o acercándose los cronopios de Novelpol, y, además de la canaria, las embajadas leonesa, madrileña, catalana, conquense, vasca, mexicana, argentina, venezolana. Sí: Gijón y todo lo que lleva dentro espera allá, más al norte, y yo ando loco preparando las maletas con cuidado de que quede sitio para todos los libros que me traeré a la vuelta. Por el espacio para atesorar los ratos buenos no temo: en un corazón canario cabe mucha gente.





Querido Diego, te abraza Quiela

7 07 2014

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En cierta película de Andréi Tarkovski, un personaje expone una idea terrible: en toda historia de amor, siempre hay alguien que es amado y alguien que sufre. No estoy seguro de que sea exactamente así, porque conozco hermosas historias de amor correspondido. Pero Querido Diego, te abraza Quiela, esta novela breve, bella y dolorosa de Elena Poniatowska, se ajusta perfectamente a esa reflexión.

Querido Diego, te abraza Quiela, de Elena Poniatowska, Madrid, Impedimenta, 88 páginas

Querido Diego, te abraza Quiela, de Elena Poniatowska, Madrid, Impedimenta, 88 páginas

La historia se cuenta a través de doce cartas que entre 1921 y 1922 la pintora rusa Angelina Beloff dirigidas al también pintor Diego Rivera, a la sazón su marido, que la ha abandonado en París, marchándose a México.

Esto es: es una novela epistolar y biográfica, cuya protagonista es Angelina Beloff, Quiela, una pintora excelente cuya obra sería históricamente eclipsada por la del genio mexicano, al igual que su presencia en la vida de este lo sería por las de sus siguientes esposas y amantes, como Guadalupe Marín (alias la Gata Marín) o, la más célebre por méritos propios, Frida Kahlo.

Poniatowska tuvo en 1979 la inteligencia y la sensibilidad de acercarse a la figura de Angelina Beloff, que se casó con el muralista de Guanajuato en 1909 y lo acompañó por su periplo europeo de esos años, residiendo con él en España, Rusia o Francia, pero, principalmente en París. Diego y Quiela compartieron el hambre, las vicisitudes de la guerra, la amistad con artistas e intelectuales como Pablo Picasso o Élie Fauré, y la búsqueda de nuevos modos para el arte. Y también compartieron un hijo, que moriría una año después de nacer.

Tras la guerra, Diego Rivera dejó a Angelina Beloff y se volvió a México, al parecer con la promesa de mandarla a buscar, cosa que no haría nunca. Sin embargo, Angelina se había ido mexicanizando a lo largo de su vida en común y solo tiene un sueño: viajar a México. Sabemos que lo logró, muchos años más tarde, y que hoy en día se la considera no entre los artistas europeos, sino entre los mexicanos.

En cualquier caso, la novela de Poniatowska se centra en ese año horrible en que Angelina se ha quedado sola en París y no solo pasa grandes estrecheces económicas, sino que, además, se va dando cuenta poco a poco de que Diego Rivera no ha ido simplemente a México a preparar el terreno para el viaje de ella, sino que la ha abandonado.

Una historia de amor, de dependencia, de cómo el talento de una mujer puede estar completamente supeditado al de un hombre con una fuerte personalidad. Pero también una historia sobre la batalla de todo artista contra su arte, pues hay mucho de reflexión en esas cartas sobre cómo Angelina, indeseadamente libre de la presencia de Diego, comienza a retomar su propia carrera como pintora e ilustradora y encuentra su propio camino.

Y todo esto contado casi de un tirón, a través de doce cartas escritas con una delicadeza y una brillantez que nos fascina palabra a palabra, dando como resultando un texto inolvidable.

La novela fue publicada originalmente en 1979, diez años después de la muerte de Angelina Beloff, y nos la ha traído nuevamente este año Impedimenta, uno de esos sellos independientes que saben dónde está lo bueno y lo editan con cariño y con mimo.

Maternidad, Angelina Bellof

Maternidad, Angelina Bellof

De Elena Poniatowska, no habíamos recomendado aún nada en La Buena Letra. Gran error por mi parte. Es hija de una familia de rancio abolengo polaca, nacida en Francia y criada, a partir de los diez años, en México. En su palmarés figura una treintena de premios. Dos de los más recientes han sido el Premio Cervantes 2013, y el Premio Biblioteca Breve en 2011, con Leonora, una novela sobre Leonora Carrington.

Es periodista, dramaturga, poeta y narradora. Y en su obra siempre ha existido la preocupación por lo social, por al ámbito de lo cotidiano, por la figura de la mujer y por la biografía. Destaca por libros como Hasta no verte, Jesús mío, sobre la vida real de una empleada de hogar, La noche de Tlatelolco, crónica sobre la matanza de estudiantes ocurrida en 1968 en la Plaza de las Tres Culturas, o El tren pasa primero, sobre un líder sindical ferroviario.

Así pues, una autora comprometida que no solo sabe elegir bien sus temas, sino que los ejecuta con brillantez. Pero si quieres iniciarte en esta obra ingente de más de cuarenta títulos, yo comenzaría con este rescate estupendo: Querido Diego, te abraza Quiela, de Elena Poniatowska, editada en Madrid por Impedimenta, 88 páginas de esas que nos gustan por aquí, para leer rápido y pensar despacio.