La última buena letra (del año)

29 12 2012

Está a punto de acabar un año durísimo y puede que el próximo sea peor. En este y en otros países hacemos esta travesía del desierto a la que nos ha llevado el colapso del capitalismo. Antes éramos los PIGS y ahora somos los GIPSY. Un personaje de Márkaris dice que es mejor ser cerdo que tiburón. Ahora podríamos añadir que ser gitano es un orgullo y mucho mejor que ser un payo sinvergüenza que se lleva el dinero de su país a opacas cuentas en paraísos fiscales. Pero ya seamos cerdos o gitanos, nadie puede negar que los ciudadanos de a pie de estos países pagamos con hambre y pérdida de libertades los desmanes que otros han cometido.

No obstante, llega el final del año y ayer, 28 de diciembre, quisimos dar un repaso a los títulos recomendados en La Buena Letra, esa sección que lleva cuatro temporadas haciéndose un hueco en la parrilla para hablar de literatura y en la que cada viernes, comandados Eva Marrero o por Verónica Iglesias, saludamos al mediodía invadiendo el Hoy por Hoy Las Palmas para recomendar y desrecomendar títulos junto con Francisco Melo Junior, que hace lo propio con el cine en su sección La Butaca.

La Butaca y La Buena Letra en plena desrecomendación de un libro (por llamarlo de alguna manera) de Isabel Allende. Foto: Eva Marrero.

La Butaca y La Buena Letra en plena desrecomendación de un libro (por llamarlo de alguna manera) de Isabel Allende. Foto: Eva Marrero.

Pese a la crisis económica (me estoy cansando de escribir esa expresión), pese a la del mercado editorial, pese a cierta crisis también creativa, para la literatura ha sido un año interesante. En este cachito de África fue el año de Pedro García Cabrera, a quien se dedicó el Día de las Letras Canarias y, aunque con menos presupuesto y poca visibilidad que en otras ediciones, esto sirvió de excusa para sacarlo a la calle y meterlo en los institutos, que es donde los poetas siempre deberían estar. También se decidió que en 2013 la fiesta de la literatura insular estuviera dedicada a Joseph de Viera y Clavijo, hecho singular y algo redundante, pues no solo ya le fue dedicada la primera edición, sino que precisamente el Día de las Letras Canarias ya sirve de recordatorio de su importancia, al coincidir con la efeméride de su fallecimiento.

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El Premio Nobel se fue a China y, gracias a eso, descubrimos a Mo Yan, autor de El sorgo rojo. El Premio Planeta fue para La marca del meridiano, de Lorenzo Silva, estupenda noticia para los viciosos de la novela negra y para quienes apreciamos a Lorenzo, buen escritor y mejor persona. El Cervantes de las Letras fue para José Manuel Caballero Bonald y el Príncipe de Asturias nada menos que para Philip Roth. Un premio que trajo bastante polémica fue el Premio FIL (antiguo Juan Rulfo), que recayó en Alfredo Bryce Echenique. Pero el premio que más llamó la atención en 2012 fue el Nacional de Literatura, porque fue rechazado por Javier Marías. Sus palabras durante la rueda de prensa en la que explicaba sus motivos demostraron  no solo su coherencia, sino que es digno hijo de uno de los pensadores más importantes de este país y supusieron un elegante tirón de orejas a algunos intelectuales que figuran entre los más conspicuos clientes del poder.

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También ocurrieron cosas indeseables: este año nos han dejado algunos escritores grandes, como Ray Bradbury, Antonio Tabucchi, Agustín García Calvo y Carlos Fuentes. Y, en ese capítulo de cosas desagradables nos enteramos de que tanto el Gobierno de España como el Gobierno de Canarias no han destinado en sus partidas ni un solo euro para adquisición de fondos para las bibliotecas públicas. Ahí queda eso.

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Pero nosotros a lo nuestro. Mencionemos lo mejor de lo mejor de los libros de 2012, y así le damos alguna idea a los Reyes Magos, por si andan despistados. Son todos libros editados este año, con una sola excepción (y comienzo con ella): Las niñas perdidas, de Cristina Fallarás, premio LH Confidencial. El motivo de la excepción es que fue este año, en 2012, cuando obtuvo el Premio Dashiell Hammett, que otorga un jurado compuesto por críticos y especialistas en novela negra en la Semana de Gijón. Hecho histórico, pues se trata de la primera mujer en alcanzarlo.

 También para amantes de la novela negra, recomendamos en su momento Con el agua al cuello, de Petros Márkaris, que recientemente ha lanzado en España un nuevo caso del comisario Jaritos, Liquidación final. Ambas buenas novelas, ambas sobre la crisis y ambas para pensarlas muy despacito. A Márkaris lo edita Tusquets, que tiene buen ojo y mejor olfato. Por algo publican también a Eugenio Fuentes, Leonardo Sciascia o Boris Vian.

Con el agua al cuello. Petros Márkaris. Barcelona. Tusquets. 322 páginas.

Con el agua al cuello. Petros Márkaris. Barcelona. Tusquets. 322 páginas.

Además, este año hubo muchos rescates. Los de autores canarios son muy interesantes. Selecciono, respectivamente, un libro de poemas, uno de cuentos y una novela: Vitruvio rescató el exquisito Era Pompeia, de Federico J. Silva; Idea hizo lo propio con El perfil de las esquinas, de David Galloway; Casa de Cartón reeditó la primera novela de Nicolás Melini, El futbolista asesino.

Hay otros tres rescates que valen la pena: la desasosegante El coleccionista, de John Fowles, editada por Sexto Piso; el delicadísimo Sueños y ensoñaciones de una dama de Heian, una autobiografía escrita por la llamada Dama Sarashina, en el Japón medieval, y publicada este año por Atalanta y la desternillante y transgresora Zazie en el metro, de Raymond Queneau, recuperada para el lector español por Marbot Ediciones. Estos dos últimos aparecen, por otro lado, en ediciones muy bellas, de esas que convierten el libro en algo más que un texto, en un objeto bello que uno desea tener cerca.

Zazie en el metro, de Raymond Queneau, Barcelona, Marbot Ediciones, 211 páginas.

Zazie en el metro, de Raymond Queneau, Barcelona, Marbot Ediciones, 211 páginas.

2012 no solo ha sido un año de rescates. También vieron la luz muchos libros de autores canarios en activo que no hemos tenido tiempo de comentar en La Buena Letra. Cito tres, casi de memoria: Murmullo de hojarasca, de José Luis Correa, El sueño de Goslar, de Javier Hernández y Yo debería estar muerto, de Santiago Gil. Y, last but not least, los más jóvenes han vuelto a poner sus textos en el mercado, como Miguel Aguerralde con Última parada: la casa de muñecas o Leandro Pinto, alguien de quien un día de estos vamos a tener que hablar detenidamente. Pinto publicó en 2012 Remanso de paz y esta misma semana ha aparecido en ebook su tercera novela, Veneno de escorpión.

De los comentados en antena, selecciono a continuación algunos memorables:

Para amantes de la poesía: El último gancho de Kid Fracaso, de Pedro Flores, un libro muy personal y muy original que toma el boxeo como metáfora. Publicado por esos locos geniales de El Ángel Caído Ediciones.

El ángel de Ringo Bonavena, de Raúl Argemí, Barcelona, Edebé, 284 páginas.

El ángel de Ringo Bonavena, de Raúl Argemí, Barcelona, Edebé, 284 páginas.

También con el boxeo como fondo, apareció la esperada El ángel de Ringo Bonavena, de Raúl Argemí, una novela deliciosa publicada por Edebé. Argemí es uno de esos autores que escriben con rabia, con la tripas y la parte del cerebro más cercana a eso que llamamos alma, aunque con un sentido del humor, una honestidad y un dominio de la estructura que ya los quisiera para sí Calatrava.

Un buen título para amantes de la novela policial es, sin duda, Contra las cuerdas, de Susana Hernández. Como ocurrió con Las niñas perdidas, semanas después de que la recomendáramos, los lectores eligieron a su protagonista, Rebeca Santana, Mejor Personaje Femenino en los premios Lee Misterio. Una muestra más de que en La Buena Letra tenemos buen ojo.

También hubo otra novela negra muy destacable: La sombra del minotauro, un nuevo caso para José García Gago, firmada por Antonio Lozano, un nombre central en la cultura en Canarias en general y, muy particularmente, en el terreno teatral y literario.

Para aficionados a la novela histórica y para libros sobre la Historia de Canarias, pero, sobre todo, a las buenas novelas, hay una pieza muy destacable: La señora, la novela de Carlos Álvarez sobre Beatriz de Bobadilla, señora de Gomera y Fierro, publicada por Hora Antes Editorial. Y sí, Carlos Álvarez es un buen amigo y fue uno de mis mentores, pero tengo muchos amigos y mentores y no hago tanto hincapié en que hay que leer sus libros. Si lo hago en este caso es porque la novela lo merece.

La Señora. Beatriz de Bobadilla, Señora de Gomera y Fierro, de Carlos Álvarez. Hora Antes Editorial, 421 páginas.

La Señora. Beatriz de Bobadilla, Señora de Gomera y Fierro, de Carlos Álvarez. Hora Antes Editorial, 421 páginas.

Y me dejo para el final una joyita de la que hablamos hace no demasiado: Antigua luz, de John Banville, una novela inteligente y madura sobre el deseo, la culpa y las trampas de la memoria y que, para mí, ha supuesto una de las mayores alegrías literarias del año.

Hasta aquí la lista que me he preparado para este repaso. Sé que me dejo muchos títulos atrás, pero yo creo que no es mala selección de libros que pueden servir de excusa a los Reyes Magos. Ya saben: pide libros a los Reyes Magos. No solo alimentan la mente más que un juego de la Wii, sino que, como decimos siempre, la familia que lee unida permanece unida.

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Eso sí, aquí no acaba todo. Durante el año hubo muchos libros que no hubo tiempo de comentar, así que adelanto que comenzaremos el año hablando de Tranströmer, Carlos Quílez, Luis Gutiérrez Maluenda, Chuk Palahniuk, Arlt, Kawabata, Pizarnik y muchas otras firmas, en esa mezcla caótica, libre y, espero, útil que es la nómina que configuramos año a año, programa a programa. Sí: continuaremos recomendando libros en 2013 (libros recientes o libros de esos que ya deberías haber leído) y también desarmando los trípodes del camelo comercial disfrazado de literatura en las desrecomendaciones. Continuaremos, pues, luchando contra los monstruos de la razón con el arma más poderosa: la palabra.

 (Si quieres escuchar el podcast de La Buena Letra y La Butaca, algo apresurado porque una comparecencia de Rajoy se cernía sobre nosotros como un mal presagio, solo tienes que hacer clic aquí)





Bibliotecas Activia

20 12 2012

Nadie puede dudar que vivimos una situación de emergencia nacional, una emergencia que, desde la economía, afecta a la sociedad en su conjunto (en especial a sus capas menos privilegiadas) y cuyas soluciones están socavando aquellas áreas más fundamentales de lo que cualquier demócrata consideraría un Estado: la educación, la sanidad, la protección social.

Pienso, con Vicenç Navarro, que esta situación se debe a las exigencias del pago de una deuda injusta que debería preocupar menos a nuestros gobernantes que esos cimientos del Estado que están socavando para satisfacerla. Pienso, de paso, que alguien está sacando mucho partido de esa tormenta de supuestas “reformas” (que otros llamamos involuciones) que están asolando lo público en favor de lo privado.

Pero, al margen de mi poco respetable opinión personal y de la mucho más respetable de Navarro, es un hecho objetivo que los presupuestos que manejan nuestras administraciones han adelgazado considerablemente.

Junto a este, hay otro hecho objetivo: la reorientación del gasto es una decisión política. Cuando un individuo dispone de diez euros y debe elegir entre tomarse un cuba libre o comprarse un libro de Dostoievski, al margen de los posibles discursos públicos que pueda hacer este sujeto, la decisión mostrará claramente cuáles son sus preferencias. Nuestro individuo podrá emitir una encendida defensa del ron de caña nacional antes de comprar El idiota, o explanar durante una hora las grandezas de la novela rusa del XIX mientras se acerca a la barra del bar. En cualquier caso, sabremos cuáles son sus intereses reales dependiendo de en qué se gaste esos diez euros.

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Pues bien, el hecho al que voy a referirme es el siguiente: el presupuesto para adquisición de fondos bibliográficos para el próximo año del que dispondrán las Bibliotecas Públicas del Estado (cuya gestión corresponde al Gobierno de Canarias) es igual a 0 (cero) euros. Esto es: el presupuesto para adquisición de libros y revistas (y hasta periódicos) de las dos grandes bibliotecas en Canarias es como el yogur Activia, tiene un cero por ciento.

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Sé que faltan diez minutos para que las almas caritativas y los demagogos disfrazados de personas razonables empiecen a hablar de donaciones. Pero soy de quienes piensan que no se debe apelar a la caridad para que quienes nos sirven hagan aquello para lo cual pagamos nuestros impuestos.

Cuando hablamos de reorientación del gasto, especialmente en cultura, nos encontramos con que existen gestiones opinables. Sin embargo, hay un gasto que a nadie razonable le podría parecer inútil. Y ese es, precisamente, el gasto en mantenimiento y renovación de los fondos bibliotecarios. Normalmente, pero especialmente en momentos de dura crisis económica, la biblioteca es un refugio. Y un refugio que resulta socialmente rentable. No voy a explicar aquí, porque no hace falta, los beneficios de las bibliotecas. Pero sí que arrojo la siguiente reflexión: Ray Bradbury, en su ficción cacotópica, Fahrenheit 451, describía una sociedad en la que los libros estaban prohibidos por las autoridades. Estas veían en ellos una amenaza y ordenaban su destrucción por el fuego. Estas autoridades eran inteligentes: sabían que los libros eran peligrosos y el miedo a esa semilla de reflexión individual que cada libro es se traducía en la conflagración. Nuestras autoridades, en cambio, ni siquiera rinden el tributo del fuego, que es el que siempre usaron aquellos que temen y, por tanto, respetan al libro. Por el contario: se limitan a obviarlo.

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Un rápido cálculo: el pasado año, con un presupuesto para renovación de fondos de alrededor de 50000 euros, el número de usuarios de la Biblioteca Pública de Las Palmas de Gran Canaria estuvo en torno a los 435 000. Hasta noviembre, el cómputo correspondiente de 2012 rondaba los 470 000. Supongamos que este año (en el que, por motivos evidentes, muchas personas han dejado de comprar libros) los usuarios de esa biblioteca llegara al medio millón. Me niego a creer que la actual administración autonómica, con fondos provenientes del Ministerio de Cultura o sin ellos (en efecto: el Ministerio de Cultura tampoco recoge este epígrafe en sus presupuestos, como señaló Javier Marías en la rueda de prensa con motivo de su rechazo del Premio Nacional de Literatura), carece de 50 000 euros para destinarlos a esos fines. No hablamos de millones de euros. Ni siquiera de medio millón. Hablamos de 50 000 euros para proporcionar libros que estén a disposición de 500 000 usuarios.

Mientras yo repetía esta cifra, el paciente lector se habrá hecho ya la cuenta de memoria: diez euros por usuario. La pregunta es: ¿en qué preferirá nuestra administración gastarse esos diez euros? ¿En un libro o en un cuba libre?





En estos días tontos de diciembre

19 12 2012

Llegan esos días tontos de diciembre: las calles se llenan de gente, los chicos y chicas están a punto de salir de vacaciones pero aún nimban las guaguas con sus desarreglos hormonales y sus voces alzadas (siempre he sostenido la secreta creencia de que al entrar en la adolescencia nos volvemos sordos y tendemos irremediablemente al grito) y los restaurantes comienzan a explotar en un incesante festival de cenas y almuerzos de empresa.

En uno de estos días tontos (y por aquello de que en ellos el consumo se disparaba o, al menos, solía hacerlo) he mantenido una pequeña polémica (informal y bienhumorada), con un señor que decía preferir comprar siempre en grandes superficies, por eficiencia, disponibilidad de productos y por la (en mi opinión, aparente) comodidad del autoservicio.

Yo, aunque acudo a esos lugares si no me queda más remedio, sigo chapado a la antigua y prefiero, si puedo elegir, acudir al pequeño y mediano comercio, donde sé que mi dinero se va a quedar en mi país y conozco el nombre de quien me atiende, una persona que, por lo general, sabe algo de primera mano acerca del producto que vende. Especialmente cuando se trata de libros. Borges no imaginaba el mundo sin libros. Yo no lo imagino, además, sin libreros. Porque una librería (ya he escrito sobre ello alguna vez) es mucho más que un sitio donde se venden libros y en ellas ocurren cosas fascinantes, a veces por azar, a veces porque el propio librero las propicia. Como, por ejemplo, en el caso de la Librería Sueños de Papel, a la que dediqué una entrada en una truncada serie sobre mis libreros favoritos.

Portada de Fernando 'Montecruz'

Portada de Fernando ‘Montecruz’

Justamente esta semana, en ese día tonto que será el viernes 21 (ese día en el que la mitad de los tarados de este planeta correrán a encerrarse en sus refugios, para salir de allí al día siguiente con cara de idiota y preguntándose cuánto han gastado en construirlo), a las 19:00, habrá en Sueños de Papel un encuentro sobre Morir despacio. El maestro de ceremonias será, en esta ocasión, Leandro Pinto, uno de esos tipos que no solo han leído Faulkner y a Sterne, sino que, además, los han entendido. Pinto es autor de dos novelas. No he leído la segunda (Remanso de paz) pero de Orlando Brown, la primera, opino que ya querrían muchos autores de los llamados «consagrados» que el estilo de su décima novela hubiera sido la mitad de consistente que el que Pinto muestra en esa opera prima.

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Si te apetece y andas por la zona de Siete Palmas, si te perdiste la presentación de Morir despacio o te apetece repetir, o, sencillamente, si quieres venir a pasar un buen rato con Leandro Pinto y conmigo en la casa de Rayco Cruz, la cita es esa: viernes 21 de diciembre, a las 19:00 horas en Sueños de Papel (avenida Pintor Felo Monzón, 32).

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Hoy también es un día tonto, de esos en los que se puede hacer algo más que ir de compras o de cena de empresa. De hecho, esta misma tarde, a las 19:30, se inaugura una exposición de Chiqui García. Si sigues este blog, te sonará su trabajo. Es suya, por ejemplo, esta foto:

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Imagínatela en grande

La de hoy es buena oportunidad para acercarte a su trabajo, pues Chiqui ha tenido la idea de fotografiar a unos cuantos de los autores que estamos escribiendo actualmente en Gran Canaria. Me consta que han sido muchos meses de trabajo, de contactar con nosotros, visitarnos, fotografiarnos y, sobre todo, aguantarnos (ya se sabe que nuestros egos son tan grandes que no dejan espacio ni para colocar un silencio). Además, y como la exposición tiene lugar en la Biblioteca Pública del Estado en Las Palmas (sí, esa que no tiene presupuesto para compra de libros este año), los organizadores han pensado que era una buena oportunidad para que los retratados nos reuniéramos y conversáramos sobre el actual estado de salud de la literatura en Canarias.

Acaso estas dos convocatorias lo curen a uno de tanto consumo y tanta agitación, haciendo que estos días sean un poco menos tontos.





Escarabajos, escaleras y máquinas del tiempo

15 12 2012

Esta semana, en La Buena Letra, te traigo un libro de no ficción que está plagado de buenas historias: El escarabajo de Wittgenstein, de Martin Cohen.

El escarabajo de Wittgenstein, de Martin Cohen, Madrid, Alianza Editorial, 222 páginas

El escarabajo de Wittgenstein, de Martin Cohen, Madrid, Alianza Editorial, 222 páginas

Si, como yo, eres de esos a los que Wittgenstein ha traído muchos quebraderos de cabeza, ya sabrás de qué va la cosa, pero si no, has de saber que el título hace referencia a un experimento mental que Ludwig Wittgenstein hizo en sus Investigaciones filosóficas para hablar de juegos de lenguaje y de lenguajes privados.

Imagina que cada uno de nosotros tiene una caja, dentro de la cual, supuestamente, hay un escarabajo. Podemos hablar de lo que hay dentro de la caja, refiriéndonos a ello con la palabra “escarabajo”, pero, a lo mejor, lo que hay dentro de tu caja es una araña y dentro de la de tu vecino una mosca y puede incluso que la mía esté vacía. Cuando cada uno de nosotros hablará sobre escarabajos, estaríamos, sin ser conscientes de ello, refiriéndonos a cosas distintas. No hace falta que nosotros tengamos cajas con bichos, el experimento se hace solo mentalmente, pero sirve para darse cuenta de la imprecisión del lenguaje, de su posible no correspondencia con la realidad y de los problemas que plantea la comunicación. Wittgenstein lo empleó para referirse a la imprecisión de la palabra dolor. Pero, por ejemplo, sustituye la palabra escarabajo por la palabra ideología o la palabra demagogia, que tanto gustan a los tertulianos, y entenderemos la utilidad del experimento mental como método de investigación.

Pues esto es lo que nos da Cohen en este libro: el escarabajo de Wittgenstein, pero también la escalera de Poincaré, la jabalina de Lucrecio, la máquina de intercambiar cuerpos de Bernard, el caníbal de Tomás de Aquino, los indiscernibles de Leibniz y la habitación de Searle y así hasta completar una lista de 27 experimentos mentales que científicos y filósofos han utilizado para examinar problemas fundamentales de sus disciplinas y hacer que avance el conocimiento.

De una forma muy breve y amena, y con un fino sentido del humor, Martin Cohen nos plantea y explica la caverna de Platón, las bolas lanzadas desde la torre de Pissa por Galileo, la tortuga de Zenón de Elea, la teoría especial de la relatividad de Einstein o las paradojas de los viajes en el tiempo, que han estropeado tantas buenos argumentos cinematográicos.

Se trata de un libro al alcance de todos, que nos sirve para repasar de una manera divertida lo que aprendimos en el instituto, así como para descubrir cosas nuevas sobre el vasto y complejo mundo del conocimiento, resolviendo estos juegos de la imaginación o creando algunos nuevos nosotros mismos, ya que el libro contiene, además, una especie de cursillo acelerado para hacerlo, si nos atrevemos.

El autor de este libro es Martin Cohen, pero no el productor televisivo ni el batería, sino el profesor de filosofía británico que, después de vivir en diferentes lugares del mundo, se instaló en Francia y se dedicó a escribir libros divulgativos e irreverentes. El primero fue 101 problemas de filosofía, que apareció en 1999 y está traducido a 12 idiomas.

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Cohen tiene seguidores a millares y no es de extrañar, porque es ese profe de filosofía que todos quisimos tener, ese profe de ciencias o de matemáticas que todos deberíamos haber tenido: riguroso, inteligente, didáctico y con mucho humor, haciendo que los problemas más complejos tengan planteamientos muy sencillos.

Así pues, para esta semana El escarabajo de Wittgenstein y 25 experimentos mentales más, de Martin Cohen, publicado en Madrid por Alianza Editorial, 222 páginas de erudición y diversión, cosas que no suelen ir juntas con tanta frecuencia como deberían.

(Si quieres escuchar completas La Buena Letra y La Butaca semana y averiguar cómo pueden convivir en un mismo espacio Jorge Bucay, los fast foods y las medianías, solo has de hacer clic aquí).





Gracias, Willy Uribe

11 12 2012
Willy Uribe en una foto de David Simón

Willy Uribe en una foto de David Simó

No conozco personalmente a Willy Uribe. Sé que nos leemos en la nube y sé, por amigos comunes, que debe de tratarse de una buena persona, de esas que tienen la cabeza bien amueblada y el corazón en su sitio. Pero, aunque no existieran esos amigos comunes, este gesto que tiene hoy bastaría para demostrarlo, pues  acaba de declararse en huelga de hambre, haciendo tres peticiones muy claras: que David Reboredo sea indultado, que el Gobierno que preside Mariano Rajoy explique los motivos de los dos indultos concedidos a cuatro mossos condenados por torturas y que el anterior ejecutivo, presidido por José Luis Rodríguez Zapatero haga lo propio con respecto al indulto concedido en su momento a Alfredo Sáenz.

Uribe lo explica con igual o mayor claridad en sigueleyendo.es.

Cualquier tolete podría pensar que esos asuntos solo afectan a las personas directamente implicadas. Cualquier tolete se preguntaría qué tiene que ver él mismo (o el propio Willy) con Reboredo, con un inmigrante o con gente que fue al trullo por la mala práctica de un avaricioso intrigante.

Yo, aunque a veces, como todo el mundo, haga el tolete, intento no serlo. Por eso, desde aquí, lo único que puedo hacer es expresar mi solidaridad hacia este hombre, Willy Uribe, que hace huelga de hambre por Reboredo, por el hombre torturado por esos mossos, por los empresarios que fueron a prisión a causa de una denuncia falsa, es decir, por la justicia, por la ética, por todos nosotros.

Desde este cachito del país que queda enfrente de África, hoy, 11 de diciembre de 2012, yo, escritor pequeñito y ultraperiférico, me quito el sombrero ante ese tipo de una pieza que es Willy Uribe y le digo, simplemente, porque poco más puedo decir: gracias.





Resaca agradecida

6 12 2012

Antes de encomendarme a San Actrón para que me cure esta autointoxicación etílica inducida por propia voluntad y las malas influencias, me pongo ante el teclado para expresar mi agradecimiento a quienes agasajaron ayer a este escritorzuelo en la presentación de Morir despacio.

Portada de Fernando 'Montecruz'

Portada de Fernando ‘Montecruz’

Echábamos un pulso a Alonso Quesada, cuyas obras, editadas por el Cabildo Insular de Gran Canaria, se presentaban a la misma hora y a solo unos metros, en la Casa Museo Pérez Galdós. Sin embargo, en el Museo Domingo Rivero nos reunimos un buen centenar de personas, para hablar de novela negra y, sobre todo, de sociedad civil en movimiento.

Me gustaría saber el nombre y apellidos de cada uno de esos asistentes, para consignarlo aquí. Pero ya que no es posible, sirva esta entrada para darte las gracias por el apoyo y la participación.

Debo dar las gracias a los medios de comunicación y a los internautas que han ayudado a difundir esta convocatoria. Sin ellos no hubiera sido posible hacer eso que hicimos ayer.

Tampoco hubiera sido posible hacer nada de esto sin Jorge Liria (por supuesto), sin Fernando Montecruz (como Eladio, al final no vino, pero estuvo allí), sin Juan Manuel Brito y Javier Doreste, sin Pepe Rivero y el equipo del Museo Domingo Rivero y sin Thalía Rodríguez.

Hoy, día de la resaca, guardo un cachito de corazón para todas y cada una de las personas que estuvieron allí, en cuerpo o en alma, para demostrarle una vez más a este juntaletras que romperse la cara contra el muro de la página en blanco sigue valiendo la pena.

 





Book-trailer de Morir despacio

4 12 2012

Como aparte de ser un profesional estupendo, Fernando Montecruz es un amigo que no me lo merezco, ha realizado un book-trailer de Morir despacio. Si quieres verlo solo has de hacer clic aquí.

Portada de Fernando 'Montecruz'

Portada de Fernando ‘Montecruz’