Para comenzar a descubrir a Erskine Caldwell

29 06 2013

La buena letra de esta semana es otra de sexo y violencia. Sexo larvado, sucio, nada sofisticado, animal, satisfecho como una necesidad fisiológica más. Y violencia igualmente inconsciente, esa del arrebato, la del hambre, la que tiene que ver con la otra, la invisible, la estructural. Una chica de cuerpo voluptuoso y labio leporino arrastrándose por el suelo hacia un tipo que tiene en sus manos un saco de nabos, ese saco de nabos cuya presencia desatará la violencia; una predicadora de mediana edad casándose con un adolescente al borde de la discapacidad psíquica; un automóvil en manos de un cretino que causa la muerte a quienes están a su alrededor. Y miseria y egoísmo y vileza, pero, al mismo tiempo, pura humanidad, siempre de la peor, en pequeñas explotaciones agrarias que salpican un vasto territorio olvidado por Dios y por el Capital hace mucho, mucho tiempo. Eso es, entre otras cosas, El camino del tabaco, de Erskine Caldwell. Una novela devastadora, brutal, escrita con elegante aridez y, en algunos momentos, con un humor y un erotismo salvajes.

El camino del tabaco, de Erskine Caldwell, Barcelona, Navona, 195 páginas

El camino del tabaco, de Erskine Caldwell, Barcelona, Navona, 195 páginas

Escrita en 1932 cuenta la última degeneración, los últimos pasos en la miseria de Jeeter Lester, un cultivador de algodón de Georgia que no cultiva nada desde hace unos años y que convive en su paupérrima hacienda con su mujer, Ada, y los dos últimos hijos que le quedan: un adolescente borderline  y una chica llena de volutuosidad, pero estigmatizada por su labio leporino. La otra hija que les quedaba en casa, Pearl, ha sido casada a los doce años con un carbonero. Pero no fue esta su única progenie:

Ada y Jeeter habían tenido diecisiete hijos. Cinco de ellos habían muerto y los restantes se habían dispersado en todas las direcciones, quedando en casa solamente Dude y Ellie May. Es cierto que Pearl estaba a solo tres kilómetros de allí, pero nunca había vuelto a visitar a sus padres y estos tampoco habían ido a verla. Los niños muertos habían sido enterrados en distintos lugares del campo y, como no se habían marcado sus tumbas y la tierra había sido arada después de ser enterrados, nadie hubiera sabido encontrarlos, de haberlo querido.

Como muchas otras familias de cultivadores, los Lester dejaron de poseer sus tierras cuando fueron adquiridas por grandes propietarios, y se convirtieron en paradójicos arrendatarios de sus propias granjas, pero fueron abandonados a su suerte por los latifundistas cuando el precio del algodón se desplomó a finales de los años veinte. Y ahora sobreviven ahí, en sus granjas aisladas a las que solo puede accederse a través de los caminos del tabaco trazados por sus antepasados, debatiéndose entre la indolencia, la miseria material y moral, la ignorancia y la pura apatía, que, combinadas, les impiden iniciar empresa alguna.

A lo largo de la novela, descubriremos que la vileza de Jeeter puede alcanzar límites insospechados, pero que su maldad no es ni siquiera productiva, sino que le depara un desastre tras otro, a él y a los que tiene a su alrededor, hasta adentrarse en el territorio de lo grotesco.

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Así las cosas, no es de extrañar que este libro fuera rápidamente prohibido en Georgia, como otros libros de Caldwell. Parece ser que allí, en su tierra, no podían ni ver a este individuo que, en sus novelas y cuentos, describía con pelos y señales la miseria, el machismo, el racismo y la vileza de una sociedad ignorante y prejuiciosa, envilecida por el hambre y la anomia.

Caldwell nació en 1903 en Moreland (Georgia), hijo de un pastor presbiteriano y pasó su infancia viajando con su padre por el Sur de Estados Unidos.

Trabajó en diferentes oficios manuales y eso le permitió conocer muy bien la vida de la clase trabajadora, que es la que plasma en sus novelas. Sus primeras novelas fueron El bastardo y Pobre loco (que ya tuvieron problemas con la censura), pero la que realmente le consagró fue esta, El camino del tabaco, que conocería una exitosa adaptación teatral y una cinematográfica, dirigida por John Ford.

Su siguiente novela, La parcela de Dios, vendió la friolera de 10 millones de ejemplares, pero también fue atacada y censurada. Éxitos y escándalos semejantes conocerían también Tumulto en Julio, El predicador o Tierra trágica.

Suele compararse a Caldwell con Steinbeck y con Faulkner. Los primeros amigos que me lo recomendaron (entre copas de vino y platos de jamón), me dijeron que era “una especie de Faulkner, pero con la puntuación en su sitio”. El estilo de Caldwell es, en efecto, más parco, más rápido, más convencional, sin grandes alardes formales: cuenta a los personajes desde fuera, con una frialdad que amplifica el patetismo de las vidas de estos.

Caldwell escribió unas cuarenta novelas, además de ensayos y libros de relatos. Conoció la admiración de Ezra Pound, Saul Bellow y el propio Faulkner.

Para quien ha leído a Faulkner, Steinbeck, Carson MacCullers, Flannery O’Connor o Truman Capote y gusta de novelas escritas con las tripas, con lucidez sorprendente, con sinceridad inmisericorde, adentrándose en el sótano de las pasiones humanas, se me antoja un autor imprescindible.

Así pues, esta semana de comienzos del verano, te propongo adentrarte en el deslumbrante y perturbador universo de Erskine Caldwell con El camino del tabaco, publicada en Barcelona por Navona (nunca les agradeceré lo suficiente sus rescates), 195 paginitas para leer rápido y pensar despacio que no dejarán indiferente a nadie.

[Si te perdiste el HXH, aquí tienes el podcast de La Buena Letra y La Butaca]


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5 responses

29 06 2013
Paula Nogales (@paula_canarias)

Vamos, justo lo contrario a Gatsby y la boba de Daisy.
Más tirando a Pascual Duarte, pero con sintaxis incisiva, ¿no?
Qué belfos, Amador (Luis Martín-Santos dixit)
P.D. Qué poco me gustó la peli de DiCaprio (quién va a sonreír como Redford, por Dios…), y qué planísimo el Buchanan, y… bah.

29 06 2013
Alexis Ravelo

Gatsby siempre será Robert Redford. Chuky no puede intentar usurparle el puesto.
Jo, Tiempo de silencio… Qué novelaza.

12 07 2013
Twice Architecture

Tobacco road …

13 07 2013
Alexis Ravelo

No conocía este blues. No te pierdas la película de Ford. Está algo dulcificada, porque parten, no de la novela, sino de la obra de Broadway (y el código Hays y todo eso que imaginas), pero un Ford siempre vale la pena.

13 07 2013

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