Esos tipos del barrio de al lado

2 08 2013

Los lectores que saben dónde hay que buscar lo tienen claro: Euskadi es un filón. En los últimos tiempos he tenido la oportunidad de acercarme y comprobarlo: ahí están Gonzalo Garrido, Félix G. Modroño o José Javier Abasolo (que acaba de publicar La última batalla. Aún no he leído esta novela, pero huele estupendamente, como todas las suyas).

612

612 euros, de Jon Arretxe. Donostia, Erein, 269 páginas.

Para muestra, ahí va un botón: 612 euros, de Jon Arretxe. No soy el primero que habla de ella: otros han destacado ya mejor que yo las virtudes de 612 euros (como Paco Gómez Escribano, a quien odio por quitarme el post de la punta de la lengua). La publica Erein en su colección Cosecha Roja, que reúne en su catálogo, además de al propio Arretxe, al mentado Abasolo, a José Luis Muñoz o a Daniel del Monte.   Yo la disfruté en pasado fin de semana, en dos tardes de cerveza y piscina. Esto último huelga, por supuesto, en una reseña, pero, en mi opinión viene al caso, pues se trata del libro perfecto para acompañar plácidos momentos estivales y consumirlo de un tirón y pensar luego, despacito, en él.

Esta  es la segunda novela protagonizada por Touré, inmigrante burkinés alojado en un piso patera del barrio bilbaíno de San Francisco. La primera se titula 19 cámaras y su título alude al número de cámaras de vigilancia instaladas en ese barrio multiétnico donde las actividades económicas tienden a la sumersión o la ilegalidad. Ahí es donde Touré se bate cada día el cobre para sobrevivir ejerciendo los más diversos oficios: toro de fuego y papagüevo en las fiestas de los barrios cercanos, miembro del coro de la ópera, adivino y hechicero, detective y hasta gigoló a sus horas.

En esta ocasión, Touré se verá envuelto en una absurda cadena de sucesos originados por la llegada desde París de un supuesto familiar, que viene a verle (y a gorronearle), niño de seis años incluido. Touré no tardará en averiguar que el primo postizo no solo no es trigo limpio, sino que utiliza a su hijo para perpetrar delitos que van desde el hurto menor al robo con escalo.

No puedo contar más, porque privaría al lector de los mejores momentos de esta novela, pero basta con decir que en algún momento Touré se verá recorriendo el barrio con el encargo de recuperar para su legítima propietaria el insólito botín de uno de los robos: una dentadura postiza, un vibrador con forma de zanahoria y un libro de José Javier Abasolo.

En cualquier caso, aunque el argumento de esta novela está perfectamente armado y resulta de por sí interesante, eso no es lo mejor. Lo mejor es su estilo (fresco, ágil, irónico) y, sobre todo, sus personajes, porque Arretxe pinta un fresco en el que hay un sinfín de caracteres atractivos: Osmán, compañero de piso y sabio consejero; Cristina, exprostituta hoy empleada de farmacia; Txema, el librero que pasea en moto su obesa humanidad repartiendo libros por todos los barrios de Bilbao o la vieja Marisa, racista, desconfiada y avarienta como una Scrooge del Norte. Todos ellos son esos tipos del barrio de al lado, esos que observamos de lejos con suspicacia, con quienes compartimos aceras y transporte público pero cuyas realidades no conocemos. El viejo y el nuevo Bilbao, el Bilbao blanco y el multiétnico confluyen en esta historia divertida y, al mismo tiempo, enternecedora sobre perdedores y buscavidas, pródiga en diálogos y situaciones desternillantes.

Arretxe es de esos artesanos que saben acercarse con aparente levedad a temas de peso: la sociedad de la vigilancia, las injusticias del capitalismo, los prejuicios raciales y la soledad del individuo, así como la amistad, la solidaridad y la protección de la infancia en un mundo voraz e inmisericorde con los más débiles. Creo que necesitamos textos así, que nos diviertan y, al mismo tiempo, nos hagan pensar sobre lo que está mal en el mundo, lo que hacemos mal (porque, por mucho que nos quejemos, somos nosotros, con nuestra participación o nuestra indiferencia, quienes hacemos el mundo), para que reflexionemos y, con un poco de suerte, acabemos haciéndonos un poco mejores y, con nosotros, al mundo.


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9 responses

2 08 2013
Paula Nogales (@paula_canarias)

Tomo buena nota de esta black noir…

2 08 2013
Alexis Ravelo

Black por partida doble… 🙂

2 08 2013
Paco Gómez Escribano

Buena reseña, compañero. Aunque me adelanté 😉

3 08 2013
Alexis Ravelo

Hombre, la tuya está más chula, Paco. Así que no te hagas, porque se te sigue odiando. jejejejeje

2 08 2013
Jon Arretxe

De lo cual deduzco que no se la has echado a la cabra

3 08 2013
Alexis Ravelo

Fortunata solo devora libros cutres y sobrevalorados. Este no es una cosa ni otra. Además, la pobre está obsesionada ahora con la Operación Biquini. jejejejeje. En serio, una delicia de libro.

3 08 2013
Molina de Tirso

Incontestable. El lunes me paso por la librería, gracias

4 08 2013
Federico J. Silva

Querido Alexis: Ya sé que aquí no toca, pero quería hacer este comentario público. Al turrón.
Después de largas pesquisas he conseguido hacerme con el oso de peluche que recita el Padrenuestro. Hallazgo por el que siempre te estaré agradecido, pero no más que por el buen verano de lecturas que me estás dando. He concluido la serie de Eladio Monroy y ya tengo mono (¿para cuando la próxima?). Le confesaba a una amiga común que el engache me recuerda al que me producían las entregas de Jabato y el Capitán Trueno de mi lejana infancia. Si te dije que los Tres funerales me encantó, no puedo decir menos de Sólo los muertos y Los tipos duros. Lo bueno del asunto es que cada una supone un peldaño más en tu maestría literaria. Y con ello llegamos a La estrategia del pekinés, un salto cualitativo en tu escritura.Te confieso que deseaba la aparición de Monroy, pero el Rubio, Marichal y Cora, por citar a los buenos, me dieron la misma satisfacción. Gracias de nuevo por el verano y felicidades. Un fuerte abrazo. Federico J. Silva.

Pd. Ahora empiezo con La iniquidad y esperaré la llegada de la edición de Edaf.

4 08 2013
Alexis Ravelo

Coloradote me pones, Federico.
Por ahora, la serie de Eladio ya se cerró con Morir despacio. Monroy ya no está para ciertos trotes. jejejejeje.
¿De verdad conseguiste el oso que recita el padrenuestro? Sinceramente, yo no he llegado a verlos, y eso que los busqué desde que oí hablar de ellos (fue así, como se cuenta en la novela).
Me alegro mucho de que te gustaran, Federico. Viniendo de ti, me lo tomo como un enorme cumplido. Un fuerte abrazo, compañero.

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