Prolegómenos

29 02 2008

Vio pasar hace un rato a los leñadores en dirección al bosque. Y la bestia está ahí, a la espera. Sabe, por tanto, que todo ocurrirá como debe ocurrir. Lo sabe. Así como conoce los detalles: cuál será la conversación, cuál el aparente engaño. Por eso no siente miedo cuando, mientras se acerca, observa el bulto oscuro agazapado tras los primeros árboles.

Sin embargo, el animal permanece inmóvil, mirando en otra dirección. Puede que sea más torpe de lo normal o que ande distraído. Quizá tenga que darle un empujoncito. Agarra bien la cesta y echa hacia atrás la caperuza con un rápido movimiento de cabeza. Debe asegurarse de que el depredador se percate del denso olor a piel adolescente.


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