El enigma Orlando

2 05 2010

imagesHON9OASN

Tengo ante mí un libro publicado en Alianza Editorial, con traducción de Borges y escrito por una de las firmas más interesantes del siglo XX: la maestra Virginia Woolf. El libro se titula Orlando, y es una novela publicada originalmente en 1928. Este libro me acompaña desde hace años (acaso diez) y me ha deparado momentos inolvidables. En la relectura más reciente, volvió a decirme cosas nuevas. Por eso creo oportuno referirme a él aquí y ahora.

La acción de Orlando comienza en el siglo XVI, donde conocemos a un joven y hermoso aristócrata británico que responde a ese nombre y sueña con cumplir el prototipo del escritor renacentista: ser soldado y ser poeta. Enseguida se mete en diversas aventuras (algunas de ellas galantes y cortesanas) y, en algún momento, es enviado como embajador a Turquía, donde se verá metido en una revuelta. Y, entonces, es cuando comienzan a ocurrir cosas raras, porque, en ese momento, cuando tiene treinta años y después de haber vivido experiencias muy interesantes, de haber vivido todo lo que hay que vivir, de haber atesorado todos los conocimientos necesarios para ser un hombre mejor, de pronto Orlando se duerme. Se duerme durante siete días con sus noches. Y, cuando se despierta, Orlando accede a un más alto grado de conocimiento, porque ya no es un hombre, sino que se ha convertido en una mujer. Como mujer, tras vivir durante un tiempo con unos nómadas gitanos, vuelve a Inglaterra y, ahora conocida como Lady Orlando se instala en la alta sociedad, frecuentando a todos los genios de su tiempo mientras intenta elaborar su obra literaria. Pero, claro, ¿cuál es su tiempo? Uno diría, por lo que conté más arriba, que su tiempo es el siglo XVI. Pero no. Porque también es el siglo XVII, y la Ilustración, y el siglo XIX, ya que, sencillamente, Orlando, ni ella misma sabe por qué, no envejece y, por tanto, no muere.

Esta novela es una extraña mezcla de novela fantástica, novela histórica, fábula moral, parodia del género biográfico y novela sobre escritores (ya que Orlando conocerá a Swift, a Pope, a Addison), bastante insólita en la obra narrativa de Woolf. Como sabrás, Woolf es una de las grandes innovadoras de la nueva novela, en la que juega constantemente con la forma, con el tiempo, con la inserción de monólogos interiores, etc. Poca experimentación formal hay aquí. Orlando es una novela narrada de forma lineal y sucesiva (como el tiempo, pues su asunto principal es, probablemente ese) en la que el interior del personaje es, en muchas ocasiones, un enigma. Esto es, estamos ante un libro muy diferente de Las Olas, de La señora Dalloway o de Una habitación propia. Pero en este brilla como nunca la prosa magistral de su autora, pasada, además, por el crisol de un vicioso de la sobriedad lingüística, como era Jorge Luis Borges.

Y, para finalizar, un chisme (yo sé que te gustan los chismes): parece ser que esta diferencia con respecto al resto de su obra, tiene que ver con que Virginia Woolf andaba, por esa época, manteniendo relaciones amorosas con Vita Sackville-West, una exótica y atractiva mujer y de la que, al parecer, Virginia estuvo muy enamorada. Si la leyenda es cierta, escribió este libro como un juego de espejos para Vita, y para demostrarle su afecto. Y la leyenda, probablemente, sea cierta, porque el libro está dedicado a ella.

Si es así, yo agradezco profundamente a Vita Sackville-West que sedujera a Virginia Woolf, porque eso produjo un libro mágico, tremendamente consistente y divertido y lleno de momentos deslumbrantes, en el cual encuentro más verdad que en muchos de sus libros denominados “serios”.

Así que ya sabes: si quieres disfrutar de un libro diferente y original: Orlando, de Virginia Woolf.  También hay un largometraje, bastante digno. Pero, primero, el libro. Verás lo que es bueno.

Orlando, de Virginia Woolf, Madrid, Alianza, 225 páginas. Por ejemplo. 


Acciones

Information

5 responses

2 05 2010
Eduardo

Muy estimulante la reseña y suculento el chisme, que se agradece por igual. No hay nada como una Vita poniéndolo a uno patas arriba. Saludos cordiales.

3 05 2010
VALK

Se agradece la recomendación. Aquí te dejo otra que no sé si te la habré comentado anteriormente, aunque si es así da igual repetirla, porque creo que merece la pena. Está sacada de un Blog que tengo de enlace en el mío, el susodicho es: http://cisne.blogspot.com , y lo aconsejo, a Tí, por supuesto, y al resto de tus lectores, porque irradia cultura, y su autor es profesor de Lengua y Literatura en Secundaria (estooo, ejem, me tomé la libertad de dejarle enlace a Ceremonias, creo que las cosas buenas deben conocerse entre sí, ¿o no?).
La buena noticia es que se trata de una edición que ha puesto a la venta la editorial, Libros del Zorro Rojo, en gran formato, de los cuentos de Edgar Alan Poe, con traducción del argentino Julio Cortázar, e ilustraciones de Harry Clarke, tres grandes en un sólo libro, ¡ahí es nada!. Tengo una entrada en mi Blog que habla precisamente de esto, y que está precedida por un corto titulado: «Las aventuras del pequeño Cthulhu», (por si a alguien del mundo de la enseñanza le sirve de herramienta). El título de mi post es: «Cthulhu, ¿Para Niños?».
Bueno, si ya te lo había dicho, ya te lo he dicho dos veces, jejeje. En serio, si me repito, dame un toque, porque el baifo, te digo, está un pelín atolondraillo-y-tal, jajaja….Bye.

12 05 2010
Sandra

Hola Alexis. Leí Orlando, y me pareció muy atractivo, también sabía el chisme. Pero lo que más me gustó de la novela es el juego con el tiempo de la historia. me decís donde puedo conseguir la película?
Espero que vos estés bien, siempre me doy una vueltita por tu blog.
Te dejo un beso desde el otro lado del mundo.

12 05 2010
Alexis Ravelo

hola, Sandra. Yo vi la película en cines, de estreno, en su momento.
Me alegro de que pases por aquí. Un abrazote transatlántico. 🙂

8 03 2014
Los cuentos de Katherine Mansfield | Ceremonias

[…] se vinculó al grupo de Bloomsbury. Fue amiga de D. H. Lawrence y la autora a quien nada menos que Virginia Woolf envidió. Como Rimbaud, como Capote, Carson McCullers o Mishima, fue uno de esos raros casos en los […]

Deja un comentario