Las flores no sangran

10 11 2014

De nuevo dos semanas sin aparecer por aquí ni hacer La Buena Letra, ese gustazo semanal que me doy cada viernes. La culpa es de los viajes y el trabajo.

Finalicé octubre en Fuerteventura, adonde el Cabildo Insular me invitó a participar en el ciclo El escritor y tú, una inteligente estrategia de animación lectora en la que tiene mucho de activista Eloy Vera Sosa. Allí tuve la suerte de encontrarme con el alumnado de varios centros de enseñanza secundaria y de compartir una muy agradable velada con participantes en clubes de lectura y lectores en general, en un debate coordinado por Juan Carlos Galindo, ese otro guerrillero.

Y comencé noviembre en Córdoba, hablando sobre novela negra con el maestro Mariano Sánchez Soler y esa enciclopedia andante que es Jesús Lens, en el encuentro Un otoño de novela, parido por el compañero Francisco José Jurado.

Y entre tanto viaje y tantos ratitos agradables compartidos con lectores, ha habido talleres, proyectos, escritura, lectura.

Y la corrección de pruebas de la nueva criatura, que aparecerá en enero, publicada por Alrevés y que comparte título con esta entrada: Las flores no sangran.

Ya se sabía que trataba sobre un secuestro exprés en Gran Canaria, el plan criminal más estúpido del mundo. Y que sería una novela coral, como atestigua esta foto que le he sacado al cuaderno donde fui anotando personajes y relaciones entre ellos.

esquemalasfloresnosangran

Lo que no había dicho es el título, por la mera razón de que aún no había pasado por el registro. Y el título es ese, el que fue desde un principio: Las flores no sangran. Si quieres saber por qué se titula así, habrás de esperar a leerla, porque cada vez tengo más claro que los textos se explican por sí mismos.

Atrás quedan muchos meses de trabajo, ocho versiones de un mismo texto que iba menguando un poco más a cada nueva corrección, dos galeradas y muchas dudas sobre cómo había que contar esa historia, cómo continuar contando historias de violencia a lectores cuya capacidad de asombro va desapareciendo titular de prensa a titular de prensa.

Diferentes borradores impresos de Las flores no sangran.

Diferentes borradores impresos de Las flores no sangran.

Pero, finalmente, decidí que había que contarla. Y que había que contarla en clave de novela negra (una vez más), porque (una vez más) es en el crimen donde encuentro la excepción a ese supuesto orden que oculta los verdaderos motivos de lo que está pasando, de lo que nos está pasando. Como sociedad, pero también como individuos.

Soy de los que piensan que un escritor no es un artista, sino un artesano, que su oficio consiste en contar historias y contarlas bien, construyendo con las palabras puentes entre ellos y el lector. Lo que su obra tenga de imperecedera, de absoluta, de universal, no han de decidirlo ni él ni sus contemporáneos, sino aquellos que aún no han nacido y que cruzarán ese puente que es el texto desde el otro lado del tiempo.

La novela negra no es, por supuesto, el único camino para acercarse a la realidad desde la ficción. Hay otros y muy atractivos. Pero yo le encuentro a lo criminal sus ventajas para hablar de determinadas cosas y de una determinada manera. Otras historias las cuento de otro modo (aunque, cosa curiosa, esas no las lee casi nadie). Sé que habrá quien piense en las novelas de género como novelas menores; en las novelas populares como novelas «no literarias»; en el género negro como en un mero género comercial. Quien así opina suele obviar la dificultad estilística de ceñirse a un paradigma, el origen eminentemente popular del género novelístico y la paradoja de que el éxito comercial de un texto no lo exime de calidad, así como la difusión minoritaria no es prueba alguna de talento.

Cada uno es dueño de sus genitales y de sus prejuicios. Mi experiencia de lector (de lector de Dürrenmatt, de Thompson, de Highsmith, de Goodis y tantos otros, entre los que están Ibargüengoitia, Vargas Llosa y Carlos Fuentes) me dice que pensar que la novela negra y la literatura se excluyen mutuamente es lo más parecido a confundir lo epatante con lo hepático. Hay, en fin, muchas clases de tontos y, como dice un buen amigo, el más tonto de los tontos es siempre el tonto culto.

Así que sí, en enero, Las flores no sangran. Y sí, novela negra. Y sí, novela.

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11 responses

10 11 2014
Raquel

Las flores no sangran. Con ese título, ¿quién no está ya deseando leerla?Falta poquito para enero.
¡Yujuuu!

10 11 2014
Canarión de Barcelona

Chacho, hasta enero!!!! Espero la presentes en la Setmana Negra de Barcelona, y pueda saludarte.

10 11 2014
Alexis Ravelo

Ahí estaremos, Vueling mediante.

10 11 2014
yaizalvarez

¿En enero? Voy a tener que volver a pedirte permiso para comprarlo en Amazon. Sorry.

10 11 2014
Dulce Cobo

Qué bien!!! Da gusto siempre el leerte!!!

10 11 2014
Riforfo Rex

Tan larga explicación parece un súplica para hacerse perdonar haber creado otro recurso de placer para muchísimos lectores. Se comprende, en los tiempos que corren en los que todo el mundo se esmera en joder al prójimo(cuanto más arriba peor) los que hacen lo contrario, darles un gustito, tienen que hacerse perdonar. Saludos.

11 11 2014
Filias

Qué bien Alexis…para enero. A ver si cuando vengad a Pamplona ya ha salido a la venta y tengo la suerte de que lo firmes…Sería fantástico.
Abrazos

11 11 2014
Alexis Ravelo

Y si no, me lo llevo debajo del brazo. 🙂

21 11 2014
Guillermo Alemán

Se puede decir más alto, pero no más claro. Y por la salud de la literatura, muchos nos alegramos de que sus novelas (también las negras), no sean «literarias» y «minoritarias». Devoraremos «Las flores no sangran» con el apetito que nos ha abierto sus anteriores criaturas, y con la convicción de saciarnos con una de sus buenas historias.

Un saludo

21 11 2014
Alexis Ravelo

Muchas gracias, Guillermo. Con cariño y rabia se escriben.

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