Voces en torno al abaá

23 02 2011

En estos días (cuando las voces de de los magos de la palabra aún resuenan por las calles de Agüimes), anda sobre mi mesa un libro que es una puerta a un mundo antiguo pero completamente nuevo: Cuentos populares de Guinea Ecuatorial, una antología editada por Nayra Pérez Hernández. El libro consiste exactamente en lo que sugiere su título: una recopilación del repertorio oral de este país que hasta 1968 fue colonia española y que viene a ser el único de toda África donde la lengua oficial es el español.

Cuentos populares de Guinea Ecuatorial, edición de Nayra Pérez Hernández, Madrid-Las Palmas de Gran Canaria, Anroart Ediciones (colección Textos Universitarios), 2010, 209 páginas.

Aunque está editado en una colección de textos universitarios, Cuentos populares de Guinea Ecuatorial escapa a esa aridez habitual en títulos de similares características. Grata, sorprendentemente, se abre con una amena introducción que, sin abandonar el rigor, evita abundar en datos innecesarios para el lector medio, dando cuenta, al mismo tiempo, de algunas circunstancias interesantes. Por ejemplo, el origen de los textos originales sobre los cuales trabajó la editora. Porque estos cuentos fueron tomados directamente de la tradición oral guineana y publicados entre 1947 y 1969 en la revista La guinea española, que los padres claretianos publicaban en el Seminario de Banapá, en la isla de Bioko (en ese entonces de Fernando Poo). Aquella publicación, de clara orientación colonial, incluía, sin embargo, una sección en la que los maestros, así como los seminaristas y catecúmenos indígenas publicaban los relatos y cuentos oídos a los griots o en el abaá (la casa de la palabra, lugar de reunión tanto oficial como ociosa). A partir de estos textos, Pérez Hernández ha realizado una minuciosa labor de rescate, casi de re-escritura, de los cuentos originales transmitidos gracias a esa revista, pero disfrazados de corrección política tras las adiciones y “retoques” que el etnocentrismo colonial y católico había añadido a esos relatos, principalmente expuestos en el añadido de moralejas.

Hasta ahora, mi conocimiento de esta tradición se limitaba a los cuentos oídos a Bonaí Capote, excelente narradora oral que es capaz de convertir en abaá hasta los lugares más insospechados (una esquina entre dos calles de mi ciudad, una parada de guaguas, el cuarto de estar de cualquier casa particular). Esos cuentos narrados por Capote eran un menú degustación que me abría el apetito de la carta completa. Por eso, quizá, la lectura de este libro (cuyo proyecto conocía desde hace tiempo) ha constituido para mí una especie de festín narrativo. Entre los cuentos, abundan las historias protagonizadas por animales de todo tipo (aunque son frecuentes el antílope, el leopardo y, sobre todo, la astuta tortuga), pero también hay otras por las que pululan personajes heroicos, ineptos, ambiciosos o ingenuos. Además, recoge relatos de prácticamente todas las culturas que conviven en Guinea: hay cuentos de origen bubi, fang, pamue, annobonés, bujeba… Como en toda tradición oral, es frecuente la crueldad, pero también el humor y una inaprensible ternura, aunque siempre expresando (asunto para antropólogos) la estrecha relación entre una concreta comunidad humana y la forma que adopta en su entorno la naturaleza, generosa, pero severa.

Nayra Pérez Hernández (que, en la actualidad es lectora de español en la Universidad de Skopje, Macedonia) es una rara avis entre los hispanistas de nuestro entorno, pues se ha dedicado especialmente al estudio de la literatura ecuatoguineana. Al parecer se encontró con estos cuentos cuando preparaba su tesis doctoral, Identidad y literatura africana contemporánea, dedicada a la narrativa hispanoafricana de Guinea Ecuatorial en la década de los años ochenta del siglo pasado. Ahora los trae a esta antología, en un formato asequible para que podamos conocerlos y, acaso, compartilos, ya en una lectura directa, ya en un relato posterior, volviendo así a cerrar el círculo que retorna a la transmisión oral en la que todo cuento tradicional sobrevive. Pero, en cualquier caso, como ella misma sugiere en la introducción, se trata de cuentos para ser contados al caer la tarde,  cuando “una comunidad (…) se plantea quién es y de dónde viene, se da cuenta de su carácter singular e irrepetible”.