Aldonza

16 04 2008
Don Quijote murió sin saber que Aldonza Lorenzo soñaba desde niña con tener un caballero andante que le diera título de señora de sus pensamientos, al cual caballero, en sus sueños, tuvo a bien poner la cara de aquel distinguido caballero cercano, de nombre Alonso y apellido Quijada, o Quesada o Quejana, que en esto hay alguna diferencia en los autores que deste caso escriben.

(Inspirado por un texto de Marco Denevi)




Correspondencia

16 04 2008

En estos tiempos de impaciencia comunicativa, de incontinencia cibernética, él continúa recibiendo, cada 7 de abril, una carta de Laura. La primera la acogió con estupor y rabia, pensando en una broma pesada de algún desalmado. Pero luego abrió el sobre y leyó, en el papel azul que a ella tanto le gustaba, sus palabras de amor y nostalgia escritas en aquella letra menuda de colegiala, con los puntos de las ies formando un corazón diminuto. Poco a poco, fue acostumbrándose al insólito hecho de la anual carta de Laura, sin matasellos, en su buzón. Siempre en el mismo papel. Siempre con la misma tinta burdeos. Con el mismo trazo fino de estilográfica. Con los te amo y los tuya para siempre precediendo a la firma.

Así han pasado quince años y hoy, en lo más grave de su enfermedad, ha llegado la última. Esa carta postrera que como tal se declara y en la que anuncia que se verán pronto, que se le hará interminable la espera, pero que, al anochecer del día 9 estarán, al fin, juntos.

Ahora sabe que le quedan únicamente dos días para reunirse con ella, para fundirse con ella, para el cese de la nostalgia.

Inquieto pero reconfortado, guarda esa última misiva junto a su corazón y piensa en lo consolador que ha sido recibir aquellas cartas del mientras tanto durante todos estos años, coincidiendo con el aniversario de la muerte de Laura.